26. No siento nada

Elena

¿Por qué Edel tiene las llaves de mi casa? ¿Mamá se las dio? Es probable. Me pongo nerviosa cuando entra y Adrián se esconde detrás de la pared de la cocina, mientras nosotros permanecemos en la recepción.

—¿Con quién hablabas? —exige molesto mi prometido.

Frunzo el ceño.

—¿Por qué tienes mis llaves? —Contraataco con otra pregunta.

—Tu madre me las dio ¿Qué más da?

¡Lo sabía!

—Ni a ella se las dejo usar —Alzo la mano —, devuélvelas.

—Elena...

—Edel, dame mis llaves, por favor.

A regañadientes me las regresa.

—No sé por qué te molesta tanto, si es por lo que ocurrió la última vez, yo ya te dije que no pienso lastimarte de nuevo.

—Olvídate de eso, no tiene nada que ver, es cuestión de privacidad.

Sonríe, se acerca hasta mí y toma mis manos, poniendo su rostro a centímetros del mío.

—Pronto no necesitaremos a esa "privacidad" a la que te refieres —susurra en mi oído.

No me provoca nada, quizás Adrián tenga razón, no es amor, solo es cariño. Esto es conveniencia por mis padres y lástima por como me rogó volver. No siento ninguna sensación por Edel en realidad.

Él me besa y escuchamos el carraspeo de una garganta, somos interrumpidos por Adrián.

—Tú —Frunce el ceño Edel —¿Qué haces aquí?

El rubio sonríe.

—Vine a dar mi clase de baile.

—Averigüé sobre ti y no existe ningún Adrián Rickman.

¿Qué? ¡Maldición, nos descubrió!

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