Bosque Encantado

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Advertencia:

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Cazador

Entraste a aquella taberna con precaución, sin quitarte la capucha que traías puesta y cuidando bien tus bolsillos de ser robados.

Buscaste con la mirada aquel hombre del que te hablaron, esperabas que no fuese algunos de los tipejos que estaban molestando a uno que no estaba haciendo nada. Hasta que te diste cuenta que era al que molestaban.

Uno de ellos se veía dispuesto a golpearlo, así que rápidamente interferiste.

Lo sacaste de ahí de manera rápida con excusas antes de que alguno reaccionará y no los dejará salir. Te sorprendió un poco que éste no pusiera resistencia o que intentará defenderse de quienes lo molestaban, pero te sorprendió más que un lobo lo acompañará consigo...

Mmm, esperabas que fuese el hombre de quién te hablaron.

Una vez afuera por fin habló.

— Gracias por eso, ¿pero quién eres? No recuerdo haberte visto antes. —frunció el ceño.

Debía decirlo ya que tu excusa para sacarlo de ahí fue que lo llevabas esperando desde hace rato afuera.

— No me conoces, disculpa. No soy de por aquí, en mi pueblo tenemos problemas con lobos, por eso vengo para pedirte ayuda. Me hablaron de un cazador que podría ayudarnos, de ti.

— Bueno, que me encontrarás ahí fue una increíble casualidad...—murmuró. — Pero lo siento, no soy el tipo de cazador que buscas, como verás... No asesino lobos. —miró a su acompañante animal.

Hiciste una mueca.

— No es necesario que los mates, necesitamos atraparlos y deshacernos de ellos de las forma que sea. Por favor, te pagaré lo que sea. —de tus bolsillo sacaste una bolsa llena de monedas y se la entregaste.

Antes de que pudiera responder, viste detrás de él como unos hombres con trajes de guardias no muy lejos de la taberna.

De inmediato supiste que eran de la Reina Malvada.

— Tenemos que irnos, acepta rápido.

— Pero yo no-.

— Dile a tu lobo que te siga.

Lo sujetaste nuevamente y lo llevaste lejos de ahí antes de que los guardias llegaran a la entrada. Ya a una distancia considerable se detuvieron, observaste a los guardias entrar a la taberna. Suspiraste aliviada.

— ¿Puedo preguntar qué sucede? —preguntó confundido, pero aún tranquilo para tu sorpresa.

— Para sobrevivir aquí hay varias reglas, una de ellas es mantenerte lejos de cualquier cosa que se relacione con El Espectro y la Reina Malvada, así que de nada. —contestaste mirando por última vez la taberna. — Como sea, ¿aceptas?

Él observó la bolsa con dinero.

— De acuerdo, pero los lobos saldrán ilesos, ¿bien?

— Te lo dije, con que se vayan es suficiente. —sonreíste.

Caperucita Roja

— ¿Por qué tienes que regresar tan temprano? Tu abuela no te deja divertirte.

— Solo se preocupa por mí. —contestó con una pequeña sonrisa, pero tú seguiste quejandote de que la abuela de tu mejor amiga sea tan estricta con ella y siempre quiera vigilarla. — Al menos podremos ir a esa fiesta esta noche.

— Shhh...—la callaste.

Acababan de llegar a la casa de ésta, antes de que la de capa roja pudiese abrir la puerta su abuela lo hizo.

— ¿¡Tienes idea de la hora que es!? ¡he estado esperándote por horas! ¿¡Dónde se supone que...—se callo al verte, dejo de observar con molestia a su nieta para hacerlo contigo. — Claro, debí suponer porque llegabas tan tarde...

— También es un gusto verla. —contestaste con una sonrisa falsa mientras la saludaba con la mano.

La mayor obligó a su nieta a entrar mientras le decía varias cosas en "voz baja", o eso quería intentar porque escuchabas todo claramente. Entre las cosas que decía lo habitual era "Es una mala influencia, te dije que no te quería cerca de ella", y no faltó en esta ocasión.

Tu amiga salió de la casa apenada, antes de que dijera algo te le adelantaste.

— No te preocupes, perdón por hacer que te regañe, te veré en la noche. —le guiñaste el ojo y te despediste de ella besando su mejilla.

Reíste levemente al ver que se quedó avergonzada, mientras te alejabas escuchaste como te gritó un "Adiós", saliendo finalmente de su trance.

(...)

Cerca de la media noche, te levantaste y escabulliste fuera de tu hogar. Fuiste al de tu amiga y con cuidado fuiste a la parte trasera, a la ventana de su habitación y viste que todo estaba destruido.

Notaste que la capucha roja de tu amiga estaba atorada en la ventana, la abriste y recogiste.

— ¿Qué sucede?—susurraste preocupada. — ¡Caperucita! —gritaste asustada por lo que le pudo haber pasado.

Continuaste gritando su nombre mientras ibas a la entrada de la casa e intentabas entrar.

— ¡______!—escuchaste a la abuela de tu amiga detrás de ti. Volteaste a verla confundida.

— ¿Q-Qué sucede? ¿¡qué le paso a Caperucita!?—interrogaste molesta.

— ¡No grites! Ella podría estar cerca... Oh. —miró que tenía la capucha roja de su nieta.

Escucharon unos gruñidos, cerca de ahí divisaste a un lobo, retrocediste asustada.

— ¡La capucha, ______, ponle la capucha en lo que la distraigo! —gritó mientras corría lejos del lobo.

No entendiste a que se refería, pero al ver como distraía al lobo obedeciste.

— ¡Ahora!

Le pusiste la capucha roja con rapidez, quedando impresionada cuando el lobo se convirtió en...

— ¿¡Caperucita!?—te le acercaste preocupada. — ¿Ella es... una mujer lobo? —miraste a su abuela en busca de respuestas.

— Es complicado...

— ¿Cómo sucedió esto?

— Fue por tu culpa, le dije que se alejará de ti porque eres una mala influencia, —contestó mirándote con molestia. — se enojo y terminó quitándose la capucha... Fue cuando se convirtió.

— Caperucita es mi mejor amiga, lamento si he hecho que haga cosas que no quiere, pero yo no quiero que le pase nada. Y ahora mucho menos me alejaré de ella. —te sentaste junto a tu amiga, que parecía estar durmiendo después de todo la emoción por la que pasó.

Su abuela relajó su expresión ante eso y miró a su nieta con preocupación.

Habían cosas más importantes de que preocuparse ahora.

Baelfire

—¡Tu papá es un monstruo!

Fue imposible para el de cabellera negra pasar ese grito desapercibido, y empeoró conforme seguía caminando por el pueblo.

Regresaba de comprar comida, estaba consciente de que su padre fácilmente podría aparecer un gran banquete para los dos, pero prefería hacer las cosas sin magia y comprarla.

Desde que se había vuelto El Espectro sucedieron cosas buenas como malas, le dio fin a la guerra contra los ogros y ahora los niños ya no eran obligados a ir a combatir, además de que acababa fácilmente con cualquier cosa que resultará un peligro para el pueblo.

Pero, se había vuelto tan sobreprotector que a cualquiera que lo mirará mal le esperaba un destino fatal. Eso hizo que se ganará mala fama, y que cuando su padre no estaba cerca todos se lo recriminaban.

— ¿No le pedirás ayuda a tu papá? —preguntó uno de los tontos que lo molestaban con burla. — Sin él para protegerte no eres nada.

— Ya déjalo, terminará siendo un monstruo como su padre. —habló otro de ellos. — O irá corriendo como gallina para decirle que lo estamos molestando.

— Mi papá no es un monstruo...—dijo entre dientes molesto.

Lo detuvieron de su caminata hacía su casa con las cosas que compró con sus manos.

— ¿¡No lo es!? ¡Convirtió a un hombre en un caracol y lo aplastó solo porque te empujó!

— Te usa de excusa para desquitarse con todos por todo ese tiempo en el que nos burlamos de ustedes por cobardes, y aún con magia lo siguen siendo.

Sus amigos rectificaron lo que dijo mientras seguían tirándole insultos. Estaba molesto, pero no quería iniciar un pleito, pues aunque lo superaban y pudiera que terminará golpeado, cuando su padre se enterara de lo que le hicieron ellos terminarían mucho peor.

— ¿Llevas comida ahí? ¿qué tu papá ahora tampoco puede aparecer comida o qué? —preguntó con sarcasmo mientras se le acercaba con la intención de tirarle las cosas que traía encima, pero alguien lo detuvo.

— ¡Déjalo en paz, idiota! —exclamaste poniéndote en su camino. Baelfire te observó sorprendido, no esperaba que alguien lo defendiera.

— ¿Idiota? ¿¡quién te crees para llamarme así, niñita!? —cuestionó molesto.

— Eso es lo que eres, es lo que todos son. —señalaste a todos con la escoba que traías.

Estabas limpiando cuando escuchaste unos gritos afuera de tu casa así que fuiste a ver qué sucedía, encontrando a una bola de idiotas molestando a un pobre chico.

Estos rieron ante su acción.

— Mejor vete a seguir limpiando y deja de meterte donde no te llaman, niña inútil.

— ¿Y si mejor cierras la boca y se largan de aquí, idiotas? —preguntaste sin dejar de amenazarlos con la escoba.

Bael abrió los ojos en grande mientras que el idiota de enfrente te observó molesto, e iba a quitarte la escoba, pero de inmediato lo golpeaste con ella.

— Yo que tú me lavaría la cara, barrí eses de ratón hace rato. —comentaste con burla.

Él completamente se aproximó a ti dispuesto a golpearte, pero Bael te sujetó del brazo y te quito de su camino, pero éste logró quitarte tu escoba y en lugar de regresarte el golpe la partió en dos.

Antes de que volviese a intentar golpearte, o a él, junto a sus amigos, su padre apareció cerca de ellos.

— Hey, ¿acaso están molestando a mi muchacho? —preguntó con su característica sonrisa, pero en su tono de voz se notaba molestia.

Los demás amigos idiotas del idiota mayor huyeron de inmediato con rapidez dejandolo solo, mientras que el idiota mayor tembló de miedo una vez que Rumpelstiltskin se le quedó viendo con enojo.

Y es que molestar al hijo del Espectro varios podrían considerarlo como algo "valiente", pero en realidad era lo más estúpido que podías hacer.

— No le hagas nada, papá. —intervino su hijo. — No vale la pena.

Su padre relajó su expresión con su hijo, hizo una mueca y miró nuevamente al muchacho, ésta vez con desagrado.

— Largo.

Éste salió corriendo despavorido

Su hijo suspiró aliviado de que no haya hecho nada malo ésta vez.

— Cobarde...—murmuraste en cuanto se fue. Fuiste a recoger los dos pedazos de escoba que estaban en el suelo.

— ¿Quién eres tú? —te preguntó El Espectro.

— Me llamo ______...—contestaste con precaución, digamos que ya estabas enterada de las cosas que había hecho por el pueblo.

— Ella me defendió. —aclaró ante cualquier cosa. — Por cierto, muchas gracias, lamento lo que... le pasó a tu escoba. —rió un poco.

— No te preocupes, no me podía quedar viendo a esos idiotas molestándote.

Bael te sonrió con timidez.

— Bien, gracias por defender a mi muchacho. —agradeció ésta vez el mayor. — Toma. —le entregó su escoba reparada.

Vio sus manos, ya no estaba los pedazos de escoba, se los quitó y reparó en cuestión de segundos. Vaya que era poderoso.

— Wow, gracias.

El menor iba a decirte algo más, pero su padre lo llamó para que fueran de una vez a su hogar. Él se despidió torpemente de ti, prometiendo compensarte por defenderlo de alguna manera, sin importar que dijeras que estaba bien.

Era una buena forma de usarlo como excusa para volver hablarte.

Mulán

— Muy bien, creo que ya es suficiente. —habló aquél tabernero observandote preocupado.

Lo frenaste antes de que se llevará la bebida.

— Yo soy la paga, así que yo sabré cuando sea suficiente. —contestaste después de darle un sorbo a la botella de cerveza, te sentías algo mareada y es que ya estabas borracha, pero tenías un metabolismo fuerte que te permitía seguir consciente de lo que hacías aún con varias botellas tomadas.

— Escucha ______, créeme cuando te digo que ahogar tus penas en alcohol no hara que las cosas mejores.

— No, pero...—tomaste aire. — Me distrae y me hace olvidar por lo menos un poco de todo. —volviste a tomar, terminando la botella que estabas bebiendo, agarraste la otra que estaba frente a ti y le diste el primer sorbo.

— Dios mío...—murmuró el mayor negando con la cabeza.

No podía hacer nada para impedir que continuaras bebiendo: Pagabas y eras mayor de edad. Pero ver a cualquier alma en pena tratando de vaciar el sufrimiento que sentían en la bebida no era agradable de ver.

Escuchaste como el tabernero se alejaba de ti mientras unos fuertes ruidos venían de la entrada, ni siquiera te molestaste en voltear para averiguar de que se trataba, estabas más ocupada sufriendo.

¿A qué se debía tu borrachera para ahogar las penas? Ese mismo día habías descubierto a tu prometido engañandote con tu supuesta mejor amiga. Por una parte te alegraba haber descubierto todo estando a unos días de casarte, enterarte de eso estando ya casada hubiese sido mucho más difícil.

Por otro lado... era sumamente doloroso recibir una traición así.

Ni siquiera se lo habías dicho a tu familia o amigos, no pudiste y fuiste a la primera taberna que encontraste para aliviar esa pena.

— ¿Pero qué...? —mascullaste confundida cuando un hombre fue empujado a la barra, justo a lado de ti.

Volteaste y observaste a una mujer con armadura pelear con un grupo de hombres, todo mientras los demás clientes huían y el tabernero intentaba inútilmente detener la pelea.

Estabas hasta la mandíbula de alcohol así que no te importó, continuaste bebiendo mientras te quedabas como espectadora.

— ¿Por qué mejor en lugar de pelear vienes y me das un besito, mi amor? —preguntó uno de ellos con burla, provocando risas en los demás.

— Claro, acércate y te daré un besito, pero discúlpame si soy algo ruda, es que no soporto estar cerca de asquerosas y malolientas ratas. —contestó ella amenazandolos con su espada.

Reíste en silencio.

Te impresionó como aquella desconocida acababa fácilmente con el grupo, por su armadura y aspecto no debía ser de por aquí, debía ser una clase de heroína o algo así.

Después de dejar en el suelo a varios hombres del grupo, incluyendo al imbécil que le dijo lo anterior, solamente quedaban dos tipos: uno sostuvo del cuello a la chica, el otro golpeó al tabernero haciendo que caiga desmayado. Dejaste de beber y abriste los ojos preocupada.

— No debiste meterte con nosotros. —habló con enojo el otro tipo acercándose a ella.

Ésta lejos de estar intimidada le sonrió con burla.

— Ustedes no debieron meterse conmigo.

— Estás atrapada, fenómeno...

La iba a golpear.

Miraste la botella semi llena de cerveza y luego a ellos.

« Meh, ¿qué más puedo perder? Ya perdí mi dignidad »

Te acercaste rápidamente y golpeaste al tipo que iba a golpearla con ella, derrumbandolo y dejando caer sobre él el resto de alcohol que había junto a los vidrios de la botella.

Ella aprovechó eso y derribó a quién la tenía del cuello golpeandolo con su cabeza, haciendo que caiga desmayado también.

Chiflaste impresionada mientras soltabas lo que quedaba de botella.

— Sí, al diablo los hombres, ¿no? —dijiste con gracia levantando tu mano para que chocará esos cinco.

Confundida, lo hizo.

Reíste y miraste a todos a tu alrededor nuevamente.

La miraste.

— ¿Cuánto quieres por hacerle lo mismo a dos personas?

— No creo que sean tan malos como estos tipos para hacerles lo mismo...—contestó con gracia.

— Créeme, lo son... Uno es mi ex prometido y la otra es mi ex mejor amiga, me adelantaron el regalo de bodas encamandose en mi propia cama. —contaste con gracia, ya debías estar bastante borracha como para hablar de eso como si nada.

— Uh... Entonces creo que sí son peores que estos tipos. —rió un poco, pero al notar tu expresión dejó de sonreír. — Lo lamento.

— No te preocupes, me dan igual ya... que se vayan al diablo junto a estos imbéciles. —volviste a mirarlos. — Excepto por el tabernero, deberíamos ver que esté bien... Pero antes, iré por otra botella, toda esta pelea me dio sed, y eso que no hice nada.

Robin Hood

— Maldición. —te quejaste en voz alta una vez terminaste de cubrir tu herida.

Eras parte de los personajes de cuento que se habían quedado después de que la Reina Malvada lanzará su hechizo. Veintiocho años después el tiempo se había descongelado, y ahora solo te dedicabas a intentar sobrevivir y ayudar a los demás. 

Cerca de donde estabas escuchaste unos gritos y un ruido muy conocido, al deducir que podría estar pasando te levantaste haciendo un gran esfuerzo y fuiste ayudar a quienes gritaron. Al llegar a lugar encontraste a nada mas ni nadie menos que a la Reina Malvada y Blanca Nieves siendo atacadas por un Mono Volador. 

Debía ser el mismo que te ataco hace unos momentos y del que tuviste que huir por la herida que te causo, pero esta vez no lo dejarías escapar. No te agradaba la Reina Malvada, pero mucho menos te agradaban esos animales voladores. Le apuntaste con tu arco y flechas y disparaste, aprovechando que estaba distraído.

Habías acabado con él. Justo en ese momento llegaron tres hombres con arcos y fechas también, debían ser guardias de la reina y la princesa que... ¿Se estaban ayudando?

Bueno, después de lo que has visto ya nada debía parecerte raro.

— Muchas gracias por ayudarnos. —te agradeció con una sonrisa Blanca Nieves, mientras se acercaba a ti. Tú solo asentiste, sintiéndote aún muy cansada por tu herida. — ¿Cuál es tu nombre?

— ______. —respondiste con dificultad, pero permaneciste firme. Miraste a los hombres que habían llegado, quedando impresionada al reconocer a uno de ellos. — ¿Robin Hood?

— ¿Me conoces?

— Por supuesto que sí, eres el famoso bandido que le roba a los ricos para dárselo a los pobres. —respondiste emocionada. — Incluso desde que... el tiempo se descongeló has estado ayudando a muchos, eres un héroe.

— No me considero así, pero gracias por pensarlo. Te vi con el arco, eres buena. —te halago con una sonrisa.

— Bueno, si ya terminaron de compartir halagos, ¿les parece si volvemos con los demás? Pueden haber más de esas horribles criaturas dispuestas a volver a atacar. —interrumpió la Reina Malvada con un mal humor evidente, no espero respuesta y volvió con los demás, siendo perseguida por Blanca Nieves que aún intentaba hablar con ella.

Robin te preguntó si los acompañabas ya que la ayuda extra no les vendría mal, dudaste un momento por tu herida, pero no pudiste negarte ante él.

Una vez de regresó con lo demás, los cuales al instante reconociste por ser  héroes en el Bosque Encantado, supiste que todos debían regresar del hechizo que lanzó la Reina Malvada. Querías preguntar qué diablos había pasado, y porqué estaban con ella como si nada después del daño que hizo, pero te diste cuenta que no era el momento adecuado.

Después de un par de cosas que sucedieron, Robin sugirió que vayan al bosque de Sherwood como refugio temporal.

En el camino un Mono Volador apareció, queriendo atacar al hijo del anterior nombrado, pero lograste actuar rápido y le disparaste con tu arco y flechas antes de que lo logrará.

Con eso último haciendo que el dolor por tu herida volviese.

Robin abrazo a su hijo aliviado y te observó con una sonrisa agradecida, estaba por agradecértelo verbalmente pero te tambaleaste y caíste al suelo de sentón al ya no poder con tu herida.

De inmediato se te acercó, al igual que varios más, para ayudarte, observaron la herida que había en tu estómago y de inmediato dedujeron tu estado.

— ¿Por qué no dijiste que estabas lastimada? —preguntó el arquero con preocupación.

— No era importante, hasta ahora...—contestaste con una mueca de dolor. — De verdad odio esos monos voladores.

Regina hizo que se apartaran para poder acercarse a ti, sin observarte colocó su mano en tu herida y te ayudó con magia.

— Estarás bien, solo... no hagas tanto esfuerzo. —dijo y se alejo de ahí.

Le agradeciste débilmente, Robin te ayudó a levantarte y te sostuvo por los hombros para que pudieras caminar.

— Tranquila, te cuidaré, te lo debo por salvar a mi Ronald. —habló refiriéndose a su hijo.

Ahora eras tú la que sonreía agradecida.

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Heeey, hace mucho que no escribía un escenario y para este quise variar un poco xd

Perdón si deje a personajes afuera, dejen aquí personajes del bosque encantado que no haya escrito y que quisieran para un futuro escenario 👌

Me di cuenta que en los escenarios del Cazador y Robin Hood la interacción que tuvieron con rayita evitó que ellos tuvieran relación con Regina, más allá de conocerla y haberle hablado xd

Regina y Bella, grandes sus ships con Robin Hood y Rumple, pero compartan a sus hombres 🙏

Y disculpen el meme del inicio, debía ponerlo si o si xd

Gracias por leer 💖✨

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