Parte 3
Las horas seguían pasando hasta convertirse en un día y luego en otro hasta que finalmente fueron cuatro. Cuatro días de esa maldita tormenta. La nieve seguía cayendo copiosamente. Al mirar desde la ventana de la habitación superior, podía verse el cielo enegrecido que seguía agitando las fuertes y furiosas corrientes de aire gélido sobre el pequeño pueblo. El paisaje era desolador. Solo podía observarse un gran manto blanco que lo cubría todo. No había caminos, no había cultivos. El pequeño y tranquilo pueblo donde habían pasado toda su vida era irreconocible.
La situacion dentro de la casa se había vuelto preocupante. Ya habían quemado la mayor parte de las cosas. Habían destruido muebles, libros, hasta los juguetes de la pequeña. Todo lo que pudiera brindar algunos minutos extras del vital calor.
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