CAPITULO 11


CLARENCE




Estaba fascinado de tenerla aquí conmigo, y cuando me dijo lo que había sucedido entre ella y Christopher, a pesar de que mi pecho se oprimió, y mi corazón se desmoronó por un momento, me invadió de felicidad el saber que aún me seguía amando. Tenerla en mis brazos era una sensación placentera, era reconfortante para mí, y por supuesto, para mí jodido corazón. Sólo ella lo podía romper y sanar de todas maneras.

Sabía que Samadhi era una persona mucho más madura que yo, tanto, que ni siquiera mencionó la relación que habíamos tenido Estephany y yo. Sin embargo, no dejaba de lado su inquietud por ello. No la quería hacer sentir incomoda, y me agradecía a mí mismo por haber terminado aquello antes de tiempo.

Los dos nos acostamos en el sofá. Samadhi se recostó sobre mi pecho. Encendimos la televisión que mandé a traer el día anterior esperando paciente éste momento. Miré el reloj que se encontraba sobre la misma, marcando las tres de la madrugada. Vaya, sí que nos daríamos una desvelada. Decidimos dejar un programa de comedia, y al poco rato sentí la leve respiración de Samadhi al quedarse dormida. Su cálido aliento sobre mi cuerpo me tenía fascinado. La había extrañado demasiado. Y la sensación de que alguien más me la arrebatara, y le hiciera daño me derrumbó de un momento a otro. Comencé a sentirme aterrado.

La abracé sin siquiera importarme que se despertase. Hizo un gesto gracioso y molesto por haberla despertado. Comencé a besar su frente, su cabello, su perfecto rostro, y las pecas que me gustaban mucho.

— Te amo Sam. —susurré en cada beso que le brindaba.

Me tomó de las mejillas, haciendo que la mirara directo a los ojos. Se dio cuenta de la mirada que seguramente tenía, pues enarcó una ceja y después habló.

— ¿Qué sucede? —preguntó curiosa.

¿Le diría? William me dijo que no le comentará nada porque si no ya no le tendría confianza, pero la sensación no se iba. Así que me valió una mierda y solté lo que ya me había dicho William.

— ¿Desde cuándo sientes esas miradas? —le pregunté. Pues no era la primera vez que lo escuchaba. Inconscientemente se vino a mí el recuerdo de Hanna, pues al parecer, a ella también la observaban.

— ¿Quién te...? William, ¿Cierto?

— No lo culpes, él está tan preocupado por ti como yo lo estoy. — respondí.

— No es para tanto... — ¡¿Qué mierda?!

— Haré como que no dijiste eso Samadhi — espeté molesto. ¿Cómo no iba a ser para tanto, si era su vida la que corría el riesgo?

Me miró mal, pero no me importó. Después le mencioné lo del asalto en casa de su padre, y su mirada cambió. Ya era demasiado ésta situación. No la dejaría sola, de alguna manera tenía que estar siguiéndola si era posible todo el tiempo. Y lo mejor, es que se lo hice saber. No la dejaría andar sola como si nada cuando se sentía observada. Si no lo hice con Hanna, lo haría con ella.

— Clarence, estas exagerando. — seguía respondiendo lo mismo.

— No me importa, pasaré por ti si es posible todos los días...

— ¡Clar! Yo también tengo coche. William me dio un gas pimienta y... — me interrumpió.

— Sabes que eso no me va a detener Sam.

Dio un suspiro, y se dirigió al pequeño cuarto de baño que se encontraba en frente. Estaba molesta obviamente conmigo. Sentado en el sofá decidí esperar hasta que saliera Sam. Después de un rato, salió. Tomó asiento a lado mío, sin siquiera dirigirme la palabra.

¿Enserio Sam?

— ¿Estás haciendo berrinches Samadhi? — me burlé de ella. Enarcó una de sus cejas, y entre cerrando los ojos respondió.

— Ni un poquito Johnson. — hizo una pausa — Acepto que pases todos los días sin excepciones por mí, dos horas antes de mi entrada a la primer clase en la universidad y con un café en mano.

La mirada que desprendía era una de suficiencia por lo que me pedía, algo que sin ningún problema haría, ya que había accedido a mi propuesta. Y para mí, la propuesta era más que perfecta. Sonreí, me encantaba que se pusiera así, de esa manera. Cambiando las cosas. Me causaba gracia y satisfacción que siempre quisiera hacer las cosas a su manera, sin apenas darse cuenta que, a quien le favorecían en realidad era a mí.

— Hecho. — estreché mi mano para que me diera la suya, pero no lo hizo.

Se abalanzó sobre mí rodeando mi cuello y plantándome un casto beso. Su gesto me hipnotizó. ¿Era posible que estuviese enamorado así de Samadhi Stone? De un tirón la rodeé con mis brazos dejándola estar sobre mi pecho. Al poco tiempo nos quedamos dormidos sumergidos en un sueño...


(***)


Ya era sábado. Dejé de sentir el peso de Samadhi hace algunos minutos. Me pesaba abrir los ojos, pues la luz que entraba por la ventana molestaba y cegadora.

— Levántate gruñón. — susurró Samadhi cerca de mí. Lo siguiente que hice fue abrir los ojos para mirar los de ella relucientes y hermosos. — Me muero de hambre, deberíamos ir a desayunar, y cambiarnos.

Asentí solamente. Me encontraba sin camisa, pues la que llevaba puesta la había dejado en la playa. Por otro lado Samadhi seguía en ese diminuto traje de baño.

— Me gusta éste lugar, — comenzó hablar. — Deberíamos venir más seguido.

— Siempre que lo desees — le respondí, rodeándole la cintura por detrás de su cuerpo.

Comencé a besarle el cuello. El aroma que desprendía nunca se iba, y me hechizaba el estar así con ella de nuevo. Caminamos a la entrada y salimos de la pequeña casa. Cerré la puerta con llave, dejándola justo donde la había escondido. Sam se subió sola al coche, sin esperar a que abriera su puerta, y después yo me adentré en él. Encendí el motor y al salir a la carretera, me dirigí a su casa. No iba a permitir que alguien más viera a mi chica en traje de baño.

— ¿Por qué no hemos ido a desayunar? — preguntó mientras enarcaba una ceja. Gesto que me fascinaba de ella.

— Ni siquiera tenemos ropa puesta Samadhi — respondí. — Y no permitiré que alguien más te vea en traje de baño a plena luz del día.

Estaba a punto de reclamar seguramente, pero dio un suspiro y asintió. Al llegar a su casa aparqué el coche detrás del suyo, y los dos bajamos juntos. Abrió la puerta y nos adentramos al porche y después al interior de su casa. Como siempre iba atrás de ella, admirando su belleza. Nos dirigimos a su habitación, la cual seguía tal y como la recordaba.

— ¿Ahorramos agua? — pregunté picaronamente. Entre cerró los ojos, y mordiéndose el labio me sonrió.

— Que oportunista eres Johnson. — respondió. Solté una carcajada, su respuesta, como siempre la adecuada.

— Tenía que intentarlo, ¿no crees? — le dije moviendo los hombros.

Negó, mientras rebuscaba algo entre los cajones de su guardarropa. Sacó un atuendo que al momento de verlo, lo reconocí.

— Toma, — estiró el brazo dándome una camiseta blanca y un pantalón de chándal color gris. — Es tuyo.

— Ladrona.

Me tomó de la mano, y por un momento pensé que nos dirigiríamos al cuarto de baño. Sin embargo, no fue así. Pues Samadhi Stone me dirigió a la salida de su habitación. Reí al salir de ahí mientras ella me decía que tomara un baño en la ducha de su madre o la de huéspedes.

Me dirigí a la de huéspedes. Tomé un baño tan pronto como pudiese y salí de él. Fui al coche por un par de tenis deportivos que llevaba con frecuencia para la ocasión, y volví a esperar a Sam, quien aún no salía de su habitación.

Comenzó a sonar mi móvil con la llamada entrante de Lucas.

— Lucas. — respondí serio.

Tenemos que prepararnos Clar, he agendado los vuelos para el día de mañana, el lunes estaremos en la reunión con la asociación hotelera de Nueva York.

Por un momento me lo pensé por Samadhi. Sin embargo era una cita imprevista, pues habíamos insistido demasiado para tener esa reunión con la cadena hotelera de Nueva York que se encontraba en construcción.

— Bien. — respondí solamente. — Mañana te espero en el aeropuerto.

No estaba muy convencido de ir para no dejar sola a Samadhi. "¿Y si la llevaba conmigo?" Pensé por un momento. También tenía sus responsabilidades supongo. Escuché cuando cerró la puerta de su habitación, y la divisé bajando por las escaleras con unos jeans ajustados a sus piernas largas y una blusa holgada en color azul.

— ¿Nos vamos? — preguntó.

Asentí. La tomé de la mano para dirigirnos al coche, y después de un buen rato nos encontrábamos en un restaurante desayunando juntos. Me sentía pleno y completo a su lado. La sensación de amor por el pedazo de gente que se encontraba frente a mí me ponía nervioso, y eso que a mí nadie me ponía de aquella manera, ni siquiera los clientes que tratábamos con frecuencia. Hablamos de su carrera a lo largo de éstos dos años, y lo mucho que se mantuvo ocupada para no pensar en lo sucedido hace ya un buen tiempo. Sentía una presión en el pecho cada que lo mencionaba, sin embargo, era exactamente lo mismo por lo que yo había pasado. Manteniéndome ocupado hasta altas horas de la noche para no pensar en ella demasiado. Pero de nada sirvió. Agradecía ésta oportunidad que nos habíamos brindado los dos.

— Quiero hablarte sobre la relación que teníamos Estephany y yo. — Comencé a decirle. Hizo un gesto de desagrado, y negó. — Quiero que sepas que ella no significa nada para mi Sam, — comencé a decir, tenía que dejarle en claro que Estephany no significaba nada para mí — en ningún momento me vi en una relación con ella, o con alguien más.

— Está bien Clar... - interrumpió — No importa ya, sólo, a partir de ahora hay que hablar las cosas tal y como son. — — Asentí a su petición — Eso es todo lo que tenemos que hacer, sin malentendidos.

Los dos ya habíamos terminado el desayuno y ahora solamente esperábamos a que nos trajeran la cuenta. La tomé de la mano dejándole un casto beso sobre los nudillos, recordando que mañana saldría fuera de la ciudad.

— Mañana saldré de viaje con Lucas — hablé. — Te llevaría, pero por lo que veo estas igual de ocupada que yo estos días. No quiero dejarte sola cariño. — Me sonrió, estaba más que clara mi preocupación.

— Puedo decirle a Sara que se quedé conmigo unos días — la miré, no muy convencido por esa opción. — Estaré bien cariño. — sonreí ante ésta última palabra que mencionó.

Al pagar la cuenta nos retiramos del lugar. Necesitaba ir al apartamento y poder empacar. Lo cual hice, no sin antes ir a dejar a Samadhi a su casa, recalcándole que volvería y me quedaría con ella ésta noche. Pensaba demasiado al traerla a mi departamento. No quería incomodarla. Le di la opción de quedarnos hoy aquí, pero al ver su expresión, se negó. En algún momento tendría que cambiarme de éste lugar. Lo haría con gusto, pues los recuerdos que tenía al no haber estado con Sam eran tormentosos.

Aparqué el coche en el estacionamiento, y al llegar a la recepción mi humor cambió gracias a la persona que me esperaba en él. Pasé de largo, pero ella me siguió.

— Hijo, por favor. — Isabela me seguía el paso.

Había estado llamado en numerosas ocasiones a la oficina. Solamente porque no tenía mi numero personal, si no, seguramente estaría igual. Me fastidiaba que aún llamara y siguiera molestando. ¿La perdonaría algún día por su abandono? Era una difícil decisión que tenía que tomar en algún momento, después de todo, era mi madre. Presioné el botón del ascensor, y con un ademan le indique para que ella también se adentrara a la caja de metal. Sin pensarlo ni un segundo lo hizo. Hablaría con ella, por primera vez desde su abandono. Al llegar a mi piso nos encaminamos por un pasillo hasta adentrarnos al recibidor. Miraba para todos lados, impresionada seguramente y admirando el lugar.

— Bien, ¿Qué es lo que quieres? — pregunté tajante. Tomamos asiento en uno de los sofás y comenzó hablar.

— Sé que no me quieres en tu vida Clarence, pero quiero que me perdones por todo lo que ha pasado. — hizo una breve pausa, y los ojos comenzaron a llenársele de agua. — Sé que nada enmendará mi error, ni siquiera un simple perdón, pero espero se ablande un poco tú corazón. William me ha contado lo que sucedió ese día, y estoy tratando de ayudarlo con la investigación... — puse toda mi atención en lo que diría. — Sólo, necesitamos un favor.

— William pudo haber venido para decírmelo Isabela, no tú.

— Lo sé hijo, pero yo insistí en venir. — Respondió.

— Pues... comienza hablar, que estoy muy ocupado el día de hoy y mañana salgo fuera de la ciudad.

Asintió.

— Bien. Lo que queremos es que vayas y revises su habitación, tal vez haya algo que nos pueda servir. Por lo que sé, tu padre lo dejó tal y como estaba el último día en el que aún vivía Hanna. — Pensó por un momento lo siguiente que diría, se veía nerviosa por ello. — Sin embargo, hay un cabo suelto en aquello hijo, y es una de las razones por las que contacté a William, me da vergüenza decirlo, pero ese día, antes del accidente quise quitarle dinero a tu hermana, sin embargo, encontré esto.

Estrechó su mano hacia mí dándome una hoja de papel doblada. La tomé entre mis manos y la desenvolví al momento. Sabía que en algún momento Hanna fue a ese lugar que indicaba tal documento, lo que no sabía era que él, precisamente él, también hubiese estado ahí. Miré el papel con detenimiento, divisando el nombre de William Cooper por debajo de las palabras que decían: "Hospital Psiquiatrico".





¡Mis Perfeccionistas bellas!

Ésta semana ha sido un desastre, pero aquí tienen un capitulo. Gracias por el apoyo infinito.

!LAS I LOVE YOU! ♥



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