CAPITULO 12

SAMADHI




Sentía una emoción enorme al estar en mi casa. Lo que al principio pensé sería una tortura, ahora se convertía en todo lo contrario. La idea de estar nuevamente con Clarence era fascinante, pues nos habíamos brindado una segunda oportunidad para disfrutar de ese dulce sentimiento llamado amor. Me sentía plena, y la felicidad que sentía me salía hasta por los poros, y mi corazón... oh no mi corazón estaba hinchado de felicidad. La estúpida sonrisa no se iba, seguía ahí, sonriendo como tonta solo gracias al saber que ahora Clarence se encontraba conmigo nuevamente. El amor que sentía por él siempre sería inexplicable, y es que, a pesar de los malos entendidos, comprendía que hasta cierto punto, nuestro amor seguramente era infinito e inolvidable.

Ha oscurecido, decido ir a la tumbona azul que se encuentra frente a la piscina. Me tumbo en ella boca arriba y miro el cielo que se encuentra estrellado. Ese hermoso cielo que miraba con mi padre cuando era apenas una cría de ocho años.

Después de un buen rato mirando al cielo, me puse a pensar, y no sólo a eso, sino más bien a confirmar que, yo nunca he visto una fotografía de Hanna. «¿Cómo habrá sido ella?», pienso por un momento. Y no hablo de su personalidad, pues hasta cierto punto siento que de personalidad la conozco mucho más. Si no de ella, ¿Cómo habrá sido físicamente? ¿Sería tan guapa como Clar? Seguramente que sí.

Sigo mirando hacia arriba. La noche es fresca, y la pijama que traigo puesta hace que me dé un poco de frío por lo descubierta, pues solo consiste en un conjunto de franela o seda atigrado en color café. Cierro los ojos por un momento, pues el no haber dormido bien la noche anterior, hacía que aun tuviese sueño. Mi mente viajó a la madrugada después de la fiesta. Clarence besándome y repartiendo caricias por todo mi cuerpo aparece de lleno en mi visión. Doy un suspiro y me es inevitable pensar en él a cada segundo que pasa. De verdad que me encuentro enamorada.

Un golpe me saca de la ensoñación en la que estoy sumergida. Escucho que tocan la puerta de la entrada. Me levanto corriendo de la tumbona y después me tranquilizo caminando hacia la entrada. Abro la puerta, pues sé de sobra que quien toca es Clar.

—Hola Sol — me saluda sonriente. Trae consigo una bolsa de papel, el olor que desprende es delicioso, y gracias a mi experiencia con esa comida, ya sé que es.

—Sushi — le respondo sonriendo.

—Y postre de limón — confirma.

Lo tomo de la mano y al momento le rodeo el cuello para darle un beso, un delicioso beso que quisiera hacerlo eterno.

—Te amo... — le susurro con los ojos cerrados y en sus labios. Da un suspiro y siento la sonrisa que esboza Clar al responder.

—Y yo te amo a ti Samadhi Stone.

Me toma de la barbilla y la eleva solo para darme un casto beso en los labios después de habernos separado. Entramos juntos a la estancia de mi casa y nos sentamos en la alfombra. Coloco lo que ha traído Clarence en la pequeña mesa de centro y comienzo a sacar su contenido. No deja de mirarme. Comienzo a hacer muecas graciosas solo para que se ría un poco de mí.

—¿Tengo cara de payaso? — le pregunto. Pues sigue sin quitarme la mirada.

—Esa la haz tenido siempre Sam — contesta. Hago un ademan de indignación por su comentario y me echo a reír como estúpida.

Los dos comenzamos a cenar mi comida favorita. Hablamos de los proyectos que tienen Lucas y Clar a futuro. Lo cual me sorprende todo lo que han logrado a lo largo de éstos dos años. Si bien iniciaron jovenes, eso no les fue impedimento para sacar a flote la pequeña constructora que ellos dos habían creado. Como siempre, lo miraba embelesada cada vez que hablaba sobre lo que más le gustaba hacer en la vida. Me era imposible no mirarlo de aquella forma, pues lo había extrañado tanto. Sus hermosos ojos azul oscuro se le iluminaban cada que mencionaba algo, sin embargo, sentía que algo le incomodaba, y no dude en preguntarle cuando terminamos la cena y el postre.

—¿Te sucede algo Clar? — le pregunté. Dio un suspiro, pero éste negó.

—Estoy cansado, ¿podríamos ir a dormir? — contestó.

No quería presionarlo para que me dijese las cosas, pero tampoco me gustaba que no lo hiciera, pues ésta segunda oportunidad era para eso mismo, para hablar de nosotros y nuestras incomodidades. Para dejar afuera los malos entendidos. Sentí un pinchazo en el pecho, pues estaba claro que había algo que lo incomodaba, y yo quería saberlo. Di un suspiro, y me levanté del suelo. Tenía que dejarle las cosas en claro si quería ésta oportunidad para ambos.

—Las oportunidades se aprovechan Clarence — comencé a decirle —, y la manera en la que te lo estas tomado, no es la correcta.

A pasos lagos me dirigí a las escaleras, no quería hacer berrinche, pero con Clar me era imposible Cuando estaba a punto de subir al primer escalón, mi teléfono móvil empezó a sonar. Me regresé a uno de los sofás, pues ahí se encontraba mi celular. Lo tomé con una de mis manos, y verifiqué la pantalla de la llamada entrante. ¡Mierda! Christopher era quien estaba llamando. Tragué, no quería responderle, y mucho menos en frente de Clar. Éste último me miró extrañado ¡Pues claro! No estaba respondiendo a la llamada. Lo miré por un momento.

—¿No vas a responder Sam? — preguntó con la voz más grave de lo normal. Su mirada endureció. Sin embargo, respondí. Claro, a petición de Clar, porque yo lo iba a ignorar.

—Christopher — respondí con su nombre en mis labios. Clarence soltó un bufido y no apartó la mirada de mí.

¡Preciosa! Discúlpame por haberme ido así nada más, quería invitarte mañana a cenar —comenzó a decir. El nerviosismo se apoderó de mí que lo único que hice fue decirle que ahora mismo me encontraba ocupada y que después hablábamos —. Está bien, mañana nos ponemos de acuerdo, aún me debes ese recorrido Sam — contestó.

—Claro, el recorrido... bien, mañana hablamos Chris...

Clarence me arrebató el móvil de mis manos exaltándome por si impertinencia. Miró la pantalla, y después, colgó la llamada.

—Pudiste haberle dicho que estabas ocupada conmigo Samadhi — espetó molesto —¿Es que no te das cuenta?

—¿Darme cuenta de que Clar? Me quedé congelada, no sabía que responderle contigo frente a mí, y mucho menos mirándome así — respondí, pues era la verdad. No sé que más quería escuchar Clar. ¿Pensará que me interesa Christopher?

—El muy imbécil quiere follarte Samadhi — respondió mirándome a los ojos, se encontraba molesto. Me sorprendía tanto que dijese eso.

—Pero yo con él no Clarence — ¡¿Qué mierda le pasaba a Clar?!

—¿Y por qué no le has dicho que estabas aquí conmigo?

Sentí un pinchazo en mi corazón. Él como casi siempre, tenía razón. Dio un suspiro, no había visto bien como venía vestido. Traía puesto un pantalón de chándal color negro y una playera blanca. Su cuerpo marcado y tonificado me fascinaba. Contuve por un momento la respiración cuando me dio la espalda. Exacto, le estaba mirando el trasero con descaro. Después de ello se giró nuevamente hacia mí y me tomó de las mejillas para plantarme un beso. Un beso húmedo y desesperado gracias a mi estupidez. Sabía que Clarence pensaría mal por eso.

—Dime... — comenzó a murmurar cada que tomábamos una bocanada de aire — él te besa como yo Sam... — me torturaba, quería mucho más de Clar —Él te hace sentir como yo Sam...

Metió su deliciosa lengua en mi boca para acariciar la mía. Las miles de libélulas revoloteando aparecieron de lleno por todo mi estómago, y no lo pude evitar, empujé directamente al sillón a Clar. Sin separarnos ni un solo instante me senté a horcajadas sobre él. No perdimos el tiempo, quité lentamente su camisa y él comenzó a meter sus enormes manos traviesas por debajo del pijama. Sus caricias como siempre eran exquisitas.

—Solo te deseo a ti Clarence — susurré en sus labios mirándolo a los ojos y tomándolo de las mejillas —. Lo... lo siento, es sólo que no esperaba esa llamada. Perdona si te incomodé — le respondí.

Dio un suspiro y simplemente asintió. Me tomó de las sentaderas cargándome a sus caderas, le rodeé el cuello y nos dirigimos a las escaleras. Al llegar a mi habitación me bajó, acomodé las sábanas blancas de mi cama, después de ello me dirigí al cuarto de baño para cepillar mis dientes, y Clarence hizo exactamente lo mismo que yo. Lo notaba extraño y distante después de la pequeña charla con Christopher. ¿Estuve mal el no mencionar a Clar?

Al salir del cuarto de baño, visualicé a Clar mirando hacia afuera por la ventana.

—A Hanna también la miraban Sam — comenzó hablar. ¿A Hanna? Eso... ¿era casualidad? —Días antes de su muerte comenzó a comportarse de manera extraña, hacía preguntas referentes a la muerte, algo usual en ella, pues siempre hablaba de la libertad y demás, pero esa última vez... — hizo una breve pausa —Solamente, fue algo extraño...

—¿Cómo era ella? — le pregunté, pues yo quería conocerla —Físicamente, ¿Cómo era ella?

Clarence esbozó una sonrisa radiante, su humor ya había cambiado.

—Hermosa como yo, por supuesto — respondió altanero.

Le aventé una almohada en su perfecto rostro perfilado y me devolvió el golpe con otra, pero mucho más suave que yo. Comenzamos a jugar como unos críos hasta que los dos terminamos uno arriba de otro sobre la cama. Acostados los dos, comenzó a acariciar el contorno de mi rostro con la yema de sus dedos, acarició mis pómulos y mejillas, para después dirigirse a las pecas que tanto le gustaban. Cada caricia que me brindaba hacia que contuviese la respiración. Di un suspiro a tal acción.

—La muerte de Hanna no fue un accidente Sam — comenzó hablar, mirándome a los ojos. Los suyos preocupados y hermosos —, lo que no entiendo es, ¿Qué tienes que ver tú en todo esto?

—¿Yo? — pregunté sorprendida. Pues su pregunta inesperada me hizo dudar. No era el primero que me lo decía.

—Por alguna razón Hanna quería que nos conociéramos... — estaba por decir algo más pero se lo pensó de nuevo. ¡Háblame Clar! —No quiero que te acerques a William — argumentó. ¿Era una broma lo que me estaba pidiendo, no? Me fue imposible no soltar una carcajada. Me enderecé en la cama y le respondí.

—William es mi amigo Clar, está más que obvio que no te haré caso — respondí tajante.

—No te estoy preguntando Samadhi — me miró a los ojos. Se le veía preocupado y nervioso —Mis razones tengo. No quiero verte cerca de él.

—¡Pues dime cuales son Clar! — no le haría caso sin una explicación de por medio —William estuvo conmigo estos dos años Clarence — comencé a explicarle —, no le puedo dejar de hablar así nada más, y mucho menos si no hay una explicación de tu parte. Así que no esperes lo haga.

Me levanté molesta de la cama y me dirigí a la cocina por un vaso de agua. ¿Es que acaso estaba loco? William es mi amigo, no puedo dejarlo de lado así nada más cuando siempre estuvo conmigo en todo momento, cuando más le necesité. Y lo que no se me hacía justo era que Clarence se saliera con la suya.

Me quedé sentada en el sofá viendo la televisión. Aunque en realidad no estaba viendo nada, solo estaba cambiándole de canal para mantenerme distraída y no provocar una revolución con Clar. Seguía pensando en ello, la cabeza me daba mil y un vueltas. Quería saber porque no quería que me acercase a William. ¿Qué habrá pasando entre ellos dos?

Después de un rato, sentí el aroma de Clar y sus brazos rodearon cerca de mi cuello. Contuve la respiración. Estaba jodidamente enamorada de él. Di un suspiro. Quería evitar a toda costa las peleas con Clar, pero él era experto en ellas.

—Perdóname amor — susurró cerca de mi lóbulo derecho —, sé que lo que te pido no es para nada normal, solo que... tuvimos una discusión y no quiero verte cerca de él — hizo una breve pausa –, pero tienes razón, él es tu amigo y lo comprendo.

Fue dejando un reguero de besos en mi cuello. Le di acceso directo para que me besara por completo. Odiaba que discutiéramos. Di un suspiro, me levanté del sofá, apagué el televisor y después tomé de la mano a Clar. Los dos nos dirigimos a la habitación, tomé asiento en la cama y él hizo lo mismo. Después de eso nos recostamos, rodeó con uno de sus brazos mi cuerpo y con el mío lo abracé recargando mi cabeza sobre su pecho. Aspiré su aroma varonil y fui dejando pequeños besos en sus pectorales descubiertos. Sentí la respiración entre cortada de Clarence quien ya tenía los ojos cerrados y respiraba con dificultad reaccionando a mis caricias. Me gustaba tanto verlo de aquella forma. Llegué a sus labios y dejé un casto beso en ellos. Sonrió después de eso.

—Vivamos juntos Sam — me tomó de sorpresa su proposición. Mi corazón comenzó a palpitar con fuerza y me puse nerviosa —, quiero tenerte así todas las noches, durmiendo conmigo y despertando juntos — lo miré a los ojos sin articular respuesta alguna, ¿estaríamos yendo demasiado pronto?

— Clar, yo... — fue lo único que mis labios expulsaron.

—No me digas nada aún, piénsalo amor.

Asentí a ello. Volví mi cabeza a su pecho. Clarence estiró su mano derecha para apagar la lámpara que se encontraba a lado de mi cama y poco a poco me fui fundiendo en un sueño. Sin embargo, su proposición no me dejaba dormir. ¿Cómo se lo tomaría mi madre? ¿Vivir en unión libre? Bueno, ella no estaba casada con Falco y ya se iban juntos hasta de viaje, pero... La cabeza comenzaba a darme vueltas, Clarence al igual que yo no podía dormir, pues estaba acariciando mi espalda para que yo durmiera. ¿Cuál sería mi respuesta? ¿Estaría bien vivir con él? ¡Joder! Tenía que pensármelo muy bien, ya era mayor, lo suficiente como para decidir, pero, ¿vivir juntos? Eso implicaba demasiado, desde donde vivir. Sabía que Clarence tenía un departamento, en el cual no entraría, pues ahí había estado la arpía de Stephany.

Después de un rato sus caricias fueron disipando. Sabía que Clar se había quedado dormido, pero yo no. Mi mente se mantenía ocupada pensando en su propuesta, pues aún no me había hecho esa pregunta hacia mí misma, ¿Yo quería vivir con Clarence?




Sentí unos enormes brazos rodear mi cuerpo, una de las piernas de Clar rodeaba las mías y no pude evitar una sonrisa ante aquella posición en la que Clarence dormía. Exacto, de cucharita. Me tenía atrapada, no podía salir de su cuerpo y su despierto amigo me tentaba a querer hacerle propuestas indecorosas. ¡Vamos! Tampoco es como si no quisiese hacerlo, pero la luz que entraba por la ventana comenzaba a cegarme los ojos, eso sin contar que tenía unas ganas bárbaras de ir hacer mis necesidades mañaneras.

Tan despacio como pude, comencé a quitar de mis brazos al hombre que me había robado el corazón para no despertarlo. Me senté en la cama admirando su perfecto rostro, las pestañas claras, su nariz perfilada y la piel un tanto bronceada por vivir cerca de la playa, era la perfección en persona ante mis ojos. Le amaba tanto que sentía como mi corazón palpitaba a cada segundo con tan solo mirarlo. Me encontraba perdida en esos labios entre abiertos que adoraba besar tanto, entonces, lo decidí en ese momento. Yo también quería despertar todos los días con Clarence Johnson.

—Deja de babear o te traigo un vaso — me sorprendió con sus palabras. El muy maldito estaba despierto seguramente sintiendo como lo miraba.

Solté una carcajada, como siempre, la especialidad de la casa para nosotros dos, era arruinar momentos.

—¡Baba la que derramabas! — exclamé divertida y antes de que me atrapase gracias a su hábil movimiento, me fui corriendo al cuarto de baño.

—¡No te escaparas de mi fácilmente Sam! — exclamaba al otro lado de la puerta.

Cerré ésta última sin ponerle candado. Me lavé los dientes, me quité el pijama y me metí a la ducha del baño. Abrí el grifo esperando unos segundos para que el agua tibia saliera, y al salir me metí bajo la lluvia de agua que caía de la regadera. El agua estaba tibia y perfecta. Después de por lo menos un minuto, sentí a Clarence metiéndose al baño. Pues claro, no le puse candado. Abrió sigilosamente la puerta semitransparente platinado, y después la cerró. Con la yema de sus dedos comenzó a dejar caricias sobre mi cuello, mis hombros y después hacia mis senos. La sensación era placentera.

—Eres perfecta amor — susurro en mi lóbulo derecho, dejando castos besos.

Me armé de valor, si bien ya lo había decidido tenía que decírselo. Me giré hacia él mirándolo a los ojos oscuros, y como siempre hermosos.

—Si quiero — confirmé.

Clarence sonrió abiertamente para mí, me alzó a sus fuertes brazos cargándome en la ducha y dejando un reguero de besos en mi rostro.

—Te amo — me decía en cada uno de los besos que me estaba dando.

—Sólo que no en ese apartamento — le hice saber, y sin apenas tomarle importancia, me respondió con una sonrisa.

—Ya estoy trabajando en ello.

Enarqué una ceja, Clarence Johnson no disimulaba su felicidad ante mi respuesta y me fascinaba. Me fascinaba saber que yo era la causante de ella.

—¿Cómo sabias que te respondería con un sí? — pregunté.

—No lo sabía, solo esperaba que lo dijeras.

Nos enfrascamos en un dulce y apasionado beso bajo la lluvia de la regadera. Ni siquiera nos importaba que estuviésemos en la casa de mi madre, pues las ganas por estar juntos eran palpables. Comenzó a subir la temperatura en ambos, me recargó a la pared y comenzó a besarme entera. Mordía y lamía mis botones rosados mientras le arañaba la espalda, no me contuve y con una de mis manos tomé a su amigo para que Clar se excitara. Ya no podíamos evitar soltar los gemidos que nos provocábamos. Con sus dedos hábiles comenzó a trazar círculos en mi parte intima haciendo que jadeara, metió uno de ellos a mi interior, provocando que gritara. Al sacarlo saboreó y chupó sus dedos gracias a los jugos que yo le dejaba. Me quedé boquiabierta a ello.

—Sabes deliciosa Samadhi — con la voz ronca respondía.

No pude evitar hincarme y hacerle lo que seguramente él quería. Su expresión de sorpresa era placentera para mi visión, así que no dude ni un segundo para introducir su fiel amigo a mi boca.

—¡Joder Sam! — exclamó, disfrutando y cerrando los ojos por la excitación.

No llevábamos preservativos, así que tomamos una ducha rápida, y después de ello, Clarence Johnson me hizo el amor...






¡He vuelto!

He abandonado un poco a mis Perfectos, la universidad me trae como loca, pero ya estoy de vuelta ♥ ¡Los amoquiero MUCHO!

Díganme, ¿Qué les ha parecido el capítulo?


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