Capitulo X
Narra Argentina:
Si, ya sé que estarán pensando con respecto a lo último que dije.
Le había dicho que iba a ir a su casa después del partido, ¿Porqué? Porque quedamos en hacer un asado para el medio día con los pibes, y pasa que él prestó la casa, obvio yo no presté porque esta todo desordenado y cualquiera va a caer ahí sin invitación. A no ser que tenga un chip en el centro del ojete para que todos sepan donde estoy en todo momento y caiga alguien que no quiera ver en mitad del asado.
Igual, iba a ir de todas formas ya que, yo soy quien cocina y porque asado es asado, y menos voy a faltar si vamos a estar con los muchachos.
Reiterando, mientras les estaba dando el contexto de la situación, el flaco ya me dio vuelta el partido. La manera en la que se activo apenas le dije que no iba a ir. No me termino por repasar, dejó el marcador empatado y cada que quería ir a hacer un gol, venía y me defendía como si su vida dependiera de eso, y en ningún momento se dedicó a ir a atacar a mi portería.
Si no me hace gol, yo lo hago, después le digo que era todo mentira y que si voy a ir.
Narrador:
Argentina se mantuvo en su posición de delantero, mientras que el otro sudamericano se mantenía en posición de defensa.
Pensó varias formas de pasar su defensa y anotar un gol, y se le ocurrió ir a lo bruto. Se preparó y se echó a correr hacia la portería del de rastas, quien respondió a su acto corriendo en su dirección para intentar arrebatarle la pelota, y prediciendo la maniobra de Brasil intentó chocar contra él para "aturdirlo" pero sucedió todo lo contrario. No había tomado en cuenta la fuerza que podría poner el de tez oscura para evitar su avance y en vez de aturdir a su rival, sólo logró que él mismo se aturdiera y cayera sentado en el suelo.
— Uh... para que me deje viendo estrellas—. Puso una mano sobre su cabeza mientras se ponía de pie, siendo ayudado por el brasilero.
— Isso e falta... ¿Que queria fazer Argentina?—.
— Y quería como empujarte para pasar y hacer gol, pero no me salió—.
— Por querer jugar sucio contra mim—.
— Bue, como si todos los partidos que tuviste no los ganaste gracias a la pantallita trucha del VAR—. Se acomodó su cabello y se fijo la hora.— ¿Nos vamos yendo? Ya viene a ser hora del asadinho—.
Movió la cabeza en señal de afirmación, el rubio agarró la pelota y ambos se fueron en dirección a la casa del más alto.
En el camino conversaron algunas que otras cosas, alguno de esos temas era sobre el próximo mundial que se daría a fin de año, y a pesar de la rivalidad que conservan desde hace siglos, se deseaban lo mejor. De paso, Argentina sugirió pasar a comprar unas bebidas y algunas papas fritas para comer en lo que se hace el asado.
[ . . . ]
Al llegar a la residencia del brasilero se encontraron en la entrada con cuatro invitados conocidos como Paraguay, Uruguay, Colombia y Bolivia. Parecían estar esperando desde hace rato, excepto Paraguay, quien parecía haber aparecido momento antes que los dos más altos presentes.
— ¿Dónde estaban parce? Los estábamos esperando desde hace 30 minutos—.
— Hablá por vos Colombia, que vivís como a una hora de acá—. Contestó el uruguayo cruzado de brazos.
— Tampoco para tanto flaco, tuvimos que pasar a comprar unas cosas y el kiosco más cercano de la casa de la palmera de Brasil queda como a diez cuadras—.
— Não es culpa mía vivir lejos de las tiendas—. Respondió el de tez oscura abriendo la puerta de su casa, dejando pasar al resto de sudamericanos.
Uruguay y Argentina se fueron directamente al patio a prender el asador para ya ir poniendo la carne, Paraguay ayudaba a Bolivia a poner la mesa y Colombia con Brasil estaban llevando los parlantes al patio para la música.
Mientras preparaban las cosas iban llegando algunos países más, como Ecuador, Chile, Venezuela, Perú y de invitado extra cayó México.
Era una mañana tranquila, tal vez ruidosa para los vecinos por la música y las discusiones amistosas que se llegaban a armar.
— ¿Cuándo va a estar?—. Se acercó un curioso y hambriento uruguayo al argentino quien tomaba fernet con coca cola.
— Ya sale, no desesperes—.
— Se entiende que querés hacerte el genio master chef, pero no es el momento—.
— No me jodas que si no, no probas bocado—.
— Bueno, bueno...—. Estaba a punto de irse hasta que recordó la situación por la que estaba pasando su hermano, con una sonrisa interesada preguntó con disimulo.— Y... ¿Qué onda? ¿Con quién te juntaste estos días?—.
— Eh... no, con nadie—. Mintió piadosamente fijando su mirada en el asado para no delatarse.— Solo salí a tomar algo hoy a la mañana con Alemania—.
— ¿En serio? ¿Solo eso pasó?—.
— Y, no voy a seguir tu "plan" al pie de la letra flaco, aún conservo dignidad... o al menos pienso eso—.
— Ajá si...—. Miró dubitativo al rubio.
— Dale nene, anda a sentarte y deja de meterte en mis cosas—. Lo empujó suavemente en dirección a la mesa.— ¡Vamo' a comer gente!—.
Los presentes fueron de apoco sentándose en diferentes asientos mientras que el argentino servía la comida en una bandeja y la dejaba en la mesa o en las manos de algún país.
Era un almuerzo agradable dentro de lo que podemos considerar el "mejor" comportamiento de cada latino; se presentaban en algunas ocasiones algún que otro debate en la mesa y cada uno siempre buscaba tener la razón en el tema, cosa común y corriente para ellos.
Argentina interrumpió la charla levantándose de la mesa para buscar una gaseosa que quedó en la cocina de la casa.
No era raro que desviará su objetivo a otro, ignorando el hecho de que levantarse de la mesa mientras comen es de mala educación, olvidó lo de la gaseosa y fue a ver su celular que dejó cargando encima de una mesita de luz de la sala. No pensaba en que estaba siendo acompañado sin su consentimiento y hasta olvido la situación en la que había estado con este país.
No hacia más que ver algunos mensajes mientras tarareaba una canción de Chayanne que había pasado por los parlantes mientras cocinaba, les dejo a ustedes quien habrá sido el que puso la canción.
— Libérate de una vez... ten valor, enfréntate... Provocamé...—. Murmuró una parte de la letra de la canción, y mientras mordía su labio en inconsciencia se terminó por lastimar debido al susto que se dio al sentir que alguien lo abrazaba por su espalda, rodeando su cadera con sus brazos.
— O qué estás fazendo Argentina?—. Apagó el celular rápidamente y lo volteó contra la mesa, estampando la pantalla sobre la madera con algo de fuerza.
— ¡Brazuca! ¿No que estabas afuera con los chicos?—.
— Oh sim, lo que pasa es que vine hace um instante para buscar algo en mi habitación—.
— Ah ya... bueno, eh, ¿me podes soltar? Tengo que llevarles a los chicos la gaseosa a la mesa—.
— Mmm... ¿Por qué debería?—.
— Por que no va a pasar nada de lo que te estás imaginando ahora—. Sonrió con tranquilidad, no hacía falta ponerse nervioso y reaccionar de mala manera — a pesar de que quería irse y evitar el momento incómodo con Brasil— con solo mostrar serenidad y negarse de buena forma lo dejará en paz.
— ¿Cómo sabe você lo que estoy pensando?—. Pregunto con una sonrisa traviesa, tomando lo dicho por el argentino con un segundo sentido. El de piercings se maldijo a si mismo, no había pensado que su acompañante tuviera una mente tan perversa.
— Qué tarado que sos—. Soltó una risa, intentaba mantener una confianza de amigos para que no se pasara de listo y estaba logrando mantener la situación a raya, ahora faltaba librarse de su agarre.— Dale flaco, si nos quedamos más tiempo acá los otros van a agarrar y van a decirnos de todo—.
— Não é melhor para nosotros?—. Esa pregunta era una pequeña alerta de lo que podía pasar.
— ¿Cómo? ¿En qué sentido?—.
— Nadie se meterá com você e ambos estaremos tranquilos juntos—. Esa respuesta no fue del agrado del argentino.
— ¿No provocaría lo contrario? onda, ¿no nos joderían mucho más al hacer rumores de ese tipo?—. Se puso a pensar todo tipo de excusas. "Tal vez hacerle la psicológica funcionará" pensó, queriendo que funcione.
Dejó pensando al de mayor estatura ¡Funcionó! Ahora debía irse de ahí y volver afuera sin que el segundo lo siguiera, para no causar disturbio para él.
— ¿Ves? No lo pensaste así, negrito. Ahora mira, soltáme, vuelvo al patio con los chicos y vos salís más tarde que yo para que no sospechen, obvio si vas afuera—. Agarro con suavidad sus brazos y con facilidad lo alejó, por lo menos esto demostraba que la violencia nunca es la solución.
Estaba a punto de irse pero sintió una fuerza sujetar su cintura y pegarlo al cuerpo del segundo, quien ni lento ni perezoso llevó sus manos por debajo de la camiseta de YPF del sudamericano. Al parecer, no logró vencer la necesidad del brasilero. "Tranquilo, solo debes evitar caer en la red y ser comido por la araña. ¡Todo saldrá bien!" o por lo menos eso quiso pensar.
— Brasil... tranquilizate, pensá un poquito por lo menos lo que estás haciendo—. Intentó alejar de vuelta sus brazos, pero el contrario impuso resistencia.
— Lo pensé... y estou seguro de hacerlo—. Susurró acercándose al cuello del rubio, quien reaccionó arqueando su espalda y posicionando una de sus manos sobre su cintura y la otra sobre su brazo en un intento de alejarlo.
En ese momento Argentina pensó que no habría forma de evitar lo que él pensaba que iba a ocurrir, hasta que vio una sombra asomarse por el arco que divide la cocina y la sala, por el miedo a que ambos sean vistos en ese momento hizo que dejara de ser amable con el brasilero. Golpeó ligeramente el costado del abdomen de su contrario, logrando que dejara de imponer fuerza sobre su brazo que estaba debajo de su camisa, aprovechó ese momento y alejó rápidamente su extremidad de su cuerpo.
Brasil estaba por quejarse hasta que Argentina puso su mano en su boca y le señaló el lugar en donde se encontraba la aproximante sombra, prendió su celular y fingió estar viendo algo interesante, consiguiendo también que Brasil finja que estar viendo el celular.
Del arco se asomó ni más ni menos que Uruguay con Paraguay, que venían en busca del hermano del primero que no había vuelto a la mesa.
— ¿Qué estaban haciendo?—. Preguntó el paraguayo.
— No volviste más con la gaseosa Arge... a la próxima te quedas en la mesa por que si no te distraes y quedas en otra—. Añadió el uruguayo cruzado de brazos, aunque ya se daba una idea de lo que pudo haber pasado, y más viendo a un lado al de habla portuguesa.
— Y bueno, nos enganchamos viendo unos partidos y bueno... se me olvidó regresar—. Sonrió para verse convincente.
Paraguay le creyó pero Uruguay tenía sus dudas, como buen hermano que es, no se olvidaría de preguntarle que pasó en realidad.
— Bueno, aparte de venir a buscarte, queríamos saber si te vas a quedar o vas a volver ahora con nosotros, como quedamos de paso por tu casa—.
— Ah, no no, me voy con ustedes—. El brasilero miró con desgano al argentino, pensaba que iría a quedarse por lo menos un tiempo más.
— Ah dale, te esperamos afuera... vamos Paraguay—. Le dio un pequeño golpe en el brazo al de pelo café, quien lo siguió por su espalda a la salida de la casa.
Apenas desaparecieron de la sala, los dos sudamericanos suspiraron aliviados.
Argentina apagó su celular y lo guardo en su bolsillo, y estaba por irse detrás de los otros dos países pero un golpe suave en su hombro lo hizo dar vuelta, encontrándose con la mirada de decepción de su compañero.
— No me mires así, vos sabías que no era lugar ni momento para eso—.
— Não es isso, você podía elegir quedarse mas você prefirió irse—. Se cruzó de brazos molesto.
— Flaco, yo también tengo cosas que hacer, no ando durmiendo todo el tiempo—. En realidad, si se la pasa durmiendo, siquiera terminó el texto que la ONU le mando a realizar para la próxima asamblea general.— Mira, si te parece otro día vengo o vos vas a casa y listo, dejas de hacerte el caprichoso—.
— Eu não sou caprichoso—.
— Si lo sos, lo suficiente como para parecer que aún seguís siendo un nene de 10 años—. Rio con ligereza al ver que el "capricho" del brasilero aumentaba al notar que él evitaba mirarlo. Rodó sus ojos y se acercó a él, logrando que lo vea por lo menos de reojo y que se sonroje un poco. Puso sus manos sobre sus mejillas y le plantó un beso.
Al separarse, ambos se quedaron viendo a los ojos en completo silencio hasta que Argentina desvió el rostro de Brasil de forma juguetona.
— Y después decís que no sos caprichoso—. Le dio un golpecito en el pecho y se alejó, yéndose en dirección a la salida.
[. . .]
Mientras caminaba con el paraguayo y el uruguayo iba viendo su celular, observando los mensajes que tenía en cada chat hasta que por interés abrió uno que era reciente.
"Bueno, lo golpeé la primera vez que lo vi... capaz darle una oportunidad no sea tan malo"
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Bueno, acá terminó el episodio y ya sabrán quien sigue después.
Quería que este episodio sea el que esperaban pero bueno, no me vino ninguna idea y la primera idea no daba porque quedaba medio "tóxico".
Espero les haya gustado y me despido
Besos y abrazos
2323 palabras.
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