CAPITULO 6
CLARENCE
Todo el camino a su casa, me la pase pensando en ¡¿Por qué rayos le había dicho lo de mi madre?!
Claro, mi madre no estaba muerta, pero al abandonarnos así fue como lo tomé justo al momento en el que salió por la puerta. ¿Quién abandona un crío de apenas cinco años? Las únicas personas que lo sabían eran las cercanas a mí. Lucas y Samantha lo sabían por ser mis amigos de toda la vida. Pero ¿ella?
La perfección andante en ocasiones me sacaba de quicio por su impertinencia. Pero por alguna extraña razón, me agradaba su compañía por momentos, y por otros, ¡Solo quería comérmela entera! Sabía de sobra que no se acostaría conmigo, pero tampoco dejaría de seguirla hasta conseguirlo. Me gustaban los retos como ella. Perfeccionista y bella.
— Llegamos — me confirma. Estaciono el coche en la acera de su casa y al aparcarlo se espera para bajar de él.
— ¿Acaso quieres que te abra la puerta? — le digo, ¡Por supuesto que quiere!
— Pues, claro — vacila. Por alguna extraña razón me agrada que sea directa. Pero esas chorradas de abrirle la puerta a alguien, conmigo no van. Solo se malinterpretaría como algo serio, y eso no podía pasar.
— Lo siento nena, pero eso no sucederá — le respondo, para después bajarme del auto, rodearlo y recargarme junto al cofre y esperar a que se baje de él.
— Pues que poco caballeroso, si no lo eres ¿Por qué me abriste la puerta para subir? — me pregunta.
— Tus manos estaban ocupadas fiera, así que no me lo agradezcas, lo hice por simple cortesía.
— ¡Pues que poco te duró! — espetó molesta. ¡Dios! ¿es que para todo tiene respuesta?
— Si, si ya — bajó del coche a duras penas.
No se miraba para nada decepcionada por no haberle abierto la puerta, lo cual me extrañó. Las chicas como ella salían fácilmente heridas por mi nada más que menos cortesía, pero ella no. Era... diferente.
— ¿Tengo otra opción? — preguntó, y sabía perfectamente que se refería a darme la cazadora.
A pesar del abandono de mi madre, nunca dejo de enviarme regalos caros y costosos, tal como esa cazadora, que por alguna razón cuido y aprecio mucho. Una pizca de amor mínimo que nunca me tuvo.
Me fui tras de ella, lo cual me gustaba, ya que se exponía así misma completa. Tenía buena cintura, y digamos que buen trasero, redonde y formado. Tal vez ella no lo notase, pero yo sí. Sin duda alguna, lo que se llevaba el premio mayor de sí misma eran esas pecas sobre el puente de su nariz, las cuales miraba disimuladamente. Eran tan ligeras, delicadas y pequeñas...
Abrió la puerta de su casa y nos adentramos por ella, y como lo suponía desde un principio, todo, absolutamente todo, estaba en completo orden. Toda la estancia en su casa desprendía el mismo aroma que ella, aroma a rosas dulces y frescas. La casa de mi padre sin duda era mucho más grande, pero la relación que teníamos no era para nada agradable desde que crecí y supe que mi madre nos había abandonado.
— Bonita casa, tan limpia como tú — no pude evitar decirle.
— Gracias — respondió halagada.
Vaya, sí que le gustaba que la elogiaran por su limpieza. Si supiera la de cosas que le podría hacer en mi cama, quedaría tan sucia como mi alma...
— ¿Me escuchaste? — preguntó.
— No, estaba pensando en... ¿Cómo nos veríamos ensuciando tu cama? — le dije, acercándome más a ella, para acorralarla en la pared que quedaba junto a las escaleras blancas.
— Sucia, seguramente — respondió de manera inocente, con la respiración entre cortada. Sin duda alguna y a pesar de su amor no correspondido por Brad, mis caricias le causaban una pizca de efecto.
Sin darme cuenta, sus palabras y la forma tan inocente de decirlas, causaron un gran efecto en mí entre pierna. ¡Joder! Me gustaba como se veía así de tierna.
— ¿Quieres saber lo que es ser una sucia Samadhi? — le susurre en el cuello, mientras lo iba regando de besos, aspirando su aroma dulce y fresco cada que me lo permitía. Me molestó demasiado sentirme atraído por ella, por la chica perfeccionista...
— No — respondió, de un modo tan seco, para después empujarme hacia atrás —. Lo siento, pero soy una virginal con la que nadie se quiere acostar — dijo, levantando una de sus perfectas y pobladas cejas.
¡Maldita la hora en la que le dije eso!
Corrió escaleras arriba, dejándome con las ganas de seguir lo que había comenzado, y algo excitado. Pero claro, no se me escaparía, era experto con las de su grado.
Subí las escaleras y como en los baños, fondo a la derecha, es donde se encontraba su habitación. Tan impecable como lo era ella.
— Toma — estiró la mano para darme la cazadora.
— Gracias señorita — le respondí.
— De nada.
Hizo un pequeño gesto provocando que el puente de la nariz se le arrugara de una forma graciosa. Me le quedé mirando a sus ojos color miel, y por un momento me perdí en ellos, así como ella se perdió en los míos. Tragué en seco. Decidí voltear a otro lado, pues la muy maldita no lo hizo primero. ¡Me sentía expuesto!
— Y dime... ¿Por qué Brad Labello? — le pregunté, para molestarla, claro. Pero mi pregunta no le pareció nada. Hizo ese gesto gracioso de nuevo, que me dieron ganas de regarlo a besos.
¡¿Que mierda estaba pensando?!
— Sabes, eso no es de tu incumbencia Johnson — respondió la fiera con su bocaza.
No me había dado cuenta de lo carnosos y apetitosos que se veían sus labios... los cuales no había besado.
— Vamos, puedes contarme.
— ¿Por qué te contaría? — respondió.
— ¿A quién más le contarías lo que sientes por Brad? ¿A tu mejor amiga? — le dije, para después reírme.
— Que gracioso eres, Johnson. ¿En realidad quieres saber? — respondió.
La verdad es que me importaba una mierda con quien quisiera estar. Lo único que quería era ganarme su confianza para después poderla desflorar.
¡ULTIMO CAP DEL DÍA!
¿Quieren a un Clarence enamorado? La verdad es que yo no
¡VOTEN PERFECCIONISTAS! ♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top