CAPITULO 40


CLARENCE



Estaba nervioso. Nervioso de verdad. Me le quedaba mirando a la libélula del pequeño diamante azul que le había quitado a Sam hace tiempo. No sabía si devolvérsela o guardarla, o que hacer con ella. Porque de algo que estaba seguro y nervioso, era del paso que daría después.

—No podemos dormir —la silueta de Sam se asoma en el marco de la puerta de mi despacho.

Se veía adorable con tan solo una de mis playeras blancas puesta mostrando sus piernas largas. Pronto cumpliría cinco meses de embarazo, y la pequeña barriga comenzaba a notársele, así como también sus hormonas locas. Era estresante en ocasiones, pero lo toleraba porque la amaba. Aunque bueno, para ser honesto no decía lo mismo a la hora de hacer el amor. Ahí sí que me fascinaba. Era como una diosa pasional para mí en la cama.

Guardo el collar en uno de los cajones de mi escritorio y me levanto del asiento caminando hasta ella. Acaricio su barriga con sumo cuidado y después, le doy media vuelta.

Por la mañana saldría de viaje sin ella, esa era la razón de mi insomnio. No quería dejarla sola, quería que fuese conmigo pero era necesario ir solo hasta ese lugar. Así es, iba a pedir la mano de Samadhi Stone a su padre.

—Mañana vendrá Leo, está organizando una especie de despedida para Gerard por su viaje a México.

—¡Clar! Pero él...

—Ya lo sabe —la interrumpo.

Tuve que decirle a Leonard que Samadhi estaba embarazada. Su entusiasmo fue lo que me animó a decirle que se quedara si era posible con ella todo el día de mañana. Y aceptó, con la condición de que sería el padrino de uno de nuestros hijos... o hija, aún no dejaban verse del todo bien. Ni siquiera William estaba enterado de la situación mía y de Sam. Solo sabía que habíamos vuelto a vivir juntos, y no más.

Sam palideció y seguimos caminando hasta nuestra habitación. Mi día seria pesado. Demasiado porque también vería a mi agente inmobiliario, ya no de apartamentos, sino de casas. No quería excluir en nada de esto a Samadhi, pero quería que todo fuese una sorpresa para ella. Tanto el decirle a su padre que me casaría con su hija sin que apenas supiese que estaba embarazada – en el lio que me metería después cuando se diera cuenta –, y decirle a su madre por igual. Quería hacer las cosas bien, por el bienestar de la familia de Samadhi. Sabía lo mucho que adoraba a sus padres.

Se recuesta de lado en la cama y abraza un cojín enorme en forma de serpiente que había comprado hace tiempo por Internet. Según ella lo amaba porque dormía cómoda con él.

"No más que contigo claro". Su voz diciéndolo recalcando que conmigo duerme mejor.

La abrazo a espaldas de mí. Inhalo su aroma fresco, dulce y embriagador como si fuese una droga.

—¿Crees que seremos buenos padres? —su pregunta me saca de trance, pero sin duda sé que sí.

—Lo seremos Sam, porque a diferencia de nuestros padres, estoy seguro que nos amamos muchísimo más.

Asiente con la cabeza, y suspira.

Después de un rato la escucho quedarse dormida. Sabía que la maternidad la estaba volviendo insegura de sí misma, y yo siempre trataba de recordarle lo hermosa que siempre se veía. Y es que, ante mis ojos lo es. Es la perfección andante en mi cabeza, y ahora en mi piel.


(***)


Me había levantado antes que Samadhi. Mi día seria ajetreado así que iría a la primera cita del día. Con el agente de la inmobiliaria.

Ella aun descansaba. Era viernes y casi le había rogado días antes que no fuese este día a trabajar. Tampoco se opuso, estaba seguro que el cansancio comenzaba a pesarle un poco más. Me acerque a ella depositando un casto beso en sus labios. Se removió en la cama pero no se levantó.

Cerré la puerta de la habitación y espere por lo menos cinco minutos hasta que Leo apareció.

—¡Querido! —exclamó al verme. Negué con la cabeza.

—Se suponía...

Llegarías hace cinco minutos —me arremedó —. Perdón, pero pase a comprar el desayuno, joder. ¿La puedo despertar? —preguntó con entusiasmo. Demasiado.

—Si lo logras en menos de cinco minutos, te pagaré 500 dólares.

—Joder, hecho.

Salí de prisa del apartamento. No lo lograría ni de broma. El sueño de Samadhi era tan pesado últimamente que ni pasándole un tren encima la despertaría.

Para antes de las nueve en punto ya me había desocupado con el agente inmobiliaria. La casa con la que había hecho trato quedaba cerca de la playa. Como a ambos nos gustaba. O eso suponía. Era un lugar espacioso, con un patio enorme y lleno de juegos para niños. Joder, estaba más que contento y satisfecho por ello, que no medí mi tiempo. Tenía que llegar al siguiente lugar.



Había citado al Sr. Stone, padre de Sam en un restaurante no muy alejado de la ciudad. Él no me conocía, pero Sara me ayudó tanto en contactarlo para poder citarlo y hablar con él. Ella era mi cómplice en todo lo que estaba haciendo para sorprender a Sam.

Y aquí me encontraba. Tan puntual como Sam, y tan nervioso como yo mismo al conocer por fin a su papá.

Cuando volví la mirada a la entrada supe que era él. Semblante serio, pero jovial. Todo lo contrario a como me lo había descrito Sam. Pero claro, era su papá.

Con nerviosismo me levanto de la silla, y cuando se acerca estrecho mi mano con seguridad.

—Señor Stone, un gusto conocerlo.

Sonrío de medio lado como lo hago con los futuros clientes para causar una buena impresión, y para mi fortuna, me devuelve la sonrisa.

—Señor Johnson.

Contesta con formalidad. Y ahí voy.

Primero bacilo un poco hablándole de mí y de Samadhi. Le cuento un poco sobre nosotros y lo bueno que ha sido estar juntos omitiendo por supuesto lo doloroso, pero término diciéndole algunas de las miles de razones por las que amo a su hija.

—Vaya —contesta su padre.

Trago duro.

—Lo que en verdad quiero es... —hago una breve pausa. —Es que me conceda el honor de formar una familia con su hija.

¡Bien! ¡Lo dije!

No lo niego. Un nudo se formó en mi garganta al decírselo. Pero en cuanto sonrió y me miró con entusiasmo, la sangre volvió a mi cuerpo circulando con normalidad. Él se levantó con naturalidad, y después lo imité. Abrió ambos brazos, y su respuesta fue lo que más me gustó.

—Bienvenido a la familia Stone.

Me acerqué a él dándole un breve abrazo. Ahora sólo quedaba decirle a su madre. Sabía que no se negaría, solo esperaba que lo tomara con calma cuando viera a Samadhi con su barriga de embarazada.

Estaba ansioso por ver a Sam. El atardecer ya estaba desapareciendo y lo único que quería era verla ya. Llamé a Leo tantas veces sin respuesta, al igual que Sam. Ninguno de los dos cogía el móvil, y no sabía si molestarme por ello o comenzarme a preocupar.

En cuanto llegué al estacionamiento y vi los coches de ambos, estacionados, disiparon los nervios que sentía. Subí tan pronto como pude abriendo la puerta del lugar. Estaba por hacer un berrinche o algo porque ninguno de los dos me respondía, pero en cuanto vi a Sam, me olvidé de todo lo demás.

Se encontraba sentada en la alfombra del suelo frente a la chimenea eléctrica, y Leo frente a ella. Ambos estaban armando y leyendo las instrucciones de una pequeña cuna.

—¡Clar! —exclama Sam al verme dirigiéndose hacia mí, y la molestia desaparece —Mira nada más, esta ¡Di-vi-no!

—Lo está, amor.

La tomo de las mejillas y deposito un beso que intento profundizar. Pero el carraspeo de Leonard aparece.

—Sigo aquí chicos.

—Perdón, Leo —responde Sam.

Samadhi me suelta y vuelve a sentarse frente a él. Les digo que yo invito la cena, y marco el número de un restaurant cercano para pedir.


(***)


El mes se había pasado volando, y hoy, un día antes del día de gracias, nos había citado la Doctora Flores para por fin saber el sexo de los pequeños.

—Estoy nerviosa —susurra Sam tomándome de la mano.

Estaba claro que ella era la loca en estos momentos de la relación. Me tomaba, y me soltaba de la mano cada cinco segundos. Hasta que la enferma nos hizo entrar al consultorio.

En cuanto la Doctora vio a Samadhi, comenzó hacerle los chequeos de rutina indicándole que la glucosa estaba algo alta, y que lo mejor era controlar eso. Me miró específicamente a mí, porque hasta la Doctora dudaba que Samadhi pudiese resistirse a algo dulce como solía hacerlo siempre.

—Bien Samadhi, sube a la camilla. Esperemos que esos dos se dejen ver por fin.

Sam me miró, y si ella estaba nerviosa, ahora el nervioso era yo.

La Doctora colocó el gel en la barriga de Sam, y comenzó a pasar el aparato del ultrasonido por todo el vientre. Dos pequeños estaban formados, tan medianos. Miré a Sam quien observaba embelesada.

—¿Están listos para saber? —preguntó la Doctora.

Sin siquiera mirarnos, asentimos a su pregunta.

—Bien, es un niño, y una pequeña niña.

Samadhi volvió la mirada a mí, y me fue imposible no sonreír. La besé en los labios. Tal vez dos pequeños eran demasiado para ser padres primerizos, pero eso era lo que menos me importaba en estos momentos.

—Ella es Hanna —dice Samadhi haciendo que se me forme un nudo en la garganta —y él es Ashton.

—¿Ashton? —pregunto.

—Me gusta Ashton.

Le sonrío, y sin darme cuenta, el amor que ahora siento por ellos, no da abasto.

Al llegar de nuevo al apartamento, respondo la llamada entrante de William. Le digo a Sam que iré a mi despacho a trabajar, sobre todo porque sé a la perfección que son noticias sobre el accidente de hace años.

—Cooper —contesto.

Clar, la empresa de las cámaras en tu casa ya encontraron el video de ese día.

Se me aceleró el corazón. No sabía que responder, que decir o que hacer.

—¿Lo has visto? —pregunto.

Si Clar, lo he visto —responde con la voz quebrada —. Todo este tiempo, joder.

¿Quería saber? ¿Quería saber el nombre de la persona que pudo ser la causante de ello?

Tragué duro. Si quería saberlo, pero primero tenía que verlo.

—¿Cuándo nos vemos Will? —cuestiono.

Ahora no estoy aquí, regreso en la noche a la ciudad, así que en cuanto llegue te lo hago saber. Clar, esto lo tiene que saber también Sam.

—Samadhi está embarazada Cooper.

Lo sé. —Responde.

—¿Cómo lo sabes? —pregunto tajante. Se suponía que él no lo sabía.

—Porque tú no hubieses regresado con ella Clarence. Tengo que colgar, en la noche nos vemos.

Ahora estaba más que liado con todo esto. Preocupado, y con los miles de pensamientos frustrados. Ahora que Samadhi estaba embarazada mi instinto protector había cambiado. Los defendería a como fuese necesario.






Speechless 😶

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top