10. Contrato.

Yuuchirou ordenaba un par de cajas en el depósito del supermercado. 

Mikaela se había quedado dormido en la bañera durante la película. Temió de que su elección haya sido aburrida pero el rubio se notaba muy cansado y se veía como un ángel, por lo que decidió no interrumpirlo. Más tarde lo llevaría a su hogar.

Ya era las ocho de la mañana y Guren le había dejado un montón de trabajo para hacer. Si bien ya tenía bastante dinero con la venta de la fotografía, no podía permitirse faltar ya que sabía muy bien que su padre lo necesitaba.

Y vaya que lo hacía, porque había alrededor de sesenta cajas esperando por el azabache.

Luego de poner un par en el estante, dio dos pasos atrás y tropezó con la pila de cajas que lo esperaban. Claramente, la mayoría cayeron y lo ahogaron. Era una suerte que dentro solo contenían paquetes de algodón, por lo que ni siquiera le dolió la caída.

Se quedó allí desplomado en el suelo con los ojos cerrados, harto de tener un trabajo tan deprimente cuando él mismo sabía que tenía potencial para algo mejor.

—Aún no es el descanso—repuso una voz amable. Yuuchirou abrió los ojos y se encontró con un chico de largos cabellos morados y ojos carmesí. A primera vista pensó que era una mujer, luego echó una mirada a su pequeño cuerpo el cual llevaba el mismo uniforme azul que ambos odiaban y se percató de su error.

—¿Quién eres?—preguntó al advertirse de que nunca antes lo había visto.

—Asura Tepes—le tendió una mano la cual el azabache no dudó en tomar—. Empecé a trabajar ayer.

Con un pequeño impulso, ya estaba de pie junto al nuevo y notó que era mucho más bajo que él.

—Te ayudo—se ofreció y caminó hasta la mercancía, la cual estaba dispersa en el suelo.

Yuu notó que sus pies eran algo torpes, como si su equilibrio corriera peligro, pero prefirió ignorarlo, quizás era algún problema de salud.

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Mikaela ya estaba en el mar; agitó una de sus manos para despedir a Yuuchirou.

Apenas llegó del trabajo, le rogó que lo trajera a la playa porque su madre lo regañaría. Si bien era cierto, había algo más que quería hacer pero no estaba dispuesto a decirle.

Yuu, aliviado, accedió. No tenía fuerzas ni siquiera para estar con ojiazul aunque quisiera.
Claramente, el rubio pensó que fue por el trabajo pero en realidad fue porque el azabache se pasó toda la noche observando cómo dormía Mikaela y nunca se lo diría.

Hicieron el mismo proceso de ayer pero al revés, por lo que el de ojos zafiros se encontraba en el puerto nuevamente.

Nadó varios metros, lo hizo rápidamente ya que no estaba cansado. Si su madre se enteraba de lo que estaba haciendo, ya ni siquiera le dejaría ir a ver a Yuu. Estaría castigado por años o peor; muerto.

Llegó a una torre gigante, hogar de todo noble. Se deseó suerte a sí mismo, respiró profundamente y entró por la estrecha puerta.

Subió, rozando las escaleras y por un momento se sintió humano e incluso le pareció divertido. Sin duda le gustaría subir escaleras con Yuu.

Y en la parte más alta de la torre se encontró con un gran trono rojizo, donde estaba sentada la persona que tanto buscaba.

Ferid Bathory.

—¿Pero qué tenemos aquí?—sonrió arrogante y se dirigió hasta Mikaela moviendo exageradamente las caderas.

Tenía un largo cabello plateado, piel pálida característica de todos los de su especie y los típicos ojos rojos; solo que estos parecían arder como el fuego.

—Yo...señor...vengo por—tartamudeó el rubio, sintiéndose intimidado.

—Quieres volverte humano ¿verdad?

—¿Cómo lo supo?—comentó el menor atónito. Ya entendía porqué pocos se acercaban a ese tipo.

—Yo observo a todos—canturreó—. Y como eres unos de mis favoritos, te diré el procedimiento gratis.

Mikaela titubeó, ese tipo quería algo a cambio que no quería contarlo, o quizás sacaba provecho de él con solo decírselo.
Sin embargo, se dispuso a escuchar cuando Ferid le susurró al oído paso por paso lo que tenía que hacer.

Tragó con dificultad y sintió cómo se le helaba la sangre al escuchar las advertencias del final.

—¿Cómo puedo agradecerle, Ferid-sama?—preguntó formalmente una vez que se separaron.

—Ya lo harás—dijo con el mismo tono misterioso de antes—. Ah, toma esto—le tendió unas ropas que estaban en rincón—. Deja que se sequen y póntelas cuando te vuelvas humano. No es necesario que me lo devuelvas después.

Agradeció en voz baja pero sabía que ese hombre era extrañamente amable, lo cual lo asustaba demasiado.

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—Y ésta fue la última foto que tomé—Yuuichirou le tendió la fotografía del amanecer a su padre.

Había decidido ir a la casa de Guren para demostrarle su progreso y plantearle la idea de renunciar. Además Mahiru no estaba, lo que le presentaba una gran ventaja.

—Haces un buen trabajo, mocoso.

—¿Puedes dejarme de decir así?—Yuu frunció el entrecejo—. Sabes, ya soy un adulto.

—No trates de engañarme, idiota—le dio otro sermón amigable—. Sé muy bien que quieres renunciar pero solo podrás cuando consigas un trabajo fijo.

—Guren...—el de ojos esmeraldas hizo morros—. Ya me cansé de que me exprimas y el chico que contrataste camina mal y no me puede ayudar en el depósito.

—Es cajero, no tiene porqué ayudarte.

Su hijo gruñó, inconforme. ¿Por qué debía obedecerlo? Ya estaba demasiado grande pero al menos, aunque lo necesitara, había accedido a que renunciara.

—Bueno, me voy—abrió la puerta con repentinamente alegre y se encontró con Shinya, el cual esperaba afuera.

—¿Y tú qué haces aquí?

—Vengo a ver a tu padre—respondió con su típico tono alegre. Era su contador y visitaba la casa más de lo que debería. Era albino, alto y de ojos azules; no tan hermosos como los de Mikaela, según pensó Yuu.

—¡Yuu, idiota! ¿Adónde te vas?—reclamó Guren molesto.

—Asuntos pendientes—antes de que pudiera hacer otra pregunta, Yuu escapó a trotes.

No le molestaba que Yuu se vaya, sino el hecho de dejarlo a solas con Shinya, quien lo ponía en situaciones muy incómodas.

—Parece que estamos solos—le sonrió amable y el pelinegro quedó boquiabierto, sin saber qué contestar.

Por otra parte, Yuu ya se encontraba a la mitad del plazo de arena. Aprovechó que su padre vivía cerca así estaría en la playa apenas sean las cinco.

Divisó la roca pero no estaba la cabellera rubia que tanto le gustaba, ni siquiera algún indicio de que estuvo allí.

Su corazón se contrajo, sintiéndose vagamente abandonado.

Cavó en la arena y encontró la caja de madera pero todas sus cosas seguían intactas allí. Lo único que estaba fuera de lugar era el separador, el cual estaba en uno de los últimos capítulos.

Decidió esperarlo. Mikaela nunca faltaba a sus encuentros y, si lo hacía, debía ser por una buena razón.

Se sintió preocupado, su corazón latía a mil y hasta su rostro se había tornado de un rojo furioso. ¿Y si le había aburrido la película? ¿Y si lo odiaba por llevarlo al mar sin siquiera insistir en que se quede un rato más? ¿Y si se había ofendido porque Yuu fue al trabajo? ¿Y si no quería verlo más...?

Su puño se aferraba a su pecho, como si aliviara el dolor que sentía por dentro. No se permitió distraerse, apretaba con fuerza los dientes para reprimir un sollozo.

Y así, se hicieron las nueve de la noche y Yuu seguía mirando al mar a oscuras, en busca de una señal o del chico de piel pálida que nunca apareció.

Enterró la caja y se levantó, preguntándose si mañana debía volver.

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¡Tengo una propuesta!

Como vi que varias ya quieren hard, estoy evaluando la posibilidad de publicar de una novela donde se basa en mikayuu y yuumika hard para confomarlas :D solo quería su opinión, porque ya tengo un par de capítulos, nomás me faltaría hacer la portada y ya la publicaría este fin de semana.

También quiero publicar el capítulo "caprice", porque no sé, significa mucho pero todavía falta.

Ah, también estuve pensando en una novela yuumika (porque soy adaptable a todo) pero prefiero tener menos novelas y actualizarlas seguido antes de tener miles y apenas publicar capítulos.

Así que me cuentan qué piensan de mi propuesta para organizarme (y también ustedes) ¡Bye!

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