Capítulo V
Mark
Cerró su casillero con con rapidez, disipando con éxito el impulso de hacerse daño por quinta vez consecutiva en las últimas veinticuatro horas. Era extraño, pero había intentado seguir el consejo de Yuta en la medida de lo posible, aunque no pudo evitar arrancarse la costra del labio inferior mientras venía de camino a la escuela.
Llenaba su cabeza con estudio de todas sus materias, quería que pocas cosas más ocuparan su atención, pero la ausencia de cierta persona con larga cabellera castaña se había colado entre sus pensamientos. Se sentía conflictuado: primero se le plantaba de la nada y declaraba que quería volverse su amigo y alejarlo de sus dañinos comportamientos ¿Y ahora no se aparecía por ningún lado? Tenía que ser algún tipo de broma a falta de algo mejor que hacer. No sabía decir si le aliviaba o le molestaba. Lo mejor para su temperamento sería hablar con él por lo menos una vez más, tenía que evitar marearse.
En la ruta a su clase de chino pasó por el salón de música y de nuevo contempló la idea de volver a practicar con la guitarra. Antes le había interesado volverse un buen guitarrista como pasatiempo, pero una buena mañana de hace más o menos cuatro años simplemente se olvidó de que existía dicho instrumento, y después de los oscuros sucesos de los últimos tres meses no se había tomado un momento más para considerarlo. Había un letrero sobre la puerta en el que se anunciaban lecciones gratis de una hora después de clases durante un mes, empezando la siguiente semana; para alguien cómo él que sólo requería reencontrarse con la guitarra era más que suficiente. Taeyong siempre lo esperaba en casa antes de las tres y se aseguraba de ello con una llamada, pero con esto no pondría ninguna pega, quizás hasta lo felicitaba por la decisión.
Pasaría por la página de la preparatoria esa misma tarde para realizar su inscripción.
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Yuta
Con diferencia su peor día había sido ayer, no pudo levantarse de la cama hasta las diez de la mañana, era como si su cuerpo pesara el cuádruple de lo normal y su cabeza dolía como si le estuvieran dando golpes con varios pequeños martillos. El dolor del brazo también atacó durante la noche y había logrado dormir sólo por cinco horas. Hoy se sentía como si tuviera resaca (al menos suponía que así se sentía la gente que la tenía, ya que nunca había bebido).
No podía decir cuánto odiaba lo impredecible de su condición. Un día estaba bien, al siguiente sólo le daban pinchazos, despertaba como si nada y a la mañana siguiente parecía que su último aliento sería dado.
El asunto no acababa allí. Entre todo ese dolor no pudo dejar de cuestionarse lo que había empezado ese lunes por la tarde, algo que no iba a llegar muy lejos. Se suponía que mantenía un bajo perfil por tres razones: la primera y más evidente era ocultar su identidad como lo que los humanos llamaban una criatura sobrenatural, la segunda razón era que no tenía un futuro, ya no más, y si hacía algún amigo iba atener que despedirse inevitablemente. No quería decir otro adiós, no como a Doyoung y desde luego no quería abandonar a nadie como a sus padres, a los que no había visto en meses incluso antes de lo sucedido, de ellos no pudo despedirse y jamás sabría nada de ellos otra vez. La tercera razón era que no quería herir a nadie de nuevo, como a Sicheng. No encontraba una explicación a lo que le había hecho, la única opción que se le venía a la mente era una posibilidad extremadamente rara: a veces los vampiros tenían ataques violentos de hambre, devoraban el alimento que estuviera más cerca hasta que desapareciera, en el caso del Crymlet, o en el caso de los humanos, hasta que estuvieran vacíos. No se había oído sobre aquello en mucho tiempo dentro de la comunidad en la que residía, normalmente se asociaba con alguna anomalía en el vampiro en cuestión, más en su familia esto nunca había pasado. Si podía mantenerse lejos con tal de no arriesgar a nadie lo haría.
Pero ahora había pedido a Mark que lo dejara acercarse, quería que confiara en él, sin ponerse a considerar un segundo que después lo abandonaría sin advertencia alguna, o más funesto todavía: podría acabar con su vida. ¿No sería mejor dejarlo en paz? Su mente estaba hecha jirones.
Aunque hoy asistió a la escuela, no estaba lo suficientemente recuperado y sabía que no aguantaría una sola clase en dichas condiciones. Había escapado al jardín cuando se aseguró de no ser visto, acostado entre algunos arbustos frondosos y flores se recuperó unas horas después. Ahora estaba en una mesa del patio, parecía atado al cuaderno de física ¿Desde cuándo le interesaba tanto la materia? Desde nunca, porque de ser así sus apuntes tendrían algo de coherencia, pero esta estaba desaparecida y su libro estaba subrayado casi en su totalidad. Desde luego que todo esto serviría mucho en el futuro, claro que sí.
Ni bien hubo estampado su cabeza contra las páginas manchadas, percibió movimiento al otro lado de la mesa.
"¿Mueres de agotamiento?"
Ya se había memorizado el sonido de esa voz. Se incorporó.
"Veo que no tuviste la motivación necesaria para seguir con el espectáculo."
"Ni idea de qué estás hablando."
"Mhm. ¿Qué es eso?" Se estiró sobre la mesa para obtener una mejor visión del libro "¿Problemas con la física? No me extraña."
"¿Te divierte?"
"Para nada, pero ahora que recuerdo no has estado en ninguna de las sesiones, ni siquiera la de ayer ¿Así esperas mejorar un mínimo?"
"Bueno, no estaba entre mis planes faltar pero..."
Mark le miró como esperando una excusa válida, no es como si necesitara su aceptación en este caso. Aún así debía ser cuidadoso con sus palabras.
"Ayer tuve un muy mal día ¿Sí? Fue imposible levantarme hasta muy tarde y mi cabeza era un fastidio, hoy lo mismo. Ahora estoy intentando... Bah, no sé ni siquiera qué estoy haciendo."
"Si, eso se nota." Yuta soltó un suspiro y apoyó la cabeza en su mano con frustración. Mark por su lado decidió relajarse un poco, quizá estaba siendo un poco rudo "Mira, no soy el mejor de la clase pero puedo ayudarte un poco" Hurgó en su mochila y extrajo su cuaderno con delicadeza para deslizarlo hasta él "Puedes transcribir mis notas, está todo lo de la semana pasada y algo de ayer. No es la enciclopedia del curso pero creo que te servirá más que todos esos garabatos."
Yuta no dijo nada, se limitó a pasar la mirada del cuaderno a Mark y viceversa, para después tomarlo con timidez y empezar a leer el contenido. Mark tenía una buena letra, pese a que estaba todo bastante resumido, la organización era impecable. Ahora no había pretexto para seguir en blanco.
"Gracias, Mark."
"Devuélvemelo antes de última hora hoy. Es en serio, o te asesinaré."
"No será necesario."
Dentro de unos meses ni siquiera volverás a verme por aquí, o en ninguna parte.
"Más vale que te vea en álgebra." Mark le dio la espalda y se disponía a bajar las escaleras a la parte baja del patio, pero regresó sobre sus pasos con vacilación "Oye."
"¿Si?"
"¿De verdad ibas en serio? ¿Con lo... lo de ser amigos?"
Había algo que le decía que la decisión que estaba tomando no era mala en su totalidad, en el fondo lo sabía y estaba dispuesto a hacerle más caso a esa voz del que se atrevería a admitir. Genuinamente sólo quería asegurarse de que Mark estuviera bien, de que no volviera a hacerse año y verlo de mejor ánimo. Quería hacer algo bueno por él y lo intentaría en el corto tiempo del que dispusieran.
"Lo hago. Lo prometo."
Mark asintió relajando su rostro, Yuta notó que no había nada más que una marca roja de pellizco en su labio inferior, lo demás se veía normal. Quiso sonreír ante aquello.
El resto del almuerzo estuvo transcribiendo las notas, muchos de los temas eran realmente sencillos y la redacción de Mark lo hacía más digerible, aunque no todo pudo ser comprensible para él como era de esperarse. Una vez en álgebra, se sentó al fondo de la clase cerca de la ventana cómo era costumbre. Casi todos los demás estudiantes habían entrado cuando por la puerta apareció Mark, buscando con su mirada a través del salón hasta dar con la suya; vio timidez en su expresión mientras este tomaba aire y posteriormente se dirigía hasta su posición con pasos cortos. No se hablaron después de que Mark se sentara junto a él, la clase comenzó poco después y la incomodidad inicial fue disminuyendo poco a poco. Tras ojear tres veces durante veinte minutos en el cuaderno del otro, el pelinegro susurró "¿Puedes con esto o necesitas ayuda?". Yuta admitió avergonzado que sí, y desde ese momento en adelante le estuvo indicando cuando se equivocaba, o cuando estaba en lo correcto pero se había despistado en un paso anterior. Algunos de sus errores eran tan absurdos que a Yuta se le escapaban varias risitas apenadas y de vez en cuando golpeaba el escritorio con el lápiz, llamando la atención de algunos, incluida la profesora que sólo les dirigió una mirada cargada de reproche. Mark disimulaba su diversión. Durante la clase de historia también se hicieron compañía, y el pelinegro se contuvo hasta el final de la misma para decirle que sus notas eran un auténtico desastre. Yuta no podía negarlo, pero quería dejar de ser tan descuidado respecto a eso, si lo lograría o no ya lo vería. Cuando la última campana de su horario sonó, Yuta siguió a Mark hasta su casillero, esperando mientras este sacaba y guardaba las cosas según lo que necesitaba. Lo acompañó hasta la salida y cruzó la acera con él hasta la parada de autobús. No intercambiaron palabra, pero parecía que estaban un poco más acostumbrados a la presencia del otro.
"Maldición, me olvidaba." Exclamó Yuta atropellando las palabras, sacó el cuaderno de Mark de su bolso y se lo pasó "Ten, no quiero que me asesines." Dijo, burlón "Gracias."
"Ah, no fue nada."
"¿Mañana, tú... me acompañarás otra vez?"
Mark se río corta y suavemente, dejando sus ojos puestos en la distancia por la que ya veía aparecer el autobús. Este se detuvo justo frente a ellos.
"Lo voy a pensar." Dijo y se puso de pie con intenciones de marcharse, pero antes de subir las escaleras se volteó "Hasta mañana."
Ambos sonrieron.
"Hasta mañana."
Yuta suspiró en cuanto Mark se hubo ido.
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Mark
Escuchó el ruido de la puerta principal al abrirse y acto seguido bajó las escaleras, descalzo y con pasos ligeros. Saludó a Taeyong con la mano desde el segundo escalón.
"Hola, Markie ¿Qué tal hoy?"
"Fue... Un día agradable."
"¿De verdad?" El menor asintió "Me da gusto escuchar eso. ¿Quieres que pida una pizza? No he ido a hacer las compras, ¿Conseguiremos alguna?"
"Son las nueve apenas dadas, puede que alcancemos una."
"Bien, llamaré ahora mismo" Taeyong descolgó el teléfono y empezó a marcar el número... ¿Qué pasa? ¿Quieres contarme algo?"
"Te lo diré durante la cena."
"Está bien."
Taeyong pidió la pizza y Mark se sentó en la pequeña sala a esperar su llegada, mientras el mayor subía a su cuarto para ponerse ropa cómoda.
Debía reconocer que estar acompañado de Yuta había sido mucho más tranquilo de lo que había pensado. Se esperaba a un segundo Taeyong que se la pasara recordándole lo que debía o no hacer, pero en lugar de eso se encontró a alguien bastante descuidado, en un sentido que encontraba tierno; nunca se había sentido tan listo en álgebra hasta que vio el cuaderno de Yuta. Le sorprendió que no mencionara una sola vez el asunto de sus labios, quizá realmente estaba equivocado respecto a él.
Veinte minutos después la pizza llegó a su puerta y Taeyong bajó en cuanto Mark lo llamó, ya vestido con su ropa de pijama. Se sentaron a comer en la mesa circular y antes de que ambos se terminaran su primera rebanada, Taeyong inició.
"Bueno ¿Qué querías decirme?"
"Yo... Me inscribí para tomar unas cuantas clases de guitarra por un mes, será después de la escuela. Empiezo el lunes."
"¿En serio? Me alegro mucho, Markie. Te vendrá de maravilla."
"Sí, pensé que tal vez me serviría regresar a la práctica... Para distraerme y esta vez mantener el hábito."
"Eso es bueno. ¿Entonces regresarás más tarde durante eso?"
"Sólo un poco, las lecciones duran una hora."
"Bien, pero no se te olvide que llamaré antes de las cuatro."
"Bieen." Siguieron comiendo y minutos después Taeyong se aclaró la garganta.
"Ah, Jaehyun me llevará a cenar el viernes."
"¿De verdad?"
"Sí, puede que llegue mucho después de las doce, no tienes que esperarme despierto."
"Okey, tómate el tiempo que necesites, te lo mereces y él también. Siento pena por él, has pospuesto sus citas muchas veces últimamente." Bromeó y el mayor sonrió.
Le parecía excelente que por primera vez en mucho tiempo su hermano aceptase ir a cenar con Jaehyun, ya era hora de que se diera un poco de tiempo para él y su pareja, pues entre estarlo cuidando (a pesar de las insistencias en que no debía preocuparse tanto) y su horario de trabajo que le impedía estar en su propio hogar casi el día entero, apenas y se habían reunido como es debido en el último mes. Durante las veces en que los había visto juntos, Mark llegaba a empalagarse, pero se alegraba mucho por su hermano, y ahora sólo quería que Taeyong se mantuviera feliz después de todo el esfuerzo que hacía por sacarlos adelante como la pequeña familia que eran.
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