CAPITULO 29


SEGUNDA PARTE

CLARENCE




Cinco meses.

Habían pasado cinco desastrosos meses para mí. Afortunadamente Deep Constructions, Inc., estaba funcionando tal como Lucas y yo esperábamos. Al principio había pedido a William, como abogado. Que deshiciera cualquier trato con los Ladera, pero Lucas me hizo entrar en razón. Eso y agregándole que Christopher desaparecería de California. Pues éste regresaría a Londres.

No la dejaba ir. No dejaba ir a Samadhi de mi mente, y mucho menos del dolor y el impacto tan fuerte que sufre mi corazón por ella. Ella lo sabía. Ella sabía que solamente con sus acciones podía romperme y hacerme trizas. Lo peor es que ni siquiera le importó. No se esforzó nada, para que yo le diera una explicación. Simplemente actuó.

Yo no lo sabía, hasta que Sara me lo contó. Ese video que le mandaron fue el causante del enfado de Sam, pero... ¿Y lo demás? ¿Y sus acciones al ver aquello? ¡Joder! Eso solamente lo podía decidir Sam. Y sin dudarlo me engañó y me hirió de la peor manera en la que alguien puede ser herido. Por traición.

Aún seguía preguntándome si fue Sthep quien se lo mandó. No quería llamarla. No quería que me viera y se diera cuenta que tenía roto mi corazón, tal como yo se lo jodí a ella. Y mucho menos que me echara en cara lo que alguna vez me dijo ella.

Ya había pasado tiempo desde aquella vez en el estacionamiento. Su mirada melosa atormentada me buscaba por las noches suplicándome perdón. Un perdón que yo nunca le iba a poder dar. Me frustraba soñar con ese rostro hecho trizas pidiéndome una oportunidad. Pero sin duda alguna mi corazón se encontraba mucho peor. Ni siquiera le había dado una segunda oportunidad a Isabela siendo ella mi madre ¿Qué le hacía pensar a Samadhi que yo se la daría a ella?

—¡Oh! Sigue aquí —la secretaria, de nombre que no suelo recordar, entra apenada al verme aún aquí. Pobre, me he desquitado un poco con ella.

—Si, ya estaba por irme. —Anuncio. ¿Por qué le doy explicaciones? —¿Se le ofrece algo? —pregunto.

—No, yo sólo venía a colocar su agenda para mañana señor Johnson.

—Perfecto. Póngalo sobre el escritorio.

La observo por un breve instante. Asiente mirándome apenada. Tiene un leve parecido a Samantha, pero su rostro es angelical, no como el de Samantha, que es rudo y voraz. La chica se despide deseándome buena noche, y sale de la oficina.

Me recuesto sobre el respaldo de la silla giratoria, cierro los ojos y vuelvo a pensar en Sam. En sus ojos miel, en sus labios y su cuerpo, que no sólo yo he disfrutado. No sabía que el haberme enamorado de ella sería lo peor que me hubiese pasado. Tal vez si nunca hubiera ido al estúpido coche, nuestra historia sería distinta. Sería una diferente, una en la que aún estamos juntos y...

Suelto un soplido. Me levanto del asiento. Tomo mis cosas y salgo de la oficina. Al llegar al estacionamiento me encuentro con Lucas, quien apenas va llegando a su coche.

—Pensé que ya te habías ido – dice, mientras sube sus pertenencias. —Es viernes, ¿Qué harás hoy? —me pregunta.

Le respondo que no haré nada. Que sólo iré al apartamento a ahogarme en alcohol. Un habito que últimamente estaba tomando. Me invita a salir con los chicos, y al preguntarle si estará Sam, niega.

—No, no sé quien sufre más, si ella o tú Clar. —argumenta mientras acomodo algunos planos en la cajuela. —No sale, no llama a nadie, y hace tiempo se cambió de apartamento.

¿Se cambió? Trato de parecer desinteresado, pero Lucas me conoce muy bien, que prefiere seguir hablando.

—Se cambió al mismo edificio donde vive Brad.

Cerré la cajuela con fuerza. Demasiada fuerza. Por un momento estuve a punto de preguntarle donde, pero me contuve. Me enfurecía toda esta mierda. Me enfurecía saber que Samadhi tuviera contacto con cualquiera. Me enfurecía el hecho de saber que tenía la oportunidad de ser feliz con alguien que no fuese yo, mientras yo mismo me ahogaba en el vaso de agua que ella dejó.

—No me interesa Lucas, lo que haga o dejé de hacer Sam no me importa —digo con serenidad —. Sólo... te pido que estés al pendiente de ella —vacilo un poco —, ya sabes, por si ocupa ayuda con todo este asunto de mierda.

Lucas asiente. Me despido dándole una palmada en el hombro izquierdo y después subo al coche. Espero a que se vaya y me quedo solo. Otra vez solo. Pero al estar sólo me permitía pensar con claridad lo que estaba haciendo. Alejándome de todo y de todos.

Decido alejar los pensamientos negativos. Arranco el coche y me pongo a pensar y razonar por qué William no se ha aparecido por mi oficina. Hace semanas que dijo saldría de viaje con el corporativo de Falco, pero hasta ahora no había llegado. Parecería extraño, pero su ausencia comenzaba a preocuparme. Y más porque se suponía él y Lucas me mantendrían al tanto de cualquier cosa extraña que le ocurriese a Sam. Aunque antes de que se marchara, me había comentado que Sam lo evitaba a toda costa.


(***)


La boda de Lucas se acercaba. De nuevo otro año desde que conocí a Samadhi había pasado, justo la fecha en la que me dijo se había enamorado de mí. Hoy, precisamente hoy se cumplían cinco años de la muerte de Hanna.

—¿Estás aquí? —la cálida, pero imponente voz de Isabela me sacan de trance.

—Si, ¿tú que haces aquí? —pregunto molesto.

—Era mi hija Clar, siempre vendré aquí te guste o no. —Responde.

La lapida de Hanna se encontraba impecable. Siempre estaba limpia y llena de rosas. Sus favoritas. Cada que podía o me sentía frustrado venía a dejarle sus rosas preferidas.

— Vienes más que Clark —digo, enlazando la mirada a la de ella. Los ojos se le llenan de agua y decido irme antes que hable.

—Dame una oportunidad Clar. —Solloza.

No miro hacia atrás. Sigo mi camino, y sé que a este paso me quedaré solo. Sin nadie. Pero ni siquiera eso me importa. Una segunda oportunidad para alguien que prefirió a un hombre antes que a sus propios hijos no se la daría. No era fácil, y tampoco justo. Hanna la habrá perdonado, pero yo no. Yo soy más rencoroso.

Era sábado por la tarde. El atardecer comenzaba aparecer, y sin querer, fui a la pequeña casa frente a la playa. Y ahí estaba. Su maldito coche se encontraba estacionado sobre la arena. Bajé del mío caminando a paso apresurado hacia la puerta, y justo antes de abrirla, ella salió.

Ambos nos miramos. Su tez pálida, los ojos llorosos sobre unas ligeras bolsas moradas. Unas tenues pecas ahora abundaban sobre sus pómulos. No lo había notado antes hasta que el reflejo del sol cayó sobre su cara. Por inercia, o por simple costumbre, estuve a punto de acariciarlas. Pero me contuve. Cerré mi puño y antes de que soltara un insulto, Samadhi habló.

—Ya me iba —dijo con su voz suave mirándome a los ojos, sosteniéndome la mirada. Quería que se abalanzara sobre mí y me rogara de nuevo que la perdonara. Pero no lo hizo.

—Bien, porque no tienes nada que hacer aquí —contesté.

Me pasó por un lado y siguió su camino. Sin mirar atrás, y tampoco lo hice yo. Solo escuchaba el sonido de la arena al arrastrar los pies sobre ella.

—En verdad siento lo que te hice Clar —dijo. Me volví tranquilamente hacia ella, mirándola, sin siquiera derramar una sola lagrima. Estaba nerviosa, lo podía notar porque veía como temblaba. Se recargó sobre la puerta del copiloto, y siguió hablando —, en verdad lo hago, pero no puedo quedarme toda la vida esperando por tú perdón, no puedo torturarme más de esa manera. —Hace una pausa breve y después continúa —Yo quiero ser feliz, con o sin ti. He aceptado mi culpa y no voy a vivir con ella...

Ni siquiera dejé que terminara. Me estaba torturando con sus palabras. La rodeé de la cintura con una mano, y con la otra enredé su cabello y la atraje hacia mis labios. No se opuso a mí, al contrario, exigía más. Su respiración agitada con la mía era la perfecta combinación. Entonces, regresaron esas imágenes dolorosas y la furia me oscureció de nuevo.

—Estas equivocada si piensas que yo voy a dejar que seas feliz —susurro con la voz ronca en sus deliciosos labios besados seguramente por otros. Después, pego mí frente a la suya.

—Eso es injusto —susurra con la voz quebrada, aún con los ojos cerrados y lágrimas brotando de ellos.

—No me importa, si yo no soy feliz, tú tampoco.

La solté con brusquedad. No lo pude evitar. Su presencia me hacía enloquecer de deseo y furia al mismo tiempo. Tomé el pequeño dije con la libélula que descansaba aún sobre su cuello. Sam se alarmó.

—¡No puedes quitarme eso! —exclama tratando de quitármelo. Pero falla en el intento

—Esto ya no te pertenece, es basura como mis sentimientos por ti —le digo alzando la cadena.

Su mirada se oscurece, los ojos que hace unos instantes estaban claros y llorosos, son sustituidos por la furia en ella.

Me encamino al coche antes de que cometiera una locura, enciendo el motor yéndome de ahí. La adrenalina que siento al verla combinada con la furia, no se van fácilmente de mi cuerpo. Miro por unos instantes el dije y me maldigo por habérselo quitado. Era un regalo. Un regalo que le hice a ella, y que ahora tenía otro significado. Lo guardo en la guantera y mirando por el espejo logro ver su silueta.

Me adentro a las avenidas largas de la ciudad hasta llegar al apartamento donde vivíamos los dos. No había querido irme aún. Sin embargo, no entré. Ni siquiera bajé del coche. Su perfume impregnaba siempre el lugar, parecía una jodida maldición. De alguna forma quería saciar mi deseo por Sam, así que no lo pensé más. Me desvío del camino llegando al edificio de Sthep. Ordené en la recepción me anunciaran con ella, y sin dudarlo me deja entrar.

Subo al apartamento, y en cuanto abre la puerta me abalanzo sobre ella. No la dejé hablar, y tampoco se resistió.



Seguía recostado en la cama con Stephany. Era tarde, y lo único que quería en estos momentos era regresar al apartamento.

—¿Te quedarás ésta noche? —pregunta Step dejando castos besos en mi espalda.

—No —contesto frío. Mucho más frio de lo que pretendía. Me vuelvo hacia ella sintiéndome culpable por ello y le acaricio la mejilla como un gesto de empatía. —Pero podemos ir a cenar mañana ¿Qué te parece? —le digo.

Esboza una sonrisa amplia de alegría, los ojos por un momento le brillan y trago duro. Me levanto de la cama y recojo mi ropa tirada en el suelo para volvérmela a poner. Sabía de sobra que estaba mal jugar con ella de esa forma. Pero tampoco se opuso.

—Me parece increíble ¿A dónde iremos? —hago un gesto molesto sin que ella se dé cuenta y respondo.

—A donde más te guste, tú eliges.

Asiente y comienza a darme una breve descripción de un restaurante de comida española cerca de aquí. Le digo que me parece bien y en cuanto termino de colocar mi ropa en su lugar, le anuncio que me tengo que ir.

—A las 7 de la noche Clar, trata de ser puntual.

—Yo soy puntual Step. —Contesto y salgo de la habitación.

Decido mandarle un mensaje a William preguntándole donde está viviendo Sam. Para mi grata sorpresa me pasa su dirección. Claramente no iba a ir, simplemente no podía dejarlo así nada más. Después de todo el maldito embrollo en el que estábamos metidos por Hanna, de alguna manera tenía que saber dónde se encontraba.





¡Hola mis Perfeccionistas!

Ya saben que AMO actualizar, y aquí les va un capitulo más. Hoy será DOBLE actualización ♥.♥

Nuestro HERMOSO CLAR. Admito que estoy enamorada de este men HAHAH ♥

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