CAPITULO 27
SAMADHI
Habían pasado dos días de lo sucedido, y Clarence no respondía las miles de llamadas que le había hecho. Había ido a buscarlo infinidad de veces al apartamento y ninguna salió. Me sentía devastada, quería verlo, pero él se negaba. Sabía que era demasiado pronto para que accediera a verme, pero no me importo. Era egoísta, no quería darle ese tiempo para que pensara la situación, no quería darle ese tiempo para que se alejara más y más de mí y que al final se diera cuenta que no era para él.
Herida. Después de las hirientes palabras que me había dicho Clar en su oficina, me encontraba herida. Sabía que precisamente yo, la había jodido. Que todo lo que me dijera lo único que podía hacer, era quedarme callada, procesar la información y tratar de seguir con mi vida.
Ya habían pasado dos días. Dos dolorosos días en los que me había sumido a una depresión horrible. No quería caer en ella, y agradecía tanto la compañía de Sara justo en estos momentos. También, no pasé desapercibido que precisamente hoy, lunes por la mañana, Sony había venido a buscarme. Y por supuesto, no salí a recibirla. Y no porque no la haya quería ver, sino que, en estos precisos momentos no quería ver a nadie más que me hiciera recordar las circunstancias por las cuales conocí a Clar.
Pasaba de medio día. Para ser exacta ya eran las tres de la tarde en mi reloj de mano. Y aquí me encontraba, afuera del edificio con el piso número ocho donde vivía. En cuanto estaba por poner un pie dentro, la vibración de mi móvil indicaba tenía una llamada entrante. Christopher.
No quería verlo. No podía decir que se había aprovechado de la situación, porque sin duda alguna fue algo en lo que yo accedí. No lo detuve. Y él tampoco preguntó.
Me puse nerviosa. Había estado insistiendo al siguiente día, después de que todo este desastre pasó. Estaba tratando con todas mis fuerzas de no contestarle. No quería verlo y recordar que fui suya. No quería volver a ese día porque simplemente me daba asco a mí misma.
A pesar de todas las mentiras que sabía ocultaba Clar, y la infinidad de secretos que sabía a la perfección William y Clar tenían, no descartaba la idea de querer verlo, y querer regresar con él. Pero eso no ocurriría ya.
—¿Estas lista? —pregunta Sara posándose a un lado de mí. Ella me había acompañado a la oficina de Clar. Me había dicho que era demasiado rápido para querer arreglar las cosas, que le diera tiempo a él, y me diera tiempo para mí de pensar, pero... ¿Y si ese tiempo se iba al carajo, y Clarence se olvidaba de mí?
—No, no lo estoy. —Confirmo. —Pero tengo que ir por mis cosas, me llevé todo mi armario al suyo.
Di el paso, y ahora si ambas nos adentramos al edificio de apartamentos.
Al llegar al piso ocho, sentí un ligero revoltijo en mi estómago. Estaba nerviosa, esperaba que Clarence no estuviera ahí. Tan solo al abrir la puerta, y pisar el suelo del apartamento, las imágenes de nosotros dos vuelven al instante. Me trago un sollozo, y Sara me acaricia el hombro. Contengo la respiración, y las lágrimas salen a mares de mis ojos.
—La he jodido Sara —murmuro. Me es difícil controlar el sentimiento que permanece en mí, justo en este preciso momento —. Duele, duele como no tienes idea...
—Sam... —la escucho susurrar cerca de mí. Pasa su brazo cerca de mis hombros, y recarga mi cabeza en el suyo. —No puedes torturarte, todos cometemos errores, errores con los que tenemos que vivir. Debes aceptar las consecuencias de ellos.
Vuelvo a contener la respiración. Y suelto de nuevo un sollozo. No quiero llorar, pero las lágrimas vuelven mientras sigo recargada en el hombro de Sara. Siento su apoyo. El apoyo mutuo de un amigo que te consuela cuando te sientes solo. Sin embargo, el vacío sigue ahí. Ese vacío que te indica que has perdido a la persona que amas tanto. Sigue ahí, y deshacerme de él es más difícil que cualquier otro sentimiento.
—Lo he perdido, he perdido lo que teníamos, lo que juntos habíamos construido por no haberlo escuchado antes —argumento haciendo una pausa breve. —Siento una herida en el corazón, siento que me falta la respiración, siento...
—Tranquila Sam —Sara me gira hacia ella sacudiéndome con sus manos tomándome de los hombros. —Me niego a que estés así, la jodiste, claro está. Pero tienes que seguir con tu vida.
—Han pasado dos días, no me pidas que lo olvide mañana —espeto desconsolada.
—¡Lo sé! Pero tienes que comenzar a trabajar en ello. Sé que no será fácil, pero dale tiempo. ¿Vale?
Me suelto suavemente de su agarre, y me encamino a la habitación. Cuando entro a ella veo las pequeñas estrellas tiradas en la alfombra. Se me oprime el pecho con tan solo verlas, y por un momento quiero gritar y llorar como si estuviese loca. El dolor que siento por dentro es desgarrador, y la mirada decepcionada de Clar aparece en mi visión.
Me encamino al armario, tomo la maleta en la que había traído mis cosas meses atrás cuando me mudé aquí. Abro los cajones para sacar mi ropa interior la cual sigue intacta al igual que mis demás pertenencias, y voy colocándolas dentro de las maletas. Después de por lo menos una hora, ya he puesto la mayoría en ellas.
Caminando hacia la puerta, me regresé y tomé una de las americanas de Clar. Tal vez sería algo extraño, pero de alguna manera lo quería sentir cerca de mí. Aspiré el aroma del mismo, y después de ello lo coloqué dentro de una maleta. No quería que Sara viera mi nueva forma de tortura.
—¿Lista? —pregunta al verme. Asiento y toma una de las dos maletas para ayudarme con ella.
Doy un suspiro, y cuando estoy a punto de salir, el ding del ascensor suena. Ni siquiera quiero voltear a ver quién es, porque de ser Clar, no dudaré ni un segundo en quererme abalanzar encima de él.
—¡Amor! —exclama Sara, y por un momento siento la sangre recorrer hasta mis pies. Volteo la mirada hacia el ascensor, y para mi fortuna sólo es Lucas. Suspiro.
—Lucas. —Susurro.
—Hola Sam, ¿No está Clar? —pregunta. Sara le da un golpe en el hombro poniéndole mala cara.
—No cariño, es obvio que Clar no está.
—Perdón —murmura Lucas, pero lo ignoro.
Lucas le quita la maleta a Sara, y después yo me encamino al ascensor, escuchando los pasos de ellos detrás de mí. También oigo los murmullos de Lucas diciéndole a Sara que me veo horrible y demacrada, a lo cual respondo.
—Sigo aquí Lucas, no me he ido.
—Lo siento Sam, pero...
—Pero nada cariño, así que ya guarda silencio —murmura Sara entre dientes.
Hago caso omiso a ese par, y en cuanto llegamos al primer piso salgo tan pronto como puedo de ahí. Al llegar al estacionamiento, meto la maleta que llevo en la cajuela de mi coche, y después Lucas hace lo mismo con la otra que él llevaba cargando. Me despido de ambos, mientras Sara me pregunta si estaré bien. Sé que se refiere a que si estaré bien sola, y a pesar de saber que no, le respondo con un sí.
—Bien, cualquier cosa estoy en el móvil. ¿De acuerdo?
Asiento con pesadez. Me subo al coche y ellos se caminan al de Lucas. Espero a que se vayan, y me derrumbo nuevamente en el estacionamiento subterráneo. Un lugar donde nadie me ve, donde nadie me mira, y comienzo a llorar. Lloro sin parar. Siento mis ojos y mejillas arder de tanto llorar estos días. Pensé que Clarence era el único que podía llegar a separarnos, y fui yo quien terminó con lo nuestro. Fui yo quien falló después de este tiempo. Me dejé llevar por eso.
¿Quién me había mandado ese mensaje? Ni siquiera me había tomado el tiempo hacerme esa pregunta. Pero... ¿Importaba ahora? ¿Importaba ahora que había roto la delgada línea que nos unía a Clar y a mí?
Después de un rato llegué a casa, y me sorprendió tanto ver a Sony dentro de su coche esperando a que llegara. Quería pasar desapercibida, porque en verdad quería estar sola, pero no pude. Mi educación interna no me lo permitía, y me quedé afuera esperando a que bajara del coche. En otro momento bajaría las maletas.
—Sam. —Dice mi nombre en cuanto baja del vehículo —Podemos... ¿podemos hablar?
Trago saliva. Una sensación en mi estómago me detiene por un momento. Pero asiento a su pregunta. Abro la puerta de la casa de mi madre y dejo que pase ella primero. Después, yo le sigo el paso hasta que estamos dentro.
Ambas tomamos asiento en el sofá, quedando una frente a la otra.
—¿Cómo estás? —pregunta. Aunque sé a la perfección que mi rostro demacrado y con ojeras, delata que la estoy pasando mal.
—Diría que bien, pero es obvio que no. —Respondo con algo de amargura en mi voz, y me arrepiento al instante por haberle hablado de esa manera. —Discúlpame Sony, pero no esperaba visitas, en estos momentos no soy buena compañía.
—No Sam —interrumpe. —Perdóname tu a mí, de verdad no quería incomodarte, es sólo que... —la voz se le quiebra al querer hablarme. —Extraño que seamos amigas. De verdad siento tanto lo que pasó hace años, yo no quería... Tú siempre has sido buena persona y yo...
—¿Qué sucede Sony? —interrumpo. La noto nerviosa. Vacila, pero me responde.
—Estoy saliendo con Brad —enarco levemente una ceja ante tal anuncio.
—Pues... ¿Felicidades?
Soltamos una risa, y sé que no está segura de si en verdad quiere continuar con Brad. Ya que seguramente no estaría aquí.
—Todos somos libres de hacer lo que queramos Sony —le digo —. Si tu felicidad está con Brad, adelante, digo, a pesar de lo que pasó hace algunos años creo que todo ha quedado en el olvido. Yo soy la hermanastra de Brad.
—Lo sé Sam, lo sé. Es sólo... ¿Podemos ser amigas de nuevo? —pregunta.
Me desconcierta lo que me pide y su insistencia con ello. Pero ahora me queda más que claro, que todos merecemos una segunda oportunidad ante nuestros errores. Sony no había actuado como una buena amiga, no como lo es Sara, quien en todo momento ha estado para mí desde un principio.
—Podríamos intentarlo. —Contesto.
Ella asiente esbozando una sonrisa amplia. Después, me dice que ha traído la cena. Sale de la casa y luego de un par de minutos regresa alzando una bolsa negra.
—¿Sushi?
Suelto una risilla ante tal presentación. Y asiento a su pregunta confirmando.
(***)
Dos semanas después.
Cuando mi madre y Falco, llegaron de su luna de miel una semana después de lo ocurrido, le di la noticia a mi madre que viviría sola. No preguntó él porque, simplemente ella y Falco me ayudaron a conseguir un apartamento cerca de la universidad en un edificio en el que también vivía Brad. No me opuse a ello, ya que Brad me estaba ayudando a ordenar el piso de mi nuevo apartamento. Agradecí a mi madre y Falco que pagaran el alquiler de un año mientras ahorraba algo de dinero para poder seguir pagándolo.
Tomé las dos maletas colocándolas en la cajuela de mi coche. Era viernes, había salido de la universidad y también le había llamado a mi madre para que me dejara faltar al trabajo el día de hoy. Lo único que me faltaba era llevar mi ropa al apartamento. Era un piso sencillo, y afortunadamente amueblado.
—Sam.
La voz de Christopher me saca de mis pensamientos traicioneros. Cierro la cajuela y me vuelvo hacia él.
—Christopher.
Ni siquiera lo miré a los ojos. Me sentía avergonzada, quería correr y cerrarle la puerta de la casa de mi madre en la cara. Pero no lo hice. Me quedé estática.
—No quiero que me tomes como una mala persona Sam —dijo —, ni mucho menos que me haya querido aprovechar de la situación que estabas viviendo, yo no estaba al tanto de ello. —carraspeó al no ver señal por alguna respuesta de mi parte. —He hablado con mi padre y regresaré a Londres, él llevará a cabo todo tipo de trámite con Deep Constructions, a pesar de que Clar quería terminar cualquier trato con nosotros, he hablado con mi padre y he decidido dedicarme a lo que de verdad me gusta hacer, que mi hermano se ocupe de su empresa, yo me deslindo de ella.
No lo culpaba a él, y cuando menciono eso ultimo me alegré, pues sabía que no era lo que en verdad quería hacer él.
Me arrepentía de todo, de haber regresado, de haberle fallado a Clar. La soledad y la depresión en la que me estaba sumergiendo, era horrible. Solo iba a la universidad, a Stone Dresse's y por las noches regresaba a la soledad de mi casa y ahora del apartamento. Conducía en mi coche por las desoladas calles hasta altas horas de la noche. En ocasiones Brad, Sara, Sony o William me llamaban, sólo para comprobar que estuviese viva.
Todos llamaban. Todos, menos Clar.
—Me alegro por ti Chris —suspiro —, ahora sí ya nadie te detendrá para realizar tu sueño.
—De verdad lo siento Sam...
—No digas más —interrumpo —, sólo, dejémoslo en el pasado ¿vale? —Me acaricia la mejilla derecha, y asiente a lo que le propongo.
—¿Amigos? —pregunta estrechando su brazo para que tome su mano en son de paz. Y lo hago.
—Tal vez no amigos, pero si conocidos.
Chris asiente esbozando una sonrisa. Me dice que me acompaña hasta que suba al coche pero me niego. Le digo que no importa. Me recargo en el costado izquierdo del auto, y cuando está por subirse al suyo, me dice algo que me hace explotar las neuronas.
—Yo conocía a Hanna —me vuelvo hacia él. — Recuerdo la última vez que la vi, fue una de las razones por las que me quise ir. —Soltó un suspiro con pesadez. —Hanna sabía algo que todo este tiempo había estado ignorando, un día antes de su muerte la vi, estuvimos juntos porque prácticamente la obligué. Gracias a su pasado, el cual supongo, ahora sabes, le dije que la delataría si no se acostaba conmigo. Me arrepentí tanto, pero lo que vi en su mirada antes de irse de mi apartamento fue... fue indescriptible. Sólo me dijo que no hablara, que no dijera nada y que si algo le pasaba que...
—¡Sam!
Christopher y yo nos giramos hacia la persona que nos interrumpe, y maldigo a Will por llegar en este preciso momento. Sabía que Christopher quería decirme algo relacionado con Hanna, pero en cuanto lo vio, opto por callar.
—Hola Will. —Lo saludo, y él se acerca para dejar un casto beso en mi mejilla.
—Bueno Sam, hablamos en otro momento. En cuanto este por irme te llamaré.
Miro a Chris, quien ignora a Will, y asiento a su proposición. Sube al coche, y en cuanto arranca el motor William habla.
—No deberías estar hablando con Chris si quieres un regreso con Clar.
—Lo sé, él solo se vino a disculpar. —¿Cómo es que sabe lo que pasó conmigo y Clar? —¿Cómo es que...
—No es difícil averiguarlo Sam, el pésimo humor que trae Clar en su oficina está que revienta a todo el personal.
Suelto un bufido, y siento como mis ojos se humedecen.
—Ha sido mi culpa.
—De los errores se aprende. Vamos, te invito a cenar.
—¿Sushi? —pregunto, alargando la i latina al final.
—El que estés deshecha, no quiere decir que iremos a donde tú quieras.
—¡Oh, vamos! —exclamo.
—Iremos a otro lugar. Ve por un suéter, que así como andas seguramente te dará frío en cualquier momento.
—¡Lo que ordene capitán! —contesto sonriendo.
Me adentro a la casa y después a mi habitación de donde saco la americana de Clar. Estaba a punto de olvidarla en este lugar. Me la pongo encima, pues sólo voy con unos vaqueros cortos, tenis deportivo y una blusa ligera a dos tirantes. Aspiro su delicioso aroma varonil fresco y abrazador. Mis sentimientos por él nunca van a cambiar, ha sido mi primer amor, y él siempre lo será.
Bajando por las escaleras, meto las manos a los bolsillos de la americana sintiendo un papel doblado dentro de uno. Lo saco de ahí, y cuando lo desdoblo, veo mi cuerpo plasmado en fotografía fuera del centro comercial.
¡Ultimo capitulo semanal!
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VOTEN PRECIOSAS ♥ gracias por su apoyo.
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