Gold │ Killian
Advertencias:
1. Hechos de la serie cambiados para conveniencia de la trama (para variar xd)
2. Temas que pueden ser considerados fuertes, pero nada lo suficientemente explícito (recuerden que esto es solo ficción)
*•.───── ❣ ─────.•*
Bosque Encantado
Killian no pudo escapar de Nunca Jamás en un peor momento que este. La Reina Malvada estaba a punto de lanzar su hechizo que los llevaría a un mundo sin magia, y entre quienes se llevaría estaba el cocodrilo. Tenía que matarlo antes de que eso sucediera, antes de que volviera a escapar y esta vez para siempre.
— No quiero sonar desmotivador, señor, pero no quisiera que la última vez que lo vea esté muerto. —comentó Smee mientras lo seguía al bajar del barco. — Este es un plan suicida.
— Si muriendo consigo acabar con ese malnacido, lo haré. Ya he vivido más de lo que me gustaría sirviendo a ese mocoso de Pan. Mi único propósito ahora es matar al Espectro. Cuando lo logre, lo que me pase ya no me importará. —dijo mientras ataba su barco al puerto. — Pero tienes razón, Smee, enfrentarlo solo con mi odio y encanto no sería suficiente. Me acabaría con solo desearlo.
— ¿Entonces qué hará, señor?
— No lo sé, tendré que encontrar algo con lo que pueda darle batalla, pero conseguir algo tan poderoso tan pronto no será fácil.
— ¿Y qué tal la ayuda de alguien?—el pelinegro lo miró con confusión.
— No hay nadie que pueda ayudarme.
— Hemos estado lejos mucho tiempo, capitán. He oído rumores de otro hechicero, uno tan poderoso como Rumplestiltskin, que hace tratos con la gente, pero parece ser más amable que él.
Killian resopló.
— Eso suena a cuento de hadas, amigo mío. No deberías fiarte de lo que escuchas en los bares.
— ¿Pero y si resulta ser verdad? Podríamos intentarlo, y lo único que perdería si no es real es el tiempo, pero si lo es, podría ayudarle con su venganza.
— Parece que olvidas que lo último que tengo es tiempo, Smee. —dijo entre dientes. — Y si ese hechicero fuese real, no dudo que el primer instinto del cocodrilo haya sido asesinarlo.
— Entonces debe ser verdad que es tan poderoso como él. No sé su nombre, pero quizás llamándolo pueda aparecer.
— Smee, no, por favor-
— ¡Hechicero, yo te invoco! ¡Revelate ahora mismo!—comenzó a gritar a la nada.
— Me alegra que no sea real. —murmuró sintiéndose apenado. — Y que no haya nadie cerca. —agregó mirando a su alrededor.
El más bajo continuó gritando hasta irritar al capitán, que estaba dispuesto a golpearlo para callarlo. Para suerte de ambos, alguien los interrumpió.
— Yo también quisiera que no fuese real. —dijiste apareciendo cerca de ellos.
Killian y Smee se sobresaltaron. El más alto amenazó a la nueva presencia con su espada.
— Oh, no es necesario, caballeros. —levantaste las manos en señal de paz. — Por cierto, no tienen que llamarme hechicero, mi nombre es ______. —te presentaste quitándote la capucha que te cubría.
— Eres una mujer...—expresó el de gorra roja con asombro.
— Y tú muy observador. En fin, creo que ustedes necesitaban mi ayuda, ¿no es así?
— ¿Es verdad...? ¿En serio eres una hechicera tan poderosa como El Espectro?—interrogó el pirata, incrédulo.
— No saben cómo me encanta cuando me comparan con él. En serio era el único hechicero que tenían. Pero sí, lo soy. Y por lo que escuché, quieres vengarte de él, ¿no es así?
— Quiero asesinarlo. —aclaró.
—¿Lo conoces? ¿Son compañeros hechiceros o algo así?—preguntó el más bajo.
— Yo diría que más bien somos... buenos amigos. —sonreíste.
Habías conocido al Espectro hace muchos años, cuando recién habías llegado al Bosque Encantado. Él fue la amable persona que te dio la bienvenida.
Rumpelstiltskin sintió la presencia de un ser con un poder de magia igual al suyo en su reino y, por supuesto, tenía que conocerlo. Esto era todo un evento.
Fue cuando te conoció. Ni siquiera podía ver tu rostro por la capucha negra que cubría todo tu cuerpo y rostro; estabas sentada frente a una fogata en medio del bosque a medianoche. Sin duda eso te hacía más interesante.
— Déjame adivinar. —habló soltando una risa, apareciendo recargado en un árbol cercano.— Eras una campesina que vivía en la pobreza, maltratada por su familia y pueblo hasta el punto de rogar por una migaja de pan al final del día. Un día te encontraste con un objeto o alguien que te dio una magia increíblemente poderosa para vengarte de todos. Y ahora estás aquí, sola, pensando en qué hacer con ese nuevo poder. Pues déjame decirte que, después de haber pasado por toda esa miseria y de que todos a quienes nunca les importaste sufrieran, estás en tu día de suerte. Seguro ya me conoces, pero me presento formalmente: soy El Espectro, y te ayudaré mejor que nadie con tu predicamento. —se presentó acercándose a ti.
Lo miraste, pero no dijiste nada.
— ¿Acerté?—cuestionó con una sonrisa al ver que no decías nada.
— Para haber sido un campesino humilde, tienes el ego muy elevado.
La sonrisa del ente desapareció.
— ¿Qué dijiste?
Volteaste a verlo con una sonrisa.
— Yo sé quién eres, Rumpelstiltskin.
— ¿Debería preocuparme que yo no sepa nada de ti?—preguntó forzando una sonrisa esta vez. — No eres una campesina tonta que recibió magia por suerte, ¿verdad?
— No, la ridícula historia que contaste no es verdad, pero no estuvo mal, deberías ser escritor.
— ¿¡Entonces quién demonios eres!? Nunca te había visto antes y el nivel de magia que tienes es igual al mío, ya te habría conocido.
— Quién soy no es importante. Y, digamos que recibí esta magia gracias a algo más, como tú con tu daga, Espectro.
— ¿¡Cómo es que sabes tanto de mí!?
— Gracias a esa misma magia, nadie nunca es un desconocido para mí, porque puedo conocer su historia con solo mirarlo a los ojos. De esa manera sé que has perdido a muchas personas importantes.
— Y tienes el descaro de decírmelo a la cara. —dijo entre dientes, sin perder su sonrisa forzada. — La única persona importante que perdí fue a mi hijo, y lo voy a recuperar.
— Por supuesto, con el hechizo. —dijiste, y antes de que él dijera algo, lo interrumpiste. — Perdiste a tu hijo y a ti mismo, Rumpelstiltskin. —él te observó confundido. — Porque cuando él se fue te volviste un hombre cruel y sin misericordia, pero la verdad es que siempre lo fuiste; en cuanto la daga te otorgó todo ese poder, te cegaste y dejaste de ser el hombre bueno en el que tu hijo creía.
— Estás jugando con fuego, querida. —masculló, más que molesto.
— No, jugar con fuego sería hacer esto. —te levantaste mientras te quitabas la capucha de la cabeza y de ella sacabas algo con tu mano derecha. — ¿Reconoces esto?
Rumpelstiltskin abrió los ojos al ver que tenías la daga, buscó en su ropa y se dio cuenta de que realmente la tenías.
— ¡DAME ESO AHORA MISMO!—gritó furioso, acercándose a ti con intenciones de atacarte.
— Oh no, no, no. Tú te quedas ahí.. —lo detuviste con la daga. — Esta es la diferencia entre tú y yo, Espectro: yo no dependo de nada ni de nadie para ser poderosa. Así que te sugiero que la próxima vez que conozcas a alguien a quien quieras ofrecerle tu falsa ayuda, no hagas suposiciones sobre esa persona, porque podría costarte caro. Y solo para aclararlo, no vengo a pelear contigo ni a interferir con tus planes, solo me ocuparé de mis propios asuntos... Por cierto, me llamo ______. —con eso dicho, desapareciste soltando la daga.
Rumple corrió hacia ella con alivio mientras se aseguraba de que estuviese bien y la volvía a guardar, gruñendo molesto por la nueva presencia que tendría que soportar a partir de ahora.
— Entonces...—dijiste regresando al presente, en el que estabas con el pirata y su ayudante. — Quieres matar al Espectro.
— Él me quitó a quien más amaba.
— Sí, a Milah, y tú se la quitaste primero, pero no lo amaba así que ella decidió irse por sí misma.
— ¿Qué? ¿Cómo sabes todo eso?
— ¿Era verdad eso que decían sobre que puedes conocer el pasado de una persona con solo mirarlo?—cuestionó Smee impresionado.
— Sí, y me disculpo por eso. No suelo tener mucho tacto al hablar del pasado de los demás...
— Si sabes sobre mi pasado y el del cocodrilo, significa que sabes cómo puedo matarlo. —dedujo el pelinegro.
— Técnicamente... No. Solo porque sé sobre él no garantiza que sepa cómo puedes matarlo. Por algo fue el hechicero más poderoso de todos los tiempos, hasta mi llegada. Ahora tiene que compartir ese puesto.
— Entonces tú puedes ayudarme. Pídeme lo que sea. Soy capaz de darte mi propia vida con tal de que ese infeliz pague por lo que hizo y pueda verlo irse de este mundo.
— Capitán, no-
— Silencio, Smee.
— Tienes odio de sobra, Killian. Me gusta. Pero, me temo que no puedo ayudarte. Ni siquiera yo puedo matar al Espectro. Solo su daga puede hacerlo.
— Si eres tan poderosa como él, sé que podrás ayudarme a conseguirla. Ayudarme a conseguir mi venganza de la forma que sea, sin importar el tiempo que tome. Solo eso y te daré lo que sea.
Sonreíste mientras levantabas una ceja, interesada.
— ¿El tiempo que sea...? Quizás tú puedas ayudarme también, Killian.
(...)
Desde que Rumplestiltskin y tú se conocieron, tuvieron muchos percances. Al ser dos hechiceros poderosos, tuvieron más de una pelea por querer conseguir un artefacto. Con el tiempo, ambos se acostumbraron a la presencia del otro, especialmente él, que intentaba encontrar la forma de acabar contigo, consciente de que podías vencerlo fácilmente cuando quisieras. Pero sin saber nada de ti, era imposible.
Por encima de todo, Rumple quería adueñarse de tu magia para no depender de la daga. Sin embargo, esta misma era su debilidad, especialmente contigo cerca. Le convenía más tenerte como aliada, aunque ya habías manifestado no tener intenciones de no hacer nada en su contra. Aun así, no podía permitirse no estar alerta.
— Tengo una pregunta. —hablaste, apareciendo en su sala principal.
Él estaba convirtiendo paja en oro cuando llegaste. Soltó un quejido en voz baja al escucharte y te acercaste para sentarte junto a él.
Ni siquiera habló, esperó a que tú lo hicieras.
— Una vez que la Salvadora rompa el hechizo veintiocho años después, irás a buscar a tu hijo, ¿verdad?
— Sabes que eso haré. ¿Qué pasa ahora? ¿Tu habilidad de chismorrear la vida de los demás está fallando?—preguntó con una sonrisa.
— No, solo quería asegurarme. Si para entonces tengo memoria, me gustaría acompañarte. Puedo darte el apoyo moral que tanto necesitarás.
— Eso ni soñando, querida. —rió. — Ya tengo suficiente con que nos acompañarás. Solo espero tener un poco de paz sin ti durante esas casi tres décadas.
— Eso dependerá de los roles que nos dé tu protegida, Regina. Que siendo sincera, me agrada más Zelena que ella, pero bueno. Igual, si no somos amigos también en el hechizo, ya tengo a alguien que seguro lo será.
— Sí, eso depende del rol que también te dé Regina. —respondió levantándose. — ¿Y de quién hablas ahora? ¿Del idiota de Jefferson?
— No, y no lo llames idiota. Hablo de Killian Jones.
— ¿Qué?—detuvo su andar y volteó a verte.
— Hice un trato con él. Nos acompañará al hechizo a cambio de matarte cuando este acabe.
— ¿¡Qué!?—repitió enojado.
— ¿Sabes qué extrañaré más que nada del bosque? Talar árboles. Es muy relajante.
Rumplestiltskin se te acercó y te miró perplejo.
— Llevo varios años conociéndote y aún no logro descifrarte. Ni tampoco sé nada de ti, más que tu nombre y tu magia.
— ¿Eso es un cumplido?
— Es una pesadilla. Puedes quitarme la daga en cualquier momento que desees y asesinarme, pero no lo haces. ¿Y ahora haces un trato con ese pirata para que lo haga cuando acabe el hechizo por el que llevo tanto tiempo trabajando para encontrar a mi hijo? ¿¡Qué es lo que quieres!? No, mejor dime: ¿¡QUIÉN ERES REALMEN-?
Los gritos y protestas de Rumple fueron callados por tu mano elevándose y mostrando en ella la daga.
— Me gusta tu voz, pero no cuando te pones histérico y gritas. Debería habértelo aclarado, así que me disculpo. Ven. —le indicaste con una seña que se sentara de nuevo contigo. — En realidad no hice un trato con Killian, solo fue un acuerdo, y él no te matará, obviamente.
— ¿Entonces por qué... Por qué le pediste que te acompañara?—preguntó cohibido.
— Digamos que... Tú no eres el único con planes para el futuro, Rumple. Así que no te puedo contar, lo siento. —sonreíste.
Le devolviste la daga y te levantaste para irte, pero este te sujetó fuerte del brazo para que no lo hicieras.
— Si lo que sea que estés planeando afecta la búsqueda de mi hijo, me dejará de importar lo poderosa que seas y acabaré contigo con mis propias manos. —amenazó entre dientes.
— Ya te había dicho que no tenía planeado interferir con tus planes, ¿no? No te preocupes porque eso sigue en pie. —colocaste tu otra mano en su mejilla e hiciste que te mirara, sin saber que lo próximo que le dirías lo pondría nervioso gracias a esa acción. — Además, ¿por qué haría algo como eso? Eres mi mejor amigo...
Tiempo después, él haría realidad su plan, haciendo que la Reina Malvada lanzara ese hechizo y quedando atrapado en una celda mágica luego de que Blanca Nieves y el príncipe encantador lo encerraran con ayuda de Cenicienta.
— Emma, Emma, Emma... —murmuró anotando dicho nombre en un pergamino.
— ¿Quieres compañía?—preguntaste, apareciendo afuera de su celda.
Él volteó y dejó lo que estaba haciendo para acercarse a ti a través de las rejas de su prisión.
— Ya tengo el nombre, el nombre de la Salvadora, es Emma. —dijo feliz. — Regina hará posible todo esto.
— Por supuesto, todo saldrá como lo planeaste. —lo animaste. — ¿Y, no quieres salir para ver el show?
— No lo necesito. Estoy justo donde quiero...—su sonrisa se hizo más grande.
[...]
VEINTIOCHO AÑOS DESPUÉS
Storybrooke
Tarareaste mientras limpiabas con tranquilidad el recibidor con un trapo. Diste un vistazo por todo el establecimiento para asegurarte de que todo estuviese en orden antes de abrir la tienda.
Nada te hacía más feliz que tu establecimiento de muebles para el hogar, con cada uno de ellos hechos por una profesional, tú, por supuesto.
Casi te ayudaba a olvidar que el lugar en el que estabas había un drama cada semana y en todas esas situaciones siempre había alguien que venía a pedirte ayuda con alguna cosa u otra.
Y hablando de eso...
— ¡______!—gritaron tu nombre entrando al lugar de sorpresa.
Suspiraste mientras guardabas lo que usaste para limpiar y te girabas para recibir a quien había entrado.
— Killian, es un honor recibirte en mi humilde morada, que para tu suerte...—cambiaste el cartel de cerrado a abierto con magia. — Está abierto. —concluiste con una sonrisa. — ¿Qué puedo hacer por ti, mi querido amigo?
— Tú sabes bien. —contestó entre dientes. — Ya ha pasado mucho tiempo desde que el hechizo se rompió y aún no me has ayudado a asesinar al cocodrilo. He esperado pacientemente, incluso permití que saliera de la ciudad para buscar a su hijo. Es hora de que cumplas tu parte de nuestro acuerdo.
— No me lo tienes que recordar, el malagradecido no quiso que lo acompañara. —negaste. — Y tu paciencia será bien recompensada. Pero, antes de eso, no sé si recordarás que parte de nuestro acuerdo era que yo recibiría algo a cambio de eso.
— ¿Haber quedado atrapado en ese lugar durante veintiocho años no es suficiente para ti?—cuestionó incrédulo.
— Técnicamente... No. Porque solo podrías matar al Espectro en este mismo momento. Si lo intentabas antes del hechizo, morirías.
— Si lo hacía antes de que él recuperara la memoria y su magia habría facilitado las cosas.
— Yo no hice las reglas... Como sea, seguro habría sido más aburrido quedarte congelado en el tiempo en el Bosque Encantado que estar aquí y disfrutar de la diversión.
— Eso creo...—te miró, pero desvió la mirada con rapidez. — Solo dime lo que quieres.
Te inclinaste en el recibidor para mirarlo fijamente. Él se extrañó de esto, pero no se alejó. Solo se quedó mirándote también, pero abrió los ojos de sorpresa cuando de un momento a otro apareciste a su lado tocando su cabello.
— ¡Auh! ¿Qué te pasa?—preguntó tocando su cabeza.
— Ya tengo lo que quiero. —contestaste mostrando el cabello que le habías arrancado y volviendo a donde estabas.
— ¿Solo eso querías? ¿Para qué lo usarás?
— Eso no importa, querido. —contestaste haciendo aparecer una pequeña caja donde guardaste el cabello y luego desapareciste. — Sino esto. —hiciste aparecer la daga en tu mano y se la entregaste.
— ¿De verdad es la daga del Espectro? ¿Pero cómo...?
— No preguntes, solo gózalo. En serio, no preguntes. Ve y diviértete cazando a tu cocodrilo. Le mandas mis saludos.
— Espera, ¿todo este tiempo tú pudiste darme la daga? Dijiste que no podía matarlo antes del hechizo, pero pudiste haberme ayudado todo este tiempo. —acusó molesto.
— ¿Sabes qué? Tienes razón, mentí... En realidad, estamos cerrados.
Con eso dicho, Killian apareció fuera de la tienda. Volteó a ver la tienda y solo se encontró con el cartel de “¡Lo siento! Está cerrado” que lo hizo rodar los ojos.
Tenías suerte de que habías cumplido tu parte del trato, y de que te había tomado cierto aprecio durante su estancia en el hechizo.
Por otro lado, fuiste a la parte trasera de tu tienda, cerraste la puerta con magia e hiciste aparecer la caja donde guardaste el cabello del pelinegro y lo sacaste para meterlo en un vaso de química que tenías, en el cual también había un cabello rubio.
Sonreíste cuando se unieron y una magia de color rosa comenzó a resplandecer de ellos.
Iba a funcionar, solo era cuestión de tiempo...
[...]
Te tomaste un descanso de talar árboles para sentarte un momento y beber agua. Podías ahorrarte esta labor fácilmente, pero te encantaba hacerlo tú misma. Era la única actividad que te resultaba relajante y liberadora cuando tenías estrés retenido.
— Eres... una... ¡DEMENTE!—escuchaste una voz gritarte aquello, por su tono de voz se oía cansado.
Dejaste de beber y miraste a la nueva presencia frente a ti.
— Oh, estás vivo. —le respondiste a Gold y tapaste tu botella de agua.
— ¿¡Reconoces esto!?—cuestionó mostrando la daga.
— La mitad faltante de la espada Excalibur, por supuesto.
Gold chasqueó la lengua, irritado de tu actitud, e hizo lo que llevaba tiempo deseando hacer. Con su poder, te levantó de donde estabas sentada, asfixiándote mientras se aproximaba a ti.
— Sabía que serías un problema desde el momento en que sentí tu presencia hace tantos años. Actúas como si fueses una buena persona, por mucho tiempo te conocieron como mi contraparte buena y aparentemente más poderosa. Solo mantienes esa fachada para usarlo a tu antojo, pero en el fondo tienes tanta maldad como yo.
— De nuevo estás haciendo suposiciones sobre mí. —dijiste con dificultad.
— Aún hay cosas que no sé de ti, pero ya te conozco mejor que nadie. Y todo es cierto, ¿no es así?
Sonreíste.
— ¿Ya entiendes por qué eres mi mejor amigo?—preguntaste apareciendo detrás de él.
— No sabía que le dabas el objeto de su destrucción al enemigo de tu mejor amigo para que lo use contra él. —volteó a verte.
— Necesitaba cumplir mi parte del acuerdo, pero sabía que no te iba a asesinar.
— ¡Dijiste que no dejarías que me asesinara!
— Corrección: Dije que él no lo haría, sabía que algo lo detendría. Nuestra vida no sería la misma y sería como si se acabara si tú murieras, mi querido amigo. —reíste.
— ¿Ahora también puedes ver el futuro? ¿Sabías que mi hijo junto a la Salvadora y su familia llegarían para impedirlo y salvarme?
— Exacto, vi el futuro. —contestaste con una sonrisa, haciendo enojar a Gold por no poder tomarte esto en serio. — ¿Por qué crees que te preguntaba tanto sobre la Salvadora? En el fondo, tu hechizo siempre fue una parte vital de mi plan.
— Claro, y asumo que por eso no me asesinaste...
— Exacto, sin duda ayudó que nos hiciéramos amigos.
— ¿Y me dirás cuál es tu plan exactamente? Después de que me usaste para conseguir algo de ese pirata, merezco saberlo. Lo único que sé es que involucra a la Salvadora, como siempre. Y también a ese pirata, ¿no es así? Por eso hiciste que viniera también con el hechizo.
— Te lo dije, necesitaba un amigo.
— Pero si ya me tenías a mí. —contestó molesto, por alguna razón, pero rápidamente miró a otra parte cambiando su tono. — No, lo necesitas para algo más, lo sé. Y voy a averiguarlo.
— Esto no te involucra a ti, Rumpelstiltskin. ¿Y eso es lo que tenías que decirme? Porque ya desperdicié mi descanso contigo.
— No vuelvas a darle mi daga a nadie, ni siquiera se te ocurra volver a tocarla tú. —ordenó molesto.
— Bien. —respondiste con una sonrisa antes de que éste desapareciera.
Todo iba de acuerdo al plan.
(...)
Regresaste a tu tienda unas horas después, encontrándote con cierto pelinegro sentado en tu entrada. Te pareció tierna la forma en que estaba, con su cabeza recargada en su única mano.
— Killian, ¿qué haces aquí?—le preguntaste al llegar a él.
— Necesitaba hablar con alguien. —contestó levantándose para poder dejarte pasar.
— Ouh, me siento halagada de que pensaras en mí para eso. —abriste la puerta para que los dos pudieran entrar. — Supongo que tiene que ver con que Gold siga vivo. Cuéntame, ¿qué pasó?—lo guiaste hasta las sillas y mesa que había dentro.
— No pude hacerlo, Emma me detuvo en el último momento. —sonreíste ante eso. — Pero la verdad es que, aun sin ella, probablemente no lo hubiera hecho... En cuanto lo vi rendido ante mis pies, supe que por fin tenía lo que estuve buscando durante tantos años, pero no me sentí como imaginé que lo haría; me sentí vacío. Siendo sincero, a pesar de las circunstancias, genuinamente fui feliz los años que pasé aquí sin pensar en venganzas y viviendo realmente mi vida.
— Felicidades, Killian, acabas de acceder a nivel villano reformado. —bromeaste y tomaste su única mano, sin notar que esa acción lo tensó. — Ahora, como lo has dicho, puedes dejar el pasado atrás y vivir tu vida haciendo lo que quieras. La decisión es tuya.
— ¿Lo que quiera...?
— Sí, como amar. —el pelinegro sonrió un poco y se preparó mentalmente para lo que diría, pero tú volviste a hablar. — Como a Emma, por ejemplo. Sé que cuando ella llegó, chispas brotaron entre ustedes dos. Puedes darte la oportunidad, ya no hay ningún hechizo que se interponga para amar de nuevo.
Su sonrisa se borró por lo que dijiste.
— Sí, Emma...
— Deberías invitarla a salir. —le diste un golpe amistoso en el hombro y te levantaste. — Iré por algo de tomar para los dos. —dijiste, y él asintió.
Te levantaste y fuiste a la parte de atrás de tu tienda, dejando a Killian suspirar cansado.
— Pero no es a Emma a quien amo...—murmuró.
(...)
A la mañana siguiente, lo primero que hiciste al levantarte fue revisar cómo iba tu pequeño proyecto luego de prepararte un café.
Esperabas que su brillo rosa te iluminara al entrar en la habitación en la que estaba, pero te preocupó al ver que estaba apagada.
— ¿Pero qué? ¿Qué sucedió?... ¿El amor verdadero se apagó? No. —negaste. — Algo sucedió, a uno de los dos... Rumpelstiltskin. —murmuraste molesta y desapareciste de ahí para aparecer en la tienda del nombrado.
Gold acomodaba unas cosas de su tienda que estaba por abrir cuando apareciste frente a él al voltearse para tomar algo.
— ¿¡Qué le hiciste!?
— Disculpa, ¿de quién hablamos exactamente?—preguntó con gracia, alejándose de ti.
— ¡De Killian! ¿¡Qué fue lo que le hiciste!?
— No lo asesiné si es lo que te preocupa.
— ¿¡Entonces le hiciste algo!? Responde, no me hagas usar la daga. —amenazaste.
— Tranquila, ¿desde cuándo te importa tanto ese pirata? Ni siquiera te preocupaste tanto por mí cuando me mandaste a matar por él.
— Rumpelstiltskin...—dijiste entre dientes.
Este suspiró.
— Anoche planeaba asesinarlo, en parte por lo que hizo y para arruinar tu plan, pero hablamos un poco y, después de que me dijera que ya no iba a seguir perdiendo el tiempo conmigo, me di cuenta de que no valía la pena. Te felicito, querida, seguro haber sido su amiga durante el hechizo hizo algún cambio en él para que ya no quisiera asesinarme. ¿No serás un hada madrina en realidad? Seguro por eso le prometiste la daga porque sabías que no lo haría, porque haría cualquier cosa por ti.
— ¿¡Ibas a asesinarlo solo porque es importante para mi plan!? ¡Eres un imbécil! ¿Lo sabías?
— Gracias por confirmármelo. —sonrió triunfante. — ¿Y qué pasó? ¿Ya no soy tu mejor amigo?
— ¡Silencio! No puede ser posible, si tú no le hiciste nada, entonces algo le debió haber pasado, es por él que no funciona. —murmuraste preocupada.
— Entonces los involucra a los dos, ya veo... No me digas, ¿quieres hacer lo mismo que yo hice y hacer un hechizo con el amor verdadero? ¿Para qué?
— ¡Para mí!—respondiste desesperada. — Con ese hechizo me marcharé de aquí para siempre. Todos estos años y mi plan han sido para eso. Pero ahora está fallando y no entiendo por qué. Estaba funcionando apenas ayer.
—... ¿Te irás? ¿Por qué? ¿A dónde?—cuestionó confundido.
— Eso no importa.
— "Eso no importa." Esa es tu única respuesta a todo. No importa quién eres, no importa de dónde vienes, y no importa a dónde te irás. De verdad quieres hacerte la misteriosa.
— No es eso, es solo que no quiero decírtelo. —le sonreíste falsamente.
Él te observó por unos instantes antes de comenzar a reírse.
— Y ahí está la gran y poderosa ______, la de verdad, mostrando su verdadera cara. Dime, ¿qué sucederá con tu tienda y los demás?
— De eso me encargaré yo, y les dejaré una nota a los demás.
— "Les dejaré una nota". ¿Eso es todo? Se nota que te importan mucho. —volvió a reír.
— ¿Y a ti? ¿Te importa o por qué lo cuestionas? En realidad, diría que te conviene que siga en marcha con mi plan porque así no me tendrás que ver nunca más y ya no tendrías a la única persona capaz de asesinarte y no solo con la daga.
— ¡Por supuesto que me importa!...—lo miraste expectante. — Quiero tu magia.
— Por supuesto, el Espectro tan codicioso de poder como siempre.
— Al menos yo no pretendo ser alguien que no soy para conseguir lo que quiero, querida.
— Puede que haya hecho cosas para llevar a cabo mi plan, pero nunca pretendí nada, ni siquiera nuestra amistad. ¿Y sabes qué? Aún te considero mi mejor amigo. —sonreíste. — Por eso haré un trato contigo.
— ¿Qué clase de trato?
— Si me ayudas, te entregaré toda mi magia cuando me vaya.
Él te miró con duda.
— Estás mintiendo.
— No, digo la verdad. No me servirá de nada a donde voy.
— En ese caso, seré el doble de poderoso que tú cuando nos volvamos a ver.
— Me temo que no nos volveremos a ver, Rumpelstiltskin. Pero estoy segura de que le darás un buen uso a todo ese poder que sé que has querido desde que nos conocimos hace tanto tiempo.
— Sí, es verdad...
— ¿Es un trato entonces?—preguntaste ofreciéndole la mano, sabiendo que con eso lo sellarían.
Él te miró y luego a tu mano. No recordaba sentirse inseguro ante un trato, pero no iba a desaprovechar esta oportunidad.
— Es un trato. —lo aceptó.
¿Entonces por qué se sentía así?
Tan... angustiado.
(...)
Rumpelstiltskin no había dejado de pensar en el trato y en lo que querías hacer.
¿A dónde irías que ya no te volvería a ver? ¿A otro mundo sin magia? Quizás seas de ahí y terminaste de alguna forma en el Bosque Encantado y recibiste todo ese poder antes de llegar o al hacerlo.
Sea cual fuese la razón, si algo sabía era que no quería que te fueras.
En un principio te odiaba, pero se fue acostumbrando a tu presencia, y genuinamente te convertiste en su amiga, la única que tuvo en mucho tiempo. Una vez que dejaron su rivalidad y establecieron su amistad, que él negaba rotundamente, era inevitable que sentimientos comenzaran a surgir en la persona que le mostró amor y cariño por primera vez en siglos. Incluso aunque siguiera reprimiendo los sentimientos por ti desde antes del hechizo, no quería que te marcharas.
Esa era la verdad, no quería perderte.
Y para evitar que eso sucediera, lo primero que hizo fue hablar con Killian para averiguar qué ocurría con Emma para que tu hechizo de amor verdadero comenzara a fallar.
— ¿De nuevo a visitar a ______? Con esa frecuencia ya parece tu segunda casa. —se burló apareciendo detrás del pirata que estaba caminando hacia tu tienda.
— ¿Qué quieres ahora, cocodrilo?—interrogó volteando a verlo. — ¿Quieres otra agradable charla?
— Oh no, no será necesario. —levantó la mano para negar mientras soltaba una risita. — Debo decir que me sorprendió mucho tu cambio. Me pregunto si ______ habrá tenido que ver con tu decisión de no asesinarme.
— Ella me dio el objeto con el que lo haría, así que no creo que lo haya hecho. —contestó con obviedad.
— Quizás aquí no, pero ahí sí...—señaló su corazón.
— ¿De qué estás hablando ahora?—preguntó fastidiado.
— Tengo dos preguntas. —ignoró su pregunta. — ¿Amas a Emma Swan?
— ¿Qué? ¿A qué viene esa pregunta ahora?
— Te lo diré si respondes.
—... Creí que la amaba, ¿está bien? Quizás sí lo hice, pero no es con ella con quien quiero estar, ahora lo sé...
— Es una pena.
— ¿Cuál es la segunda pregunta?
— Ya no es necesaria una respuesta, ya lo sé. A quien amas es a ______. Debí haberlo imaginado por la forma en la que la defendiste cuando supe que ella te había dado la daga para asesinarme. Emma y tú compartieron tiempo desde que llegó a Storybrooke, pero no se compara a pasar veintiocho años con una persona y enamorarte de ella gracias a eso.
— Sí, a ella es quien amo. Y antes de que lo digas, no me importa quién sea o lo que haya hecho, quiero estar con ella. A diferencia de ti, ella sí es una buena persona. —contestó haciendo que Gold apretara el agarre de su bastón.
— Eso lo sé muy bien. —sonrió. — Es una lástima que eso no pasará. Parece que el destino quiere que seamos todo menos amigos, Killian. Porque nuevamente seremos rivales, esta vez por el amor de ______.
— No puede ser, ¿tú también estás enamorado de ella?—cuestionó incrédulo.
— Sorpresa. —canturreó. — Y aunque a los dos nos ve como amigos, yo tengo una obvia ventaja al conocerla desde hace mucho más tiempo que tú.
— Claro, como si la conocieras realmente. En la única persona en la que piensas eres tú. ¿Y quieres hablar ahora de ventajas? ¿Quién pasó veintiocho años a su lado?
— Yo he pasado más tiempo con ella, nos conocemos desde hace siglos. Al menos tenemos en común que los tres somos igual de viejos. —agregó con gracia.
— Por supuesto, y todo ese tiempo nunca la trataste como una amiga. —Gold frunció el ceño. — Sí, me volví muy amigo de ______ que me contó cómo la tratabas, no lo hacía con odio hacia ti pero entendía lo que sucedía en realidad así que no trates de negarlo.
— Tú no sabes nada, sucio pirata. —espetó entre dientes. — A ti ni siquiera te importaba, solo la usaste para llegar a mí, y ni eso pudiste hacer. Así que si no puedes ganarme en una cosa, no pretendas ganarme en otra.
— ¿En serio me dices eso después de que me apiade de ti?—se acercó amenazante a él. — Y todo gracias a ella.
— Yo también lo hice, y fue por ella también. Parece que ______ saca la mejor parte de nosotros. Sin embargo, es claro quién conoce más y tiene sentimientos más profundos por ella.
— Claro, como si los tuviera por ti después de no haberle demostrado nada de cariño jamás. Y ya no quiero seguir discutiendo contigo, ella será quien decida a quién ama.
— ¿Ah sí? ¿Por qué no lo comprobamos ahora mismo?—cuestionó con una sonrisa.
El pelinegro lo observó confundido. El Espectro los llevó hasta dentro de la tienda, donde estabas tú detrás del mostrador pero dejaste de hacer lo que hacías cuando los viste aparecer en medio del lugar.
— Tengo una puerta perfectamente funcional, caballeros. —dijiste con gracia. — ¿Puedo saber qué está pasando?
— Sí, ¿qué estás haciendo?—cuestionó el de garfio al del bastón.
El cual caminó hacia ti.
— ______, Killian quiere decirte de quién está enamorado.
El nombrado abrió los ojos en grande.
— ¿En... serio?—preguntaste interesada, pero no por las razones que a él le gustaría.
— Yo...—sentía tantos nervios que quería huir de ahí, pero vio al cocodrilo sonreír y supo que se aprovecharía si eso sucedía. No, tenía que decirtelo, sabía que solo tendría esta oportunidad para hacerlo. — Sí. Estoy enamorado de ti, ______.
Tu sonrisa se esfumó.
— ¿Qué...? No, no, debes... Debes estar confundido.
— Estoy bastante seguro. Haberte invocado aquella vez cuando te conocí y hacer ese acuerdo contigo fue lo mejor que me pudo pasar para entender que debía comenzar a vivir mi vida, y no fue hasta que estuve contigo durante el hechizo que lo entendí, y ahora sé que quiero hacerlo por el resto de mi vida.
— Killian, me siento muy halagada. Pero yo no soy con quién debes estar. Sí, mira, yo no soy tan buena-.
— No me importa quién hayas sido, sé que eres una buena persona y solo importa quién seas ahora.
Gold rodó los ojos asqueado, por no decir celoso.
— N-No, tú no me amas en verdad, debes estar confundido porque... ¡Es a Emma a quién deberías amar! Tú y ella están destinados a estar juntos.
— ¿Por qué hoy todos me preguntan sobre Emma?—cuestionó mirando de reojo a Gold, el cual solo sonreía como espectador. — Sé que probablemente eso parecía, pero ahora sé que no es así, es de ti de quien estoy enamorado, ______.
Tú estabas por perder la cabeza.
« No, no, no, ¡ÉL DEBE AMAR A EMMA! »
— Me temo que es cierto, querida, él te ama. —te interrumpió Gold antes de que terminaras gritando lo que pensabas. — Y no es el único. —lo observaste confundida. — Yo también lo estoy.
— ¿También estás enamorado de Emma?
— También estoy enamorado de ti.
— ¿¡Qué!?—exclamaste mirándolo con el ceño fruncido. — No, estás mintiendo.
— Es verdad, me lo confesó hace un momento. —dijo el pelinegro con una mueca.
— Pero, pero...
— No te sorprendas, querida. Años de tratarme bien y con cariño harían que tarde o temprano cayera ante ti, sin mencionar que eres encantadora. Ahora la cuestión sería que decidieras a quién de los dos amas...
Te dio un tic en uno de tus ojos.
Estabas perdiendo la cabeza por razones que él conocía de sobra y se atrevía a decir esa ridiculez.
— Ya no quiero molestarte, ______. Entiendo si mis sentimientos no son correspondidos, pero ten por seguro que me esforzaré en ser digno para que tu corazón pueda ser mío, así como el mío ya es tuyo. —habló tomando tu mano y dejando un beso en ella antes de retirarse de tu tienda.
— De verdad cree que con esas cursilerías te conquistará. —se burló y volteó a verte, notando que tú ya lo estabas mirando furiosa.
— Tú... ¿¡QUÉ FUE LO QUE HICISTE!?
— Lo que me pediste, ayudarte a saber qué ocurría con Killian, y lo descubrí, el hechizo de amor verdadero ya no funciona porque él ya no ama a Emma, sino a ti.
— No, no, no. ¡El hechizo solo funcionará si es con la Salvadora!
— Pues no funcionó, así que creo que tendrás que quedarte aquí después de todo, querida.
— ¿¡Qué es lo que te pasa!? Estabas de acuerdo con conseguir mi poder si mi plan funcionaba.
— ¿Acaso no me escuchaste? Yo también estoy enamorado de ti, y la idea de que te vayas no me agrada tanto como creerías.
Te quedaste callada por un momento.
— Eso... ¿Cómo pasó? Tú nunca demostraste tener sentimientos románticos por mí, apenas de compañerismo solamente.
— Digamos que... Una parte de mí reprimió estos sentimientos demasiado tiempo, pero ahora ya no hay nada que pueda entrometerse y podemos estar juntos, no tienes que irte a ningún lado, lo tienes todo aquí y a mi lado tendrías mucho más. —habló mientras tomaba tu mano.
Tú la observaste durante unos segundos antes de soltarte.
— Lo siento Rumplestiltskin, pero nada se interpondrá en mis planes, ni tú ni tus sentimientos por mí, ni siquiera los de Killian. Conseguiré ese hechizo del amor verdadero y me iré de aquí.
— ¿Por qué? ¿Qué tiene ese lugar de fascinante?
—... Eso no te importa. —respondiste dirigiéndote a la parte trasera de tu tienda. — ¡Oh, y el trato se cancela!—gritaste antes de cerrar la puerta con magia.
(...)
El tiempo pasaba, y así como los villanos rondaban por Storybrooke, también lo hacían los rumores sobre la disputa amorosa entre el Espectro y Garfio. No podían estar en una habitación sin que tú surgieras en la conversación por su competencia por tu corazón, ya sea de boca de ellos o de alguien más, puesto que no era secreto que los dos ya habían iniciado su competencia de cortejo por ti.
¿Tú qué opinabas al respecto? Simplemente evadías el tema cuando te preguntaban, pero no podías ignorar a los dos hombres cuando estaban en el mismo lugar que tú, ni sus miradas lascivas, que últimamente ocurrían cuando necesitaban tu ayuda contra el próximo problema a enfrentar en el pueblo.
Sobre tu plan... Sí, habías enloquecido.
Pero no permitiste dejarte llevar y comenzaste a planear una estrategia de respaldo de último momento. Ya era obvio que crear un hechizo de amor verdadero con Killian y Emma no iba a funcionar.
No, tendrías que buscar algo que lo reemplazara.
En este momento, los dos hombres, junto a los padres de Emma y Regina, estaban en el departamento de los héroes.
— No lo entienden, Emma no está teniendo control de sus poderes. Tiene miedo de hacernos daño si los vuelve a usar. —dijo Mary Margaret.
— Ella nunca lo haría.
— Al menos no a propósito, pero sí accidentalmente. —intervino Gold—. Miren lo que hizo la última vez, la próxima podría hacer algo peor y no contra un auto.
— Si no vas ayudar, mejor vete. —dijo Killian molesto, quitándole las palabras de la boca a Regina.
— Eso haría, pero ahora soy bueno y me deben interesar las cosas que pongan en riesgo la ciudad, que no olviden que me pertenece.
— Entonces Emma no te importa.
— Oh, no me digas que ahora te interesa, porque eso me alegraría. —dijo con una sonrisa burlona.
— Eso quisieras, ¿no, cocodrilo?
— ¡Ya basta! No metan a Emma en sus problemas, ella es la prioridad.
— Pero ahora que lo mencionan, ¿no creen que ______ nos podría ayudar?
— Con estos dos cerca no creo que quiera ayudarnos. —dijo Regina señalando a Gold y Killian, quienes la miraron molestos, pero sabían que tenía razón. — Tendremos que pensar en algo más.
Más tarde, cuando solo quedaban los dos héroes en casa esperando a que su hija llegara, volvieron a hablar del tema y mencionaron a cierta hechicera diciendo la frase: "Ojalá ______ pudiera ayudarnos".
— Me halaga que me tengan tanta fe en resolver sus problemas. —dijiste apareciendo en su hogar, recargada detrás del mueble de la cocina, y asustando a los presentes.
— ______, hace mucho que no hacías eso de aparecer de la nada, ni siquiera Gold lo ha hecho. —dijo Mary sorprendida.
— Mis disculpas, majestades. Me enteré de que me necesitaban y aquí estoy, lamento no haber llegado antes, ya entenderán por qué.
Ellos solo asintieron.
— ¿Significa que puedes ayudarnos?
— Eso intentaré, majestades.
— Okey, primero... No tienes por qué seguir tratándonos de la realeza, es decir, lo seguimos siendo, pero aquí no tenemos autoridad sobre nadie ni somos reyes de nada.
— Yo siempre creí que derrotarían a la Reina Malvada y que su hija nos liberaría de su hechizo. Así que para mí ustedes siempre serán mis reyes. —concluiste.
— Bien, no vamos a discutir si es lo que piensas. El punto es que Emma necesita ayuda con sus poderes. ¿Crees que tú podrías ayudarla a controlarlos?
—... No.
— ¿Qué?
— Sé que pensaron en Regina para ayudarla, pero ella dijo que yo era mejor opción... Y yo opino todo lo contrario, ella es la mejor opción. Regina tiene que hacerlo.
— Pero...
— Esto permitirá que Emma tenga un mejor control de sus poderes solo hasta que ella pueda tenerlo por completo. Si siente que se están saliendo de control, esto lo neutralizará sin hacerle daño, y nadie podrá manipularlos. —explicaste colocando un hechizo sobre los brazaletes y entregándoselos.
— Wow, muchas gracias, ______.
Tú sonreíste.
— No es nada, majestades.
— Queremos apoyar a nuestra hija lo más que podamos, después de lo que ha pasado y de perdernos tantas cosas de su vida, ayudarla ahora es lo mínimo que podemos hacer.
— Gracias a ustedes ella es la Salvadora, el fruto del verdadero amor, así que no deberían sentirse mal, la están apoyando más de lo que creen. En especial ahora que está de nuevo con Neil, ¿no? Debe ser maravilloso para Henry tener a sus padres juntos. —hablaste pero te quedaste en silencio ante tus palabras.
Henry es fruto... del amor verdadero.
De Neil y Emma. De Baelfire y la Salvadora.
« ¿Cómo pude ser tan tonta? Tuve la solución frente a mí todo este tiempo... »
— Hablando de amor verdadero...
Oh no.
— Sabemos lo que estás pasando ahora, con Gold y Killian, y si te puedo decir algo es que no puedes huir para siempre de las cuestiones de amor. Sin importar quiénes hayan sido en el pasado, debes escuchar a tu corazón y elegir a quien en verdad ames y visualices un futuro a su lado. —aconsejó Mary Margaret.
—... Yo visualizo el futuro más que nadie, y sé lo que quiero, gracias, majestades. —sonreíste. — Ahora, no quiero que me lo tomen a mal, pero hay algunas cosas de las que me tengo que encargar, solo quisiera pedirles ayuda con una cosa pequeña...
— ¿Después de ayudarnos? Por supuesto. ¿Qué deseas?
— No es nada, pero me gustaría darle el brazalete yo misma a Emma y explicarle cómo funciona. ¿No sabrán dónde están ella y Neil por casualidad...?
[...]
— Tú no pierdes el tiempo, ¿verdad? —cuestionó Gold viendo a Killian dirigirse a tu tienda.
— Ni tú tampoco, por la forma en que me asechas. Al menos tengo la decencia de ir directamente a la tienda, tocar la puerta y esperar a que me abran en lugar de aparecer adentro.
— Yo prefiero no perder el tiempo con esas cosas.
— Por supuesto. —rodeó los ojos. — Como sea, no tengo tiempo para esto.
— ¿Y a qué se debe eso?
— Se trata de ______, obviamente. Al parecer estuvo con Mary Margaret y David después de nuestra reunión y los ayudó con el tema de Emma.
— Claro, no quería vernos... —murmuró.
— Y después fue con Emma y Neil, y les pidió un cabello de cada uno.
Gold volteó a verlo en cuanto dijo eso.
— ¿Les pidió un cabello?
— Quería hablar con ella, últimamente la he notado rara, no sé si tenga que ver, pero esto no me da buena espina. A mí también me pidió un cabello, dijo que era parte de nuestro acuerdo. Eso me pareció muy extraño.
El mayor no respondió y desapareció para buscarte dentro de la tienda, pero no te encontró en ningún lado, solo había una nota tuya escrita en el recibidor. Después volvió con Killian.
— ¿Ves lo que te digo sobre entrar sin invitación?
— No es momento para tus tonterías de caballerosidad. ______ se fue, ya tiene lo que necesitaba para hacer el hechizo.
— ¿Qué? ¿De qué hechizo estás hablando, cocodrilo?
— De amor verdadero. Necesitaba de Swan y de ti, por eso insistían tanto en que debías estar con ella. Y ya que no funcionó, lo hará con el amor verdadero que Emma y mi hijo comparten, tal y como yo lo hice cuando creé el hechizo que Regina usaría con Blanca Nieves y el príncipe encantador.
— ¿Lo usará para crear otro hechizo igual? No, ella no haría eso.
— ¡No, solo escúchame! Lo usará para irse de Storybrooke. —le mostró la nota que encontró.
— “Adiós, fue un gusto conocerlos, no me busquen.” ¿Qué es esto? Suena como si se despidiera para siempre...
— Eso está haciendo, planea irse y no volver jamás.
— Yo hablo de que suena a que se irá para siempre de verdad... —contestó preocupado. — ¿Ella te dijo a dónde iría?
—... No, pero no tiene sentido, no puede usar algo tan poderoso como el amor verdadero para simplemente irse, podría hacerlo fácilmente con un portal o un objeto mágico. Quiere hacer otra cosa...
— ¿Una cosa como qué? ¿Cómo podría usar ese hechizo para irse?—interrogó confuso y preocupado.
— En esta nota suena a que se está despidiendo para siempre. Me pidió ayuda en su plan a cambio de darme sus poderes cuando se fuera porque "ya no los necesitaría". Se ha negado a decirme a dónde se iría... Y ahora este hechizo, es que no lo va a usar para irse... —Gold abrió los ojos.
— Lo usará para matarse... —completó Killian de la misma forma.
En ese momento, un rayo de luz proveniente del bosque iluminó la ciudad en pleno día, llamando la atención del hechicero y del pirata, quienes de inmediato supieron de qué se trataba.
— Maldición.
(...)
Te estabas preparando en el bosque en tu propio lugar secreto, donde habías creado un hechizo para que no te encontraran, al menos por ahora, porque sabías que lo harían.
Y estarías lista.
Gold no espero más e hizo que los dos aparecieran en el bosque, al lugar de donde venía toda la conmoción.
— ¿Qué hacemos aquí? Tenemos que detener a ______.
— ¿Y qué crees que estamos haciendo? Puso un hechizo de protección, pero parece que se le olvida que nuestro poder es igualitario y así como nada que yo haga la puede detener, ningún hechizo que haga es rival para mí.
Con su daga rasgó lo que parecía ser el hechizo de protección invisible para que los dos pudiesen pasar hasta encontrarse contigo, que estabas junto al tronco de un árbol recién cortado en el cual estaba el hechizo mientras vertías algo en unos frascos.
— Llegan justo a tiempo para el show, caballeros.
— Ya sabemos lo que quieres hacer y no creas que permitiremos que te mates, así que te sugiero que te rindas por cuenta propia, querida.
— ¿Y echar a la borda lo que me tomó años construir? No, gracias. Pude salvar mi plan y no lo voy a desperdiciar.
Gold estaba por responder, pero Killian lo detuvo y pidió hablar él.
— ______, no sé lo que te llevó a tomar esta decisión, pero estoy seguro de que encontraremos una solución.
— Es que no hay una solución, el problema soy yo. —volteaste a verlos. — De donde vengo había más como yo, seres poderosos e inmortales obligados a hacer lo que alguien con más autoridad quería. No fue hasta que fui desterrada al Bosque Encantado por rehusarme a seguir recibiendo órdenes que creí que finalmente era libre de hacer lo que quisiera y ser feliz... Pero no lo era, y todo porque estaba condenada a ser esto toda mi vida a menos que muriera y así mis poderes se transferirían a otro individuo. Pero nada podía matarme... No fue hasta que me enteré del hechizo que lanzarías que supe que podía haber una posibilidad. —te dirigiste a Gold. — Y todo gracias a un hechizo de amor verdadero tan poderoso que podía hacer todo esto, y que también podía asesinar a una fuerza de maldad muy oscura. Supe que la Salvadora lo haría, el fruto del amor verdadero lo haría. Así que con ayuda de una bruja vi el futuro y supe que podría hacerlo realidad contigo y Emma, por eso esperé a que volvieras de Nunca Jamás para pedirte acompañarme durante el hechizo para asegurarme de que eso pasara, pero creo que hice todo lo contrario... —te dirigiste a Killian. — Pero por suerte, aún puedo usar el amor verdadero que la Salvadora y Neil comparten para matarme.
Ante eso vertiste lo del líquido que estabas mezclando en el frasco donde estaban los cabellos de los nombrados y de él salió un resplandor rosa brillante, tanto como el que salió cuando iniciaste.
— Entonces esa fue la razón por la que me pediste acompañarte...
— Lo siento mucho Killian, pero la amistad que hice contigo y mi trato hacia ti nunca fueron falsos, ni el hecho de que te desee una buena vida a partir de ahora que olvidaste tu venganza. Todo fue real, realmente te aprecio. Por eso lamento mucho que te hayas enamorado de una mentirosa... Y tú, —miraste a Gold. — También lo siento, sobre todo las veces que te hice molestar y que casi hago que te maten. No está de más aclarar que mi amistad fue de igual forma real. Todo lo fue... Y no quisiera usar de esta forma a tu hijo, pero entenderán que estoy realmente desesperada.
— ______, eso no importa, porque ninguno de nosotros está molesto contigo. Solo nos importas tú.
— Así es. —reafirmó Killian. — Entiendo bien la inquietud que sufres de odiar quien eres, pero sigo firme en que encontraremos una solución que no incluya perderte. Sé que hemos sido unos tontos contigo últimamente, nuestro odio nuevamente nos hizo dejarnos llevar, pero si en algo podemos estar de acuerdo es que te amamos y de todo corazón te pedimos que no hagas esto...
— Me atrapaste, querida, justo cuando creía que no volvería a amar llegaste tú a perturbar mi vida, y lo que en un principio resultó en una pesadilla, se convirtió en lo mejor que me pudo pasar. Porque pasé de odiarte, a tolerarte y finalmente a amarte. Y ya no quiero mentirte sobre mis sentimientos, quiero serte sincero y mostrarte todo mi amor y cariño, pero por sobre todo no quiero perderte.
— No importa qué hayas hecho antes, importa lo que decidas hacer ahora. —repitió lo que te había dicho hace tiempo.
— Ustedes son mis mejores amigos. —les sonreíste comenzando a soltar lágrimas. — Y también los amo. —los dos hombres se sorprendieron. — Pero díganme, ¿cómo podrían amar a alguien que no se ama a sí misma?
Te sacaste tu propio corazón.
— ¡______, no!—ante ese grito los detuviste a los dos con magia antes de que se acercaran a ti.
— Lo siento, pero no me harán cambiar de opinión. Siempre les agradeceré los momentos felices que me hicieron pasar con su compañía, pero esto es lo que quiero hacer. —levantaste tu otra mano para aparecer la daga y ordenarle a Gold irse junto a Killian, pero volteaste a ver tu mano vacía con confusión.
— ¿Reconoces esto?—preguntó sacando la daga del Espectro de su saco.
Lo observaste estupefacta.
— ¿Cómo... Cómo es posible?
— Desde antes del hechizo estuve trabajando en otro protector para la daga que me asegurará que no volvieras a tomarla o llevártela con magia, y finalmente pude terminarlo.
— Bien pensado. —respondiste sonriendo un poco. — Supongo que eso solo apresurará más las cosas.
Volviste alzar la mano y los hiciste volar a ambos. Con rapidez vertiste el líquido del hechizo en tu corazón y comenzaste a presionarlo para destruirlo.
Sentías dolor... ¡Estaba funcionando!
Pero no era solo dolor de estar a punto de morir, sino de abandonar a quienes amabas. Por un instante te detuviste pero al recordar todo lo que habías pasado volviste a estrujar tu corazón hasta estar cerca de hacerlo polvo tú misma.
Sin embargo, eso no sucedió.
Soltaste tu corazón dejándolo caer al suelo cuando sentiste que algo filoso se atravesaba en tu espalda, miraste detrás de ti y observaste a Gold mirándote con culpa y sacando la daga para sostenerte cuando estuviste a punto de caer.
— ¿¡Por qué la lastimaste!? ¡Había otras formas de detenerla!—exclamó Killian molesto acercándose a ambos. — ¿Qué le hiciste, Gold?—preguntó preocupado al ver que te desmoronabas en sus brazos.
— Tenía que detenerla. —explicó con pesadez. — Estará bien. Nada puede dañarla, solo está débil.
Killian recogió tu corazón, Gold usó su magia para quitar el hechizo y volvió a ponértelo. En cuanto lo hizo comenzaste a derramar lágrimas.
— ¿N-No quieren mi poder? D-Destruyan mi corazón y s-será suyo. —pediste débilmente. — Lo t-tendrían todo.
— Lo único que queremos es a ti, querida. Y si quieres deshacerte de tu poder para sentirte mejor contigo misma te apoyaremos.
El mayor hizo aparecer un objeto en sus manos.
— Este es el sombrero del mago, capaz de absorber cualquier tipo de magia. No muchos supieron de su existencia, mucho menos desde que me adueñé de él años antes del hechizo.
— ¿Por q-qué nunca lo usaste conmigo?
— Porque sabía que lograrías escapar de mí y terminarías quitándomelo y yo lo necesitaba para algo más adelante. Pero también porque en el fondo no quería lastimarte.
— Dame eso. —ordenó el pelinegro y le arrebató dicho objeto. — En ese caso le pediremos a la madre superiora que lo use.
Gold lo observó molesto pero dirigió su mirada a ti cuando tocaste su rostro, tu otra mano se dirigió a la de Killian.
— Perdónenme por lo que les hice pasar.
— No, ______, no debes-
— Sí, sí debo. Yo no merezco su amor...
— Incluso si no te amas a ti misma, nosotros nunca dejaremos de hacerlo, y te ayudaremos y apoyaremos hasta que lo hagas. Porque siempre estaremos para ti.
Sonreíste.
— Fue verdad lo que dije sobre que también los amaba, y lo lamento pero no podría elegir a uno, así que no puedo estar con ninguno de ustedes...
— Creo que podemos estar de acuerdo en que eso es lo de menos.
— Porque teniendo tu amor, estamos conformes con que ames a los dos.
*•.───── ❣ ─────.•*
Oficialmente este es el os más largo que he escrito con 9K palabras. Seguro ni se notó (?)
Originalmente solo trataría de Rumpelstiltskin, pero decidí agregar a Killian para así aprovechar y hacer un versus, que hace mucho no hacía xd
¿Recuerdan que hacía preguntas al final sobre la serie antes de que me fuera casi un año? Pues ya volvieron, y comienzo con la siguiente pregunta:
¿Cuál es su temporada menos favorita?
Yo no tengo una temporada menos favorita, pero si puedo mencionar que las primeras partes de las temporadas 4 y 5 son mis menos favoritas de la serie (con las tramas de Elsa y Anna, y Camelot)
Las dos historias tienen sus detalles buenos, como Ingrid conociendo a Emma desde adolescente y Emma Espectro, pero en general no me parecen tan interesantes. En el caso de la historia con la Reina de las Nieves me parece muy forzado su adicción a la serie x'd
Curiosamente, la segunda mitad de ambas temporadas me parece genial y hace que no me disgusten por completo las temporadas.
Seguramente muchos dirán que su temporada menos favorita es la 7, y entiendo por qué. Pero personalmente, siento que esa temporada es innecesariamente necesaria porque, a pesar de que es un caso de "eso ya se ha visto", vemos el futuro de los personajes y tiene un cierre más satisfactorio para la serie que el de la temporada 6.
Así que, vénganse, pero yo defenderé la temporada 7 a capa y espada.
Después de esta amenaza, ojalá les haya gustado este os tan especial xd
Gracias por leer ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top