Capítulo 14

(Narra TN)

—Cariño, ¿ya sabes de que te vas a disfrazar en la fiesta de Emma? —me preguntó mi madre, mientras cenábamos. La semana había ido pasando y ya era viernes por la noche.

Emma nos envió un mensaje de que había organizado una fiesta en su casa. Siempre en vacaciones celebraba alguna fiesta temática. La última, en Navidad, fue de princesas Disney. ¡Horrible! La temática de la fiesta de mañana era «terror». Eso me gustaba más. Siempre decoraban la casa muy bien y contrataban equipo de animación. ¡Sería una pasada! Los compañeros de clase íbamos de invitados, pero también podía entrar gente de fuera si pagaba dos dólares por la entrada. Luego destinaban el dinero a alguna obra benéfica.

—Me voy a disfrazar de gato. Nora va de bruja y quiere que yo vaya de gato. Mañana vendrá para hacerme el maquillaje —le expliqué. Nora era una experta pintando caras, aunque un gato no era muy complicado, quería hacérmelo ella.

—Muy bien, cariño. Yo llevaré a Helena a una fiesta de cumpleaños —dijo mamá—. Tómate la pastilla antes de ir a tu habitación.

Ah, sí. La medicación inútil que no servía para nada. Me la seguía tomando porque no quería preocupar a mi madre. Por suerte, ya no notaba casi los efectos secundarios. Al principio fue horrible. Me levanté para fregar mi plato

—Por cierto, ¿qué tal con Jack? —me preguntó, de repente.

—No sé... Lo seguimos intentando, pero yo solo lo veo como un amigo —contesté. No quería mentirle por mi parte, pero tampoco quería traicionarle a él contando su secreto.

—Cariño... Siento que te obligáramos a estar con él. Pensaba que era algo bueno para ti, pero si no sientes nada por él puedes dejarlo estar. Haz lo que te apetezca —comentó mi madre, algo apenada, mientras me acariciaba la cabeza.

—Sí, mamá —dije, sonriendo levemente—.Voy a mi habitación a estudiar un poco.

Después de las vacaciones empezaba el último trimestre. En julio tendríamos los exámenes finales. Había sacado «A» en el primer año del último «stage». Era la máxima nota. Si este año conseguía sacar la misma nota podría elegir la carrera y la universidad que quisiera. Me senté en el escritorio y cogí el horario que me había preparado para estudiar. De momento lo estaba cumpliendo bastante bien. Esta noche debía estudiar dos temas de Sociología. En los dos últimos años ya debías elegir asignaturas que se orientaran a tu carrera. Yo había elegido una rama en la que Educación fuera una de las posibles carreras. Por suerte, cuando empecé el año pasado, mi padre ya no estaba prácticamente pendiente de nosotras, así que mamá me dejó elegir lo que quisiera.

En aquel momento no era consciente de lo peligroso que podría haber sido que mi padre se enterara de que no quería estudiar para ser abogada. Mi madre sabía que lo hubiera pagado con ella y, aun así, no dudó en apoyarme para que pudiera ser lo que yo quisiera. Ahora le debía luchar por ello. No pensaba decepcionarla. Ahora que papá no formaba parte de nuestras vidas todo era más sencillo. Estos días habían sido los más tranquilos en muchísimo tiempo.

—Vaya, desde que tu padre no está le cuentas muchas más cosas a tu madre —escuché la voz de Law a mis espaldas. Ah, bueno. Ver y escuchar a los demonios también era algo que afectaba a mis estudios.

—Lo sé, y me siento mejor —dije—. Ahora necesito que me dejes estudiar.

—Le has dicho que no te gusta Jack, pero no le has contado que quieres tener sexo con un demonio —susurró, muy cerca de mi oído.

—Dicho así no suena muy bien... Prefiero no contárselo. Además, solo te pedí un beso —murmuré, después de pensar unos segundos. Me ponía nerviosa tenerle tan cerca, pero debía disimular. Si no lo hacía, él volvería a tener el control.

—Te aseguro que si lo hiciéramos ahora mismo se enteraría todo el vecindario —comentó—. Gritarías de placer.

—¿Sí? Pues dame una muestra —dije, cruzándome de brazos. No lo haría, después de cómo rechazó el beso. Aunque una parte de mí deseaba que lo hiciera. Quería saber que se sentía y Law era el único que me atraía en ese sentido, por desgracia.

De repente, noté sus manos en mis hombros y su aliento en mi cuello. Mi corazón empezó a latir con fuerza. ¿Qué iba a hacer? Notar su respiración tan cerca de mí hacía que me sintiera acalorada. Sentí como me apartaba lentamente el pelo hacia un lado. Sus dedos acariciaron mi nuca y me recorrió un escalofrío. De pronto noté sus labios rozando mi piel y, acto seguido su lengua recorriendo mi cuello poco a poco. No pude evitar soltar un pequeño gemido. Sentí un gran placer y noté una sensación muy rara ahí bajo.

—Ah, Law... —volví a gemir, mientras llevaba una mano hacia mi intimidad. A lo mejor así paraba esa sensación. ¿O qué había que hacer cuando sentías eso? Habría... ¿Habría que seguir haciendo cosas? Se apartó y se puso a mi lado. Puso su mano en mi barbilla y la empujó para obligarme a mirarle.

—¿No querías una muestra? Eso no es nada comparado con todo lo que podría hacerte... Así que no me tientes a que te muestre más —dijo, serio, mientras me miraba fijamente. No podía hablar en ese momento—. Ahora te dejo que estudies.

Me quedé con la mirada perdida durante unos minutos. ¿Eso solo había sido una mínima parte de lo que se podía sentir teniendo sexo? Ni si quiera había sido un beso en la boca. Solo me había besado el cuello unos segundos. Había visto que la lengua podía pasarse por muchas partes del cuerpo. ¿Se sentiría igual de bien? Y bueno... Luego de todo eso venía la parte más importante... Cuando el chico metía eso dentro de la chica. En los vídeos todos la tenían muy grande. Parecía que fuera a doler pero las caras de las chicas no eran de dolor... Me acordé de cuando vi a Law desnudo en mi ducha. La suya era bastante grande... 

¡Ah, basta! Me llevé las manos a la cabeza. Tenía que dejar de pensar en esas cochinadas, pero... Es que me había gustado... ¿De verdad se podía ir al infierno si llegabas hasta el final? Sí, estaba segura. Si no, él no tendría tanto interés. Bueno. Basta de tonterías. Iba a ponerme a estudiar en serio.

Al día siguiente, sobre las once, Nora y Emily ya estaban en mi casa. La fiesta empezaba sobre la una, pero habíamos quedado ahí para disfrazarnos e ir juntas hasta la villa de Emma. Cogeríamos un taxi desde mi portal.

Emily se iba a disfrazar de espantapájaros. Llevaba ropa de granjera. Yo le recogí su pelo naranja en dos trenzas y se las deshice un poco para que quedaran despeinadas. Nora le manchó un poco la ropa con spray negro y gris, para que pareciera sucia y rota. Después le pintó unas ojeras y le hizo heridas con sangre falsa en la cara.

—¡Guau! ¡Es increíble! —exclamé, emocionada. Emily daba miedo de verdad.

—Lo sé —dijo ella, orgullosa—. Ahora es tu turno.

Me sentó en la silla y puso las pinturas sobre la mesa. Llevaba puesto unas mallas negras y una camiseta y zapatillas del mismo color. Claro, iba de gato negro. Dejé pacientemente que Nora me maquillara la cara, aunque me hacía bastantes cosquillas.

Cuando me miré al espejo me quedé boquiabierta. La verdad es que daba bastante miedo con ese maquillaje. Era de gato negro muerto. Nora me puso la diadema con las orejitas.

—¡Ya estás lista! —exclamó, emocionada—. Me arreglo yo y llamamos al taxi.

Su disfraz también quedó fantástico. Parecía una bruja de verdad. Fuimos al salón y llamé a un taxi desde casa. Salimos fuera a esperarlo. El día estaba bastante nublado, parecía que fuera a llover en cualquier momento. Según el móvil habría tormenta por la tarde.

Cuando llegamos, había dos tipos de seguridad vigilando la puerta. Dijimos nuestros nombres, para que supieran que éramos compañeras de clase y nos tacharon de la lista mientras nos invitaban a pasar. La casa de Emma era enorme. El jardín era enorme y estaba todo ambientado. Parecía Halloween. Nos metimos en la casa y nada más entrar dos hombres disfrazados de zombis nos dieron un susto.

—Bienvenidas, chicas —nos saludó la madre de Emma—. Están todos en el salón. Hay bebida y aperitivos. Disfrutad.

—Muchas gracias señora Brown —dijimos las tres a la vez, antes de andar hacia el salón.

Nada más llegar vimos a nuestros compañeros de clase. Había más amigas de Emma y gente del vecindario que había pagado la entrada benéfica. Nos acercamos y saludé a Jack con un beso en la mejilla. Nunca nos habíamos besado en la boca.  Es decir, aún no había tenido mi primer beso. Si no fuera por Emily sería la única chica de la clase que nunca se ha acostado con nadie.

Todos los aperitivos estaban relacionados con la temática de la fiesta. Mis favoritos eran las salchichas con forma de dedos cortados. Después de comer un poco fuimos pasando por los distintos pasillos de la casa, mientras varios monstruos nos asustaban. Era genial. Al volver al salón, nos fijamos en que las amigas de Emma estaban un poco revolucionadas.

—¿Pero qué les pasa? ¿Es que Emma solo se junta con cabezas huecas? —preguntó Nora, mientras mirábamos como hacían tonterías—. Oh, vale. Ya entiendo. ¡Es aquel chico de la discoteca! Su disfraz es una pasada.

—¿Qué? —murmuré, mientras miraba hacia donde señalaba Nora. ¿Qué hacía aquí? ¿Y qué hacía acercándose hacia nosotras?

—Hola, chicas. No sé si os acordaréis de mí —saludó al llegar. Iba vestido de negro y tenía cuernos y colmillos. ¿Serían de verdad?

—Cómo para olvidarte... —susurró Nora. Le di un codazo—. Tu disfraz es una pasada. Parece de verdad.

—Gracias —dijo, sonriendo de lado.

—Oye, deja a estas tres y vente con nosotras —comentaron las cuatro amigas de Emma, mientras se acercaban a él. Dos de ellas, las que iban a clase conmigo, se cogieron de sus brazos. Me fijé en su cara. No parecía muy entusiasmado.

—He venido por ella. Desde que la vi en la discoteca no he podido olvidarla —comentó, mientras me miraba. Otra vez puso esa estúpida sonrisa. Se estaba burlando de mí.

—(TN) tiene novio, así que olvídate de ella. Ven a pasarlo bien con nosotras —comentó Sarah, una de las chicas de clase. Mira que éramos pocos en el aula, pero hacía años que no hablaba con ella. Ni si quiera habíamos hecho ningún trabajo juntas. ¿Por qué tocaban así a Law? ¿Qué confianzas eran esas?

—Sí, eso es. Tengo novio. Así que ven conmigo y vamos a aclarar las cosas —intervine, mientras le cogía del brazo y le arrastraba hasta el baño.

Le hice entrar en el baño y me giré para cerrar la puerta. Vi que Nora me guiñaba un ojo a lo lejos. Emily me miraba extrañada, mientras que las amigas de Emma me miraban con odio. Cerré y me giré hacia él.

—¿Qué haces aquí? —pregunté, intentando mantener la calma. Este tipo me alteraba hasta límites insospechados.

—Colaborar en una causa benéfica —contestó, sonriendo de lado. Suspiré y esperé en silencio hasta que me dijera la verdad—. Quería divertirme.

—¿Y no podías ir a otro sitio? —pregunté, frunciendo el ceño—. ¿Vienes aquí a ligar con jovencitas?

—¿Estás celosa? —preguntó.

—Haz lo que quieras —contesté, apartando la mirada. Un poco si me molestaba que se le acercaran—. De todas formas, no te he visto muy a gusto rodeado de chicas. A ver cómo te las arreglas para quitártelas de encima.

Abrí la puerta y me fui del baño sin mirar atrás. Al parecer, no iba a ser una fiesta tranquila.

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