CAPITULO 4









CAPITULO 4



A la mañana siguiente, Aster fue uno de los primeros en despertarse, pero al momento de querer levantarse sintió como sus alas se encontraban atoradas, así que volteo para ver la razón y se encontró a un dormido Arthur casi abrazándolas. Selenia fue la segunda en despertar y lo primero que vio fue como el rubio trataba de quitar sus alas de los brazos del peliblanco, en cambio ella no lo pensó dos veces para agarrar un brazo de Arthur para apartarlo. Aster soltó un suspiro de alivio.

-Arriba muchachos a levantarse.

Pero ninguno de los dos reacciono ante las palabras de la pelirroja, Aster se acercó a un pétalo y lo bajo para ver la dulce mañana que había llegado.

-Se ve que estaban muy cansados –dijo con diversión el rubio inspeccionando el aérea.

-¿Qué me sugieres entonces?

Aster volteo a verla con una sonrisa de cómplice que fue imitada por Selenia al entender lo que estaba pensando. Si no quieren levantarse por las buenas será por malas entonces.

Dos golpes contra el suelo se escucharon junto a unos quejidos de dolor, la joven princesa los había lanzado desde lo alto mientras Aster se limitada solamente a ver la escena con gracia antes de comenzar a seguir a Selenia.

-Es demasiado temprano para tanta agresión –se quejó Arthur sobándose la espalda.

-Considérate afortunado, a mí me lleva levantándome así durante los pasados 300 años.

-Es porque tienes el sueño pesado –respondió Aster volteándolos a ver por unos momentos.




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-¿Logras ver algo?

-Veo...que aún estamos muy lejos de nuestro destino –grito Aster desde lo alto.

Mientras que Selenia y los demás seguían caminando, el rubio se encontraba volando a la altura de la hierba, claro, sin separarse tanto de ambos príncipes y de su nuevo amigo, pero solamente veía que aún faltaba demasiado para llegar, pero al ver algo fuera de lo normal no dudo en volar en dirección hacia la princesa.

-Creo que les sorprenderá lo que está más adelante.

El resto del equipo detuvo su paso al momento de ver una gigante y extraña construcción frente a ellos, Beta fue el más sorprendido a tal punto en el que tiro sus huevos de libélula que había encontrado en el camino, en cambio Selenia inspeccionaba todo desde su lugar y Aster se acercó volando para ver más de cerca el extraño objeto.

-Es horrible –expresó Betameche con horror.

-Sin duda muy inusual –comento Aster tocando muy apenas la construcción.

-Supongo que desde este ángulo no es muy atractivo –dijo Arthur apenado.

Ambos hermanos comenzaron a caminar hasta estar debajo de ello siendo seguidos por Arthur y Aster.

-¿Alguien sabe que es esto y para qué sirve? –pregunto Selenia.

-Es un sistema de riego, transporta agua.

El joven Arthur detuvo su paso para comenzar a hablar.

-¿Agua? ¿Más agua? –pregunto esta vez Beta confundido.

-De verdad lo siento, no tenía idea de que...-comenzó a disculparse el peliblanco, pero fue interrumpido por el rubio.

-Alto ahí, héroe –levanto su palma para que guardara silencio- ¿fuiste tú el que fabrico esto?

Arthur sonrió avergonzado.

-Sí, pero yo solamente quería regar los rábanos. Mi abuela los ama.

-¿de verdad les gusta esas asquerosidades? –pregunto con asco el menor apuntando hacia el vegetal.

-Solamente espero que tu invento no caiga en las manos del malvado M –expreso cruzándose de brazos volteándolo a ver.

- Porque de ser así... sabemos perfectamente lo que hará con él –término por decir Aster con algo de temor en su voz.

Los sonidos de gente cerca los hicieron esconderse rápidamente bajo una hoja. Notaron como subordinados de Maltazard se encontraban cortando y transportando los popotes del sistema de riego, acertando en la posibilidad de que al fin habían encontrado un buen uso para ello, pero malo para los minimoys.

Arthur señalo el acto.

-¡Mis popotes! Se los están robando.

-Mientras se deshagan de esas cosas, yo digo que nos hacen un favor –comento más relajado el menor.

Aster al escucharlo no dudo en darle un zape en la cabeza.

-¡Auch!

-Piensa antes de hablar, Betameche –le dijo enojada- el malvado M sabe perfectamente que los minimoys no resisten el agua y tu queridísimo amigo Arthur les acaba de obsequiar el medio para transportar agua –Arthur se señaló así mismo incrédulo- ¿adónde crees que la llevaran?

-Hay no, nuestra aldea...

-Y tenemos que hacer algo para evitar que eso pase o no habrá un hogar al que volver... ¿adónde crees que vas? –pregunto Aster al ver como Arthur salió del escondite y comenzó acercarse a un popote.

-A reparar el mal que hice.

Dicho eso se adentró al popote sin vacilar.

-Tengo que admitir que los humanos son...

-Bastantes locos –interrumpió Beta con una mueca.

-Es posible –apoyo Selenia- pero tiene algo de razón. Llevaran los popotes a Necrópolis y a nosotros con ellos.

-Puede que sea nuestra última oportunidad de llegar ahí, así que...no tenemos de otra –animó Aster, primero volteando hacia todos lados evitando alguna mirada para volar rápidamente hacia el popote.

-Jamás puedo decidir nada –se quejó el menor.

Arthur sonrió al momento de ver llegar al rubio con él.

-Me honra que vengas conmigo.

-Creo que es mejor estar juntos que estar separados –le respondió con una sonrisa- y deja de usar honoríficos, no soy alguien de la realeza como para usarlos, trátame de tu ¿está bien?

El peliblanco le sorprendió un poco su pedido, pero después de pensarlo unos segundos asintió.

-Lamento interrumpir su charla amorosa, pero necesito que me hagan un espacio –interrumpió Selenia adentrándose también al popote, colocándose a un lado del rubio.

-¡¿Charla amorosa?! –exclamaron avergonzados ambos mirándose por unos momentos para luego desviar la mirada.

Pero el momento fue interrumpido después de un movimiento brusco del cilindro, mostrando en el extremo de este a un Betameche escondido aun en la hoja saludándolos emocionado.

-¡Beta rápido, no pierdas tiempo! –exclamo en un susurro la princesa.

El menor aun con la hoja cubriéndolo se acercó hacia ellos para acompañarlos. Segundos después, el popote comenzó a rodar colina abajo hasta terminar en el riachuelo nuevamente.

-Debe de ser una broma –bufó Aster algo mareado.

-Aquí vamos de nuevo...




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-¿Sabes a donde lleva el agua? –preguntó el rubio.

-No, pero...los ríos y canales se encuentran en algún punto –comento como si nada el peliblanco sin darse cuenta de lo que significaban sus palabras.

Los tres minimoys le mostraron un gesto de horror para luego voltear hacia un lado y ver como nuevamente una cascada se encontraba a varios metros de ellos.

-¿Te he comentado que tus ideas son tan maravillosas? –exclamó con sarcasmo Selenia mostrándole una sonrisa incrédula.

-Yo me haré cargo. Préstame tu listón.

Aster no dudo en darle un zape al peliblanco.

-Auch ¿Por qué...?

-Deja de decir eso –pidió molesto el rubio.

-Tengo una mejor idea –dijo Selenia posicionándose en medio del popote.

Saco una pequeña vara que al momento de querer estirarla esta se agrando por completo para quedarse clavada en el plástico. Todos no dudaron en sostenerse de ella con temor al ver como caían directamente por la cascada.

-Odio el transporte público –se quejó el menor de los príncipes.

Pero las pisadas de alguien arriba del popote hicieron que todos guardaran silencio con cautela, si era alguien de los seguidores del malvado M estaban fritos por completo. Sin embargo, el grupo no pudo mantener la calma al momento en que comenzaron a cortar el plástico con ellos adentro, obligándolos a gatear hacia el otro extremo de este, pero su paso fue nuevamente detenido al ver la cierra pasar frente a ellos. Betameche estaba a punto de soltar un grito de terror, pero Aster y Selenia le cubrieron la boca rápidamente.

Unas manos se posaron en la orilla del popote haciendo que el pelirrojo se desmayara.

-Qué onda –saludo la persona que tenía puestos unas grandes gafas al igual que un extraño cabello largo.

Los tres minimoys consientes solamente lo miraban estupefactos.

-¿A que están jugando, batos? –pregunto colocando sus gafas en su cabeza, mostrando el verdadero tamaño de sus pequeños ojos.

La primera en hablar fue Selenia con voz temerosa.

-Si los zeits nos encuentran, no podremos decírtelo.

-¿Los zeits...?

El sonido de los aleteos de un mosquito lo hizo levantar la cabeza.

-¿Podemos confiar en él? –susurro Arthur.

-No parece querer delatarnos –respondió Aster- lo único que nos queda es arriesgarnos y no lamentarlo.

Selenia asintió ante lo dicho por el rubio, así que Arthur creyó en las palabras de Aster, pero no pudo evitar que su mirada se dirigiera en las manos de ambos minimoys que aún se mantenían unidas.

-Este... ¿piensan seguir tomados de las manos?

Ambos voltearon a verlo confundidos.

-Estamos en una situación de riesgo y no tenemos tiempo para que sientas celos ¿te quedo claro? –regaño la pelirroja apuntándolo con su dedo.

-¿Celos? No, no, no, es solo que yo...-comenzó a excusarse con voz nerviosa, extrañando por completo al rubio que lo miraba confundido.

-Lamento la interrupción, pero les pediré que no se muevan de aquí hasta que vuelva por ustedes –volvió asomar su cabeza el extraño.

Los tres voltearon hacia él.

-Hecho compadre.





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-Chis de lombriz para todos –ofreció el hombre frente a ellos con una media sonrisa- mosca sírvenos. Hoy invito yo.

El grupo minimoys se encontraba ahora mismo en uno de los antros de los sietes reinos, después de que aquel extraño los ayudara a salir de ese riachuelo los llevo con el dueño del lugar más famoso de todos y que justo estaba frente a ellos. Ambos príncipes aceptaron con gusto la bebida mientras Aster se dedicaba a mirar curioso el lugar y Arthur solo miraba con asco como la mosca servía en los vasos algo verde con vapor.

-Larga vida a los siete reinos -brindo el hombre de voz calmada alzando su vaso.

-Larga vida a los siete reinos –les siguió los tres minimoys.

Después del brindis los cuatro tomaron sus bebidas que al instante los hizo soltar un vapor verde de sus bocas.

-Justo lo que quería –dijo Beta con gusto hacia el peliblanco.

-Sep. Justo en el blanco –le siguió Selenia.

-Se necesitaba –termino por decir Aster dejando el vaso en la mesa.

Arthur les miraba divertido por las reacciones de sus amigos, pero luego noto como todos lo miraban esperando que el tomara el suyo.

-P...por los siete reinos –brindo el peliblanco tomando de una su bebida, pero para diversión de todos este reacciono de una forma extraña, puesto al ser la primera vez que toma algo así- ¡Muy refrescante! –exclamó con emoción.

-Estando aquí conmigo considérate mi amigo. Yo soy él manda Max, pero me llamo Max –se presentó muy relajado el hombre frente a ellos con una sonrisa de lado.

-¡Hola Max! –saludo Arthur con voz alegre.

Aster rio un poco al ver como la bebida de mosca le había afectado un poco al peliblanco que lo hacía actuar un poco más alegre de lo habitual, al parecer se había dedicado a verlo demasiado que ni siquiera se logró percatar como el hombre se encontraba coqueteando con Selenia para luego levantarse, no sin antes de pedirles otra ronda. Cuando el hombre volvió no dudo en pedirle un baile a la joven princesa que no podía quitar una sonrisa coqueta, Arthur quisó protestar un poco al decirle que no podían perder el tiempo, pero cuando estaba a punto de abrir la boca la pareja ya se encontraban en la pista.

-¿No deberíamos hacer algo?

-Tranquilo, hombrecillo –dijo Aster notando como Beta le señalaba su vaso vacío para luego hacerle una señal de que iría a buscar más- Selenia sabe cuidarse sola y tiene mejores gustos que eso.

Arthur no estaba muy convencido de eso, pero no le quedo de otra que confiar en las palabras del rubio. Una ligera onda de nervios pasó por el peliblanco al notar como se encontraban solamente ellos en la mesa, era la primera vez que por fin los dos podían compartir un tiempo juntos sin la compañía de ambos príncipes.

¿Qué puedo decir? Pensó.

En cambio, Aster había logrado notar los nervios de Arthur y su cara dudosa al querer iniciar una conversación, eso solamente lo hizo soltar una risa, le parecía tierno el comportamiento del peliblanco, por alguna razón podía tener una conversación sin problemas con Arthur, bueno, casi y eso le gustaba.

Aster estaba a punto de hablarle, pero el cambio de canción le llamo la atención, así que pensó hacer algo que jamás creía que iba hacer, invitar a alguien bailar. Se levantó de su asiento y se colocó a lado de Arthur haciendo una pequeña reverencia con su mano extendida.

-¿Me permites esta pieza?

Arthur trago en seco sonrojado.

-¿N-no se supone que un chico debería invitar a una chica? –pregunto nervioso, pero aceptando la mano del rubio.

Aster con una sonrisa lo guio hacia la pista para comenzar a bailar.

-¿Acaso es algo obligatorio? Mientras nos divirtamos nada más importa. Así que deja esos pensamientos.

El joven peliblanco asintió con media sonrisa, Aster tenía razón, pero al parecer los nervios le hacían decir cosas sin pensarlo y ahora mismo se encontraba avergonzado. Ahora si pensaría en su siguiente pregunta.

-Este... ¿es verdad que vas a cumplir mil años de edad?

-Para nosotros sí, pero tengo entendido por Archivald que ustedes manejan el conteo de su edad de una forma muy lenta–dijo mientras le daba una vuelta al peliblanco- nosotros contamos la edad con forme a los capullos de Selenielle. Selenielle es la flor real.

-¿Selenielle? Y... ¿Qué edad tengo de esa forma?

Aster hizo una sonrisa divertida.

-Tenemos la misma edad.

-Entiendo, entiendo –dijo con voz nerviosa- ¿y acaso eras igual a como yo cuando era niño?

El rubio mostro una cara totalmente confundida.

-No, no, quiero decir que amm –trato de escoger muy bien sus palabras- ¿A que si eras un niño como los de mi vecindario o como yo?

-Solamente puedo decirte que...así vine al mundo y jamás he puesto un pie fuera de aquí.

Arthur notó como el de ojos azules había puesto una mirada triste, parecía estar sumido en sus pensamientos.

-Quisiera estar contigo en mi mundo algún día...

Las palabras del peliblanco tomaron de improvisto al rubio, a pesar de no llevar demasiado tiempo de conocerse, podía sentir una gran conexión inexplicable con Arthur, algo que estaba muy lejos de sentirse como cuando esta con ambos príncipes o con cualquier minimoy. Tal vez en realidad era porque un humano y no uno de ellos, pero de algo estaba seguro: quería seguir estando junto a él.

-Sabes...

El sonido de alguien siendo lanzado y el parar de la música los interrumpió, al parecer habían llegado seguidores del malvado M.

-¡Ahí están! –gritó en un susurro Selenia estirando a ambos chicos hacia una mesa cubriéndose con un menú- Un invitado tan horrendo acaba de llegar.

-Santos pistaches –soltó Aster.

-¿Ese es Maltazard?

Ambos voltearon hacia donde Arthur señalaba, encontrándose con una criatura con aspecto horrible que trataba de ocultar detrás de una máscara, pero que no ocultaba mucho. Max lo había detenido a tiempo comenzando una pequeña charla con el cuándo trato de caminar hacia ellos.

-Te has salvado –dijo Selenia asomándose un poco.

-Él es su hijo, Darkos –término por decir Aster.

-Se ve...muy peculiar.

-Diría que horrendo igual que su padre –bufó el de alas con enojo.

-¿Tanto así?

-Aster aún le tiene rencor cuando Darkos trato de arrancarle sus alas para averiguar si podía volar sin ellas–contó Selenia con cierta molestia, cada vez que recordaba aquello quería golpearlo.

El rubio chasqueo la lengua irritado al recordar aquello, aunque al final logro darle un merecido, eso no quitaba el enojo que le causo aquello. Arthur miraba con horror a Aster, pensar que quisieran arrancarte algo de ti le causaba un escalofrió de miedo.

-Avíseme si viene hacia acá –pidió Selenia hacia Arthur.

Arthur comenzó asentir con la cabeza frenéticamente al ver como ya se encontraba a tan solo unos pasos de ellos. El pequeño menú que cubría el rostro de Selenia y Aster fue arrebatado, dejando sus rostros al descubierto.

-¡Hola, Darkos! –Saludo Selenia fingiendo voz amistosa- que milagro verte.

-Aster y Selenia –dijo con voz rasposa, Arthur al escucharlo no evito hacer una pequeña mueca, su voz era horrenda también- que hace una princesa y su guardián en un lugar como este.

-Queríamos bailar un rato ¿verdad, Aster? –respondió apoyándose en su brazo.

El rubio tuvo que asentir levemente sin dejar de fulminar con la mirada hacia el hombre. Este no dudo en acercarse más a ellos con una sonrisa maliciosa.

-Entonces a mover las antenas.

Aster pudo ver como Selenia agrandaba su sonrisa, ya sabía lo que pasaría, así que opto por poner a Arthur detrás de él.

-Darkos, lindura –llamo con voz dulce- preferiría... ¡MORIR QUE BAILAR CONTIGO!

Un gruñido por parte de él no se hizo esperar.

-¡Tu deseo se va a cumplir princesa! –Envaino su espada- ¡bailaras por toda la eternidad!...

Una silla fue aparar en su rostro atorándose en su puntiaguda nariz bloqueando su vista, los tres minimoys aprovecharon tal acción para alejarse de él corriendo hacia la pista de baile. Betameche se les unió corriendo a la par de ellos

-Viene la caballería –aviso Aster deteniendo su paso al ver a los zeits acercándose.

-¡Nos están rodeando! –grito Arthur.

Los zeits los tenían completamente rodeados, Selenia desenvaino su espada lista para atacar en cualquier momento al igual que Aster que tenía su arco y flecha en mano listos. En cambio, Betameche saco su navaja que contenía una espada pequeña y de repente, la pista de baile comenzó a moverse al igual que el ritmo de la canción. Dando comienzo una pelea con baile.

-¡Aster, cuidado! –gritó Selenia hacia el rubio.

Aster dio un giro con estilo esquivando el golpe del zeits y al terminar de girar lanzo una flecha en dirección hacia uno que estaba a punto de atacar a Beta por la espalda.

-Que la fiesta empiece –dijo el de ojos azules con diversión.

De repente, una canción ochentera fue puesta. Selenia comenzó a dar varios movimientos de baile con emoción, pero al pasar la espada frente a ella división en el reflejo como varios zeits venían, así que se agacho para que estos chocaran contra otros que venían por enfrente. Arthur se deslizo por debajo de la puntilla del tocadiscos (que era la pista de baile) para que los zeits fueran derribados por ella, pero al terminar de deslizarse no pudo evitar guiñarle un ojo al rubio que, no pudo evitar negar divertido.

Con que agarrando confianza, pensó.

La canción volvió a cambiar por una de los noventa.

Arthur se vio acorralado por dos zeits, pero al querer correr por un lado estos se lo evitaron, así que trato de hacerlo por el otro lado y fue lo mismo, logrando que al moverse se movieran al ritmo de la canción. Aster y Selenia miraban divertidos como el peliblanco se había emocionado de más y ahora se encontraba bailando la canción, pero sin dejar de ver al enemigo enfrente, dio un salto para que estos fueran también derribados por la puntilla de pista, extendiendo sus brazos con emoción al terminar la canción.

La canción cambio por última vez por ahora uno de los dos mil.

-¡Selenia!

-¡Lo tengo!

Al ver nuevamente a un grupo de zeits correr hacia ambos minimoys, la princesa no dudo en clavar su lanza en el piso para luego abalanzarse sobre ella y comenzar a girar repartiendo patadas hacia todos. Aster cargo su arco y disparo en dirección hacia dos que corrían hacia el para darle justo en ambos pies de los zeits que, no dudaron en chillar del dolor.

-¡Aster!

El grito de Betameche alerto al de ojos azules, trato de ver su ubicación hasta que lo encontró gateando a toda prisa por debajo de las mesas, pero con Darkos detrás de el con maso en mano. Voló rápidamente en su dirección hasta que al joven príncipe solamente le quedaba una mesa de protección, tomó la lanza de Selenia que se encontraba aun clavada para terminar chocando armas con la asquerosa criatura.

-No tienen oportunidad –exclamó Darkos con enojo.

-Yo lo diría si fuera tu ¡Beta!

En un instante una avalancha de burbujas los rodearon bloqueándoles la vista pos unos momentos, Aster se agacho rápidamente y tomó al pelirrojo para reunirse con Selenia. Darkos al no verlos decidió lanzar un golpe al aire, dándole solamente a uno de sus secuaces dejándole toda la cara aplastada.

-Ya los estaba dando por muertos –soltó Selenia desvainando su espada.

-No será a manos de Darkos, eso te lo aseguro –se burló Aster a la par.

Los 4 se habían reunido nuevamente al centro de la pista de baile al ser rodeados por los zeits con su líder en el centro de ellos.

-Muévanse –ordenó.

-A mover el bote –dijo Aster con diversión colocando a Beta detrás de el.

Justo cuando estuvieron a punto de pelear, las luces se apagaron.



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