Matrimonio
Suspiró por enésima vez observando por la ventana a las personas pasar cubriéndose de la terrible lluvia que se había desatado hacía un par de minutos, desde que salió de su casa por la mañana había escuchado el pronóstico de la tormenta que caería por la noche. En su momento, poco importancia le dió, pues cuando cayera la tormenta se supone que estaría en casa; observó su vaso, los hielos había vuelto a derretirse por tercera vez en su espera, el mesero se acercó para cambiar el vaso.
Levi hizo una seña de que estaba bien, y el mesero se retiró, sacó un billete dejándolo como propina, no había consumido nada, pero había esperado alrededor de tres horas y media en aquel elegante restaurant, tomó si abrigo, dando una última mirada a la pantalla de su celular, no había ni un solo mensaje o llamada. Harto, lo guardó, y salió del restaurante rumbo a su auto y poder ir a casa.
Cuando llegó a su hogar, estaban las luces apagadas, no había rastro de nada o nadie, se quitó el abrigo húmedo dejándolo en la entrada, al igual que sus zapatos, se fue directo a la habitación en dónde se aflojó la corbata para tirarse boca abajo en el colchón y dormir.
Habrá dormido alrededor de tres horas cuando escuchó movimiento en la planta baja, su mujer recién llegaba de sabrá Dios dónde. Aún adormilado se sentó en la cama terminando por quitarse la corbata, y comenzar a desabotonarse la camisa, cuando la puerta de la habitación que compartían fue abierta dejando ver a su mujer.
— ¿Sabes la hora que es? — preguntó Levi dándole la espalda.
Se terminó por quitar la camisa tirándola al cesto de ropa sucia, camino hacia el ropero para buscar su pijama, Lila volteó a ver a su marido, seguían manteniendo un buen cuerpo, seguían estando en forma, notó de la cicatriz en el lado izquierdo de su abdomen, esa que ha estado por años ahí, apartó su vista para ahora ella desvestirse y colocarse su pijama.
— ¿Te importa?
Levi terminó por ponerse su pijama, suspiró molestó, girándose a ella. Ella permanecía con el torso únicamente cubierto por el sostén, se cruzó de brazos sosteniendo su mirar. ¿Cómo es que había llegado a esto? Observó su cuello, no traía ese collar que años atrás era de uso diario, ni siquiera su anillo de matrimonio.
— ¿Sabes al menos que se festejaba hoy?
Lila se giró dándole la espalda para quitarse el sostén y ponerse la parte superior de la pijama, ignorando a su marido, se sentó en su lado de la cama.
— Era nuestro aniversario número siete de matrimonio, te avisé y me dejaste plantado — reclamó sin moverse de su lugar.
Lila no se mostró sorprendida, en realidad no lo había olvidado, era consiente de que había dejado a Levi plantado en el restaurante, sabía bien que ni siquiera tuvo el descaro de avisar que no podía, en realidad ni siquiera gastó de sus mentiras en él, había salido temprano de trabajar, recordaba bien de su cita, no había nada que se lo hubiera impedido, simplemente no quiso ir ni avisar.
— No quería verte — respondió con sinceridad.
Levi sonrió con ironía para irse a costar junto a ella, le dió inmediatamente la espalda, cada uno dormía por su lado, hacía años que no se tocaban, y de alguna forma, ninguno se extrañaba. Levi apagó la luz.
— ¿Te estás vengando de lo que te hice hace dos años? — preguntó en voz baja.
La joven cerró sus ojos, el recuerdo de ella siendo plantada en un restaurante acudió a su mente, igual que está ocasión, había llovido, pero a diferencia de él, Lila si volvió empapada a casa; poco importancia tenía, no lo recordaba, y no había sido con esa intención, solo no quería verlo, no había nada detrás de ello.
— No, no gastaría mi tiempo en vengarme de ti, hace mucho que dejaste de valer mi tiempo, Levi — confesó.
Levi no quiso responder, así que cerró sus ojos volviendo a dormir, dándose la espalda el uno al otro. Era así como dormían desde hacía tres años, eran así como se trataban desde hacía tres años, el amor los había abandonando hacía tres años, curiosamente ninguno había fallado al otro siendo infiel, ninguno se había engañado en todo este tiempo, simplemente el amor había acabado entre ambos al punto de ser casi desconociendo compartiendo la misma cama.
Al día siguiente, era fin de semana, y ambos tenían que verse todo el día en la casa, cada uno se había levantado a diferente hora yendo a desayunar lo que se le antojara. Lila cuando llegó a la cocina vio a Levi desayunar cereal en completo silencio.
Ella se pico un poco de fruta para sentarse frente a él a comerla en silencio. Cada uno volteaba a verse de vez en cuando, Levi estaba únicamente con el pantalón de su pijama y ella había colocando un vaya corta sobre su cuerpo, usando únicamente de su ropa interior.
— ¿Deberíamos divorciarnos? — rompió el hielo él.
En otro momento la forma en que estaban vestidos hubiera provocando gran atracción entre ambos, al punto de llevarlos a terminar en acto sexual, sin embargo ahora, no tenían ni un solo interés por tocarse o ver más allá, ninguno necesitaba del otro.
— Tal vez — respondió sin mucho interés — Ayer esperaste por una cita conmigo y hoy hablas del divorcio, es algo irónico.
Levi se encogió de hombros hechando otra cucharada de cereal en su boca. Se habían distanciado desde el accidente automovilístico que había tenido hacía tres años, los ojos de Lila cayeron en uno de los pectorales de su marido en dónde aún eran visible la cicatriz de aquel suceso.
— Hubiera servido de despedida — comentó sin muchas ganas — Tu aún me sigues culpado del accidente.
Mencionó. Ella inmediatamente cerró su bata, cubriendo la cicatriz que había quedado en su abdomen tras ese accidente del que hablaba.
— ¿Otra vez? Yo no te culpó de nada — habló molesta.
— ¿Y por qué te alejaste? — era algo que había querido preguntarle desde hacía años.
Ella permaneció callada, no tenía respuesta; sí, claro que lo culpó y lo seguía haciendo, ese accidente le había costado su primer hijo que esperaban con gran añoro y también su fertilidad. Pero quería obligarse a no sentir nada por él, ni siquiera odio, sabía bien que era peor para él no tener ninguna clase de sentimiento.
— Te perdí el interés, no siento nada por ti — dijo al cabo de un rato.
Levi suspiró.
No, él no quería alejarse, todo se había vuelto tan monótono, todo se había vuelto incoloro. Ninguno había hablado del divorcio en todos esto años, no hasta ahora, y era, porque muy en el fondo ninguno quería hacerlo, si bien era cierto que los sentimientos ya no eran recíprocos, ni los mismos a sus inicios, no podían alejarse. Eran tan dependiente él uno del otro y eso era enfermizo.
— Entonces hay que divorciarnos — volvió a decir.
Ambos eran conscientes de su dependencia del uno del otro, todo había iniciado bien, pero era ahí, en ese accidente donde ambos se volvieron dependientes, y lo que los llevó al declive.
— Hagamos los trámites después, quiero descansar.
Y él aceptó ese posponer.
Ambos dejaron la cocina, uno se dirigió a la sala y otro a la habitación, se evitaban, pero a la vez, no podían estar solos, ninguno no podía estar sin el otro, y aquello era realmente malo.
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