Capítulo 07.
Hoseok tenía doce años cuando conoció a Seokjin.
Estaba jugando en el patio trasero de su casa, sentado sobre el césped mientras movía los autitos de juguete a su alrededor, chocándolos entre ellos y sonriendo por eso, cuando levantó la vista y vio a un chico asomando su cabeza por encima de la cerca.
Se sobresaltó, por supuesto, y agarró la campanita que su abuela le dejaba a su lado cuando jugaba y debía hacer sonar si ocurría algo urgente porque, bueno, él no podía gritar.
No debía gritar.
El ruido resonó en el patio mientras Hoseok hacía sonar la campanita, y segundos después su abuela apareció con una expresión de preocupación en su rostro.
―¿Qué ocurre, príncipe? ―preguntó su abuelita.
Hoseok señaló hacia la cerca, hacia el chico que seguía asomándose con una expresión de curiosidad.
Su abuela miró al muchacho, reconociéndolo como Jin, el vecino, y le sonrió con amabilidad mientras Hoseok se ponía de pie torpemente, ocultándose detrás de la mujer mayor con miedo.
―Hola Seokjin―saludó su abuelita tomando la mano de Hoseok.
―Hola ahjumma ―respondió Seokjin con voz estridente―, ¿cómo está?
―Muy bien, ¿y tú, Jin?
―Aburrido ―dijo el niño mirando a Hoseok―, es verano y no tengo a nadie con quien jugar ―Jin siempre se había caracterizado por ser muy curioso, eso lo sabía todo el mundo―. ¿Quién es ese niño, ahjumma?
Su abuelita le revolvió el cabello, tirando de Hoseok hacia adelante, y el menor dio unos pasos balbuceante, bajando la vista con temor.
―Es mi nieto, Hoseok―dijo su abuelita con orgullo―, ¿no es simpático, Jin?
―¡Sí! ―Seokjin sonrió mostrando sus dientes―. ¿Puedo jugar con él? ¡Prometo ser bueno, ahjumma! ―luego, Jin bajo la voz―. Prometo no pegarle mi enfermedad, abuelita.
Kim Haeri sintió su corazón apretándose ante las palabras del chiquillo de doce años, solo y sin amigos, sabiendo que Seokjin no tenía ningún amigo porque todos le hacían el quite ya que sabían que gustaba de los chicos y ningún padre quería que sus hijos estuvieran cerca de alguien así. A Haeri honestamente le daba pena ver a Seokjin tan solo, jugando siempre sin compañía alguna en la calle, viendo como el resto de niños del lugar se reían de él.
Jin era sólo un niño, ¿cómo podían ser tan crueles?
Haeri miró a Hoseok, que le devolvió la mirada, y le acarició la mejilla, haciéndole un gesto de que fuera a buscar su libreta con el lápiz que siempre cargaba. Hoseok no dudó en hacerlo, y aprovechando el momento a solas, la mujer se giró hacia Seokjin, que la contemplaba con nervio.
―Jinnie ―le dijo llamando su atención―, Hoseok no es un niño como tú, ¿está bien? Hobi no puede hablar ni escuchar ―aclaró ante su mirada―, así que no sé si quieres jugar con él.
Seokjin arrugó los labios.
―¿Por qué no querría? ―se encogió de hombros―. Está bien, me las ingeniaré, ¡debe ser divertido jugar con él!
La respuesta la dejó satisfecha.
Hoseok volvió, y su abuelita le escribió algo en la libreta.
Hobi, Seokjin quiere jugar, ¿quieres jugar con él?
El menor se tomó su tiempo para leerlo, porque todavía le costaba leer y comprender bien las palabras, para luego mirar a su abuelita y responder con letra torpe, casi inentendible.
¿No me hará daño?
Sólo quiere jugar. Me quedaré contigo, ¿bien?
Hoseok asintió, no muy convencido, y la mujer dejó pasar a Seokjin al patio, advirtiéndole de paso que fuera cuidadoso y no tocara a Hoseok porque a él no le gustaba que desconocidos lo tocaran. Seokjin prometió portarse bien.
Seokjin siempre se portó muy bien con Hoseok, incluso cuando Hoseok se enojó por primera vez con él luego de ganarle en las carreras de autos y lo mordió por el disgusto.
Seokjin nunca lo trató como un niño infantil a pesar de que su actitud fuera como la de uno, nunca lo miró raro por comportarse como un bebé y siempre estuvo a su lado para todo.
Entonces ¿cómo Hoseok iba a dejarlo en ese momento, cuando Seokjin estaba llorando a su lado porque Jimin le había devuelto esa mañana todas las cosas que dejó en la casa del mayor?
Hoseok lo abrazó, limpiándole las lágrimas del rostro, y le dio un beso pequeño en la mejilla.
―Me odia ―gimió Seokjin entre hipidos―, ¿cómo no iba a hacerlo? Le dije que no se me acercara en la escuela, lo engañé, lo dejé de lado...
Hoseok suspiró, llamando su atención.
―Habla con él ―le dijo con expresión seria―, tú lo quieres y él te quiere. Habla con él.
―No ―Seokjin sacudió la cabeza en una negativa―, no, Dongsung seguirá molestando si sabe que sigo con él y no quiero meterlo en esto. Él merece algo mejor.
Hoseok tenía una expresión de enfado, y Seokjin estaba seguro de que si quisiera, su amigo trataría de morderlo como antes así que se alejó un poco porque Hoseok realmente mordía fuerte.
―¿Por qué ese chico va a molestarnos? ―preguntó Hoseok.
Seokjin desvió la vista, limpiando sus ojos con furia por seguir llorando, y se puso de pie.
―Otro día te cuento ―contestó―, ahora debemos ir a casa de Wheein por el trabajo.
Hoseok bajó la vista, tomando entre sus manos la cámara que colgaba de su cuello, y la acarició de forma distraída, siguiendo a su amigo al bajar las escaleras, encendiendo el instrumento y comenzando a ver las fotografías que había sacado en todos esos años.
Sus favoritas eran cuando capturaba el cielo, los colores del atardecer, del amanecer, de los días lluviosos, de los días soleados, de las noches, sintiendo que muchas veces aquellos paisajes podían retratar muy bien algunos sentimientos que le costaba expresar al resto.
Se detuvo detrás de Seokjin cuando Soyeon apareció.
―Hola, Jin―saludó su media hermana mayor, saludando a Hoseok con un gesto de la cabeza―, ¿vas saliendo?
―Debo hacer un trabajo en casa de Wheein ―dijo Seokjin agarrando las llaves.
Soyeon mordió su labio inferior.
―Supe que terminaste con Jimin ―dijo Soyeon con delicadeza, viendo como el menor se tensaba―, ¿te parece si salimos a pasear cuando regreses? Me gustaría–
―Noona ―le interrumpió Seokjin volteándose―, no es necesario que finjas que estás preocupada por mí. Debes estar feliz, ¿no es así? ―Soyeon no dijo nada―. Nos vemos.
Su hermana lo agarró de la mano, deteniéndolo.
―Seokjin...
―Por otro lado ―volvió a interrumpirle Seokjin bruscamente, tironeando de su brazo, soltándose―, no es necesario que me presentes a ninguna de tus amigas ―la miró por sobre el hombro―, porque aunque Jimin no sea más mi novio, me van a seguir gustando los hombres.
Antes de que la mayor le pudiera decir algo más, tiró de Hoseok con rapidez para salir de su casa, sintiendo su estómago dando vueltas por la situación.
Hoseok le seguía el paso detrás de él, y sólo cuando ya se habían alejado una cuadra, llamó su atención para poder preguntarle qué había ocurrido con Soyeon. A él la hermana de Hoseok le era más bien indiferente así como él lo era para ella, sin embargo, sabía que Soyeon se preocupaba también de Seokjin aunque no podía entender muy bien porque tomaba esa actitud si su mejor amigo no había hecho nada malo.
¿Por qué enamorarse de otro chico estaba tan mal visto? Hoseok podía ver que ellos dos realmente se querían, así como su mamá quería a su papá, ¿cuál era el problema entonces? Había otros monstruos en el mundo, gente realmente enferma y peligrosa, ¿por qué nadie se preocupaba de eso?
A Hoseok realmente le gustaría encontrar una persona que lo quisiera por lo que es, a pesar de sus defectos, a pesar de estar sucio, y que lo apoyara en todo, que estuviera a su lado y le sonriera como Jimin le sonreía a Jin, pero no sabía si algún día la encontraría. Después de todo, ¿quién podría amarlo a él?
Se subieron al bus y en el trayecto Seokjin le contó de forma superficial lo que había ocurrido allí. Hoseok volvió a insistir en que tenía que hablar con Jimin para aclarar lo ocurrido, para que volvieran a estar juntos, pero Seokjin era un chico demasiado terco para su propio gusto.
Media hora después estaban fuera de la casa de los Jeon, tocando el timbre, y la madre de Wheein y Jungkook abrió.
Los dos chicos hicieron una reverencia ante Jeon Soeun, la bonita y tranquila madre de Wheein.
Soeun los observó con ojo crítico.
―Mi hija me dijo que debía hacer un trabajo con... ustedes ―dijo con voz pausada.
Era bonita, tranquila, sí, pero también muy conservadora, como todos en Corea del Sur, así que a Seokjin no le extrañaba que los tratara así. En especial si sabía que, bueno, él era gay.
―Buenas tardes señora Jeon―saludó con tono educado―, soy Kim Seokjiny él es mi amigo, Jung Hoseok.
Hoseok sonrió con timidez, inclinando su cabeza, pero Soeun lo observó un instante sin interés para después volver su vista a Seokjin.
―Eres el hermano de menor de Soyeon ―dijo como si nada―, no te pareces en nada a ella, ¿eh?
Sonrió con educación.
―Medio hermano ―aclaró―, y gracias por el halago, señora Jeon.
La mujer enarcó una ceja ante él para luego hacerse a un lado, haciéndolos pasar al interior de la casa y dirigiéndolos al comedor, ofreciéndoles algo para beber. Seokjin aceptó sólo agua, haciéndole una seña vaga a Hoseok para que se sentara a su lado, y pronto sintieron pasos por la escalera.
Wheein no tardó en aparecer, bostezando, y los miró sin expresión alguna, incómoda y un poco fastidiada por tener que trabajar con ellos.
Bueno, no era como si Seokjin quisiera trabajar con ella también, él habría preferido estar con Taehyung.
Pensar en su amigo hizo que su estómago se contrajera por la preocupación. Si bien Hyerin y Hyungwon no eran chicos violentos, eso no iba a evitar que le pudieran decir alguna cosa malintencionada. Al menos Wheein se mantenía al margen de las burlas.
―¿Se quedarán a cenar? ―preguntó la madre de Wheein apareciendo otra vez con una bandeja con jugo y sándwiches.
―No se preocupe señora Jeon―dijo Seokjin―, tenemos que volver temprano a nuestras casas.
Wheein se sentó frente a ellos en tanto Soeun agarraba su bolso, lista para salir.
―Iré a comprar, cariño, tu hermano está en su habitación así que recuerda ir a verlo de vez en cuando para comprobar si sigue vivo ―se despidió la mujer.
―Sí, mamá ―bufó Wheein rodando los ojos.
Pronto quedaron los tres solos.
Un silencio incómodo se instaló en el comedor.
Seokjin miró a Hoseok, que le devolvió la mirada con una sonrisa titubeante, y luego observó a Wheein, que jugueteaba con su celular, como si estuviera viendo algo interesantísimo allí.
Suspiró.
Quizás esto sería más difícil de lo que creía.
―Bueno... ―dijo pausadamente, girándose hacia Hoseok para hablarle en lenguaje de señas mientras parloteaba―, supongo que tenemos que ver qué sentimiento queremos plasmar a través de la fotografía.
Wheein rascó su nuca.
―La felicidad ―dijo con simpleza―, es lo más sencillo.
Seokjin le repitió a Hoseok lo que dijo Wheein, y la chica contempló como fruncía los labios para después sacudir su cabeza, respondiéndole a su amigo.
―Hoseok dice que no es sencillo ―Seokjin mordió su labio inferior―. ¿Por qué no mejor escribes, Hobi?
Hoseok arrugó sus cejas, con expresión de fastidio, y buscó su cuadernito, escribiendo.
La felicidad no es simple. Requiere de mucho. ¿Cómo podemos plasmarlo en una fotografía? Gente sonriendo no significa gente feliz.
Wheein leyó el mensaje de Hoseok.
―Pues si la profesora ve a gente sonriendo, sólo dirá "ah, están felices", y listo, objetivo logrado ―replicó Wheein―, ¿para qué vamos a esforzarnos más?
Seokjin se lo dijo a Hoseok.
Hoseok lucía mucho más ofendido ahora.
No se trata de esfuerzo, se trata de poder reflejar algo.
Wheein suspiró ante su mensaje.
―¿Pues entonces qué? ¿Tristeza? ¿Gente llorando?
―No, la tristeza... ―fue Seokjin quien habló ahora―, es lo mismo. Que alguien llore no significa que esté triste. Puede estar llorando de felicidad.
―Esto es demasiado complicado ―Wheein hizo un puchero―, no soy buena con las expresiones artísticas.
Seokjin la observó un instante, pensando en que Wheein era bastante silenciosa y tímida dentro del salón de clases, sin resaltar demasiado. Sí, tenía a sus amigas, pero dentro de su grupo era la que menos destacaba: Jihyo era la líder, Jennie la bonita y Miyeon la inteligente. Pero Wheein...
Bueno, el grupo de Wheein nunca los había molestado, no directamente: sí, se reían como hacía todo el mundo cuando tiraban esos comentarios maliciosos o se alejaban de ellos de forma automática, pero era mejor eso que participaran de los golpes, de los comentarios.
Y la risa de Wheein, de alguna forma, siempre se veía demasiado forzada.
Desvió la vista, pensativo, sin querer incomodar a la chica.
―Pero te gusta la música ―comentó Seokjin llamando su atención―, te he escuchado cantar y lo haces bien, Wheein.
La chica pestañeó.
Inmediatamente sintió como se tensó.
―Lo hago cuando estoy aburrida ―dijo sin tono en su voz.
Seokjin se removió, algo incómodo.
―Sí, bien... ―rascó su nuca―, cuando cantas, ¿qué canciones te gusta cantar?
―No entiendo para donde va esto ―murmuró Wheein.
―A mí me gusta cantar canciones... um... románticas.
Wheein lo observó.
―Esperanza. Me gusta la esperanza ―la chica lució inquieta un segundo y Seokjin se giró hacia Hoseok para explicarle lo que acababan de hablar, pero se quedó congelado.
Hoseok estaba mirando con fascinación a Wheein.
La chica lo había notado, por supuesto, que Hoseok la estuvo mirando los últimos segundos sin moverse, haciéndola sentir incómoda e irritada. Aquellos ojos de ciervo parecían leerla con una facilidad increíble que la estremeció por dentro.
―Seokjin ―el aludido se giró hacia la chica, inquisitivo―, Hoseok no deja de mirarme. ¿Puedes preguntarle si tiene algún problema conmigo?
El chico tragó saliva, nervioso, y llamó la atención de su amigo, que mordía su dedo en ese instante, sin dejar de observarla con aquellos ojos enormes y expresivos. Jin hizo algunas señas a lo que Hoseok contestó con el rostro ruborizado, negando con la cabeza; Jin sonrió repentinamente, diciéndole otra cosa, y la expresión de Hoseok se iluminó, respondiéndole con ánimo. Jin se puso colorado ahora, sacudiendo su cabeza en señal de negación, y Hoseok pareció insistir, sin embargo, Seokjin también permaneció firme.
―Dile ―la voz de Seokjin sobresaltó a Wheein―, no se enojará.
Hoseok tenía una expresión de perrito apaleado.
Idiota, quiso decir la chica, él no te escucha.
Hoseok tomó entre sus manos el cuadernito que siempre cargaba, y sin perder el rubor de su rostro, escribió algo. Luego lo tendió temblorosamente hacia Wheein.
Con una expresión helada, la chica leyó lo escrito.
Sintió de pronto sus mejillas calientes.
Quizás no quieras oírlo, pero realmente tenía qué decírtelo.
Eres preciosa, Wheein.
Ningún chico le había dicho antes que era preciosa. Su hermano, su padre y madre, y otros familiares se lo decían siempre, pero ellos no contaban. Ellos lo decían por mero compromiso.
Pero alguien ajeno...
Sí, le habían dicho que era sexy o sensual, como cuando usaba los pantalones ajustados en la clase de gimnasia o salía con sus amigos, pero eran comentarios que iban dirigidos a todas sus amigas, no sólo a ella, y esas palabras no eran lo mismo que preciosa.
Nadie se había tomado el tiempo de mirarla más de cinco segundos y dedicarle un mensaje tan bonito, tan profundo, que no se centraba en lo superficial, porque Wheein supo con sólo esas palabras que Hoseok no se refería a sus facciones sino a algo más.
¿Y por qué se lo decía? Wheein no era preciosa. No era hermosa. Era sólo una tonta niña que no destacaba en nada, no sobresalía en ningún aspecto.
―A Hobi le gusta observar las cosas o personas que encuentra preciosas ―explicó Seokjin como si nada―. Estoy seguro de que si te tuviera un poco más de confianza, no dejaría de fotografiarte. Tiene un álbum completo de fotografías hechas por él que... Wheein, ¿por qué estás llorando?
―No estoy llorando ―protestó la chica furiosamente, frotando sus ojos con fuerza―, sólo algo entró en mi ojo.
Hoseok miraba la escena, alarmado, y con nervios le dijo algo rápido a Seokjin.
―Oh, Hobi, dice que lo siente, que no quiso hacerte sentir mal, que por favor lo perdones y... ―el chico frunció el ceño―. Hobi, no te entiendo si mueves las manos así. No te alteres.
―No, no, yo... ―la voz de Wheein se apagó, y miró a Hoseok.
Hoseok le pedía perdón con los ojos.
Hoseok, el chico sordomudo que sonreía de forma de corazón y parecía iluminar el mundo sólo con eso.
Hoseok, el chico con capacidades distintas que todo el mundo molestaba.
Hoseok, el chico al que Seokjin protegía con ferocidad.
Hoseok, el chico que veía todo con curiosidad, y la había llamado preciosa.
―¿Cómo...? ―Seokjin la miró, interrogativo―. ¿Cómo le puedo dar las gracias?
Seokjin sonrió, mostrando sus dientes, y le enseñó con ánimo. Hoseok los miraba, sin entender un poco lo que estaba ocurriendo.
Entonces, Wheein le dio las gracias a Hoseok con señas, y el rostro del chico se iluminó otra vez como un sol.
Wheein nunca había visto algo tan bello en la vida.
El chico le hizo unas señas a Seokjin, y su amigo bajó la vista, apretando sus manos en puños.
―Hobi dice que no fue nada, y que está feliz de que... de que no te burles de su discapacidad. Te da las gracias por ello.
Wheein se estremeció.
No era posible, pensó mirando a Hoseok, que el chico le estuviera dando las gracias por algo que no debería. Nadie debería burlarse de él, hacerle bullying, simplemente porque poseía capacidades distintas. Hoseok era un chico dulce, amable y sonriente al que no tenían, no debían, molestar, y se sintió furiosa consigo misma, y avergonzada, por cómo había actuado ese último mes, por su comportamiento estúpido y superficial.
Antes de que Hoseok bajara la vista, Wheein le tomó la mano sorpresivamente.
―Hoseok oppa, desde ahora serás mi mejor amigo ―dijo la chica sin importarle si el chico lo oía―, y no permitiré que nadie vuelva a molestarte. No mereces que te molesten, y si incluso debo golpear a alguien para evitarlo, lo haré, ¿está bien?
Hoseok parpadeó, atónito, y se volteó hacia Seokjin, que sólo se encogió de hombros con una sonrisa traviesa. Hoseok observó a Wheein una vez más, observando sus ojos feroces, y esbozó una sonrisa dulce, asintiendo con su cabeza mientras le daba un apretón que hizo feliz a la chica.
Jungkook había bajado a la cocina a buscar algo para comer cuando escuchó la escandalosa risa de Wheein, y se quedó quieto, sin saber qué hacer, porque llevaba mucho tiempo sin escuchar reír a su hermana menor.
No desde que Jungkook había arruinado a su familia estrepitosamente dos años atrás.
Sabía que era su culpa, no tenían qué decírselo: desde que quiso dedicarse a la música y se había enamorado de Jinho, el pequeño chico que componía música y cantaba en un café todos los sábados, que su familia se había caído a pedazos. Sólo hasta que terminó con él luego de ver todo lo que su mamá sufría, lo mal que Wheein lo estaba pasando, la furia con la que su padre lo miraba, decidió dar todo por terminado.
Las cosas se habían calmado, por supuesto, pero nunca volvieron a ser lo mismo. Su papá nunca lo volvió a mirar con el mismo orgullo, su mamá dejó de sonreírle con amor y Wheein había dejado de reír con tanta fuerza.
Jungkook había decidido arreglar todo otra vez, así que empezó a mejorar sus notas en el colegio. Se esforzó por ser elegido el Presidente del Consejo Estudiantil. Comenzó a salir con Soyeon. Decidió que estudiaría Medicina.
Todo lo que se esperaba de él para que su familia pudiera arreglarse, repararse.
(Y sabía también que Wheein estaba jugando un papel en la misma escuela, de la niña tonta y mimada, a la espera de un chico porque sus papás eran conservadores y querían que estudiara algo sencillo porque su futuro esposo debía mantenerla).
Así que la risa de Wheein lo tomó desprevenido.
Con cuidado se asomó hacia el comedor, viendo primero a Seokjin aguantando la risa mientras las mejillas de Hoseok se coloreaban de rojo, sosteniendo una cámara entre sus manos, para después apuntar con ella hacia Wheein que hacía una pose entre sexy y juguetona, tratando de no romper en carcajadas.
―Estoy seguro de que la profesora no aprobará el concepto sexy ―comentó Seokjin sacudiendo su cabeza.
―No es sexy ―protestó Wheein enderezándose―, es... seductor.
Hoseok movió sus manos, llamando la atención de los dos chicos.
―Hoseok insiste en el concepto de precioso ―dijo Seokjin―, y te quiere como modelo principal.
―Pero oppa ―habló Wheein―, ¿qué sentimientos abarcaremos con lo precioso?
Seokjin habló con Hoseok, que no tardó en contestar.
―Todos ―explicó Jin―, lo precioso puede provocarte muchos sentimientos, ¿no?
Wheein sonrió con picardía.
―¿Ah, sí? ―dijo mirando a Hoseok―, ¿y qué provoco en ti, Hoseok?
Seokjin se atoró con su saliva mientras Wheein volvía a reír sin control y Hoseok los observaba sin entender lo que acababa de pasar.
Jungkook sintió su estómago contraerse por las palabras de su hermana menor, por el tono picaresco con el que había hablado, y por el rostro iluminado de Hoseok, el lente de su cámara enfocado en Wheein.
¿Acaso a su hermanita menor le gustaba Hoseok?
No, eso no era posible.
Aclaró su garganta, llamando la atención de las personas allí, excepto de Hoseok, por supuesto.
No, sólo cuando Hoseok percibió que Jin y Wheein miraban a otro lado se giró, su sonrisa tambaleándose al verlo, y Jungkook mordió su labio inferior.
―Oppa ―llamó su atención Wheein―, ¿ocurre algo?
―¿Eh? ―Jungkook la miró, sacudiendo su cabeza segundos después―, no, no pasa nada. Sólo... escuché sus risas ―tosió, incómodo―, ¿todo bien?
―Sí, sí ―Wheein dejó de prestarle atención―, oh, Hoseok oppa...
El oppa final envió un escalofrío por su espina dorsal, porque Wheein no solía llamar de esa forma a ningún chico.
Su hermana escribió algo en el papel, entregándose a Hoseok.
―¿Por qué no llevas a Hoseok a mi habitación, oppa? ―preguntó Wheein como si nada―. Buscará mi cámara, intentemos fotografía con ella.
Jungkook parpadeó en tanto Hoseok se ponía de pie, sin sonreír ahora.
Wheein miró a Seokjin.
―Esperanza ―dijo la chica―, ¿qué tal la esperanza?
Jungkook quiso protestar por un instante, sin embargo, decidió que no valía la pena así que le hizo un gesto a Hoseok, girándose. No tenía que mirar hacia atrás para saber que el chico lo estaba siguiendo.
La presencia de Hoseok le estaba crispando más de lo que realmente esperaba y no podía entender por qué. El chico, de alguna forma, le recordaba demasiado a Jinho, con aquellos ojos insistentes y sonrisa inocente (porque en lo demás no se parecían, comenzando por la altura. Jinho era pequeño, no pasaba el metro setenta), y pensar en Jinho lo ponía nervioso.
Pero Hoseok y Jinho no tenían relación alguna, ¿por qué actuaba de esa forma?
Hoseok ni siquiera le gustaba.
Abrió la puerta de Wheein, indicándole con la cabeza que entrara, y estaba dispuesto a irse cuando Hoseok lo detuvo, su mano envolviéndose alrededor de su muñeca. Los dedos de Hoseok eran largos, cálidos y delgados, enviando una sensación de comodidad por su cuerpo, y lo miró.
―¿Qué? ―preguntó aturdido.
El chico lo soltó y se sintió un poco desorientado por la pérdida de contacto.
Hoseok escribió algo en su libreta.
¿Dónde está la cámara de Wheein?
Jungkook quiso ser grosero con él para que así Hoseok no volviera a acercársele, pero tampoco quería tenerlo lejos. Sabía que era demasiado contradictorio, sin embargo, no podía evitarlo, no deseaba evitarlo.
Hoseok era como un imán, capaz de atraerlo sólo con una mirada, con un gesto, y Jungkook no se veía capaz de decirle que no.
Dios, ¿qué pasaba con él?
―Ah, Wheein... ―balbuceó entrando al cuarto, torpe y nervioso―, es una desordenada, no sé cómo puede dormir aquí, estoy seguro de que debe tener algún ratón muerto bajo su cama...
No sabía tampoco por qué hablaba en voz alta si era consciente de que Hoseok no podía escucharlo, pero necesitaba hacerlo.
Y, aunque sonara extraño, sentía que Hoseok podía entenderlo a pesar de que fuera sordo.
Comenzó a ordenar los papeles desordenados sobre el escritorio, evitando mirar al chico.
―Es una polaroid, se la regalaron hace un año y no la usa mucho ―siguió hablando mientras abría los cajones―, prefiere guardar sus recuerdos en el celular, no lo entiendo muy bien porque, ya sabes, pueden borrarse y no tienes respaldo...
Hoseok asentía a sus palabras, sin saber dónde buscar porque no conocía el cuarto, observándolo caminar por el desordenado cuarto, y trató de ocultar su sonrisa cuando Jungkook agarró el pomo del armario y...
Lo rompió. Frunció el ceño por lo sucedido.
―Mierda ―se quejó Jungkook, sus mejillas tornándose rojas―, dios, Wheein me va a matar ―se giró hacia Hoseok, que apretaba sus labios para no sonreír, y tomó su cuaderno para escribirle algo.
Le dices a Wheein y voy a matarte
Hoseok lo miró con indignación aunque en su rostro se podía ver cierto toque divertido.
Mi silencio tiene un precio, hyung.
Hyung. Hyung.
Eso sonaba mucho mejor que oppa.
Se preguntó cómo sería que Hoseok lo pronunciara, se lo dijera al oído, y se sobresaltó ante su propio pensamiento.
¿Qué quieres a cambio?
Hoseok pareció pensarlo, encogiéndose de hombros.
Ahora, nada. Se lo cobraré cuando lo necesite.
Suspiró, derrotado, y asintió con la cabeza.
El chico aplaudió con gusto.
Cinco minutos después estaban saliendo del cuarto, y Jungkook se giró para volver a su cuarto y hundirse en la miseria y la humillación, pero Hoseok volvió a detenerlo, entregándole una hoja de papel para después marcharse con las mejillas coloradas.
Jungkook bajó la vista.
Gracias por la ayuda, hyung.
¿Comenzamos con el pie derecho?
¿Por qué su rostro se sentía tan caliente de pronto y sentía hormigas recorriendo su cuerpo?
Recordó por un instante las palabras de Yoongi días atrás.
Huracán. Elefantes. Cucarachas.
Yoongi era un pendejo.
Volvió a leer la nota, sonriendo sin poder evitarlo, y silbó la última melodía en la que estaba trabajando, pensando que quizás olvidar sus malos encuentros con Hoseok no estaría mal.
Dedicado a HobitaJk tu_pan_con_nutella ♡
Hoy quise actualizar porque me siento feliz y quiero hacerlos felices a ustedes ♡
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