CAPITULO 4
CLARENCE
Las reuniones de la mañana se habían pasado volando, pues el trabajo que teníamos era demasiado, y el organizar cada pendiente tenía que ser preciso y exacto. Todo el día me la pase pensando en lo que me dijo Lucas antes de salir por el ascensor. Samadhi Stone estaba de vuelta.
Claro, sabia de sobra que no estaba invitado a la reunión que Sara le había organizado, y tampoco es como si quisiese ir. Pues después de lo ocurrido con ella, Sara me coloco en el número uno de su lista negra.
Tocaron la puerta de mi oficina, y con un "adelante" respondí.
— Buen día — saludó William. No me era grato verle, pues no pasaba desapercibido a lo que venía — ¿Estás listo? — preguntó.
Me negué. No quería volver a lo mismo, y revisar las fotografías del accidente donde murió Hanna. La culpa se había aminorado cuando William me enseñó todas esas pruebas que la policía había ocultado. No había sido solo un accidente, había algo más detrás de ello, pues algunas de las pruebas que delatarían el suceso no estaban. Faltaban fotografías, pero sobre todo, faltaba la motocicleta en la que íbamos Hanna y yo ese día.
Había decidido no decirle nada a mi padre. No quería ilusionarlo buscando de nuevo un culpable. A pesar de las peleas y discusiones en las que últimamente nos encontrábamos, le quería. Pues él y mi abuelo eran mi única familia.
— Sé que no te será para nada grato lo que te voy a mencionar Clar — comenzó diciendo Will dudoso.
— Al grano Cooper — espeté molesto. Le daba demasiadas vueltas al asunto.
— Nunca te he querido revelar las últimas palabras de Hanna — di un suspiro exasperado. Le hice una seña, y William tomó asiento frente a mi escritorio.
¿Quería saber? ¿Quería que me dijera cuales habían sido las últimas palabras de Hanna antes de morir? La respuesta era un rotundo "no".
— Bien — respondí. No muy convencido, pero lo hice.
— ¿Hanna conocía a Samadhi, Clar? — preguntó.
Lo miré extrañado. Mi corazón dio un vuelco al mencionar ese nombre tan conocido para mí. Si años atrás me había preguntado porque Hanna la conocía, ahora me lo preguntaba mucho más. ¿Por qué lo hacía? ¿De dónde conocía Hanna a Sam?
— No que yo este enterado — le hice saber. Después le mencioné lo sucedido con las cámaras en casa de mi padre aquella última vez antes de su muerte y las palabras que me dijo sin pensar — ¿Por qué la pregunta, Will? — Se lo pensó por un momento, como si no me quisiera decir.
— Hanna quería que conocieras a Samadhi — hizo una pausa — Pero, aun no estoy muy consciente de ello, si tú ni siquiera la conocías...
El sonido de la puerta interrumpió la conversación. Lucas entraba a mi oficina.
— Ha llegado el hijo del señor Ladera, Clar — mencionó.
Asentí. La reunión con el vicepresidente de "Hillside Machinery" estaba programada de meses atrás, y no podía perder esta nueva oportunidad.
— No te preocupes Clarence, seguiremos en otro momento.
Lo pensé, ahora mi duda por eso último mencionado, comenzaba a crecer. Asentí a la petición de William, dejándolo en mi oficina, en otro momento hablaríamos con tranquilidad. Por otro lado, Lucas y yo nos encaminamos directo a la sala de reuniones, donde se llevaría a cabo la junta. El mediano lugar cubierto de vidrio templado, dejo ver a un hombre de mi edad, algunos veinticinco años, volteado de espaldas, alto y de espalda ancha.
Lucas y yo nos adentramos al lugar, éste último lo conocía ya. Se giró hacia mí.
— Señor Johnson — musitó, estrechando su mano — Un gusto conocerlo, mi padre ha hablado mucho de usted.
Vaya formalismo. Sin embargo, un vago recuerdo me cruzó por la mente, yo le conocía pero... ¿De dónde? ¿Dónde lo había visto ya?
— El gusto es mío, señor Ladera — respondí, con el mismo respeto que él.
— Christopher solamente — dijo confianzudo — Cristopher Ladera.
Les hice una seña, y los tres tomamos asiento para dar comienzo a la reunión. Teníamos un año trabajando con "Hillside Machinery". Ésta nos alquilaba la maquinaria que nosotros aun no contemplábamos al momento de hacer una construcción en algún terreno, o en algún lugar. La reunión se alargó hasta las cinco menos quince de la tarde, y los tres salimos de aquel lugar.
— Bien Clarence — musitó Christopher — En cuanto tenga los documentos, los envío a tu correo personal. Por cierto tendremos un desayuno éste lunes con algunos directivos de otra compañía hotelera que estará en la ciudad, seria grata tu compañía.
— Por supuesto, ahí estaré — le hice saber, para después ver como se adentraba al ascensor acompañado de Lucas.
Estaba exhausto, quería relajarme e ir a tomar un trago. Ya en mi oficina Lucas se acercó para decirme que ya se iría, pues Samadhi estaba por llegar. Me recargué en el respaldo de la silla, y cerré los ojos por un momento pensando en ella. Me picaba la curiosidad por verla, saber cómo era ahora después de dos años.
Deshice esos pensamientos absurdos. Tal vez hoy saldría con Stephany algún lugar, ella no se podía negar.
¡Lo recordaba! Sabía exactamente donde le había visto, mi memoria trabajo sin presión, vaya. Lo había visto en el funeral de Hanna...
(***)
Me encontraba en el coche afuera del apartamento de Stephany, esperando a que saliera. Las puertas de vidrio se abrieron, dejando ver la silueta voluptuosa de ella. No lo negaba, tenía buen cuerpo y los atributos que a cualquier hombre le gustaban. Ahora, solo era un simple deseo carnal para mí. Subió al coche por su cuenta, dejando descubiertas sus piernas gracias al vestido negro que llevaba puesto.
— Y bien, ¿Iremos a tu departamento o algún bar? — preguntó sonriente. El aroma que desprendía su perfume, me comenzaba a fastidiar. Era demasiado dulce.
En ocasiones me sentía mal por tratarla como lo hacía. Tal vez cambiaria mi actitud con ella, pues estos últimos meses había sido mi única salida, y mi única compañía.
— Esta noche iremos a un bar — le hice saber. Me sonrió. Sabía lo mucho que le gustaba saliéramos en público.
Me adentré a las avenidas de la ciudad. Y después de media hora llegamos aquel bar. Estacioné el coche, y Stephany bajó de él. Después de ella bajé yo y caminamos a la entrada privada del bar. La tomé de la mano. En realidad no me gustaba mucho bailar, pero esta noche estaba dispuesto a olvidar. Nos encaminamos a la barra del bar, chocando con la multitud de personas que se encontraban a nuestro alrededor. Al llegar tomamos asiento en uno de los taburetes. Le pedí unos tragos al barman, pues el ambiente comenzaba agradarme más. Stephany me rodeo el cuello con sus hábiles manos y me comenzó a besar. Mi fiel amigo no tardó en reaccionar. Me separé de ella, para tomar uno de los tragos que nos habían traído.
El segundo, tercero, cuarto...
No llevaba la cuenta exacta, simplemente los tomaba sin apenas sentir una pizca de sus efectos en mi sistema. Stephany estaba igual de tomada que yo, a cada cierto tiempo se me acercaba jugando con mi cabello y besándome el cuello. Debía dejar de beber, pues manejar en este estado no era lo correcto, no era lo mío y no estaba bien.
Entonces miré a la pista, y ahí se encontraba ella, bailando con Sara, moviendo sus caderas y todo su cuerpo al ritmo de la música que sonaba. Se le veía contenta y feliz ¿Sentirá mi mirada? Me pregunté ¡Joder! El cambio que había dado Samadhi era notorio. Se le veía un poco más alta, y no por los zapatos altos que llevaba puestos, sino por su cuerpo, su jugoso cuerpo que alguna vez fue mío. No podía dejar de verla, mejillas sonrosadas por el calor que seguramente emanaba su cuerpo, su cintura pequeña y sus caderas algo ensanchadas eran lo más notorio para ese vestido corto. Era la perfección andante en mi cabeza.
Mi corazón dio un vuelco cuando se dirigió a la mesa de centro frente a la pista, rodeándole el cuello con sus manos a William. ¿Eran pareja y el imbécil no me lo había dicho? ¿Él sabía dónde se encontraba ella todo este tiempo? Ahora que lo veo, todos mis amigos estaban con ella. ¡¿Es por eso que me habían excluido precisamente hoy de esta manera?! Sabía que lo hacían por William, eran mis mejores amigos, pero también los de él, y al ser algo organizado por Sara, siempre quedaría excluido.
— ¡Iré al tocador! — exclamó Stephany en mi oído, mientras se dirigía al tocador entre la multitud.
Me giré frente a la barra, y después de cinco minutos voltee la mirada hacia donde se suponía estaba Samadhi. Pero claro, ella no se encontraba más ahí. Me fui directo a la mesa central donde se encontraban los demás, especialmente para buscar a William y comprobar que no se estuviese liando con Sam.
— ¡Clar, hermano! — exclamó Gerard, y todos se me quedaron viendo.
— No te invitamos porque venía Sam — vaya, Leonard como siempre iba directo al grano.
— ¿Dónde está William? — espeté molesto. ¿Por qué rayos me molestaba por ello? Si William ahora estaba con Samadhi, no era de mi incumbencia. Pero algo no dejaba que lo permitiera.
No lo vi por ningún otro lugar.
— Se fue con Samadhi, Clar — musitó Sara, enarcando una ceja abrazada de Lucas, quien negó.
Entrecerré mis ojos. En ocasiones odiaba a esa arpía. La miré mal, y me dirigí a los balcones de arriba, seguramente ahí encontraría a Sam. Vaya, yo mismo me contradecía, quería sentirla y tenerla cerca ahora que la veía, pero los pensamientos, los recuerdos y los gemidos de ese momento en ocasiones aparecían. No quería correr tras ella como el perrito faldero que algun dia me había convertido estando junto a ella, pero mis piernas y mi jodido pensamiento respondieron de otra manera.
Recorrí el pasillo oscurecido, hasta llegar al final. Y ahí se encontraba ella. Ahí se encontraba Sam. Con ese jodido vestido corto en color azul oscuro, tan oscuro como mi alma, mis ojos y mi corazón. Me daba la espalda, pues ella se encontraba recargada en el barandal del balcón. Di un suspiro, agradecido que estuviera sola, y no con Will. ¿Por qué rayos sigo pensando en ella? Me acerqué sigilosamente, observando con detenimiento sus perfectas curvas, su hermoso trasero, y todo su jugoso cuerpo. Comencé a sentir el nerviosismo, y el revoloteo que se dirigía de mi boca al estómago. Me acerqué tanto, que junte mis manos al barandal dejándola acorralada, aspirando su aroma dulce y fresco, aroma que no podía olvidar.
— Bienvenida, Sol — musité cerca de su cuello.
Sentí su respiración y la mía agitadas. Ninguno de los dos lo esperaba, y a pesar de haberla buscado como imbécil, ahí se encontraba. Me quedé en blanco. No sabía que decirle, lo único que quería hacerle era besarla, follarla y deshacerme de ella. Pero seguía callada, sin hacer movimiento alguno. Mi fiel amigo despertó con el simple aroma que ella desprendía y la respiración entrecortada que hacía. Me pegué más a ella, rosando con su trasero y sin pensarlo un segundo más comencé a besarle el cuello. Los sabores eran mezclados por el dulce aroma embriagador. Se veía jodidamente sexy en ese vestido azul. Por un momento la rodee de la cintura, sintiendo la tela del vestido, sintiéndola a ella temblorosa...
— ¡A qué has venido Clar! — espetó molesta. Girándose bruscamente hacia mí, provocando que me despegará de ella y retrocediera dos pasos hacia atrás.
Su voz, su fascinante y dulce voz retumbó en mis oídos. Se le veía molesta, las mejillas sonrosadas, los labios hinchados y sus pecas... Dios mío esas pecas que añoraba besar tanto. Aún existía esa electricidad, esa que nos invadía de lleno solo a nosotros dos. No me contuve, me lamí el labio inferior, y me abalance sobre ella con veracidad. La tomé de la mandíbula para besar sus labios, esos carnosos labios que ahora mismo aceptaba, extrañaba tanto. Samadhi rodeó sus manos a mi cuello, profundizando el beso revolviendo mí cabello. Su aliento fresco combinado con el sabor embriagador del alcohol me volvió loco. Ella lo deseaba tanto como yo. Tomé y apreté su trasero pegándola más a mi masculinidad creciente. Quería que sintiera lo que yo le podía dar, y no Brad...
— Te gusta Samadhi — gruñí entre dientes mientras mordisqueaba su labio, su cuello expuesto en el vestido que llevaba puesto, tocando y frotando con mis manos todo su cuerpo. Aún le afectaban tanto mis movimientos, así como ella a mí — Esto te lo puedo dar mucho mejor que Brad.
Sentí un empujón, y la palma de su mano estampando en mi mejilla izquierda ardiendo de dolor.
— ¡Eres un imbécil Clar! — soltó amargamente.
Me cargué de adrenalina por lo que estaba sintiendo en este momento, que sin pensarlo la tomé de la cintura, no brusco, pero si con agilidad para que no se soltara.
— ¡Me vas a decir que te gustó estar más con él! — espeté molesto ¿Qué mierda me pasaba? No debía hacerle aquello, ya habían pasado dos años, pero sin embargo, aún me encontraba dolido, furioso y molesto.
Su respiración subía y bajaba rápidamente, me miraba con odio, no con deseo ni amor, sino con odio. Los ojos color miel se le oscurecieron, quedando inmóvil al sostenerla.
— ¿Quieres un acoston Clar? — escupió esas cuatro palabras con veneno — Ese Stephany te lo puede dar.
Se soltó de mi bruscamente empujándome del pecho, dejándome agitado, furioso conmigo mismo, y con las ganas de querer seguir reprendiéndola por lo sucedido dos años atrás.
Me recargué en la pared ¡Pero que estupidez! Era egoísta, de verdad que lo era, ¡Pero si yo sufría, también lo tenía que hacer ella! Y fui tras ella, como siempre solía hacerlo, pero esta vez empujando a la multitud. Quería decirle todo lo que no pude decirle cuando se marchó.
Al llegar al primer piso, desapareció. Fui a la mesa central donde se encontraban los demás, pero Samadhi no estaba ahí.
— ¿Dónde está Sam? — le pregunté a Sara, quien por cierto me miró mal.
— ¡Pero que mierda te pasa Clar! ¡No puedes estar perturbando de esa manera a Sam cuando tu novia está aquí!
¿Mi novia? ¿Pensaban que Stephany era mi novia? Sara me empujó, llevándose a Lucas y comenzando a llamar, supongo que a Sam por el móvil. Quise ir tras ellos dos, pero olvidaba algo, yo venía acompañado. Ahora mismo me arrepentía tanto de haberla invitado.
— ¡Te he estado buscando! — espetó Stephany tomándome del antebrazo.
— Discúlpame Step, pero...
— Estabas ocupado no ¿Con Samadhi? — me reprochó. ¿Quería una explicación? Nena, ¡Eso sí que no!
— Con quien sea Stephany. Vámonos.
Me miró, pensándoselo por un momento, pero al final cedió. Caminamos al estacionamiento donde el vehículo estaba aparcado. Inconscientemente le abrí la puerta del copiloto, ¡Pero que rayos! ¡Eso no hacia yo! Me subí al lado del piloto, y ahora la preocupación me invadió. ¿A dónde ha ido Sam? Me picaba la curiosidad, quería saber dónde estaba y con quien. Quería llamar a Lucas para preguntarle, pero con Stephany aquí a lado mío, me era imposible hacerlo.
— Te llevaré a tu departamento — le hice saber. Pero ella simplemente asintió molesta.
Sabía que estaba mal haber reprendido de esa manera a Sam. No podía dejar de pensar en ese beso. Ese jodido beso de minutos atrás. Lo aceptaba, a pesar de las dudas y sentimientos encontrados, Samadhi Stone me seguía volviendo loco.
Me estacione en la entrada del edificio donde vivía Stephany, sin apagar el motor, y antes de abrir la puerta, habló:
— Olvídate de ella Clarence, es una pérdida de tiempo implorar por alguien que ya no te quiere.
Dicho esto, salió y azotó la puerta del coche. Por un momento sentí culpa por tratar a Stephany de esa manera, pero volvía a lo mismo. Ella había aceptado la propuesta de esto que teníamos. Al momento me olvidé de ello. Llamé a Lucas para preguntarle por Samadhi, pero éste no respondió. Necesitaba saber que ella estuviese bien. Así que no dude en irla a buscar esta vez a su casa. ¿Dónde rayos más estaba?
Aparqué el coche a media calle, pensando si debía llamar a la puerta, o esperarme para ver si llegaba. Opté por la segunda opción. No quería molestar a su madre, si es que ella se encontraba ahí.
Las horas pasaron y Samadhi no llegaba, Lucas no respondía mis llamadas, y comenzaba a perder la poca paciencia y cordura que me quedaba. En realidad necesitaba saber dónde y con quien estaba. ¿Con Brad? ¡Ja! Brad ya ni siquiera vivía en esta ciudad. Rachel no quiso decirme a donde se había ido en realidad. Pero él aquí no se encontraba más.
Cinco minutos después, aparcó un coche en medio de la calle, era William y Sam. Quería irme, de verdad, no lo quería estropear, ni siquiera la amistad que comenzaba a entablar de nuevo con William. Pero no me contuve. Bajé del coche para dirigirme hacia ellos, pero William me detuvo sin que me viera Sam. Acto seguido me detuve a medio caminar. Los dos se adentraron a su casa, y yo me quede afuera esperando a que saliera William.
Una hora.
Una hora lo estuve esperando, tenía millones de preguntas por hacerle, pero me contuve, primero quería que saliera de su jodido cuarto. Salió por la ventana ¡Por la maldita ventana donde yo antes había saltado! Seguí mirando por las rejas del portón eléctrico, después William salió a la acera donde lo esperaba yo.
— Te tardaste ¿no crees? — espeté molesto.
— Tranquilízate Clarence, solo tuvimos sexo — cerré los ojos, en este preciso momento quería partirle el rostro. Comenzó a reírse — Vaya, deberías ver cómo te sigue afectando Samadhi. La deje recostada en su cama Clar. Y salte por la ventana, porque iba entrando su mamá.
— ¿Una hora William? — volví a preguntar con enfado.
— Estaba llorando — confirmó.
— ¿Por qué?
— Porque es obvio que Samadhi aun te quiere — respondió seguro, dirigiéndose a su auto — Y porque eres un imbécil ¿De verdad crees que era ella? — preguntó.
Se subió al automóvil, encendió el motor y se fue. Me dejó pensando, pensando de verdad. Porque si lo que decía William, era verdad, ya había perdido definitivamente a Sam. Quería subir a su habitación, hablar con ella. ¡Joder! Quería verla. Pero nada de eso sucedió. Mañana seria otro día, y ahora que sabía dónde estaba, vendría más seguido por aquí. Ella no sería feliz. Quería que sufriera igual que yo sufría por ella.
***
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