Capítulo 29
Las ruinas del castillo que alguna vez cumplió la función como hogar de Toneri, se alzaban imponentes frente a nosotros tres.
Naruto soltó un jadeo.
Miré la entrada de aquellas ruinas, y no dudé en atravesarla. Solo eso me separaba de mi familia. Y ya era tiempo de que nos reunieramos nuevamente.
Nuestros pasos eran firmes, estabamos preparados y seguros de que saldríamos vivos de aquella. O al menos trataríamos de que fuera así.
—Vaya, vaya... Enhorabuena, no pensé que fueran a considerar la luna como uno de sus puntos a buscar— conocia bien esa voz. Era la misma que el hombre que se llevó a mi esposa.
Sentí la sangre hervir bajo mi piel. Gruñí.
—Tranquilo Sasuke, no te dejes influenciar por él, cabrearte es lo que busca— respiré profundo. Kakashi tenía razón.
No podía caer en sus provocaciones, necesitaba acabar con esto ya.
—Cabreado estoy yo. Vaya que eres un hombre precavido Uchiha— apareció frente a nosotros, con su sonrisa cínica. —Mira que colocar un sello para protegerla...— casi suelto un gemido por la sorpresa.
Lo había logrado... El sello la había protegido.
Me sentí aliviado, pero no me permití mostrarlo. Debía permanecer firme.
—Déjame verla— di un paso al frente.
—Oh, pues claro. Pero creo que no la reconocerás— la mujer que me mostraron, no era ni un suspiro de lo que algún dia fue mi esposa. Sentí el horror recorrerme al ver su mirada perdida.
Y su cara pálida. Sin embargo, las manos permanecían en su vientre, protegiéndolo. Cuídando a nuestra pequeña.
Fue en una fracción de segundo, mientras aquel hombre hablaba toda su mierda, no podía apartar la vista de mi compañera, entonces ahí ocurrió, cuando los ojos de ___ chocaron con los míos y me guiñó un ojo de forma disimulada. Era algo tan diminuto, pero me transmitió todo lo que necesitaba saber.
Mi esposa estaba ahí, estaba viva, y esperaba por mi.
No pude pensarlo dos veces antes de abalanzarme bruscamente encima de aquel hombre. No acerté el primer golpe, pero no me importaba, el siguiente si lo haría.
Lo mataría, por torturar a mi familia. Se lo habia buscado.
Ahora que sentirá mi furia hecha fuego y relámpago, que no pida clemencia.
Lo desgarraría, a él y a cuantos hicieran falta, para hacer de este maldito mundo un lugar adecuado para las dos luces de mi vida.
Kakashi y Naruto no dudaron dos segundos en lanzarse igual a la batalla.
Sonreí cínico en cuanto mi espada desgarro los tendones de su brazo derecho, en un movimiento violento de mi parte, que no pudo evitar. La sangre me salpicó en la capa, y se sintió como la gloria.
Ya luego tendría el placer de arrancarle la vida, primero que todo iban mi reina y princesa.
El segundo hombre se hizo presente, esquivé su ataque con la espada y causó que me alejara varios metros de mi amada.
Justo en ese momento, el primero me sobrellevó, y lo último que pude ver fue como aquel gigantón agarraba a mi esposa, con aparente fuerza.
La furia me sobrellevó al ver la forma tan violenta que usaba para tratar a ___.¡¿Qué no ven que está embarazada?!, ¡NO TIENEN MI PERDÓN!.
Concentré toda mi furia en mi puño y lo estrellé en la cabeza de aquel estúpido que osaba retenerme. Una persona normal hubiera muerto al instante, debido a la fuerza que llevaba ese golpe.
Dirigí mi mirada a su persona, se estaba reacomodando la mandíbula.
—Tu solo espera, acabaré contigo cuando menos te lo esperes— bramé, con la voz tan grave y sádica que jamás pensé tener.
Desenterré mi espada y estuve a punto de darle nuevamente, en conjunto con Naruto y Kakashi, cuando la explosión y dos fuerzas enormes luchando la una contra la otra, llamaron mi atención.
No muy lejos de mí, yacía aquel hombre sosteniendo ambos puños de mi esposa. Un aura morada la rodeaba, protegiéndola, otorgándole la fuerzas necesarias, y combinándose con su letal poder ocular.
Mi chakra.
Pude distinguir tres figuras, mucho más allá de él, en la espalda de mi esposa. Y tres manos distíntas colocadas en su vientre. Sonreí.
Fugaku Uchiha, Mikoto Uchiha e Itachi Uchiha cumplían la promesa de proteger las últimas luces del clan.
—Oh, vaya. Parece que es una buena actriz— noté las intenciones que tenía, de atacarla por la espalda.
Conmigo aquí no.
Nuevamente los tres nos abalanzamos sobre aquel hombre, y logré hacerle una buena cantidad de daño, antes de escapar de sus garras y apresurarme a socorrer a mi esposa.
Me llevé la sorpresa de que había asesinado al segundo hombre, yacía pálido en el suelo, con los ojos bien abiertos y cara de espanto. Casí horrorizado la miré.
Ella era... Era mortal.
Sus ojos resplandecía el Rinnegan, y miraba de forma seria y desafiante aquel cadáver, como si le invitara a levantarse, y enfrentarse nuevamente a ella.
—Amor— murmuré, mientras me acercaba a ella.
—¡Cuidado Sasuke!— la sangre salpicó nuevamente sobre mi capa, al momento en que tanto ___ como yo, nos movímos con rápidez para tomar mi katana, y atravesar la cabeza de aquel Ōtsutsuki, arrancándole la vida de una vez por todas. La sangre resbalaba por la katana, manchando nuestros brazos, y algunas gotas permanecían en mi cara.
Con ambos muertos, no teníamos nada más que hacer aquí.
—Ah...— permití que ___ se dejara caer en mis brazos. Cubría sus ojos con una mano, aquella que no estaba manchada de sangre, aparentemente adolorida.
Aparté con suavidad su mano, y me fijé en su rostro.
Me bastó una mirada, los ligeros cortes bajo sus ojos, para darme cuenta de las intenciones que tenía.
Le iban a arrancar los ojos, a sangre fría, y ella estando consciente.
Un escalofrío me recorrió, al comprender lo sádicos que podían llegar a ser los Ōtsutsuki. Desearía que su muerte de ambos hombres no hubiera sido tan precipitada. Quería saborear por algún rato más la expresión de agonía por medio de la tortura que les tenía preparada. Pero el tan solo ver sus rostros ya muertos, me daba cierta satisfacción.
—Al no poder abrirme el vientre y extraer a Sarada por los sellos— jadeó mi esposa, inmediatamente la miré, y me permití tocar su vientre. Mi sello estaba casi tan destrozado como el primero. —Han intentado arrancarme los ojos... No sé si habría sobrevivido otro día más...— sentí a Sarada moverse.
—Ya están a salvo. Tranquila— besé su frente y la vi cerrar los ojos exhausta, la levanté cual princesa y traté de acomodarla lo mejor que pude.
—Kakashi, dobe, tienen información dipuesta aquí. Traten de recolectarla rápido. ___ necesita ser revisada— una vez seguro de que ___ no estaba plenamente consciente, y que Naruto y Kakashi tenían toda la información que querían sobre esos cuerpos, los incendié con el Amaterasu, y observé cada segundo, hasta que ni siquiera sus cenizas contaminaron la luna.
Y después de recoger todo lo que pudimos, volvimos a la tierra, y de inmediato me llevé a ___ para que Tsunade en persona, revisara.
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