Capítulo 9
Lyla tragó saliva y sonrió nerviosa.
- ¿Puedo tener mi propia habitación? –Dijo por toda respuesta. Lo vio dar un sorbo a su bebida y después le dirigió una mirada burlona.
- Creo haber dicho antes que mojigaterías no Lyla. No soy precisamente un hombre paciente.
- No me digas... - Dijo ella rodando los ojos.
- Es una idiotez.
- ¿La apuesta? sí.
- Sabes que no me refiero a eso.
¿Qué hacer? Se preguntó Lyla desesperada, no es que fuera mojigata pero aun con su ex novio alias el maldito malnacido había tardado infinidad en dar el paso de acostarse con él. Y dada la experiencia tan poco satisfactoria, había tardado en acceder a continuar haciéndolo. Sus relaciones eran esporádicas y se encontró pensando si esto había tenido algo que ver en que su relación se fuera a pique. El caso es que no se veía yéndose a la cama con un hombre que acababa de conocer por muy sexy y deseable que fuera...
- Lyla... - Escuchó a Derian llamándole irritado. - ¿Sueles abstraerte en tu mundo con frecuencia?
- Es menos peligroso que este. –Repuso. Él terminó su trago, se levantó y le extendió la mano. Ella miró su mano y luego a él.
- No voy a morderte Lyla, no si tú no quieres... -Rio al verla abrir los ojos con asombro. – Oh, vamos ¿te he espantado?
- No, pero estaba pensando que lugares suele morder un depredador como tú. Seguro no los habituales. – Ella se levantó ignorando su mano, distaba mucho de tener la tranquilidad que aparentaba, pero entre menos él vislumbrara lo que le provocaba sería mejor. Se sentía a partes asustada y en parte excitada, era un cumulo de sensaciones, parecía que todo era más brillante, y muy a su pesar se sentía más viva. Con un rápido movimiento él la tomó en brazos y le susurró al oído logrando que todo su cuerpo se erizara.
- Para alguien que no quiere compartir aun su cuerpo, estás jugando con fuego. – Y mordisqueó su oreja haciéndola estremecer. – No eres inmune, ya deja de resistirte. Sabes que puedo tomar lo que me pertenece.
- Claro. – Dijo ella soltándose de golpe de su abrazo.- Esto es todo tuyo. – Hizo un ademán señalando su cuerpo. –Por diez días De Luca ¡Nueve en realidad! –Recordó triunfante.- Ya ha pasado uno.
- No ha pasado ni uno solo. – Le dijo burlón. – Esto cuenta a partir del momento en que compartamos algo más que una cama querida. Soy un hombre de negocios Lyla, no un maldito benefactor.
- ¡Eso no es justo! –Explotó ella.
- ¿Acaso firmamos un contrato? No ¿verdad? diez días contigo sí, pero diez días de sexo no de compañía.
Lyla palideció. Referirse a su situación con tanta crudeza la golpeó. Quiso correr lejos de toda esa locura, pero sabía que no podía. Era una mujer fuerte, independiente y sin haberlo logrado por sus famosos apellidos.
- Está bien. –Soltó. –Adelante.
- ¿Adelante?
- Sí, toma lo que te pertenece... allá arriba ¿no? –Dijo Lyla viendo hacia el piso superior. – O ¿prefieres aquí? ¿el sofá quizás? – Se recostó en cuanto lo dijo, se puso un cojín bajo la cabeza, se quitó los zapatos y subió las piernas con lentitud. –Movimiento que él siguió con la mirada. –Venga, dejemos de perder más días... - No sabía que diantre la poseía, lo cierto es que ser más osada parecía ser una clave para salir un poco más airosa, era jugar con fuego sí, pero de todas maneras ella iba quemarse, lo sabía, era inevitable. Lo mejor que podía pasar era que esto acabara cuanto antes. Vio sus ojos volverse más negros aun, se quitó en dos segundos el saco y se lanzó sobre ella. - Lo tenía encima y en lugar de sentirse sofocada, ansiaba tenerlo más cerca aun.
- ¿Por qué siento que lo estamos haciendo a tu manera? – Le dijo él antes de besar su cuello.
- Si fuera a mi manera yo no estaría aquí. –Alcanzó a decirle antes de que él le devorara la boca. Con una pierna le separó a ella las suyas y se acomodó en su centro. No puede ser así, no debería estarme sintiendo así, se decía ella. Él la tomaría en el sofá y aunque ella le había provocado no pensaba que él lo haría allí mismo, lo peor es que no le importaba lo más mínimo. Su beso era demandante, abiertamente incitador y sobre todo efectuado con una maestría que ella no tenía idea que existiera. Justo cuando empezaba a rodearle con las piernas para presionarlo contra ella, el sonido insistente del móvil de él empezó a sonar. Estaba en el suelo, en el bolsillo de la chaqueta, él lo ignoró. Sin embargo, el teléfono de la casa sonó de igual manera y ella deshizo el beso, pese a que él seguía buscándole la boca. –El teléfono. – Le dijo.
- Ignóralo. – Le contestó y empezó a tratar de quitarle la ropa. Lo detuvo el sonido del ascensor anunciando la presencia de gente. –Maldición. –Dijo por fin levantándose y ayudándola a hacer lo mismo. –Sube, espérame allí. –Le dijo con brusquedad. Iba a protestar cuando vio la prueba de su deseo no satisfecho, lo que seguro lo tenía nada contento.
- Bien, yo subo y tú... dile a eso que se baje. –Señaló lo obvio y riendo subió las escaleras. Lo oyó maldecir con fuerza.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top