Capítulo 9
¡¿Qué había sucedido?! ¡¿Cómo es que había hecho eso?!
En definitiva, me había tomado por sorpresa y no lo vi venir en ningún momento, le coloqué seguro a la habitación deseando en que no pudiera entrar —presentía que no lo haría—, bajo la seguridad que la habitación me proporcionaba me tumbé sobre la cama y me llevé las manos al labio en el que me había tocado, quemaba de tan solo pensar en el roce de su pulgar, ¿Por qué tuvo que hacer eso?
Era obvio que el príncipe era confiado, tenía suficiente confianza en sí mismo que podía ser sorprendente, pero eso no explicaba por qué había hecho eso, qué lo había incitado a tocar mi boca, ¿fueron mis palabras o la cercanía en la que nos encontrábamos? De pronto, miles de preguntas volaron por mi cabeza y ninguna tenía respuesta.
Ya presentía que Frederick iba a volverme loca y sin duda ese movimiento repentino me dejó en un estado sin cordura.
Quince minutos más tarde, escuché la puerta de la entrada principal cerrarse, dudosa, esperé unos minutos sobre la cama antes de salir de la habitación y ver que se había marchado, sin tener la menor idea de a dónde podría haber ido regrese a mi habitación y encendí mi laptop, necesitaba distraerme con algo.
Pasé unos minutos debatiéndome que hacer, no podía hablar con nadie de esto, hacerlo podría perjudicarnos a los dos sobre todo a Frederick.
Encendí la laptop deseando tener una idea, desde que había comenzado a trabajar con Nicholas había descuidado mi vida, pasaba la mayor parte del tiempo trabajando para él y siempre trataba complacerlo con la información que deseaba, tanto que llegué a creer que había perdido mi propia forma de escribir, ahora, después de haber renunciado a su compañía estaba decidida a volver a retomar lo que tanto amaba, escribiría los artículos a mi estilo y me encargaría de hacerlo de la mejor manera posible.
Como de costumbre, entré al correo electrónico para checar si tenía un nuevo mensaje, Mason había escrito preguntándome como me había ido en la entrevista con el príncipe y si había tenido oportunidad de entrevistarlo en privado.
Si tan solo supiera... Pensé.
Por lo pronto, decidí que lo adecuado era no contestar su correo y dejarlo pasar, con la esperanza de que crea que no he checado mi bandeja de entrada, el siguiente mensaje que encontré es de Nicholas que lo abrí tan rápido como pude solo por la intriga.
Querida Bethany,
Solo espero que no puedas conseguir un nuevo empleo maldita perra. Gracias a ti, hemos obtenido una mala puntuación entre los diez periódicos más populares de Suecia, te detesto.
¡¿Pero qué tiene en la cabeza?! ¡¿Cómo se atreve a enviarme un mensaje como ese?! Con eso me quedaba claro que Nicholas era más que un idiota.
Sentí el impulso de responder el mensaje de inmediato e insultarle de vuelta, ofenderle y echarle en cara sus verdades y lo detestable que fue trabajar para él, al final, termine saliéndome del mensaje y continuar viendo mi bandeja de entrada, pensé que lo mejor que podía hacer era dejar pasar el mensaje, si iba a demostrarle que era mucho mejor que él, sería con hechos no a base de insultos.
No hay nada mejor que dejar que los hechos hablen por nosotros que las palabras.
El siguiente mensaje que me animé a abrir y del cual me sorprendí se trataba de un mensaje enviado desde el correo personal de Fabrizio Ahlstrom, el dueño de The Ahlstrom's Journal, tan rápido como pude, leí el mensaje.
Hola, Beth, espero que me recuerdes...
Me he animado a escribirte después de enterarme de que has dejado de trabajar para Nicholas Eliasson, quiero decirte que me gustaría tenerte en mi equipo de trabajo luego de leer la última publicación que hizo el periódico de Nicholas bajo tu nombre sobre el príncipe de Alemania Theodore Altenberg, tengo que decir que fue muy valiente de tu parte compartir una nota como esa, se necesitan agallas para desobedecer las órdenes de tu jefe y dar en el clavo con una excelente nota que tiene a muchos con la boca abierta.
Te escribo desde mi correo personal porque quiero que mi invitación sea algo más íntimo dado en que he tenido oportunidad de tratarte en persona y me has agradado bastante, sé que eres buena en lo que haces y realmente me gustaría tenerte en mi equipo, podría darte una página para ti sola en mi revista y periódico, por favor, considera esta oferta y no dudes en escribirme o llamarme, sé que tienes mi número entre tus contactos.
La compañía de The Ahlstrom's Journal era una de las más importantes en el mundo del periodismo, Fabrizio era un joven al que había tenido oportunidad de conocer en más de una ocasión en diferentes eventos sociales a los que había asistido junto a Nicholas, desde el primer momento, congeniamos a la perfección por lo que nos hicimos amigos, él había heredado la compañía de su padre exactamente un año atrás, cualquiera que se dedicara al periodismo, sabía lo difícil que es conseguir un trabajo en la compañía de Fabrizio, era exigente y sus noticias siempre se vendían como pan caliente en la mañana, conseguía la mejor información de primera mano, sobre todo cuando se trataba de la familia real, la cual era como una especie de obsesión que el periodista tenía, desde que tengo noción de él, sé que no ha descansado ni un segundo por conseguir las mejores notas que tengan que ver con la familia real de Suecia, Inglaterra y Alemania. Por supuesto, el drama era su parte favorita, no existía una noticia que compartiera en la que no se viera involucrado un poco de drama, solo que a diferencia de Nicholas, no distorsionaba del todo la información, si había algo por lo que The Ahlstrom's Journal, tenía prestigio y por lo que Fabrizio se caracterizaba era por su sinceridad, en cambio, Nicholas siempre distorsionaba la información y la manejaba a su conveniencia, sobre todo aquella que tuviera que ver con la realeza, no hay que sorprenderse sobre los rumores creados de la reina Cristina de Inglaterra y la muerte de su hijo, Nicholas había formado parte de todos esos rumores inventados, el drama entre los Mountbatten y todos esos rumores sobre el príncipe Theodore eran creación de Nicholas, él había cooperado con otras compañías para inventar lo que fuera necesario con tal de tener su bolsillo lleno de dinero.
Esta vez, supe que debía de responder el mensaje y aceptar el empleo, trabajar con Fabrizio sería mucho mejor que con cualquier otro. Tan pronto como di una respuesta, escuché que la puerta principal de la entrada era cerrada de nuevo lo que me dijo que Frederick había llegado, después de enviar el correo con mi respuesta, salí de la habitación para encontrarme con él cargando en ambas manos un par de bolsas de supermercado.
—¿Hiciste las compras?
Pregunté a pesar de que era obvio, Frederick se abrió paso hasta la cocina donde coloco las bolsas con el mandado.
—Hacía falta, Mark no pudo ir y tarde o temprano nos quedaríamos sin suministros para sándwiches. Por suerte, he comprado todo lo necesario para productos de limpieza y aseo personal, también he traído para preparar diferentes comidas como pasta, hamburguesas y otras comidas. No tenía idea de qué tipo de frutas acostumbras a comer por lo que compre una bolsa de cada fruta que vendían, espero que eso esté bien contigo.
Me llené de asombro.
—No tenías que hacerlo, gracias.
Dije insegura, le observo guardar las compras en el refrigerador y como no quería quedarme allí en una esquina como tonta mirando, guardé la comida que consideré que va en la alacena, al final, los dos nos encontrábamos de un lado a otro guardando todo el mandado que había traído consigo.
—Bien, creo que eso es todo —dijo observando que ya no quedaba nada sobre la barra—. Iré ordenando la comida china, luego tarda alrededor de una hora y detesto la espera.
Dijo sacando el celular del bolsillo de su pantalón trasero, me quedé allí frente a él, viéndolo ordenar comida y noté que tenía esa pequeña manía de morderse las uñas cuando habla por teléfono. Diez minutos más tarde, colgó la llamada y se dirigió a mí.
—Llegará en una hora —dijo no muy contento—. ¿Qué me dices? ¿Vemos una película?
Su oferta fue tentadora y no quería ir directo a mi habitación y encerrarme, así que asentí.
—¿Puedo escoger yo?
Ladeé la cabeza.
—De acuerdo, te dejaré escoger, ¿qué tienes en mente?
Me mordí el labio inferior.
—¿Qué me dices de una película navideña? Me encantan las películas de Navidad.
Enarcó una ceja.
—¿En mayo? —preguntó—. La época navideña ya pasó.
Negué.
—Las películas navideñas nunca pasan.
—No estoy de acuerdo con ello, no creo que las personas deberían de verlas en épocas que no son navideñas.
Lo miré ofendida.
—Por favor, no vuelvas a decir eso en toda tu vida. Las películas de Navidad son las mejores de todo el año, el espíritu navideño nunca pasa de moda, incluso si es verano se disfruta de una buena película de Navidad.
Rio.
—Solo a ti se te ocurre ver una película de Navidad en verano, ¿no?
Asentí con seguridad.
—Son mis favoritas. Veremos una película de Navidad y que no se hable más.
Sintiéndome más segura y confiada, me dirigí hacia el gran sofá frente al televisor, lo encendí de inmediato junto con la consola de Xbox que vi que tenía, entré a la aplicación de Netflix, aproveché que su cuenta estaba abierta y busqué una película, Frederick llegó a mi lado con los brazos cruzados y me miró serio.
—¿Es en serio? ¿El Grinch?
Volteé a verle mientras ponía la película y la pausaba para poderle hablar.
—No digas que nunca la has visto, es un clásico de clásicos.
—Es claro que lo es, pero sigo creyendo que es absurdo ponernos a ver películas de Navidad, ¿Qué no pensaste en alguna comedia romántica o algo por el estilo?
Le di una mirada seria.
—No te gusta el Grinch, ¿verdad?
Rodó los ojos.
—No es eso. Solo no creo que debamos de ver películas de Navidad en épocas que no son Navidad.
Continuó protestando. Esta vez yo rodé mis ojos.
—Estás actuando como el propio Grinch en estos momentos, ¿te das cuenta de ello?
Me fulminó con la mirada. No le causaba gracia y a mí me divertía.
—Vamos, solo será una película navideña y prometo ver lo que tú quieras, incluso si es de terror y me da miedo por la noche.
Intente animarle, sus labios se fruncieron.
—Eso ni siquiera es convincente, algo me dice que terminaremos viendo un maratón navideño.
Era un comentario demasiado tentador.
—Eso suena como una idea fabulosa.
Bufa y deja caer su cabeza hacia atrás antes de negar.
—Bien, tú ganas. Veremos cualquier película de Navidad.
Un chillido agudo se escapó de mí al tiempo en que aplaudí triunfadora, me acerqué a él y coloqué un beso en su mejilla, fue espontaneó y sin pensar, solía hacer eso con mis hermanos cada vez que salía triunfadora en algo en lo que competíamos por lo que lo había hecho sin pensar, fue una reacción completamente natural y espontánea de mi parte.
Si el gesto sorprendió a Frederick o no, no se inmutó o hizo algún comentario al respecto, yo me apresuré a tomar de nuevo el control remoto y poner la película evitando el contacto visual con él a pesar de que podía sentir su mirada fija en mí. Decidí fingir que no me incomodaba y me armé de valor para no voltear a verlo pues tenía curiosidad en ver su rostro.
Logré concentrarme en la película y olvidarme en la cercanía en la que nos encontrábamos, al principio, Frederick se distrajo en su celular y después se animó a ver la película junto conmigo, por mi parte, amaba esa película lo que ayudo a sacarlo de mis pensamientos por un buen rato.
—En verdad no querías ver esa película, ¿verdad?
—No.
Dijo con sus brazos cruzados una vez que la película finalizó rodé los ojos, estaba actuando como un niño chiquito.
—Bueno, es tu culpa por dejarme escoger la película.
Alcé las manos a modo de defensa y me ofreció una sonrisa ladeada, su cabeza estaba recargada en el sofá y debido a nuestra aun cercanía podía tener una mejor vista de sus preciosos ojos y abundantes pestañas.
—Créeme que, de haber sabido, jamás te dejaría escoger la película. Me servirá para la próxima.
La próxima, pensé, ¿haríamos esto de nuevo?
No queriendo entrar en una incógnita conmigo misma, hablé.
—Puedes escoger la siguiente película si lo deseas.
—De ahora en adelante, me encargaré de escoger todas.
Dijo tocando la punta de mi nariz con su dedo índice, su gesto me sobresalto. De nuevo, el silencio nos inundó a ambos y no pude evitar observarlo, tenía una postura relajada, su cuerpo descansaba plácidamente sobre el sofá, sus pies estaban estirados por lo largo de la alfombra y estaba mirándome con una calma que me ponía nerviosa, bajé la vista hasta mis manos y jugué nerviosa con ellas, tenía que trabajar en la comunicación, los silencios incómodos no podían continuar para siempre entre ambos, me volverían loca y mi estancia aquí sería difícil. Sentí curiosidad por saber si se sentía de la misma forma que yo.
—Tienes que admitir que no ha estado tan mal...
Intenté hacer un poco de conversación. No respondió, se quedó observándome fijamente.
Continúe hablando.
—Y también sería bueno que admitieras que las películas navideñas son grandiosas, ponen a todos en el espíritu navideño aun cuando no es Navidad y suelen animarnos a todos, son geniales.
—Mhm... —dijo cerrando los ojos—. Quizás no a todos nos ponen en un espíritu navideño, además no entiendo esa emoción de ponerlas cuando aún faltan meses para Navidad.
—Porque son las mejores películas.
Abrió los ojos.
—No lo son.
Reí.
—¿A caso eres de ese tipo de personas que prefieren las películas veraniegas durante todo el año?
—No soy ningún tipo de persona que puedas imaginar —aclaró—. Solo no veo películas navideñas en mayo, o cualquier época del año que no sea Navidad.
—Vaya, que mal gusto tienes.
—Lo dice la chica que ama las películas navideñas durante todo el año.
Se burló. Me hice la ofendida.
—Bueno, si te gustaran las películas navideñas, pensarías lo contrario.
Arrugó la nariz.
—No lo creo, soy más del tipo de recibir al conejo de Pascua en acción de gracias.
Estaba burlándose de mí.
—Pobrecito, recibías solo carbón en Navidad y ahora lo odias por eso. Pobre Frederick.
Me burlé asiendo un puchero.
—Es que tú recibías cientos de regalos en esa época que dejabas a toda Suecia escasa de regalos y quién lo diría, la señorita Bethany Andersson ama a Santa Claus más que a su propia vida.
Pensé que ya habíamos dejado la mala mención de mi apellido a un lado.
—Es Danielsson no Andersson.
—¿Qué acaso no es lo mismo?
Arrugué la nariz y le di una mirada seria.
—No lo es, es como si yo te llamara Kallberg en vez de Kallenberg. Los dos sabemos bien que no es lo mismo.
—Y sabemos que no me cambiarías el apellido —me acusa con el dedo índice—. Eres demasiado buena como para intentar hacerlo, sentirías que me faltas al respeto y te sentirías avergonzada de ello.
Maldición, ¿Cómo es que siempre daba en el clavo? ¿Acaso era adivino?
—Bueno, podría llamarte Kallberg si quisiera —mentí, si lo hacía, como él había supuesto, sentiría que le faltó al respeto—. Incluso podría cambiarte de nombre.
—¿Ah sí? ¿Y cómo que nombre me darías?
Preguntó divertido.
Tenía que pensar en algo. Arrugué la nariz mientras pensaba y segundos más tarde, fruncí los labios, no tenía ningún nombre en mente. Frederick se acercó más a mí.
—¿Lo ves preciosa? Eres demasiado buena como para intentar darme otro nombre —dijo volviendo a darme otro toquecito en la nariz, de nuevo me sobresalté.
—Detesto que me llames preciosa.
Dije más en un susurro para mí misma que para él, Frederick sonrió al tiempo en el que tocaron la puerta de la entrada y se levantó de su lugar segundos después para dejarme allí sola.
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