45: Confesiones de amor
12 de noviembre
Despertar en una habitación que no era la mía y sentirme fatal no era algo que viviera todos los días, lo había sentido 3 veces, las dos veces que pase la noche con Manú (la primera peor que la otra) y ese día, recordando todo lo del día anterior.
Miré a mi alrededor y las cajas junto a maletas y ropa por doquier me trajeron el recuerdo de cuando me iba a la capital y mi habitación estaba igual, salvo que olía a mí.
Todo esto olía a Champiñón. Perfume de bebé con una mezcla de perfume varonil.
Me revolví entre las sábanas y busqué mi móvil. Lo encontré en una de las mesitas de noche y no dudé en estirar mi brazo y tomarlo. El brillo del móvil me hizo cerrar los ojos y maldecir por lo desastrosa que me encontraba.
Revisé mis mensajes y me topé con uno de Gavi. Me lo había enviado ayer por la noche.
El champiñón que se
robó a mi mejor amiga:
Me quedo a dormir con Valeria
Siéntate como en casa
Regreso a primera hora mañana.
🥰🥰🥰🥰❤️
Suspiré viendo la hora. Nueve de la mañana. Supongo que a primera hora de mañana se refería a las 10 ¿verdad?
No lo sabía y tampoco quería averiguarlo, es más, quería irme lo más rápido. Tenía una sensación incómoda en mí, es más, tenía unas inmensas ganas de llorar y eso significaba que me iba a venir la regla.
Me puse de pie y me estiré, buscando un poco de tranquilidad. Necesitaba una larga ducha y pensé en ducharme e irme, pero prefería una larga ducha en mi bañera, con espumita, aromatizante, exfoliantes y velitas aromáticas, y sospechaba que champiñon solo tenía shampoo y su jabón.
Solo me lavé los dientes y el rostro para quitar el sueño que colgaba de mí. Al estar lista bajé las escaleras y me dirigí hacia la puerta. A primera vista supe que nadie se encontraba en casa y lo agradecí.
No era Carla, era un desastre.
Antes de abrir la puerta, alguien más la abrió afuera. Recé para que no fuera nadie de su familia, y respiré con alivio al ver que era Gavi, quien me dio una mirada de pies a cabeza.
—Te ves bien.
—Mientes, estoy fea.
—Yo digo que estás muy guapa —Me lanzó un beso volado y su cumplido me hizo sonreír. Agarré el beso volado imaginario y fingí ponerlo en mi mejilla.
—Gracias.
—¿Te vas?
—Sí.
—¿A dónde?
—No seas chismoso.
Necesitaba un tiempo a solas y también arreglar todo mi desastre. Necesitaba poner mi vida en orden y para ello debía de arreglar mi pilar. Además, debía de pensar en una gran manera de poner a Manú en su lugar.
—No preguntó más. Sólo cuídate ¿vale?
Sonreí y asentí. Pasé por su lado y salí de la puerta, antes de cerrarla un impulso me hizo dar media vuelta y correr a abrazar a Gavi. Lo tomé por sorpresa, pero él también me devolvió el abrazo con fuerza, me estrechó contra su cuerpo y me dio tanta familiaridad.
—Te quiero mucho, Champiñón. En verdad eres un tío grandioso —Besé su mejilla y volví a abrazarlo—. Nunca cambies. Y por cierto, en verdad quiero que seas el padre de mis sobrinos, así que mantén siempre las pilas.
Lo empujé juguetona y él volvió a abrazarme.
—Tú eres maravillosa, no dejes que ningún tío apague tu brillo. Tú me dices y yo le doy unas hostias, no me importa si es mi mejor amigo.
Sus palabras me robaron una sonrisa. Realmente necesitaba escuchar unas palabras bonitas y Gavi tenía un poder de hacerse sentir especial. Entendía porque Valeria lo amaba.
—Chao. Nos vemos luego ¿vale?
—¿Otra pijamada real?
—Otra pijamada real.
Asentí y di un paso hacia la salida, la voz de champiñón me detuvo.
—Carla...
—¿Sí?
—No le vayas a decir a Valeria sobre lo de Manú, ya me encargaré yo y tampoco te culpes. Encontraremos la manera de hacerlo caer ¿Vale?
—Está bien... —dije bajito, lo de ayer estaba fresquito como una herida recién hecha—. Pero, Gavi... No hay que dejar que se salga con la suya.
—No lo hará.
Sus palabras me dieron un poco de confianza para salir de su casa sintiéndome un poco mejor. No demoré mucho en tomar un taxi, miré por la ventana en el trayecto, y por unos segundos me pareció ver el coche de Pedri pasar a nuestro lado. Al cabo de un par de minutos, mi móvil vibró.
Era un mensaje de él:
Pedri💛🩷:
¿Podemos hablar?
Miré por la ventana y supe que el coche que había pasado por el otro lado de la carretera había sido él. Cinco minutos antes me había encontrado; quizá habríamos hablado y arreglado nuestro desastre, pero llegó cinco minutos después.
Pensé en decirle al chófer que diera media vuelta, pero primero quería arreglar las cosas con mi familia.
Me:
Hola 😊
No tenía otra cosa más que decirle, no por mensaje.
Pedri 👶 🩷:
¿Dónde estás?
Paso por ti.
Me:
Debo de hacer algo
Si quieres podemos hablar luego.
Pedri👶🩷:
Vale, ten un lindo día.
Me:
Vale, tú también.
Respiré hondo cuando llegué a mi casa. Por Claudia supe que mis padres se encontraban desayunando en el jardín, y antes de ir por ellos, fui a mi habitación a ponerme un poco decente. No quería malos entendidos. Me cambié de ropa y le di un poco de colorcito a mis labios y salí de mi habitación dirigiéndome al jardín.
Volví a respirar hondo, una, dos, tres veces antes de pasar al jardín. Mis padres estaban sentados a la mesa, desayunando en silencio. Mi madre levantó la vista del café al verme entrar.
—Bons dies —dije, intentando mantener mi voz firme. Sentía cómo las palabras se enredaban en mi garganta.
—Bons dies —respondió mi madre, con una mirada que me tranquilizó un poco. Mi padre, en cambio, apenas levantó la vista del periódico, como si mi presencia fuera una molestia menor en su rutina matutina.
Su indiferencia me lastimaba.
Me acerqué a la mesa y me senté; no quería ir por muchas rondas, así que fui directa.
—Quiero disculparme — comencé, sintiendo un nudo en la garganta—Sé que los he decepcionado mucho últimamente. No he ido a la universidad, les hice gastar mucho dinero, fui muy irresponsable, no pienso antes de actuar... y he tomado demasiadas libertades. Últimamente todo me ha estado saliendo mal. Les ofrezco una disculpa y en verdad espero que volvamos a ser los de antes.
No éramos el ejemplo de familia perfecta, pero al menos no éramos indiferentes.
Mi padre bajó el periódico y me miró con una expresión severa.
—Carla, no es solo cuestión de expectativas. Es tu futuro. No quiero verte en unos años, arrepentida, yo no te crié así —Su voz era dura, llena de una desaprobación que pesaba más que sus palabras.
Bajé la mirada, avergonzada.
—Voy a hacer lo posible por mejorar. Empezaré la universidad el próximo semestre y seré más responsable. Lo juro por Taylor Swift.
Mi padre seguía viéndose serio y por un segundo pensé que todo estaba demasiado cagado, pero vi una sonrisita asomarse y sonreí junto con él.
—Tú y tus juramentos por Taylor Swift.
—Sabes que siempre los cumplo —Ambos sonreímos cómplices, padre e hija, como siempre lo hacíamos cada vez que él cubría mis caprichos.
—Ven acá, princesita.
Se puso de pie y abrió sus brazos, invitándome a un abrazo que no dudé en corresponder. Sentí tanta paz y tuve que morderme la mejilla para no llorar. Extrañaba tanto sus abrazos que ese fue como una canción de Taylor Swift.
Mi madre suspiró, extendiendo una mano hacia mí.
—Esto pinta como un viaje familiar ¿No creen? —dijo mi madre sin desaprovechar la oportunidad y se lo agradecí; era algo que quería.
Nuestro último viaje familiar lo desaproveché al escaparme para ir a ver a Pedri. Y creo que me arrepentía un poco, teniendo en cuenta los siguientes meses que pasé lejos de mi familia.
—Suena bien ir a Andorra —dije y, aun abrazando a papá, lo miré—¿Te apetece?
—Todo lo que quiera mi princesa —respondió, acariciándome el cabello con una ternura que me hizo sentir segura por primera vez en mucho tiempo.
Nos sentamos en la mesa y comenzamos a hablar como una familia normal, como si los últimos meses no hubieran estado llenos de tensiones y problemas. Mamá empezó a planear las actividades que podríamos hacer en Andorra.
—Podemos visitar el balneario de Caldea —sugirió mi madre, entusiasmada—. He oído que es maravilloso y perfecto para relajarse.
—Y podríamos hacer algunas rutas de senderismo —añadió mi padre—. Recuerdo que te encantaba caminar por las montañas cuando eras niña, Carla.
Sonreí, sintiendo una calidez familiar en mi pecho. —Sí, me encantaría hacer senderismo de nuevo. Y tal vez podríamos ir a esquiar si hay nieve.
Continuamos hablando sobre los planes del día y las cosas que haríamos en Andorra, riéndonos y disfrutando de la compañía mutua. Sentí que estaba recuperando a mi familia y era lo mejor.
Después del desayuno, me dirigí a mi habitación. Necesitaba un momento a solas para procesar todo. Me quité la ropa y llené la bañera con agua caliente, añadiendo unas sales de baño que olían a lavanda. Encendí velas y Claudia me trajo una infusión para relajarme. Me deslicé dentro del agua, dejando que el calor relajara mis músculos tensos.
Cerré los ojos y dejé que mis pensamientos fluyeran. Pensé en Pedri, en nuestro amor, y en cómo todo se había complicado tanto. Las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas, pero las dejé ser libres. Estaba sola y necesitaba desahogarme; tal vez así lograré deshacerme de la cuerda que ahorcaba mi corazón.
Mientras el agua caliente me envolvía, me di cuenta de que había aprendido mucho de mis errores. Ahora tenía la oportunidad de empezar de nuevo, con el apoyo de mi familia. Emergí de la bañera sintiéndome un poco más ligera, como si hubiera dejado parte de mi carga atrás. Me envolví en una toalla y me miré al espejo, prometiéndome a mí misma que haría las cosas de manera diferente. Estaba decidida a reconstruir mi vida, paso a paso.
Me senté al borde de mi cama y miré el parche anticonceptivo que tenía pegado en mi vientre bajo. Las inmensas ganas de llorar, lo apagada y sin energía que venía sintiéndome, tal vez se debía a eso, tal vez eso no me hacía ver lo positivo de todo el desastre.
—Tal vez sean las hormonas —dije, arrancándome el parche.
No tenía sentido seguir usándolo si no pensaba tener relaciones sexuales con nadie. Es más, mi vida amorosa me había apuñalado tantas veces que lo mejor era convertirme en monja e irme a Roma. Oí que pagaban bien.
Sería una monja en Roma, amante de Taylor Swift.
No estaba segura de lo que pasaría con Pedri. Le quería, pero más me quería a mí y yo no quería seguir llorando.
No quería regresar a lo mismo, escondernos, salir dañada, pelearnos y a la vez una parte de mí se imaginaba que esta vez todo saldría bien.
Tal vez esta vez...
Suspiré, dejando caer el parche en la basura.
Decidí irme a hacer unos chequeos de rutina, comprobar que todo estuviera bien allá abajo y saber que todo el mes que pase encerrada en mi habitación comiendo helado y comida chatarra me pasará la factura. Quizá unas vitaminas.
Horas más tarde, me senté en la sala de espera. Revisé mi móvil y pasé de todos. Tenía en mente el hecho de que Pedri me pidió hablar. Pero no sabía si estaba lista para verlo. Me daba vergüenza luego de lo de Manú.
Y hablando de él, no podía dejar que se saliera con la suya. Mientras esperaba, estaba pensando seriamente en qué podría hacer. Si la autoridad no podía hacer nada, lo haría yo misma. Podía subir un video a mis redes sociales, explicando todo lo que vi y tal vez así, le de voz a las demás chicas. Sé que podía llegar a ser imprudente al no tener ninguna prueba, pero yo sé lo que vi... Además, si hablaba con Valeria, quizá ella... sepa algo.
El ambiente estéril y el sonido del aire acondicionado resaltaban mis pensamientos. Cuando finalmente me llamaron, entré en el consultorio y me senté frente al médico, intentando mantener la calma de lo que me atormentaba.
—Bueno, Carla, los resultados de tu revisión están listos —dijo el ginecólogo, con una sonrisa—. Y hay una noticia...
Lo primero que pensé es que había detectado algo grave y me iba a decir que me quedaban pocos días de vida. Pensé lo peor y al escuchar la gran noticia sentí cómo el suelo desaparecía bajo mis pies. La sangre dejó de circular y un fuerte puñetazo me quitó el aire de los pulmones.
—¿Embarazada? —repetí, incapaz de procesar la información.
—Embarazada —afirmó el doctor, como si fuera una de las mejores noticias del mundo, pero no lo era. Claro que no.
¿Acaso esto era mi karma por juzgar a Ester?
—Pero... ¿cómo...? —Mi mente estaba en blanco, llena de confusión y miedo. Pensando en mi vida, pensando en lo mala persona que era, en lo poco responsable, en que maté a mi pez dorado, ¿cómo podía tener un bebé?
El último mes, yo... Yo no había... Yo... ¿Cómo se tiene un bebé?
El doctor esbozó una sonrisa paciente, quizá ya se le había hecho costumbre darles las buenas nuevas a niñas asustadas como yo.
—Bueno, Carla, no creo que necesite explicarte cómo se crea un bebé. Y déjame decirte que no lo trae precisamente una cigüeña.
Sentí mis mejillas arder de vergüenza.
—Claro, yo... lo sé. Es solo que... —balbuceé, incapaz de formar una oración coherente—. Usted me dijo que el parche era un anticonceptivo seguro... Joder. Tengo 18... Yo...
Las lágrimas y el caos en mi mente no me dejaron acabar. Debía de ser una pesadilla.
El doctor suspiró y asintió comprensivamente, no era nada comprensible. Claro que no, yo no quería un bebé. Yo no...
—Entiendo tu frustración, Carla. El parche es un anticonceptivo muy eficaz, pero ningún método es 100% infalible. Hay casos raros en los que puede fallar, y parece que tú has sido uno de esos casos excepcionales.
Sacudí la cabeza, todavía incrédula.
¿Acaso esto era una lección de Dios?
¿Hay una cámara escondida?
Saldré en el TikTok del doc, con el "pov le hago creer a mi paciente que está embarazada".
—Pero, ¿cómo es posible? Lo he usado correctamente todo el tiempo.
Ya estaba llorando mientras escuchaba al doctor explicarme todas las maneras en las que el parche pudo perder su eficacia. Decía tanto y yo solo me repetía "Estoy embarazada".
—Entiendo que esto puede ser un shock —dijo el doctor con voz calmada—. ¿Recuerdas cuándo fue tu último periodo?
Intenté recordar, pero mi mente era un torbellino. Sí, ya de por sí era de esas tías que sabía que le vendría el periodo cuando le daban antojos y muchas ganas de llorar.
—Eh... hace... creo... Había estado menstruando cada mes, lo juro por Taylor Swift —Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras trataba de comprender la situación.
Estaba embarazada.
El doctor me miró con paciencia.
—¿Cómo era el sangrado, Carla?
—No era como siempre... Era más ligero y duraba menos. No le tome mucha importancia... Yo... estaba comiendo mal...
Yo pensé que era por mis desarreglos al comer. Comida chatarra, helado y alcohol.
El doctor asintió con comprensión y me tendió un folleto.
—Eso puede ser un signo de embarazo. A veces, durante el embarazo, se puede experimentar un sangrado ligero que...
Un pitido junto a mi voz recordándome que estaba embarazada era lo único que escuchaba.
¿Qué se supone que haría?
Debía de ser un error.
—¿Y si es un error?
—Está bien, vamos a hacer un ultrasonido para confirmar todo y ver cuántas semanas tienes.
El cuerpo me temblaba y todo yo era un cubo de hielo. Ni siquiera sé cómo fue que me puse de pie y me recosté en la camilla. Solo sabía que tenía mucho miedo.
Cerré los ojos cuando un gel frío en mi vientre me hizo dar un escalofrío.
—Relájate —Pidió el doctor, moviendo un aparato sobre mi vientre.
Relajarme era lo último que podía hacer, pero cuando el latido de un corazón llenó la habitación, el aire volvió a mis pulmones, dejé de temblar y sentí una calidez que me envolvió.
Me voy a desmayar.
—Ahí está —dijo el doctor con una sonrisa—. Parece que estás de unas...
Sus palabras apenas se registraron en mi mente. Estaba en shock, incapaz de procesar lo que estaba pasando. Miré la pantalla, y vi la pequeña figura moviéndose dentro de mí, pero no podía conectar con la realidad de la situación. Estaba embarazada y no era un frijol.
Joder.
—Carla, ¿me escuchas? —La voz del doctor era suave, tratando de captar mi atención.
Asentí lentamente, aunque no estaba segura de haber comprendido todo lo que había dicho.
—Sí, lo siento, es que... no esperaba esto.
—Es comprensible —dijo el doctor—. Tómate tu tiempo para asimilarlo. Aquí tienes las imágenes del ultrasonido y unos folletos con información sobre el embarazo. Si necesitas hablar con alguien o tienes alguna pregunta, no dudes en llamarme.
Me levanté de la camilla, aún sintiendo que todo era irreal. Tomé las imágenes y los folletos, agradeciéndole al doctor antes de salir del consultorio. Mientras caminaba hacia la salida, las palabras "Estoy embarazada" resonaban en mi mente una y otra vez, cada repetición haciendo que la realidad se asentara un poco más.
Mis pensamientos solo eran "Estoy embarazada" lo demás había desaparecido. Aún estaba en la clínica y cuando crucé un pasillo, me encontré con un ventanal que reflejaba mi aspecto. No tenía nada de barriga de embarazada. Sí, mamá decía que estaba en el peso y figura perfecta.
La risa de un bebé me hizo dejar de mirarme y miré hacia un lado del pasillo, donde una pareja con un bebé reían entre los tres. Luego había una pareja sentada esperando a ser llamados; se veían algo mayores, quizá entre sus 28 y 30 años, tenían una sonrisa y el esposo acariciaba el vientre de su esposa, la miraba con cariño y un amor envidiable.
¿Me han mirado a mí así?
Mi mente en blanco sufrió un tsunami de preguntas sin respuestas.
"¿Qué voy a hacer? ¿Cómo voy a decirle a Pedri? ¿Y mis padres? ¿Cuántas semanas tenía? ¿Quién era el papá?"
Estaba segura que el doctor me lo había dicho, pero mi mente no lo recordaba.
¿Cuándo fue la última vez que tuve relaciones con Pedri? Lo recordaba a la perfección, fue una noche inolvidable, la misma noche en la que todo se derrumbó.
También había tenido relaciones con Manú y me rehusaba a que él fuera el papá; además, con él solo fue una noche y utilizamos protección. Era imposible.
El padre era Pedri. El padre era Pedri y lo confirmé al leer cuantas semanas tenía en el ultrasonido que me hicieron.
Pedri era el padre. Joder, seríamos padres.
Joder, tengo 18.
Le pondría Taylor.
Joder, mis padres van a matarme.
Tendría una bonita familia.
Joder, tengo miedo.
Salí de la clínica a la vez que sacaba mi móvil y le escribía a Pedri.
Me:
¿Podrías pasar por mi?
Necesito decirte algo.
No tardó en contestarme y eso me tranquilizó.
Pedri👶🩷:
Claro
¿Dónde estás?
Me:
Te mando la dirección en unos minutos.
Caminé por un par de minutos y luego le mandé la dirección. Había caminado hasta una tienda que tenía un estacionamiento donde Pedri podía pasar sin ser visto. Entre a la tienda y compre una botella de agua junto a unas galletas que me provocaron.
Volvieron a darme muchas ganas de llorar cuando recordé que últimamente no había cuidado de todo mi salud, había bebido alcohol, mucho alcohol, no había comido del todo sano y lo único que había hecho era haber estado tirada en mi cama sufriendo por su papá. Acaricié mi vientre y le susurré un lo siento.
Debía de cambiar varios aspectos de mi vida.
¿Sería niño o niña?
Joder, debía de decírselo a Valeria y así ella también se embarazaba y tendríamos a nuestros bebés en el mismo año. Sería asombroso.
Mientras esperaba a Pedri, mi mente comenzó a divagar, imaginando un futuro con mi bebé y Pedri. Imaginé a Pedri sosteniendo a nuestro bebé en sus brazos, sonriendo con orgullo. Lo vi enseñándole a patear un balón, riendo juntos en un parque. Las risas y los gritos de alegría llenaban el aire mientras Pedri corría detrás de nuestro pequeño, ambos disfrutando del momento.
Podía vernos en nuestra casa, decorada con fotos de nuestra familia. Imaginé a Pedri ayudándome a bañar al bebé y su expresión de ternura mientras sostenía con cuidado el pequeño cuerpo mojado. Veía las noches en las que nos sentábamos juntos, mirando a nuestro bebé dormir, sintiendo una paz junto a un amor que creció más entre nosotros.
Soñaba con los momentos cotidianos, como preparar el desayuno juntos (aprendería a cocinar) y llevar al bebé en su cochecito mientras caminábamos por el parque. Imaginaba las conversaciones sobre su día en el campo de fútbol y las anécdotas sobre nuestro hijo creciendo y aprendiendo nuevas cosas cada día.
En mi mente, todo parecía tan perfecto, como una escena sacada de una canción de Taylor Swift. Una vida llena de amor, risas y pequeñas complicidades que hacían que cada día valiera la pena. Podía vernos en un futuro.
Salí de mis pensamientos cuando escuché una voz familiar llamarme, miré al frente y sonreí al ver a Pedri bajando de su coche.
Se acercó a mí y me saludó con un beso en la mejilla. Sus labios en mi piel hicieron acelerar mi corazón, su perfume quedó grabado en mi mente al igual que el brillo de sus ojos al verme.
—Hola.
—Hola... —Me tendió un ramo de tulipanes que ni siquiera había notado—. Para ti.
—Oh, gracias —Olí las flores y cerré los ojos por unos segundos.
«¿Cómo se lo decía?» me pregunté.
Pedri me abrió la puerta del coche y yo entré con mero cuidado. Una mano mía en mi vientre y dejé de tocar cuando él entró al coche.
—¿A dónde quieres ir? —preguntó.
Me encogí de hombros; la verdad, solo quería decirle sobre nuestro bebé y acabar con todo.
—Venga, te llevaré a un lugar.
Puso en marcha el coche y, al igual que la radio, íbamos escuchando Taylor Swift mientras yo miraba por la ventana, practicando en mi mente las palabras que le diría. De vez en cuando acariciaba mi vientre para comprobar que todo estaba bien, que no estaba sola.
El olor salado en el aire y la brisa me hicieron saber que estábamos en la costa. Pedri detuvo el coche y se bajó rápido para abrirme la puerta.
—En verdad no es necesario —dije al verlo; me estaba tendiendo su mano para ayudarme a bajar y ante su sonrisa yo caí en su encanto—. Gracias.
Corría una brisa que me puso la piel de gallina al bajar del coche. Pedri me sujetó de la mano y cerró la puerta detrás de mí a la vez que le daba las llaves del coche a uno de los trabajadores.
Lo reconoció, al igual que el resto de personas que nos veían al pasar por el restaurante. Sus miradas puestas en nosotros y en nuestras manos entrelazadas.
Era lo que quería hace un par de meses, pero en este momento solo quería un respiro de privacidad.
Le solté la mano y le sonreí para comunicarle que todo estaba bien. Pero no quería que se me quedaran mirando por ir de la mano con un futbolista que por meses me tuvo en secreto, no ahora.
Nos detuvimos en una terraza. Era privada con vistas a la playa, un lugar tranquilo y apartado donde podíamos hablar sin interrupciones. El sonido de las olas rompiendo contra la orilla creaba una atmósfera serena. Sentí un nudo en el estómago, lista para decirle la verdad sobre nuestro embarazo, pero Pedri comenzó a hablar primero.
—Onditas, antes de que digas nada, necesito pedirte perdón —Su voz estaba cargada de sinceridad y arrepentimiento—. Lo que te hice, mantenerte como un secreto, no fue justo. Tú no te lo merecías.
Lo miré, sorprendida por sus palabras.
—Pedri...
—Déjame terminar, por favor —interrumpió, sus ojos buscando los míos; me tomó de las manos por encima de la mesa—. Todo lo que le dije a mi hermano sobre que eras un pasatiempo fue una mentira. Tenía miedo... Miedo de cómo afectaría mi carrera, miedo de lo que la gente diría. Pero, sobre todo, miedo de cómo te afectaría a ti. Y por eso te pido perdón, porque la cague y la embarre arruinando lo nuestro. Y en verdad quiero arreglarlo, como tú quieras, Carla —Guió cada una de mis manos a sus labios y depositó un beso—. Si quieres podemos ir poco a poco...
Sentí que las lágrimas comenzaban a llenar mis ojos.
—Yo también tengo que pedirte perdón —dije, con la voz temblorosa—. Fui demasiado imprudente y actué sin pensar. La foto que publiqué de nosotros... y acostarme con Manú... No sé en qué estaba pensando. Estaba tan herida y confundida.
Pedri tomó mis manos entre las suyas, su toque cálido y reconfortante.
—Ambos cometimos errores.
—Era verdad cuando dijimos que no éramos buenos en esto.
—Eso no cambia lo que siento por ti. Siempre has sido más que un pasatiempo para mí. Lo has sido todo.
Había cercanía entre nosotros, una complicidad que nunca se había perdido del todo. Sus ojos reflejaban el amor que sentía por mí, y en ese momento, todo lo que había pasado parecía desvanecerse.
Miré a lo lejos y vi a una familia paseando por la playa. El padre llevaba a un bebé en brazos mientras la madre sonreía y señalaba algo en el horizonte. El bebé reía, y la escena me llenó de una mezcla de esperanza y nerviosismo.
Era el momento de decírselo.
—Mira, Pedri —dije, señalando a la familia—. Se ven tan felices, ¿no crees?
Pedri siguió mi mirada y sonrió al ver lo mismo que yo.
«Imagínate... algún día, nosotros también podríamos tener algo así.»
—En un futuro me gustaría tener una familia —dijo con una sonrisa y dejó de mirar lo mismo que yo miraba.
Dejé de mirar y sus palabras me dieron esperanza, pero la palabra "futuro" me dio un nudo en mi estómago. Sabía que Pedri estaba enfocado en su carrera y que un hijo no era parte de sus planes.
—Sí, yo también... —empecé, pero no pude seguir. La realidad se imponía, y mi mente no dejaba de repetir que los sueños no siempre se alinean con la vida real.
No era el momento adecuado de decírselo. Ni siquiera lo asimilaba yo... ¿cómo podía decírselo?
Nos quedamos en silencio, observando las olas romper en la orilla, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. Después de un rato, decidimos pedir algo de comer. La conversación cambió de tono, y comenzamos a hablar de cosas más cotidianas.
—El Mundial está a la vuelta de la esquina —dijo Pedri, con un brillo en los ojos—. Me encantaría que estuvieras allí.
Me quedé callada y jugué con la comida sin saber que contestarle.
—Me encantaría estar allí —respondí, tratando de sonar entusiasta—. Pero...
—¿Podemos volver a intentarlo? —me preguntó quitando toda excusa de mi boca.
—Yo...
Bajé la mirada e inconscientemente sonreí. Todo estaba yendo bien, salvo que debía decirle de nuestro bebé y no tenía ni idea de cómo comenzar.
—Lo entiendo... —dijo con compresión, pensando que sabía lo que pasaba y lo que quería.
Realmente lo quería, pero estaba 100% segura de que él no sabía lo que me pasaba.
Aun así me sentí aliviada al escucharlo y ver la determinación en su rostro, sintiendo que él lucharía por mí, que no importaba el camino largo, que lo haría por mí y por primera vez yo tendría mi confesión de amor.
Cuando terminamos de comer, Pedri se ofreció a llevarme a casa. Pero, sintiendo la necesidad de un poco de espacio para procesar todo, le dije:
—No te preocupes por mí. Puedo tomar un taxi.
—Que va. Yo te llevo.
—No te preocupes, en verdad.
—¿Estás segura? No quiero que te sientas incómoda.
—Sí, estoy segura —respondí con una sonrisa—. Te escribo cuando llegue.
Pedri asintió, y antes de irse, me dio un suave beso en la mejilla.
—Gracias por escribirme.
—Gracias por venir —Le devolví el beso, sintiendo mariposas en mi estómago.
Cuando se iba a apartar, mis labios buscaron los suyos. Fue un movimiento natural, casi instintivo. Nuestros labios se encontraron en un beso lleno de cariño y esperanza, un beso que hablaba de promesas y anhelaba un para siempre.
Nos quedamos así por un momento, disfrutando de la cercanía y el amor que aún existía entre nosotros. Cuando finalmente nos separamos, nuestras frentes se tocaron, y ambos sonreímos, sabiendo que a pesar de todo, estábamos dispuestos a intentarlo.
Nos despedimos con una última mirada, y mientras me alejaba, sentí que, de alguna manera, todo iba a estar bien.
Todo iba a estar bien.
Encontraría la forma de decírselo.
Ya en el taxi acaricié mi vientre y con mi otra mano toqué el relicario de corazón.
Decidí llamar a Valeria y pedirle reunirnos lo más antes posible, debía de darle las buenas nuevas e ir planeando el baby shower los nombres y convencerla de que también tenga un bebé.
No me contestó, y yo estaba tan emocionada que le mandé un mensaje.
Me:
Hola
Serás tía
Estoy embarazada
🤰🏼🩷💛
Pd: no se lo digas a Champiñón.
Guardé el móvil y miré por la ventana, viendo a la ciudad pasar. Llegué a mi casa, pensando en cómo decirle a Pedri, en cómo decirle que lo íbamos a resolver y que era algo nuevo para los dos, pero que lo haríamos juntos y sería asombroso porque era de los dos.
Todo pensamiento positivo se acabó cuando llegué a casa y me encontré con mis padres en la sala, planificando el viaje que en la mañana decidimos tomar.
Pensé en mantenerlo para mí sola, pero estábamos hablando de mi bebé y la felicidad de la mañana me hizo creer que me apoyarían. Ellos me apoyarían.
—Cariño, mira este maravilloso hotel —Mamá me enseñó su ¡pad
—Está muy bonito —dije y me aclaré la garganta.
Ya se lo dije a Valeria que era como mi hermana.
Se lo diría a mis padres.
Y luego se lo diría a Pedri.
Y todo estaría bien.
Todo estaría bien.
—Mamá, papá, tengo algo que decirles —comencé; mi voz empezó temblorosa y luego decidida. Mis padres alzaron su mirada y me prestaron atención—. Estoy embarazada.
Mi madre llevó una mano a su boca, sus ojos llenos de sorpresa y preocupación. Mi padre, en cambio, se levantó bruscamente, su rostro rojo de furia.
Fue un error decirles.
—¿Te estás escuchando?
—No bromees con eso, Carla —Mamá se puso de pie e intentó tranquilizar a mi padre—. Está bromeando, cariño. Carla es inteligente. No echaría su futuro a perder.
Ni siquiera mire a mamá. Solo tenía ojos para papá, que me sostenía la mirada y en sus ojos iguales a los míos supe que lo había decepcionado. Otra vez.
—¿De quién es? —rugió, acercándose a mí—¡¿De quién cojones es?!
Temblé bajo su grito y su presencia.
—Pedri —susurré con la voz quebrada.
Apenas respondí, sentí la bofetada ardiente en mi mejilla. El impacto me hizo tambalearme, llenándome de dolor y humillación.
—Papá... —murmuré, con lágrimas en los ojos.
—¡No me digas así!
Alzó de nuevo su mano para volver a abofetearme, pero mamá se interpuso entre los dos.
—Basta, por favor —Noté la quebradez de su voz y sus brazos, envolviéndome y diciéndome que me levantara.
Me había caído del susto.
—Lo vamos a resolver —susurró mi madre para mi—. No te preocupes cariño.
—¡Claudia! —gritó mi padre llamando a la señora de los quehaceres, quien vino rápidamente a órdenes de mi padre—. Hazle las maletas a Carla.
Pronuncio mi nombre con desprecio, que no tarde en llorar y querer esconderme en el pecho de mamá.
—Me encargaré de este puto problema —dijo mi padre, con una frialdad que me heló hasta los huesos.
—Mamá, por favor... —susurré suplicante y temerosa al escuchar a papá, ¿Cómo se encargaría del problema?—. Papá...
Xoxo. Holiiii 🤭
Bueno antes que nada quería decirles que esta idea estuvo desde antes de que empezara a escribir la historia jsjsjs y cuando la escribí, muchas veces pensé en cambiarla y más porque lleva a otro lado de la historia que no puedo decir sjjsjsjs
A decir verdad me carcomí la cabeza porque no sabía si era lo adecuado y mayormente porque a mi en particular no me gusta cuando terminan con hijos y casados y felices forever comiendo lombrices. No me mal entiendan, obvio que amo esos finales, pero no cuando pasan porque sí, así que me debatía entre hacerlo o no hacerlo y mayormente creo que me demoré en escribir esta historia por esta idea porque literalmente un día me decía, "lo haré" al otro día "no lo haré" y también con otras ideas que no diré 😶. Y bueno al final llegué a este punto 🤭
¿Se lo esperaban?
Bueno ¿Qué creen que pasará?
Antes de que juzguen a Carla, diciendo que debió de decírselo, que es el principal problema que no hablen. Sabemos que es el principal problema, pero en esta situación la pobre anda asustada. Ni siquiera lo acepta ella misma y con el último mes que ha pasado pues es normal que tenga más miedo porque sabe que no está en un buen momento con Pedri.
Y bueno han hablado, se han dicho todo lo que tenían que decirse y el plan es ir poco a poco (con la bendición ya incluida 🤣)
Capítulo 45, son 48 capítulos ¿Qué creen que pasará?
Dejaré una cajita en instagram donde los leeré y responderé. Vayamos a socializar 😋😋😋
Estos capítulos se vienen con más intriga, yo de ustedes empezaría a votar de ya para ganarme un maratón bien jugoso 🤭
+750 (2 capítulos | sábado y domingo)
+850 (3 capítulos | viernes, sábado y domingo)
Si veo que interactuan mucho subo el epílogo el mismo domingo.
Los subo cada día porque si los subo el mismo día después nunca votan, ni comentan y estoy en semana de regla y su falta de interés me hacen sentir fatal. Y ya estamos a finales de la historia, no quiero acabarla con lágrimas de pensamientos feos 🥲 así que I'm just a girl con síndrome del impostor siendo intento de escritora 😃😋
Esta en su decisión leer 😁
Besos, hablamos por instagram
Recomienden la historia
🩷🤝💛
Dejen posibles nombres para el baby
(Rosi lo manifestó)
Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12
║▌│█║▌│ █║▌│█│║▌║
© a n c o v i 1 2
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top