CAPITULO 3



SAMADHI




Llegué a casa exhausta por haber manejado ocho horas, pues ya eran las siete de la noche para ser exacta. Sabía de sobra que había sido mi elección el haber aceptado irme en el coche, y no en un avión como lo había sugerido mi padre. No me gustaba quejarme, pero vaya que pasar la mayoría de esas horas sentada en el coche había sido de las peores experiencias. Espero esto no me cause hemorroides.

¡Dios mío! Pero que pensamiento, el viaje me ha afectado.

Estacioné el coche afuera de la acera de mi casa, pues sabía que hoy saldría a casa de Sara. Bajé de él y me dirigí a la puerta de la entrada. Todo seguía exactamente igual, el pequeño jardín de mi madre ahora estaba mucho más florecido que años atrás, y unas rosas rojas se dejaron ver entre los arbustos.

Abrí la puerta de la entrada, sobresaltándome justo cuando los vi. Mi madre, Lucas, Sara y William se encontraban ahí. El lugar estaba decorado con globos, y cortinas de serpentinas color amarillas. Un pequeño pastel yacía sobre la mesa de noche, y en el cristal de la puerta que daba hacia la piscina, un cartel que decía: "Bienvenida".

Me alegraba verlos ahí, pues ellos cuatro eran personas importantes para mí.

— ¡Bienvenida amiga! — exclamó Sara abalanzándose sobre mí — Me da tanta alegría verte por aquí de nuevo, ya sé qué hace apenas una semanas salimos de la universidad y dejamos de vernos pero no importa ¡Feliz cumpleaños!

— Sara, tú estás loca — le hice saber conteniendo una risa. Después William se acercó a mí.

— Bienvenida preciosa — me dio un fuerte abrazo y un beso en la frente, el cual correspondí. Me abalanzó sobre él dándome una vuelta, para después bajarme.

Lucas no se pudo contener, tenía la manía de burlarse siempre por mi estatura.

— Bienvenida enana — Sara le propinó un manotazo en el hombro, y después se rio.

— Comenzamos con los insultos — le hice saber mientras me daba un abrazo.

— No hay que perder la costumbre — respondió riéndose.

Por ultimo mi madre fue quien se acercó.

— Bienvenida mi niña — su voz se escuchaba nostálgica y triste, algo extraño en realidad. Aunque la última vez que hablamos, había tenido problemas con el papá de Brad. Pero no era el momento indicado para preguntar.

— Me alegra verlos aquí, de verdad — respondí agradecida. En realidad había sido una muy buena bienvenida.

— Bien ¡A cenar! Antes de que se vayan —

— ¿Irnos? — pregunté.

— Si – respondió Sara — Iremos a bailar — ya decía yo porque vestían de una manera elegante y a la vez informal.

Los cinco nos dirigimos a la mesa, donde ya nos esperaba la cena. Mi madre, por lo visto había vuelto a su hobby habitual. Cocinar.

Había preparado un sinfín de comida, la cual disfrute y degusté con alegría. Lucas estaba contando un estúpido chiste sobre un chef y su cocina, mientras todos nos reíamos a carcajadas. Después, Sara comenzó hablar de la graduación de Lucas y William, que a su gusto, había estado fatal el año pasado. Mi madre escuchaba atenta, y con lo graciosos que eran Lucas y William juntos, no parábamos de reírnos a toda costa.

Después de por lo menos una hora y media, mi madre recibió una llamada que le cambio por completo el semblante serio que tenía cuando había llegado. Me alegré por ello, pues no me gustaba verla triste, y si era por Falco, mucho menos.

— Bien Samadhi, te tienes que ir arreglar — insistió Sara. Les había dicho que estaba cansada de tanto manejar, que no tenía ganas ni siquiera de salir por la puerta de mi casa.

— ¡Oh vamos Sam! Solo por hoy, es tu cumpleaños — insistió Will ¿Y cómo decirle que no? Si él y yo aún teníamos temas pendientes por tratar.

Entrecerré mis ojos, los tres estaban esperando mi respuesta. Suspiré, y asentí a su petición.

— Está bien, pero solo un rato.

— ¡Por fin! — exclamó Lucas.

Lo miré enarcándole una ceja. Y éste simplemente se carcajeo.

— Eres difícil de convencer amiga — contestó Sara.

— Lo sé. Ahora esperen a que me arregle.

Me fui corriendo a mi habitación antes de escuchar sus quejas. Al entrar en ésta, el lugar seguía tal y como lo había dejado tiempo atrás. El aroma a limpio permanecía intacto. Había echado de menos mi habitación.

Me senté en la orilla de la cama, y miré por un momento la fotografía que yacía en el mueble de la lámpara. Mi corazón dio un vuelco, y lo sentí desbocado. Un nudo se formó en mi garganta, amenazando con soltar un sollozo en ella. No lo pude resistir, la tomé entre mis manos, rodee la fotografía con uno de mis dedos, y volví a leer la carta donde Clarence me había dicho "Te quiero".

Volver aquí y recordar todo lo sucedido dos años atrás, me deprimía. ¿Cómo es posible que, en tan poco tiempo una persona te haga sentir todos esos sentimientos? No quería ser débil. Yo misma había construido de nuevo ese muro en el que alguna vez dije no quería derrumbar. Abrí uno de los cajones, y en él guarde la fotografía. Estaba decidida. No iba a dejarme caer, él no había confiado en mí y yo no volvería otra vez.

Los chicos me habían ayudado a bajar mi equipaje y llevarlo hasta la habitación. Desempaque por completo una de las maletas para buscar uno de los vestidos que me había regalado mi madre en mi cumpleaños pasado el cual ¡Gracias al cielo! Aun me quedaba y ni siquiera lo había usado.

El vestido era de pequeñas lentejuelas en color azul oscuro, escotado a dos tirantes, caído y una fina tela negra por detrás. Me llegaba un poco más abajo del muslo, lo cual agradecía. Sara sintió que ya me había tardado, pues después de una hora me fue a buscar.

— Vamos Samadhi, ya van a ser las diez de la noche y tu aun no estas lista — comenzó diciendo.

— Si me hubieses dicho desde ayer...

— ¡Era sorpresa! Y aún más contigo, ni siquiera sabíamos si ibas a regresar hoy — me interrumpió y me reprochó.

— En eso tienes razón — soltamos una risa.

Me apresuré tan pronto como pude. Sara se ofreció a ayudarme en diferentes ocasiones con el maquillaje, pero me negué. Y en menos de quince minutos, terminé.

— ¡Lista! — exclame emocionada. Por alguna razón me puse de buen humor después de ver cómo me veía. Siempre había sido segura de mi misma, y hoy no sería la excepción.

Sara rodeó y puso los ojos en blanco. Nos tomamos de la mano y bajamos las escaleras al piso de abajo. Lucas y William nos miraron. Sara corrió para aventarse encima de Lucas sin importarle en lo más mínimo que se le viera un poco el trasero con el vestido que llevaba puesto. Solamente sonreí mientras le acomodaba el vestido a Sara quien estaba de espaldas. Gracias al cielo William era un caballero, aunque éste último se encontraba cerca de la entrada y no vio nada.

William y yo nos tomamos de la mano, ese nivel de confianza ya había en nosotros. No teníamos ningún tipo de relación. Simplemente éramos buenos amigos. Nos subimos al coche que ahora traía Will, no la extravagante cuatro por cuatro en color negro de años atrás.

Sara y yo nos subimos en la parte trasera del coche. Ya en el camino los cuatro hablábamos de trivialidades, y de cómo se podrían hasta el gorro de ebrios. Claro, mi cara fue de un horror profundo, pues el tiempo que estuve viviendo con mi padre evitaba a toda costa este tipo de reuniones en bares.

— Y... ¿A dónde iremos ahora? — pregunté.

— Leonard reservó en el bar de siempre - ¡Oh! Ahora comprendo en realidad los atuendos informales y elegantes. Asentí.

¿Abra sido buena idea venir? Comenzaba arrepentirme de ello en realidad. Al poco tiempo llegamos. William y yo seguíamos tomados de las manos. No recordaba este lugar, a pesar que estuve aquí una vez. Era ruidoso, la música destrozaba mis tímpanos y la multitud bebía y bailaba por todos lados. Tenía años de no divertirme, por lo que decidí hacerlo el día de hoy. Nos adentramos por una puerta donde, con lucecitas en colores neón decía "ENTRADA VIP".

Llegamos a una de las mesas que se encontraban en medio del bar, en las cuales se encontraban Leonard, Stephan y Gerard.

— Vaya, vaya — musitó Gerard — ¡Pero si es la nudista! — me reí a carcajadas por su comentario, pues con el simple hecho de recordar ese día, se me ponía la piel de gallina.

— Obligada — respondí sonriendo.

Me acerqué a Leonard, quien me recibió animado.

— ¡Preciosura! ¡Pero qué bueno es verte aquí! — decía con su peculiar acento.

— Me alegra verte de nuevo Leo — musité, mientras le daba un abrazo.

— A mí también Sam, deberías visitarnos más a menudo — le sonreí.

En este lugar era imposible ponerse a platicar. Los chicos fueron a la barra, trayendo consigo chupitos, cerveza y bebidas de diferentes colores. A pesar que sus responsabilidades nadie había cambiado, todos guardaban esa esencia de chicos divertidos y malos, que les resultaba relajante el pasarla aquí esta noche para despejarse un rato, o por lo menos eso era lo que decían. Pues a partir del lunes mi vida, el trabajo y la universidad cambiaria.

No sabía qué hora era, ni me preocupaba en lo más mínimo el saber. Ya había bebido unos cuantos tragos, y bebidas. Que en cualquier momento me debilitaría y caería. De un momento a otro empecé a sentir la música, a sentirla en realidad. Escuché el significado de cada letra que cantaba la artista, y por un momento quería gritar. Me adentre sola lentamente a la pista iluminada que quedaba justo frente a nosotros y comencé a bailar. Cerré mis ojos, moví mis caderas lentamente. Por un momento me sentí estúpida haciendo aquello sola, pero el alcohol en mi sistema me daba seguridad para hacerlo. Quería olvidarme de todo, olvidarme por un momento el corazón que bien sabia, aún estaba roto. "Soy lo más real que él tendrá..." Yo, en realidad había amado a Clar.

Abrí mis ojos lentamente, sin dejar apenas de bailar. No debí hacerlo, pues Clar se encontraba ahí ya. Vestía con traje informal en color negro, el cabello lo tenía castaño y revuelto. Mi corazón se aceleró a mil por hora. ¡Como si eso fuese posible! Deje por un momento de bailar, se suponía había enterrado los sentimientos que habían derrumbado ya ¿Se encontraban ahí aun? No lo había comprobado, hasta que lo vi con ella, con Stephany Lawrence en la barra del bar.

Me tragué un sollozo ahogado. Rogaba que él no me hubiese visto ya. Pues no quería tener contacto visual. Mis piernas flaquearon, quería salir huyendo de ese lugar, y justo cuando lo iba hacer...

— Levanta la mirada — la voz dura y decidida de Sara me invadió el cuerpo entero — No te quiero ver derrotada Samadhi — musitaba frente a mí, mirándome a los ojos — Debes pasar página...

¿Ella sabía que ellos estaban juntos?

Una lagrima rodo por mi mejilla. Sara tenía razón, había rechazado posibles relaciones, y él se encontraba ahí, paseando con ella, por lo visto sonriente, cariñoso y... feliz. Di un suspiro, miré a Sara y le sonreí.

— Prefirió el pescado, rechazando al caviar — dije inaudible, pero Sara escuchó.

Las dos nos miramos y comenzamos a reír como locas por mi comentario. La canción que teníamos de fondo estaba para bailar, y eso hicimos, comenzamos a bailar las dos juntas. Sentía el ritmo de la música, yo no me detendría por un corazón que ahora aceptaba había estado roto. Mi vida cambiaria, dándoles el paso a personas que si merecían mi atención. No a personas que no me querían y mucho menos me creían. Allá afuera habría personas que si valorarían, pero, ¿Las querría yo?

Sentí una mirada, sentí su mirada. Pero no voltearía para comprobarlo. Sabía de sobra que era él, que era él quien me miraba de donde quiera que estuviese. No le daría la satisfacción de verme a los ojos y comprobar si yo era feliz o no. Sara y yo seguíamos bailando al ritmo carismático de la canción. En ningún momento me detuve a mirar a mí alrededor. Pues no quería encontrarme con esa mirada azul.

Al terminar la canción nos dirigimos de nuevo a la mesa central donde se encontraban los demás, rodee con mis brazos el cuello de William, pues él era quien siempre me hacía compañía. Miré disimuladamente a la barra, y Clarence Johnson ya no se encontraba. ¿Se habrá ido con ella? Dios mío, pero que estoy pensando ¡Claro que se fueron juntos!

De un solo trago me termine la bebida que yacía en el vaso. Con alcohol en mi sistema todo era más fácil. Sabia de sobra que estaba mal tomar de más, pero la circunstancia lo ameritaba. Comenzaba a sofocarme, el lugar ya no estaba fresco como lo estaba un par de horas antes. Ahora era mucho más bochornoso. Decidida caminé al segundo piso. Bueno, más bien tambalear al segundo piso. Al llegar a los escalones, los fui subiendo lentamente, como si estuviese en una casa ajena y no quisiera hacer ruido, apoyándome de la pared.

Llegando arriba me encaminé por todo el pasillo buscando el balcón que había visto desde fuera para tomar un poco de aire fresco. Al encontrarlo me recargué en el barandal viendo hacia abajo y pensando si había sido correcto haber dejado a Clar hace años. Tenía que disimular mi dolor ante los demás, no quería verme débil frente a ellos y mucho menos frente a Clarence.

El aire fresco corría por todo el balcón, donde nada más me encontraba yo. Lo cual agradecía, pues en estos momentos no sería de buena compañía. Por un momento me pasó la estupidez por la mente en tirarme desde el balcón al suelo ¡Pero que mierda! ¡Esa no era yo!

Unos brazos se recargaron en el barandal. La fragancia que desprendía esa persona la tenía grabada en mi alma, mi corazón y mi memoria. Sentí la respiración y su aliento fresco mezclado con alcohol cerca de mi cuello, provocándome un inmenso escalofrío justo cuando escuché su voz:

— Bienvenida, Sol...

Mi mundo se paralizo.





¡Mis Perfeccionistas!

Mañana abra maratón, esta es solo una prueba pequeña♥ ¿Que les ha parecido? 

Denle todo el amor, LAS AMO :'(


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