Six

Sana salió de la cocina feliz luego de haber logrado que la cocinera le diera un vaso de agua sin necesidad de tocarle los dedos, caminó por toda la hacienda saludando a los trabajadores que estaban arreglando la camioneta de su papi sin camisa y llenos de aceita con un guiño, luego de perderlos de vista continuó su camino a las cabañas de los empleados donde Tzuyu vivía, no sabía exactamente en qué casa vivía así que tuvo que preguntarle amablemente a una chica que estaba sentada en el piso junto a un par de cajas cerca de las cabañas.

—Ey, ¿Sabes dónde duerme Tzuyu? —preguntó a la rubia que aparecía inmersa en su propia mente.

—¿Ah? ¿Tzuyu? —Preguntó confundida sacándose un audifono. —Debe estar en su cabaña, es la quinta, la que tiene la puerta con una herradura de caballo pintada. —respondió señalando la cabaña.

—No es por ser chismosa ni nada, pero soy la jefa y supongo tu eres una empleada ¿Que haces aquí descansando? ¿Si quiera eres parte del personal?—preguntó cruzándose de brazos.

—Primero, soy Somi, literalmente tu amiga está obsesionada conmigo desde que llegó, segundo, me escondo de Jihyo, salí de la hacienda a relajarme y ella no me dió permiso. —respondió quitándose el sombrero para que Sana la viera bien.

—Oh claro, Jeon Somi. Jihyo da miedo cuando quiere, ayer amenazó a un empleado con una cosa caliente, no sé cómo se llame. —respondió con una sonrisa, probablemente fingiendo no tener incomodidad. —En fin, me tengo que ir, Tzuyu quiere está agua. —se despidió y siguió con su camino, Somi por su parte suspiró.

—Se llama descornador. —murmuró viendo como la chica caminaba lejos de ella.

Sana tocó la puerta varias veces esperando respuesta, al no haber reacción se aventuró a abrir la puerta encontrándose con una escena bastante... Incómoda.
Una de las empleadas de limpieza estaba sobre Tzuyu dándole besos apasionados, la más honesta reacción de Sana fue hacer una cara de asco, quería salir pero la escena era (para ella) hipnotizante, todo dió un giro en la trama cuando vió algo que en su vida hubiera imaginado ver en una mujer, ojalá sus ojos la hubieran engañado y solo hubiera sido un juguete o algo así, su impresión fue tanta que gritó asqueada.

—¡Que asco! —gritó tapándose la cara, haciendo que las chicas reaccionaran.

—¡Lo siento jefa! —la empleada de limpieza dijo exaltada y comenzó a vestirse rápidamente, cuando terminó salió corriendo de la habitación.

—¿Que demonios te pasa? —preguntó molesta al ver a la chica irse.

—Eso fue asqueroso. —Sana entró a la habitación cubriéndose los ojos y dejó el vaso de agua sobre la mesa.

—Es el ciclo de la vida Minatozaki. —dijo con desdén mientras se ponía su camisa y acomodaba sus pantalones.

—El ciclo de la vida no es pornográfico. —contraataca quitándose la mano de la cara. —Además, se supone que estás enferma o como sea que se llame lo que tengas.
—dijo con una mueca al ver las gasas humedecidas con la sangre regadas por el piso y más frente de Tzuyu con una horrorosa cicatriz.

—No estoy enferma, estoy lesionada porque a alguien se le ocurrió hacer un capricho. —respondió tomando una gasa de su mesa de noche y cinta especial para pegarla a su frente.

—Callate un momento, el olor a pobreza me asfixia. —simuló un dolor de cabeza y se movió a la puerta de la cabaña para "tomar aire".

—El olor a prostituta también me asfixia créeme. —responde con desprecio. Abre la ventana de la habitación para "ventilar".

Sana se gira indignada hacia ella.

—No acabas de decir que mi perfume DKN Golden Delicious huele a perfume de prostituta. —caminó con un dedo apuntando a la morena.

—Ajá, lo dije, tu perfume DKN de no sé qué cosa huele a un perfume que las prostitutas del pueblo vecino usarían. —se burló de la castaña. Se sentó en el borde de la ventana viendo como la cara de la chica se desencajaba de la ira.

—Eres una perra. —dijo una vez estuvo frente a la taiwanesa.

Tzuyu fingió sorpresa abriendo su boca de manera graciosa e imitandola.

—Eres una perra. —dijo con una voz infantil. —Y tu eres unas niña mimada que sin su papá no sería nada. —escupió sin remordimiento.

—Por eso ni tu padre te quiso. —respondió al ataque con la misma intensidad.

Aunque tocó una fibra sensible en Tzuyu estaba lo suficientemente irritada por el echo de que Tzuyu hubiera decidido responderle de esa manera tan altanera, que ni siquiera tuvo control de sus palabras.
La cara de Tzuyu que anteriormente tenía una sonrisa socarrona se volvió seria y con un semblante aterrador, sería una mentira decir que la japonesa no tembló al ver como la vaquera de casi 1,80 se levantaba de su lugar y se movía hacia ella.

—No es que mi padre no me quisiera, grandísima estúpida, el se murió. —soltó de la nada y Sana se sintió culpable por decile aquello. —Eres tan detestable. —dijo antes de tomarla por cuello, meter sus dedos en el cuero cabelludo de esta y estrellar sus labios de forma agresiva contra los de la japonesa.

Por alguna extraña razón, algo dentro de ella le decía que lo hiciera, tal vez el enojo, tal vez el echo de que odiara ver esa sonrisa altiva en los rechonchos labios rosados o simplemente fue un reflejo.

Sana, por su parte, le siguió la corriente, no sabía porque, pero le encantó la agresividad con la que la vaquera se abrió campo en su boca y como jaló su cabello.

Tzuyu mordió el labio de la chica al finalizar el beso, se quedaron viendo un momento y luego ambas entraron en razón.
Tzuyu besó a la citadina hija de puta y Sana había besado a la vaquera malnacida.

No pasó mucho tiempo cuando Sana se alejó empunjado fuertemente a Tzuyu contra la ventana haciendola caer por esta y luego salió corriendo mientras se limpiaba la boca, no podía tener gérmenes de caballo en la boca.

—¿Que puta mierda? —Somi que seguía allí se acercó a la cabaña y entró, solo para encontrarse cons u amiga intentando subir de vuelta por la ventana.

—No me digas que la fastidiosa esa te hizo esto. —rió un poco entre dientes mientras ayudaba a su amiga a subir de vuelta.

—Si te digo lo que en realidad pasó, vamos a tener que ir a la Macarena a beber y reírnos. —rió con ella y caminó a su cama.

—Si fue lo suficientemente fuerte como para sacar a la perra esa de ti casa. No creo que solo haya sido verte a punto de tirarte a Manuelita, habla. —se sentó con ella en la cama esperando respuestas.

—Chupé jeta con la patrona. —Somi se quedó callada un rato procesando la información y luego se carcajeó.

—Debió ser terrible para que saliera corriendo,—bromeó levantándose de la cama. —ahora vamos a beber, tenemos que reírnos de esto con una buena cerveza. —le extendió la mano a Tzuyu dispuesta a ir a vaciar el estanco.

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