Capítulo 8. Aceptando la realidad
~Pasado~
Los días siguientes fueron algo aburridos después de la muerte de Luis, bueno no todos; todavía recordaba el día que Ryuu había dicho que me iba a entrenar en el combate cuerpo a cuerpo. Me dió una paliza para ser sincera, sobre todo porque no podía pelear bien, debía fingir que hasta para eso era un desastre.
De hecho me había apalabrado de la peor manera, de un modo que hasta para mí... me dolió de verdad, haciendo uso de que estaba sola y que siempre lo estaría, que era débil e ilusa.
—¡Cállate! —había gritado lanzándome sobre él pero ágilmente me esquivó y en un rápido movimiento ya estaba en el suelo. La verdad es que Ryuu Nomura era alguien ágil, veloz y entonces me dió curiosidad por cómo pelearía con su hermano mayor y quien ganaría de ser así.
Después de eso intenté defenderme y golpearlo pero fue inútil, me tenía bien aprensada.
Me inmovilizó quedándose sobre mi cuerpo con mis brazos arriba de mi cabeza.
—Esta no es una pelea callejera Sky, debes usar las técnicas y maniobras, porque los golpes que lanzas no son ni mínimamente destructibles, no son limpios y al final perderás —aseguró, claro que lo sabía, de hecho Aaron me había dicho exactamente lo mismo hace unos años.
Y fue entonces que fui consciente de que estaba arriba de mí y su rostro a unos centímetros del mío, vaya que era atractivo y olía condenadamente bien.
Si no estuviera en una misión lo más probable es que ya estuviera coqueteado con él para llevármelo a la cama.
—Bien, pues tú me provocaste primero —reclamé y asintió.
—Necesitabas un incentivo para querer golpearme.
—Todavía quiero —espeté y se rió.
—Suerte con eso —se burló y luego de unos segundos se quedó serio mirándome con sus ojos negros y profundos, esa acción hasta me secó la garganta, de pronto sentía mucho calor.
—Aprender las técnicas correctas, lo tengo... ¿Te puedes mover ya? —hablé con dificultad y alzó sus cejas.
—¿Estás nerviosa? —Sonrió mostrando sus dientes perfectos. Lo estaba, de hecho estaba haciendo uso de todo mi autocontrol para no besarlo, me urgía que se quitara de encima porque no quería joderlo todo.
—Invades mi espacio.
—Yo estoy bien.
—Pues yo no, quítate, eres molesto... —me quejé pero mis palabras fueron enmudecidas en cuanto su nariz aspiró en mi cuello. Mi corazón palpitó más rápido que de costumbre, tanto que hasta yo me sorprendí. Pero ¿qué mierda...?
—Hueles a sudor —dijo y eso bastó para empujarlo con molestia o vergüenza. Él levantó las palmas de sus manos—. ¿Dije algo malo?
—Solo cállate Ryuu —murmuré caminado hacia mi ropa doblada en una silla. Quería largarme de allí lo más pronto, se había burlado de mí en mi cara mientras yo en mi mente pensaba que estaba buenísimo.
Lo está.
O sea sí, pero qué imbécil.
—Me refería a sudor limpio, con flores... No sé si me explico —intentó explicar y puse los ojos en blanco.
Lo ignoré tomando mis cosas y caminé hacia el baño del fondo para cambiarme pero me detuvo por el codo.
—Perdón si te incomodé Sky. —En serio parecía sincero, así que solo asentí en silencio.
—Como sea.
—De verdad me agradas —confesó y alcé una ceja sin creerle—. Te doy mi palabra que serás la mejor en combate. Tienes al mejor maestro, ¿no?
—Quizá —contesté y su sonrisa fue reemplazada por una mueca.
—Lastimas mis sentimientos.
—No tienes —recordé y se rió, y sin querer le sonreí.
Era fácil hablar con él, aunque fuese un idiota, muy diferente a Raiden, Raiden más bien era como yo, más amargados.
—Así que se podría decir que ¿ya somos amigos? —comenté y su risa paró. Pareció meditarlo unos segundos.
—Ya veremos... —contestó antes de ir por su camisa.
Vi como se la ponía, me lo estaba comiendo con los ojos y lo bueno es que no se dió cuenta, antes de marcharse me miró.
—Nos veremos aquí diario, después de clases. Trae tu ropa y mucha agua.
Después de que se fue me cambié y cuando me miré en el espejo reparé en la boba sonrisa que tenía, la borré en seguida.
¿Por qué siempre me gustaban los chicos malos con problemas? Debería de bastarme conmigo misma.
Luego de eso Nikolai se fue a atender un problema de deudas de su padre con la policía rusa, nadie lo sabía, excepto yo claro que estaba al tanto de casi todo lo que pasaba con el consejo y miembros.
Alex había sido llevada a las oficinas y la verdad es que no creía que la fueran a matar.
Siempre que salía a comer o a lo que sea y veía a Tomas, mantenía un ojo bien abierto a cualquier cosa que hiciera, hasta ahora parecía tranquilo, mientras me dejaba sus recados raros, hasta que un día me dejó uno un poco perturbador advirtiéndome que iban a matarme esa noche.
O sería él o sería Bianca.
No perdí tiempo y marqué a Raiden, —que seguía en Japón—.
—Van a asesinarme hoy —dije en cuanto contestó.
—¿Quién?
—No lo sé, Tomas me dejó una nota —expliqué.
—Me lo temía, algo había escuchado de que Carlo tomaría acción pronto —contó y sonreí de pronto, así que era Bianca o Paula...
—Genial, estaré atenta entonces.
—Pide ayuda a mi hermano.
—¿Para qué? Puedo defenderme sola.
—Lo sé, pero no será congruente y es mejor que él la maté por ti, ¿entiendes?
—Bien, te hablo luego —solté de mala gana antes de cortar la comunicación.
Fui rápidamente a enseñarle la nota a Ryuu pero como no estaba la pasé debajo de su puerta, y luego volví para agarrar la pistola que Raiden me había dado y me la metí en mis pantalones de modo que pasara desaparecida.
Me quedé en mi habitación hasta tarde y decidí que yo misma iría a su encuentro, como no quería que se viera tan obvio, fui al baño para que viniera por mí.
Eureka, oí unos pasos acercándose y me preparé para matarla ya que el japonés no se dignaba a aparecer.
—¿Sky? —La voz de una chica habló y distinguí que era Bianca—. Sé que estás aquí —añadió en voz baja, estaba más cerca.
—Vengo a ayudarte, soy Bianca. Supe que Paula quería matarte... —siguió diciendo y sonreí con amargura, sí claro, Paula quería matarme, maldita...
Eso hizo que saliera del cubículo del baño y la viera frente a mí. Su cabello estaba atado en un moño y llevaba simples jeans y una blusa amarilla de manga larga, no se veía que trajera nada en las manos.
—¿Cómo es que me viste? —solté aunque sabía perfectamente que me había estado observando.
—Venía para acá y te vi salir —mintió y apreté mis manos en dos puños y observando las suyas vacías, sabe en dónde tenía escondido el artefacto con el que quería acabar conmigo.
—Paula está loca —solté—. Pero tampoco confío mucho en ti —agregué.
Bianca me miró seria y fijamente, pero entonces sonrió. —Y haces bien. —Sacó de su espalda una pistola y me apuntó.
Tan obvia.
—¿Puedo preguntar porqué? —pregunté aunque por dentro ya me lo imaginaba.
Bianca ladeó su cabeza y se encogió de hombros sin dejar de apuntarme. —Mi padre me lo ordenó, si lo hago seré la próxima líder de La 'Ndragueta. Él cree que tú mataste a mi hermano y se puso furioso cuando el consejo te dejó vivir —contestó.
—Pero yo no fui, ¿no deberían de buscar al verdadero homicida? —recalqué con molestia.
—¿Para qué buscar si la estás viendo? —Se burló y por dentro reí.
—¿Tú mataste a Greg? ¿Por qué? Era tu hermano —susurré fingiendo asombro.
Bianca comenzó a caminar con lentitud rodeándome, sin dejar que el arma me dejara de apuntar en ningún instante, yo tuve que calcular el momento exacto para sacar la mía y matarla primero.
—Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas, seguro ya has escuchado esa frase antes. Con Greg fuera de mi camino puedo tomar el poder de la mafia familiar.
—¿Y porqué meterme a mí en ese problema? ¿Yo qué te hice?
—Eras nueva... vi la oportunidad y la tomé —pausó como recordando algo—, además él quería matarte.
—¿Cómo lo sabes?
—Se obsesionó contigo, lo sé porque conocía su modus operandi. Se obsesionaba, las dibujaba de las maneras en que quería matarlas y después lo hacía. Esos dibujos que te mostré son la prueba. Mi hermano te iba a matar Sky —contó como si fuese un secreto que yo no supiera.
—Y ahora tu vas a cumplir sus deseos ¿no? —reclamé—. Sabes que si me matas el consejo te castigará...
—Nadie se va a enterar, esto —señaló algo en la punta de su arma—, es un silenciador. En la mañana te encontrarán aquí y jamás sabrán quien fue, solo pensarán que fue justicia divina.
—Eres una... —me callé al ver a Ryuu llegando por detrás, silencioso. Vaya, ya era ahora.
Bianca sonrió y se acercó poniendo el arma en mi frente.
—No es personal, en serio. Pero necesito que te mueras ya —dijo y no encontré nada de remordimiento en sus ojos.
La miré directo y le sonreí pronunciando la palabra adiós con los labios pero sin emitir sonido, ella lo entendió, tarde, pero lo hizo y cuando frunció el ceño, Ryuu la degolló.
~Presente~
Estaba comiendo un buen plato de espagueti cuando Raiden se sentó frente a mí.
—Te encontré.
—Como siempre, además nunca me escondo.
—Si lo hicieras también te encontraría.
Dejé de comer y lo miré alzando una ceja, —¿Qué quieres Nomura? Que yo recuerde no tenemos ninguna reunión el día de hoy.
—Necesito que hagas algo urgente —contestó con suma seriedad y aparté mi plato a un lado.
—A ver.
—Quiero que vayas a hablar con Ryuu hoy —anunció y fruncí el ceño. ¿De verdad me estaba pidiendo eso?
—¿Por qué? Ya te dije que no quería verlo —reclamé molesta.
—Se ha puesto muy... incontrolable. Grita a menudo porque quiere verte y ha dicho que se negará a comer y matará a cualquiera que entre en su habitación hasta que no vayas —contó y sentí de nuevo esa punzada dolorosa por dentro que traté de ignorar por milésima vez.
—Eso no es asunto mío. —Me puse de pie pero me tomó de la manga de mi suéter y de un jalón hizo que me sentara de nuevo—. ¿Qué sucede contigo? No voy a ir.
Raiden me observó inexpresivo y negó, —Es tu asunto tanto como lo es mío, lo que pasa es que eres una cobarde que en lugar de enfrentarlo te escondes como una rata.
Es verdad, sin embargo no podía verlo, no todavía, no estaba lista.
—¿Ya se lo dijiste? —inquirí en vez.
—¿Qué? ¿El plan y que siempre le mentiste y fuiste una impostora que actuó a sus espaldas? —recordó y lo fulminé—. Aún no. No sabe nada.
—¿Por qué?
—Por ti. Imagina que eres él y te enteras de todo por tu hermano a quien odias y no por la chica a quien quieres, él te va a odiar más si yo sé lo dijera.
—Cuando se entere lo hará de todas maneras. ¿Por qué quieres que sea yo la que le diga todo?
—Porque albergo una esperanza de que después de que pase su enojo considere unirse a nosotros —confesó y me reí con amargura.
—Eres un idiota si piensas que va a ceder —espeté y sonrió.
—Tú lo conoces de hace meses, pero olvidas que yo lo conozco de hace años, creeme, lo considerará—aseguró—. Pero es indispensable que vayas y seas tú la que se lo diga.
Lo sopesé unos minutos y luego sacudí la cabeza, no podía hacerlo.
—Escúchame, quieres superarlo ¿no? No lo lograrás hasta que no te enfrentes a él y sino lo haces no podrás poner toda tu concentración al consejo. Lo de Rusia fue solo suerte, pero pudimos haber muerto y lo sabes.
Sí, sí lo sabía, pero de todos maneras...
—Sin contar que es también una orden directa de Aaron por lo que no te puedes negar —añadió y resoplé rendida.
—Está bien, iré a verlo —acepté al fin y asintió mientras se ponía de pie.
—Cuida de decírselo absolutamente todo, si queremos que se nos una no puede haber secretos ya.
Creo que este sería un buen momento para emborracharme un poco.
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