Capítulo 15

Capítulo 15: primera misión.

Después de aquella noche los días se me pasaron demasiado rápido y las cosas se podría decir que se habían calmado bastante. Las lluvias pararon y el desierto volvió a ser como antes, un desierto caliente y seco. Los desastres naturales comenzaron a dejar de perturbar a los humanos y poco a poco se perdieron en zonas no habitadas hasta desaparecer. Han pasado dos meses y una semana, sigo encerrado en este lugar pero ya he logrado adaptarme más. La princesa de Taiwán comenzó a mejorar con ayuda de los paganos y para mi sorpresa tanto Seokjin como Dasha ayudaron en eso.

Resulta ser que todos los semidioses tienen muchas habilidades por desarrollar y la que más rápido han logrado controlar es la atención médica y sanación. Con nada más que sus manos y su energía. Seokjin y Dasha eran los mejores hasta en ese ámbito por lo que estuvieron dos días en retención como asistentes de los médicos.

Yo también me recuperé considerablemente y se puede decir que he dejado de ser un grano en el culo para los superiores y los entrenadores. Eso sí, tanto Taehyung como Ikaika y yo demostramos que éramos mejores que esos apéndices recién llegados y nos llevaron con los aprendices de un nivel superior, por lo que ya no veíamos lecciones de combate sino sesiones espirituales, cosa que si necesitábamos porque como híbridos alguna habilidad debíamos tener y teníamos que aprender a usarlas.

Hasta ahora el único que no ha logrado encontrar la suya soy yo. Así que me dieron la orden de asistir a una sesión exclusiva con Park Jimin a las afueras de la base.

Con las piernas cruzadas como una mariposa, me encuentro sentado en el césped que el rubio hizo crecer para nosotros en medio del desierto. Es de noche y lejos de haber calor solo hay frío, mis ojos están cerrados y el chico frente a mí está en la misma posición. Ambos estamos descalzos, usamos ropas holgadas.

Se supone que estamos meditando, pero ya ha pasado una hora y mis piernas se han adormecido.

—Trece.

—Jimin —corrige.

—¿No se supone que tenías que ayudarme a encontrar mi habilidad?

—¿Aún no la has encontrado?

¿Debería?

—Estoy confundido.

—Jungkook, te ves muy serio y bastante intelectual pero —sus manos se entrelazan y la mirada divertida que me da me deja perdido—, eres un poco tonto.

—Habría sido genial que te hubiera preguntado eso, Jimin.

—Bien lo siento, pero es verdad ¿Por qué aún no te has dado cuenta?

—¿Cuenta de qué?

—De todo lo que nos rodea —extiende los brazos para señalar nuestro alrededor— ¿Sabes por qué meditamos? Porque mientras más se relaja tú alma más se conecta con tu cuerpo y mente, y cuando eso ocurre la energía se desborda. Lo que ves no es niebla nocturna, eres tú flotando por todas partes. Estamos buscando tu don en tu interior ¿Cómo es que no lo has encontrado?

Me quedo en silencio, entendí lo mismo que entendió ese grano de arena que se me metió en el ojo, nada. Me frustro en segundos.

—¿Qué carajo? —murmuro para mí mismo pero el hombre rubio consigue escucharme, me mira de mala forma, se le pasa con un suspiro.

—Es un poco raro porque tu energía es pesada, dime, ¿Has estado durmiendo bien? ¿Te cansas rápido?

—Sí ¿Qué tiene? —abultó sus labios.

—Cuando Suni me dijo que había algo raro en ti no le creí pero ahora que lo veo tiene razón —frunzo el ceño intentando recordar a la tal Suni y mi mente se ilumina, es la loba rarita—. Cuando te concentras te sientes mal, como si tu energía fuera más de lo que tu cuerpo puede soportar.

—Sigo sin entender mucho.

—No intentes entender, hasta para mí es raro —sonrió sutil—. De casualidad ¿Oyes voces? ¿Tienes sueños extraños?

Decido terminar de relajarme observando la neblina a mí alrededor. Aswan es bastante frío por las noches, la brisa mueve mi cabello pero no me molesta, es relajante. Incluso la arena que vuela de vez en cuando no me molesta. Mis descalzos pies hacen contacto con el césped y me causa cosquillas.

—A veces tengo pesadillas, por eso no duermo bien —en eso la conocida sensación en mi estómago me invade, es lo único de lo que no he podido deshacerme—... Tengo hambre.

—¿Qué clase de pesadillas?

—Cuando sepa qué son tal vez te cuente.

O no, no es su problema.

—Bueno, nuestra sesión ha terminado, puedes ir por tu séptimo bocadillo del día —Jimin sonríe mostrando sus dientes algo chuecos, con su característica dulzura aún sentado en el suelo, y yo me levanto de golpe tomando mis botas en el acto. La neblina a nuestro alrededor desaparece y tengo que quedarme quieto unos segundos porque me he mareado.

—En ese caso ¿Vas a quedarte aquí?

—Hablaré con mis amigos un rato, tranquilo —hago un mohín.

—¿No te da miedo hablar con espíritus?

—¿Qué dices? Es lo mejor del mundo —ríe ante mi expresión consternada y se acuesta sobre el césped, con su mano hace gesto de que me vaya y no me hago de rogar— Oh sí, Venus quiere verte así que búscala cuando vuelvas.

Oh... Venus.

Venus, Venus, Venus.

No sé que me ha hecho esa tonta, pero no puedo parar de pensar en ella.

Venus, Venus, Venus... Creo que hasta podría escribirte un poema, bonita, y eso me molesta.

Cuando esas últimas palabras salen de su boca me altero, porque con tan solo escuchar su nombre todo en mí parece reaccionar de una forma que desconozco. No he hablado con ella desde aquella noche en el río, hace dos meses. O bueno, no como me gustaría. Ha estado ocupada y yo también, tampoco me gusta molestar. Salió a una misión después de recuperarse completamente y fueron cinco días en los que no dormía nada preguntándome si estaba bien. Cuando regresó fui a buscarla pero al verla en la sala de control frente a tres computadores me arrepentí y regresé por el mismo camino.

Sí, soy un puto cobarde de mierda.

Pocas fueron las veces en las que me dirigió la palabra y solo era para decirme lo guapo que me veía. Y bueno, yo no hacía más que volcar la mirada fingiendo fastidio cuando la realidad es que los nervios me mataban.

Me tardo en llegar a la base porque me he ido caminando, Jimin nos trajo en su moto y obviamente no voy a llevármela. Durante el camino estuve bastante paranoico porque varias veces me sentí observado, creí que estaba enloqueciendo cuando la sensación venía del cielo, estaba sobre mí y al ver hacia allá... ¿Adivinen quien estaba? La luna, por supuesto.

No me gusta entrenar de noche por estas cosas. No sé cómo es que Jimin soporta estás sensaciones tan... Paranormales.

Al llegar todo lucía igual porque no importa si es de día o de noche, siempre hay agentes caminando de aquí para allá. Mis nervios aumentan a medida que me adentro en los pasillos y el rechinar de mis botas contra el suelo me causa ansiedad. Últimamente estoy más alerta de lo normal, me pongo nervioso con facilidad y no suelo pasar nada desapercibido.

Llego a la sala de control esperando encontrar a una cabeza rubia bastante conocida pero no la encuentro, hago un esfuerzo y me acerco a preguntar al supervisor en la sala.

—Estoy buscando a la agente 1008E ¿Está ella aquí?

—Su guardia terminó hace una hora —asiento firmemente con las manos tras la espalda para retirarme después.

Eso quiere decir que está en su habitación. Fantástico, espero no encontrarme con la rubia sádica y la loba psicópata. O no, mejor si están ahí porque Venus es bastante loca y no quiero correr el riesgo de que haga alguna estupidez estando sola conmigo.

Pienso mucho, demasiado, y eso me jode porque se lo que significa.

Por andar de distraído choco con alguien al salir del ascensor y en cuanto reparo a ver de quién se trata esquivo como un acto reflejo el manotazo que se dirigía a mí pecho. Dasha frunce los labios y río inconscientemente, a pesar de todo no ha cambiado su forma de ser. La miro bien, no tiene puesto el uniforme que dice tanto odiar pero tampoco está usando ropa que ella usaría comúnmente. Pantalones anchos, zapatillas deportivas y un suéter que estoy muy seguro se lo robó a Namjoon.

—Mira por dónde vas, tonto —reclamo juntando las cejas y mirándome con esos bonitos ojos cafés.

—Que amable eres —sonreí con burla—, Dash.

La veo ponerse roja, y no de molestia. Desde que atrape a Dasha viendo My Little Pony en el despacho de su madre y luego su colección de una poni azul con cabellos arcoíris, me he estado burlando de ella. No porque sea tonto, sino porque le causa vergüenza.

—Vuelve a llamarme Dash y te golpeo —amenaza golpeando mi brazo, luego se ríe bajito y me contagia— ¿Cuándo irás a verme entrenar? He mejorado mucho.

Pero que bipolar es esta chica.

—¿Quieres que vaya a verte? —asiente con una expresión de obviedad cruzándose de brazos— Bien, tal vez lo haga mañana.

—Más te vale, Kook —amenaza—. No quieres ver a esta princesa enojada.

—Ah, tan tierna —como respuesta solo recibo otro golpe que también esquivo y solo para molestarla más porque se ve demasiado linda enarcando así las cejas despeino su cabello con mi mano. Luego troto un poco para alejarme de ella y sigo con mi camino ignorado sus insultos.

Cuando estoy frente a la puerta de Choi lo pienso dos veces antes de tocarla, pero cuando por fin me decido por hacerlo la misma se abre. Una rubia de cabello corto, labios rosados y ojeras es lo primero que mis ojos captan, y me concentro tanto en eso que como último dato reparo en aquel detalle en el que quizás una persona normal se habría fijado antes que otra cosa.

Y no sé qué pensar porque, si algo me ha quedado claro, es que los bimbaio no tienen pudor. Me está costando descifrar si es a propósito o no.

—¿Y? ¿Pretendes quedarte ahí toda lo noche? —no me da tiempo de responder porque sus manos tiran de mis brazos, pronto estoy dentro de la habitación. Bajo la mirada en cuanto me doy cuenta de que no, no es la única aquí en ropa interior. Pero me confundo un poco al ver a Kai aquí, con ellas.

Venus me sienta en una cama, ni idea de de quién es. Y mi vista se enfoca completamente en ella mientras el resto se viste. Visualizo trajes formales y mi confusión aumenta el doble. La chica rubia con lencería negra se pasea frente a mí hasta que sus pies tocan las puntas de mis botas y trago en seco cuando sonríe de lado. Se acerca a mí agachando un poco su cuerpo y decido mantener mis ojos únicamente en su rostro. Su brazo se extiende y cuando creo que va a tocarme parece tomar algo detrás de mí, entonces sonríe, toca la punta de mi nariz con la suya —alterándome— y se aleja.

Son armas blancas, cuchillos y navajas de todos los tamaños y modelos que comienza a guardar en todas partes. Enarco una ceja al ver que las chicas ya están vestidas y salen de la habitación, es entonces cuando me concentro en no entrar en pánico.

—¿Nueva misión?

—Que listo eres, sí —ríe un poco caminando hasta el armario. De allí saca dos bolsas transparentes que al ver lo que contiene una es un vestido negro de gala, es largo y bastante elegante, costoso. Lo muestra con entusiasmo y se gira de nuevo para verse al espejo con el vestido aún guardado.

Y no puedo evitar ver a dónde no quería porque demonios, habría que estar ciego. Todo le queda muy bien y ella lo sabe.

Ese es sin duda alguna el trasero mas redondo y apresable que he visto en mi vida, el único, de hecho. Sus piernas son fuertes, algo normal considerando su oficio. Me concentro por un momento en su tanga perdiéndose en la hendidura de sus nalgas, pero luego me pierdo en su estrecha cintura y por ultimo —siendo consciente de que ella me ve a través del espejo— su espalda arqueada por costumbre. Pero demonios, mis ojos regresan a su trasero. Me estremezco por el repentino deseo de tomarlo con mis manos, a esto me refiero con que hay diferencias muy grandes entre lo que Dasha me provoca y lo que me hace sentir estar cerca de Venus.

Con Dasha solo quiero estar ahí, preocupándome porque se encuentre bien y cómoda. Pero Venus me hace querer explorar todo lo que mi vida y madurez prematura me obligaron a ignorar, porque a pesar de las circunstancias, siento que puedo confiarle a ella esa parte de mí. Y no solo eso, antes no quería aceptarlo pero ahora es estúpido no hacerlo. Me gusta escucharla hablar, verla enfocada en algo porque se muerde los labios y frunce el entrecejo. Me gusta su expresión de enojo, también esa que pone cuando las cosas van según su plan.

Y me gusta mucho, demasiado, cuando le llevo bocadillos a su mesa durante el almuerzo y su cara se transforma en sorpresa pura. Es como un libro abierto, y a veces yo también quiero serlo para ella. Porque siento que si así fuera estaría bien, en buenas manos.

Como si nos conociéramos de toda la vida.

—Es lindo ¿No es así?

—¿El vestido? Sí ¿Tú lo hiciste?

—Hablo del conjunto, pero sí lo hice yo —trago en seco, disfruta de intimidarme. Se gira de golpe otra vez subiendo y bajando sus cejas para dejar el vestido a un lado— ¿Te gusta?

Me encanta.

—Detente —la carcajada que suelta es música para mis oídos, tiene una voz aguda por naturaleza. Tengo muy claro que si yo fuera completamente un guardián ella no estaría haciendo estas cosas, o no, me gustaría saber qué piensa—. Mejor dime porqué querías verme.

—Necesito un acompañante para mi misión y afortunadamente me dejaron escogerlo —con tan solo escucharla sé lo que va a decirme y para ser sincero no sé si sea una buena idea—. Recordé que en cosas de la realeza eres quien más conocimientos tiene y necesitaré de tu porte y tus conocimientos, además, eres escolta profesional.

—¿Podrías explicarme mejor? —se sienta a mi lado sobre el colchón admirando dos zapatos muy diferentes en cada mano, parece decidir por cuales usar.

—Iremos a Roma por unos días, honestamente no sé cuántos —mis cejas se levantan—. Así que apenas pongamos un pie en territorio italiano tú y yo seremos los guardaespaldas de la duquesa del Gran Ducado de Luxemburgo.

—¿Para?

—El rey de Italia es parte de la lista de sospechosos, es un humano común con un comportamiento alarmante y bueno, digamos que hace mucho ha estado solicitando la mano de la joven duquesa a la que aún no conoce —se encoge de hombros—. Necesitamos evidencias y un archivo bajo su poder.

Venus se levanta y toma un espejo de mano, también un bolso pequeño y una paleta de sombras. Mucho maquillaje. Me hace sostener el espejo y lo fija, entonces comienza a dibujar en su rostro. Me dedico a únicamente observar sus movimientos con las miles de brochas que se esparcen en la cama mientras pienso en lo que acaba de decirme.

Básicamente yo también tengo una misión, pero no entiendo.

—Me falta una prueba aún, no soy oficialmente un soldado —enarca una ceja.

—La prueba final es una misión ¿Qué no prestas atención?

—Dejé de hacerlo hace un par de días —ríe y me parece increíble la forma tan rápida en la que delinea sus ojos, ha hecho esto muchas veces por lo visto y lo mejor es que lo disfruta. Es una mujer bastante estilizada, seguramente ha sufrido mucho al no poder estar maquillada cuando trabaja en la base.

—Las pruebas finales se realizan bajo la supervisión de un agente de alto rango, pero teniendo en cuenta las circunstancias, están haciendo cosas más importantes. Así que la responsabilidad cae sobre los terceros a cargo de todo, o sea nosotros, los inspectores ABlack.

—¿No sería muy peligroso para la duquesa ponerla en una situación así?

—Lo es, y por eso usaremos a una impostora —me causa gracia las muecas que hace cuando aplica máscara en sus pestañas—. Grecia es la más capacitada porque es italiana.

—No quiero ir.

—No le estoy preguntando, soldado —vuelco la mirada y aparta el espejo, con una brocha pica mi nariz—. Ahora mejor dame ese espejo y vístete, nuestro vuelo sale en una hora y también tengo que maquillarte.

—¿Qué? No.

—No me digas que eres de esos que dicen que "el maquillaje es para chicas".

—No tengo nada en contra del maquillaje en los hombres, es solo que... No creo que me vea bien con él, nunca he usado maquillaje.

—Pero Rey —ahí va de nuevo. Me levanto de la cama y ella también lo hace, su apariencia ha quedado en segundo plano pero no puedo evitar ponerme nervioso por el filo sobresaliente de una navaja en la cintura de su prenda. Se va a lastimar—, a ti todo se te ve bien y mis manos son mágicas, por eso no te preocupes.

—Me niego.

—Es una orden.

—¡Me niego!

—¿Quieres hacerme enojar? —frunce la nariz, las esquinas de sus ojos también se arrugan; adorable.

—Haz lo que quieras pero no conmigo ¿Bien?

Me quedo en completo silencio cuando sus manos toman el cuello de mi camiseta y tira de mí. Puedo sentir su respiración en mi rostro y cuando sus ojos comienzan a tornarse grises me estremezco.

Si cree que va a intimidarme con eso... Pues lo está logrando.

—Jungkook, amor —sonríe apenas, pero no es la sonrisa de siempre sino una que pocas veces usa. Cómo cuando va a hacer alguna de sus travesuras—, tu traje está sobre la cama de Jimin. Vístete rápido y luego pon tu odioso culo sobre el colchón ¿Estamos?

No me gusta cómo me ha dejado por dentro con solo llamarme "amor". Más bien, no me gusta que me haya gustado tanto oírla llamarme así.

—Suéltame.

—¿Estamos? —repite y asiento, entonces me suelta victoriosa.

—¿Puedo comer algo antes?

Dasha estará muy enojada cuando se dé cuenta de que no iré a verla entrenar.



Me encanta escribir desde el punto de vista de Jungkook akdfssjkghka.

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