‹ O4 : the plan.

Es temprano por la mañana, Jennie aún no se acostumbra a tener que levantarse tan temprano. Sin embargo, es más fácil hacer su nueva rutina. Es miércoles y solo quedan tres días para terminar los talleres.

Deja comida para Kuma y va a la cocina. No hay tiempo para preparar algo muy elaborado, así que solo echa plátano, avena y leche a la licuadora. Más tarde comería algo más.

Mientras la licuadora se encarga de triturar los ingredientes, Jennie manda un mensaje. Sabe que ella lo va a leer, pues sus clases en la universidad comienzan pronto.

Jennie:

YeRim, podemos comer juntas hoy?

Necesito hablar con alguien sobre esto

Pone su celular en la bolsa trasera y se empina el batido directo del vaso del electrodoméstico, rehusándose a usar algo innecesario como un vaso. Corre al baño y se lava los dientes, deja una caricia en el lomo de Kuma, toma sus cosas y sale de su hogar.

La mañana es fría, pero alcanza un lugar en el autobús. Mientras pasa por los lugares que el transporte recorre, piensa en lo que no la ha dejado dormir. ¿Es buena idea? Ella está bien ahora, es apretado, sí, pero también es cómodo y es lo justo para ella y su perro.

Además tener que convivir con una tremenda pareja no será lo más sano para ella. Tiene que tomar una decisión, pues Lisa y Rosé también.

En el salón habitual de talleres, ya se encuentran la mayoría de personas. A excepción de las modelos.

—Corre, Lisa. —Rosé la toma de la muñeca y trata de arrastrar a Lisa por los pasillos. Después de su noche, no pudieron parar hasta altas horas de la madrugada.

No sin antes asegurarse de borrar ese mensaje.

—Es tu culpa, Park. —Lisa se queja, arrastrando los pies. Y es que aunque es la más responsable de las dos, Lisa nunca podía ganar contra el sueño. Rosé está a punto de protestar, sin embargo una melena castaña pronto las alcanza y segundos después, las pasa.

—¿Era Jennie? —Lisa pregunta, un poco más despierta.

—No lo sé. Solo camina.

Al llegar al salón de clases. Jennie luce sudada, sus hebras de cabello se encuentran un poquito mojadas por el esfuerzo. JooHyun casi se da una palmada en la frente al ver a la pareja en peores condiciones.

—¿Qué pasa con ustedes hoy? —pregunta tratando de no sonar molesta, pero están retrasando el taller.

—¡Corrí hasta aquí, al autobús se le jodió una llanta! —Jennie limpia su sudor con el dorso de su mano y Lisa casi jadea al ver el movimiento—. ¡Fueron ocho cuadras!

—Bien, tú te salvas pero ¿Y ustedes? —JooHyun levanta una ceja en espera de una respuesta. Observa las ojeras que adornan los ojos de las extranjeras y su poca energía.

—Noche ocupada. —tal vez no es la mejor respuesta que pudo haber dado Rosé, sin embargo, Lisa solo puede sonrojarse y no añadir más leña al fuego.

—Como sea. Al grano —JooHyun pasa su mano por el cabello—. Para está clase sólo necesitan posar. Será una sesión con rotuladores y necesito que los chicos se concentren en recrear la textura de su ropa. Vamos a trabajar como el día de ayer, por equipos —la mujer habla rápido y antes de cualquier otra pregunta, aplaude dos veces—. ¡Chop! ¡Chop!

Eso es suficiente para que las tres chicas vayan a donde se encuentran los equipos. Rosé le brinda una sonrisa a Lisa y después a Jennie. Durante la sesión, solo se escucha la voz de Bae JooHyun explicando la técnica con rotuladores.

Jennie de vez en cuando gira su cabeza y busca a la pareja con la mirada, se sonroja cuando no es la única buscando miradas. Hace contacto visual con Rosé y sonríen, Lisa en cambio, es un desastre rojo y tímido al ser capturada buscando a Jennie.

La mayor siente una colmena en su estómago, y es estupido; Es estupido porque sabe que aunque hay algo, no es posible.

No hay mucha novedad, los miércoles son así. Aburridos e irrelevantes, todos están haciendo lo correspondiente. Las modelos no se mueven y los alumnos las dibujan. Al final de la clase, Jennie observa la bandeja de mensajes.

YeRim:

Está bien, unnie. Tienes suerte de que tenga la tarde libre

¿Dónde te veo?

Jennie:

En la universidad

YeRim:

Duh, eso lo sé. En que parte? Llego a eso de las tres de la tarde.

Jennie hace cuentas y probablemente para esa hora estén al final del segundo taller.

Jennie:

Salón 102-0, entras al salón si aún no te he mandado mensaje. Pero sin hacer escándalo.

YeRim:

Como si yo fuera a hacer eso. Nos vemos en unas horas.

Jennie sonríe ante la imagen mental de YeRim rodando los ojos. Está sentada en una banca del pasillo, comiendo unas galletas de almendra que sacó de la máquina expendedora.

—¿A quién le sonríes tanto? —la voz es suave, cerca de su oído y Jennie solo puede alejarse de eso. Se corre en el asiento pero algo, alguien se lo impide. Oh Dios, ahora está entre ellas.

—Cariño, ya la asustaste. —Rosé dice con diversión, el alguien que le impedía moverse era la rubia—. Como sea, cuéntanos de el afortunado. —Jennie niega con la cabeza.

—No hay afortunado. —Lisa entrecierra los ojos y Rosé contiene una sonrisa, es su manera de tratar de sacar verdades de las personas, pero parece que Jennie es inmune a su poder, pues solo se encoge de hombros.

—Bueno ¿Qué has pensado de nuestra oferta? —Rosé pasa el brazo por los hombros de Jennie, quien se tensa ante el contacto. Trata de ver de reojo a Lisa, pero solo se da cuenta de que la mano de Rosé descansa en el hombro de su novia. Están apretadas en esa banca, pero ninguna hace el esfuerzo de moverse.

Jennie aprieta las manos en su regazo y suspira profundo.

—Honestamente aún no lo sé, pero prometo tener una respuesta pronto.

—Está bien, no te presiones. —Lisa dice y pincha el brazo de Jennie con su dedo índice, en muestra de que ellas pueden esperar, aunque no sea verdad.

Caen en un cómodo silencio hasta que suena el timbre, lo que indica el siguiente taller. Al entrar al salón, hay muchas mujeres. De hecho solo hay dos alumnos entre ellas. Está vez no hay lienzos. Cada uno de los alumnos lleva consigo un cuaderno de tamaño mediano. Bae está charlando con algunos de ellos, pero cuando observa al trio, se excusa y las lleva cerca del cuarto de servicio.

—Está clase será al desnudo. —Bae JooHyun y su manera de decir las cosas. El alma de Jennie cae hasta la punta de sus pies—. Les quiero pedir algo, y están en todo su derecho de negarse, sobre todo tú.

Jennie levanta la cabeza cuando siente las miradas sobre ella.

—¿Yo? —pregunta apuntando con su dedo índice.

—Sí. —Rosé y Lisa se miran. La hora del almuerzo fue todo menos relajante para ellas. La realización de lo que hicieron por la noche golpeándolas como un montón de piedras espaciales.

Durante el descanso, hablaron sobre los límites que existirían en cuanto a su nuevo descubrimiento. Y que a pesar de todo, nada iba a separarlas. Habían decidido intentar llevar a Jennie a la cama. Para quitarse la espina de lo que era tener a un tercero en su cama, pero primero tendrían que resolver su problema con el apartamento.

—Para está clase, me gustaría que se acostarán —las chicas levantan las cejas a la vez, en espera de porque estar en el suelo y desnudas sería un problema—. Mmm... Quisiera que se plasmará la sensualidad... Si es posible, me gustaría que estuvieran juntas. —hace una pausa y Rosé es la primera en comprenderlo—. Muy juntas.

—¿Haciendo qué? —Lisa pregunta, con el corazón en la garganta. Jennie por fin comienza a entender.

—No es nada sexual, bueno. No estarían haciendo nada. Solo que me gustaría que Jennie estuviera recostada sobre Lisa y Rosé descansando su cabeza en el estómago de Jennie, boca abajo.

Silencio, pesado e incomodo. Mejillas rojas por aquí, cuellos rojos por allá.

—Trataré de que sea lo menos posible, si es que aceptan. Necesito que las chicas vean la vulnerabilidad en sus cuerpos. —JooHyun suspira al ver las caras preocupadas de sus modelos.

Mmm, yo en realidad no tengo problema. —Jennie sorprende a las presentes.

—Denme un minuto. —Lisa jala a Rosé dentro del cuartito y cierra la puerta—. ¿Qué carajos vamos a hacer? —la menor empieza a dar vueltas en el reducido espacio, Rosé le toma las manos y hace que la mire a los ojos.

—Tranquila, Lisa. Esto —Rosé señala la puerta del cuarto—, es nuestro trabajo. Después veremos qué hacemos con lo demás. Pero si te quieres negar, está bien.

—No quiero decir que no, pero no creo poder soportarlo.

Rosé sabe a que se refiere, ella siente su pulso retumbando por todo su cuerpo ante el hecho de recostarse en ese estómago, de estar tan cerca de los senos ajenos. Rosé sabe que bajo su situación, esto es peligroso.

—Como tu me digas. —Rosé toma a Lisa en sus brazos y la aprieta contra su cuerpo. Son casi de la misma estatura pero Rosé se asegura de que Lisa se sienta tranquila.

—Hagámoslo, después ponemos en marcha el plan. —el plan es invitar a la chica por unos tragos en un bar cerca del lugar donde vive la pareja—. En el almuerzo.

Rosé asiente y besa a Lisa delicadamente, sabiendo que la menor tiene una revolución de emociones por dentro. No es que Rosé sea insensible, pero cuando de control de emociones se trata, ella tiene más suerte.

Abren la puerta y se encuentran con las mujeres de pie, esperando por ellas.

—Lo haremos.

Oh, Jennie no esperaba que aceptarán. Comienza a arrepentirse cuando la profesora hace su típico aplauso y les pide que se preparen y va hacía sus alumnos para dar indicaciones.

—Jennie —Rosé llama su atención, Jennie se perdió unos segundos—. Tranquila, es solo trabajo.

Y algo en el tono que usa Rosé y la mirada penetrante de Lisa, le dicen que no es solo trabajo. En menos de cinco minutos se encuentran en bata, no pueden perder más tiempo del que han perdido hoy.

Todo se vuelve ajeno, como si esos cojines y el colchón cubierto por una sábana roja fuera todo lo que existe en el mundo. JooHyun se asegura de que sus chicas se sientan cómodas.

—Cuando quieran, chicas.

Lisa tiene que ser la primera en hacerlo, ella sostendrá a Jennie, y Jennie a Rosé. Quita su bata y la deja en una silla cerca. Con las mejillas rojas de vergüenza se inclina, dejando su trasero levantado. Se sienta y se mueve a la orilla del colchón, se recuesta con la respiración pesada.

Las alumnas del taller no miran mucho, ni los alumnos, ni siquiera JooHyun, ellos entienden que antes de posar, tienen que sentirse cómodas. Por lo que nos las miran directamente, y eso es un alivio para Lisa, parcialmente.

Dos pares de ojos la observan fijamente, una mirada es familiar y cómoda, la otra es nueva y curiosa. Cierra los ojos y trata de no orinarse ahí mismo cuando Jennie se desnuda y deja la bata donde Lisa lo hizo antes.

Rosé observa como Jennie trata de sonreírle a su novia, pero solo es una mueca que no puede describir. De frente, Lisa observa como la gravedad hace de las suyas con los pechos de Jennie. Caen como cascadas ante sus ojos, pero no ve ese par de protuberancias, solo puede ver los ojos casi negros de su compatriota.

Para cuando Jennie se sienta de espaldas a Lisa y se inclina contra su torso recostado, todo se siente caliente. Lisa ahoga un quejido en lo profundo de su garganta cuando la espalda de la mayor se presiona contra sus pechos y estómago, Jennie se relaja y deja caer su cuerpo en el de Lisa.

—Abrázala por los hombros, por favor. —la voz de JooHyun se escucha como un eco lejano, pero Lisa asiente y cruza sus brazos por encima de los hombros desnudos de Jennie. Sus palmas abiertas descansan sobre su esternón y su pecho.

Rosé es la siguiente, tiene que ir boca abajo. Quita su bata y no le toma mucho tiempo estar de rodillas sobre las sábanas rojas.

—Con permiso. —dice en voz baja y Jennie asiente. La mejilla de Rosé toca el abdomen de la castaña, hace sonidos raros por la digestión, pero no es menos abrazador. Adopta una postura cómoda y ahora se ven como una sola pieza, que encaja perfectamente.

—Rosé, abraza su cintura. Jennie, tu abraza su espalda.—JooHyun pide, hasta ella está roja. Tres mujeres hermosas, una encima de la otra. Hay mucho por manejar. Cuando Rosé cumple su pedido, comienza la clase.

Lisa puede escuchar que van a trabajar con acrílico y colores. Pero no pone mucha atención, no cuando mira hacía abajo y observa como Rosé sostiene a la mujer que ella también sostiene. Jennie en el medio de ambas, siendo abrazada desnuda.

No tocan nada, pero Jennie definitivamente siente los pechos de Lisa en su espalda, sus muslos también. Puede sentir los pechos un poco más grandes de Rosé en sus piernas. Que para variar están levemente abiertas para que Rosé pueda encajar con su cuerpo.

Está vez no hay ninguna palabra de por medio, pasa el tiempo y de vez en cuando se remueven para destensar sus cuerpos agarrotados. Cuando eso sucede, hay un poco más de toque entre sus cuerpos. A Jennie se le pone la piel de gallina cuando Lisa levanta levemente la cadera.

Puede que Rosé no quisiera respirar muy cerca del abdomen de la mayor, pero era inevitable debido a la posición. Desde afuera se ven muy cómodas, por qué lo están. El colchón es suave y sus cuerpos se enlazan bien.

No pueden ver la hora, y Jennie no puede ver cuando la puerta se abre. Rendida ante el calor de los cuerpos ajenos, no puede ver cuando YeRim se instala en el salón. Asombrada por ver a su amiga no con una mujer, sino con dos.

¿Lo peor? YeRim puede ver a lo lejos como Jennie está malditamente cómoda. Decide tomar asiento en una parte alejada, sin querer interrumpir el ambiente que hay en el taller. Observa cómo las alumnas observan a los cuerpos recostados. Como pasan el pincel sobre la hoja y representan algo íntimo.

YeRim lo puede sentir, aunque no sepa un carajo de arte y su carrera trate sobre sanar animales. Se queda ahí media hora más, hasta que una mujer dice que la hora ha concluido. El alumnado les da la espalda a las modelos y éstas se levantan con toda la vergüenza acumulada.

Rosé se pone la bata y les alcanza la propia a las chicas.

—¿Todo bien? —se acerca a Lisa, que está a punto de tener un ataque de vergüenza. Lisa asiente y ya todas se encuentran cubiertas.

Del otro lado de la habitación pueden ver a Jennie, abrazando con fervor a una chica bajita. Rosé frunce el ceño y Lisa lo nota.

—Unnie, jamás me imaginé que al entrar por esa puerta te iba a ver así. —Jennie le suelta un golpe juguetón en el brazo—. Eso se veía sexy.

—YeRim, por favor. —pide Jennie con un tono forzado, realmente no quiere pensar en eso. Ni en sus piernas que tiemblan levemente y tal vez, solo tal vez: un poquito de humedad entre sus pliegues.

A la conversación se inserta Rosé, casi ignorando la presencia de mujer que estaba abrazando a la mayor.

—Jennie, vamos a comer algo. —Lisa le pellizca un brazo y con los ojos señala a la chica bajita—. ¡Ay! Casi no te vi. Somos Rosé y Lisa.

YeRim no quiere reírse ante su sarcasmo, así que solo asiente.

—Soy YeRim, amiga de Jennie.

—Chicas, iré a comer con ella. Nos tenemos que poner al día —Jennie entrelaza su brazo con el de YeRim—. ¿No es así? —YeRim asiente casi con el ceño fruncido al ver a Jennie tan emocionada por verla.

Y aunque no se han visto en unos tres meses, parece que Jennie quiere demostrar algo.

—En ese caso, nos vemos en el último taller. ¡Coman bien!

La pareja se despide y Lisa no pierde de vista como Jennie es empujada fuera del espacio personal de YeRim cuando mira hacía atrás. Después de cambiarse con su ropa habitual, el salón quedó vacío y parten en diferentes direcciones.

—¡¿Quién es esa!? —Rosé pregunta exasperada—. ¿Ahora en qué momento le diremos sobre el bar?

—Tranquila, Rosé. Todo saldrá bien. —dice Lisa mientras bebe de su coca-cola—. Mejor hablemos sobre cómo se siente su cuerpo, ¿No?

Rosé sonríe y pone el mentón sobre la palma de su mano derecha, dispuesta a revelar todo detalle de la piel ajena, con su novia.

***

—A ver, déjame ver si entendí. —dice YeRim tratando de organizar todo el vómito emocional que Jennie acaba de derramar en su comida—. Esas chicas quieren que seas su roomie, y te mandaron un mensaje extraño. ¿Qué mensaje?

Jennie saca el celular de su bolsa.

—Déjame mostrarte. —va a su conversación y frunce el ceño.

—¿Qué? —pregunta YeRim tratando de ver la pantalla de Jennie. No necesita estirarse más pues le muestra el chat del grupo.

Mensaje eliminado.

YeRim le da un sorbo a su limonada y tiene muchas preguntas.

—Pero ¿Qué decía?

—Yo les dije que había llegado, a mi apartamento claro. Solo puse... Mmmm "ya llegué" o algo así, y ellas respondieron con "nosotras también". —explica Jennie, y en medio de su explicación, se da cuenta.

—Jennie... —dice YeRim con una mano en la boca, reuniendo todo su poder de buena persona para no reírse en la cara de su amiga.

La mencionada cierra los ojos.

—¡No me lo digas! ¡Ya entendí! —YeRim explota a carcajadas, burlándose de cómo Jennie no puede captar el doble sentido con rapidez.

—¡Ya! Déjalo así. —Jennie le apunta con el dedo índice exasperada—. El punto, es que no sé si sea buena idea. Es decir, puedo pagarlo y sería bueno tener más de cuarenta metros cuadrados de departamento.

YeRim toma aire y por fin estabiliza su ataque de risa.

—Mira, no te sientas presionada por Kai.

—¿Kai?

—Unnie, el perro del que te hable. —dice con obviedad la menor, mientras usa una servilleta para limpiar algunos restos de comida que quedaron en la mesa del restaurante. Esos burritos la hicieron comer sin modales—. Como sea, sólo míralo a tu conveniencia. Creo que sería bueno hablar con alguien además de Kuma.

—Hablo contigo.

YeRim rueda los ojos.

—Sí, pero no todos los días, tu único amigo es el perro y la veterinaria. —Jennie no puede competir contra eso—. Además mencionaste que si no te mudas con ellas, pueden perder su hogar. Eso implica que tal vez ya no trabajen en la universidad.

Oh, eso.

Jennie no lo había pensado así. No hay muchos lugares para alquilar cerca de aquí, probablemente tengan que buscar otro vecindario, aunque no lo quieran.

YeRim mira el reloj y observa que ya pasan de las cuatro de la tarde.

—Unnie, tengo que ir a hacer tarea. Ya sabes, sobre como sacarle los huevos a las serpientes y eso.

Jennie hace una mueca de asco, desde que YeRim tiene una materia sobre especies extravagantes, solo escucha cosas de escamas, huevos y más cosas raras.

—Gracias por venir, tomaré en cuenta tu consejo.

Se levantan y van a la entrada del restaurante. Sin darse cuenta que dos pares de ojos la miran con intensidad.

—Me cuentas todo, te quiero. —YeRim dice y abraza a Jennie.

Cuando YeRim se da la vuelta y comienza a caminar hacía su casa, ella puede ver como su amiga es recibida por el par candente.

Ay, Jennie. —suspira, YeRim sabe que su amiga siempre se ha metido en lugares donde no debe.

—¡Ey, Jennie! —Rosé alza la mano y Lisa arruga su nariz con una sonrisa, su novia es demasiado tierna.

—Hola, chicas. —Jennie es llevada a un abrazo doble, iniciado por Rosé. Aunque Lisa se tensa un poco, a los instantes se relaja y pone tímidamente una mano en la cintura de la mayor. Cuando el inesperado abrazo termina, Jennie está sonrojada. Comienzan a caminar a la Universidad.

Están a punto de llegar al salón cuando la pareja para justo en la puerta.

—Te queremos invitar a unos tragos, cerca de nuestro lugar. —Rosé parece emocionada.

Lisa ve la duda en los ojos de Jennie.

—Antes de que digas que no, nosotros te invitamos y puedes ir a tu lugar a atender a Kuma. Nos podemos ver más tarde. —la menor explica con la esperanza de que Jennie diga que sí—. Además, puedes ver que también somos una pareja divertida.

Rosé y Lisa hacen su mejor actuación para convencer a Jennie de que vaya con ellas.

—Está bien.

Lisa es la que las jala a un abrazo por esta vez.

***

El último taller del día es más tranquilo. Tan solo tienen que lucir tristes con unas mantas que habían usado antes. Como en la clase anterior, no hay conversación entre ellas. Solo posan y dejan que los alumnos plasmen sus obras de arte con una técnica mixta de colores y gises pastel.

—Nos vemos a las nueve en la dirección que mandamos al grupo. —dice Lisa.

—Y lleva algo para bailar. —agrega Rosé y toma a su novia de la cintura. Tan rápido como pasa, le guiña un ojo a Jennie—. ¡Sé puntual!

Jennie no puede decirles adiós, porque todo el aliento se lo lleva la pareja.

De camino a casa, Rosé y Lisa no pueden evitar querer arrancarse la ropa, otra vez pensando en Jennie. Al llegar a casa, Lisa empuja a Rosé contra la puerta de la entrada. La toca con destreza y Rosé echa la cabeza hacía atrás en anticipación, pero no.

Tienen que esperar.

—Lisa. —dice débilmente Rosé, la mencionada no le presta atención y muerde el cuello con algo de fuerza—. ¡Lisa!

Rosé jamás pensó que su novia fuera capaz de gruñir, sin embargo aquí está: molesta porque le ha quitado el dulce favorito.

—¿Qué? —pregunta y se abalanza sobre Rosé una vez más, pero está vez la rubia la toma por los hombros.

—Hay que esperar. —sus respiraciones son agitadas—. Tenemos que llegar a tiempo.

Lisa guarda silencio y mira a su novia directo a los ojos. Rosé está excitada, ella también, pero tiene que pensar con la cabeza fría, no con el cuerpo caliente.

—Bien. Pero no te maquilles eso. —dice Lisa apuntando a la zona roja del cuello de Rosé—. Si vamos a provocarla, lo haremos bien.

Rosé sonríe y después guía a su novia al cuarto, pensando en qué ponerse para cautivar a su amiga.

***

Jennie quiere regresar; quiere regresar a casa con Kuma y sus doramas de comedia. Ante ella está un lugar de tres pisos. Por lo que puede ver, la planta baja es un restaurante. La segunda es un bar y de las ventanas del tercer piso, salen destellos de colores neón.

—¿Necesitas entrar, linda? —un hombre se acerca a ella—. No es fácil conseguir un lugar ahí dentro. —Jennie lo ve con asco, porque él la mira como un pedazo de carne. Está a punto de responder, pero un toque suave en su cintura responde por ella.

—Viene con nosotras. —el tono que usa Rosé es embriagador. No puede creer como una voz tan dulce se convierta en una voz tan venenosa. A un lado de ella está Lisa, quien con una mirada fría, le da la espalda al hombre.

—Te ves hermosa. —halaga Rosé sin soltar su cintura. Jennie lleva un pantalón ancho, pero es compensado por su camisa muy corta y muy ceñida a sus pechos.

—Ustedes más. —dice Jennie, echando un vistazo a la hermosa pareja. Rosé lleva un vestido corto, no es muy elegante pero es perfecto para una noche de tragos. Lisa lleva una falda color negro, es corta. En la parte de arriba porta una blusa tipo corset con encaje blanco.

—Entremos. —dice Rosé. Jennie se sorprende cuando suben las escaleras hasta el segundo piso—. Vamos a comenzar aquí.

Jennie está preocupada cuando Rosé pide una ronda de shots dobles de soju. Se preocupa más cuando Lisa los toma de golpe y Rosé le sigue.

En el cuello de la rubia hay algo, la luz tenue es suficiente para iluminar el chupete del lado izquierdo. Traga saliva. Lisa se da cuenta de que Jennie ya se dio cuenta.

Se acerca a Rosé y le susurra en el oído, algo que solo ellas pueden escuchar, pero que Jennie puede ver.

Es hora de comenzar con el plan.

¡Gracias por leer!

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