‹ O2 : but can you touch?

Rosé mira atentamente a su novia. No sabe si es por el tema del apartamento o hay algo más que le está molestando. Sus cejas están levemente fruncidas, arruga su nariz de vez en cuando y muerde sus labios. Rosé sabe que está pensando en algo.

—¿Quieres ir a comer hamburguesas después de eso? —Rosé inicia su investigación—. Podemos pedir diez sobres extra de catsup. —la Neozelandesa entrecierra los ojos cuando Lisa no parece emocionarse por su oferta.

Lisa le dirige la mirada.

—Está bien, podemos cenar eso. —se encoge de hombros y vuelve su vista al jardín que estaba admirando antes de que Rosé sugiriera la cena. Al estar en el tercer piso de la universidad, tenían vista de un hermoso jardín.

Rosé decide no insistir más. Sus personalidades son muy contrastantes y a veces es mejor darle su espacio, por lo que le da un beso en la coronilla de la cabeza y se pone de pie.

—Iré al baño.

Lisa solo le da un asentimiento de cabeza, mientras sus pensamientos se instalan en la castaña que conoció el día de hoy. Le parece un poco irritante, con esos ojos grandes y afilados que la miran con timidez. Sin embargo, algo en ella también le intriga.

Por la puerta entra la protagonista de sus agotadores pensamientos. No la nota al principio pues el ventanal está detrás de unos caballetes. Está hablando por teléfono.

—¿Cómo que otro perro? —su voz es menos calmada que las veces anteriores. Lisa se pone rígida al ver que Jennie ha notado su presencia, pero solo desvía la mirada—. YeRim, ni lo sueñes. No puedo acogerlo yo sola, mi lugar apenas alcanza para Kuma y para mí. ¿Qué? No, no. —Lisa de reojo puede ver como comienza a dar vueltas por el salón que en unos minutos estará repleto de estudiantes—. Es tú problema si lo recogiste aún teniendo otros cinco perros. No, no, no importa si ya está curado. De verdad lo siento YeRim.

Lisa aprieta los dientes ¿Cómo puede dejar al perro en la calle? Vaya, como es la gente. Hay un silencio en el salón y la pelinegra se pregunta dónde está su novia cuando la necesita.

Jennie vuelve a hablar.

—Dame dos días para pensarlo, no puedo ni quiero comprometerme a algo que puede salir mal. Veré si le puedo hacer un lugar. Sí, sí. Adiós, Rim.

La llamada termina y ambas suspiran, sin escucharse. Jennie guarda su teléfono en la mochila mientras siente una mirada en su espalda. No quiere ser tan brusca, pero cuando menos lo espera ya está enfrentando los ojos de Lisa. Trata de suavizar su mirada e intenta regalar una sonrisa.

Lisa la devuelve.

Aunque no se note, Jennie está nerviosa. En unos minutos estará desnuda frente a una gran cantidad de gente, por impulso se acerca a Lisa.

—Oye. —rayos, no es un buen comienzo. La menor la observa—.¿Tú ya has posado desnuda antes?

Lisa se sonroja y con voz baja responde:

—Sí. Varias veces. —Jennie baja la mirada y respira fuertemente—. Tú no ¿verdad? —finge interés, JooHyun les dijo que su compañera misteriosa jamás había posado desnuda.

—No, estoy un poco nerviosa.

—Es normal, pero verás que después de un rato se te olvida que no tienes ropa. —Lisa suelta una pequeña risa, y Jennie siente un pinchazo desconocido en su pecho. Ríe con ella.

Caen en un silencio, uno mejor que el del pasillo. Cuando Lisa está a punto de preguntar algo, las puertas del salón se abren. Un montón de estudiantes entran, Lisa conoce algunos por sus clases habituales. JooHyun y Rosé platican mientras los jóvenes se instalan en sus lugares.

Ambas mujeres llegan al par y JooHyun indica que es hora de ponerse las batas, para irónicamente, quitarlas después. Lisa le da una mirada a Jennie, asiente y su expresión refleja empatía. Rosé se sorprende gratamente al ver el gesto de su novia, parece que ya no están incómodas en presencia de la otra.

Como lo hicieron la vez pasada, entraron por turnos. Lisa siendo la primera. Las chicas esperan afuera mientras JooHyun da su discurso sobre arte y respeto. Desde donde están, pueden escuchar que la técnica será óleo pastel.

Jennie no conoce mucho de arte, pero en sus sesiones ha aprendido conceptos básicos y tipos de técnicas. La puerta del pequeño cuarto se abre y Lisa sale con una bata parecida a las que usan en los hoteles. Así le sigue Jennie, y después Rosé.

—Chicos, ustedes no son de primer semestre. Espero que se comporten como tal. —la voz de la maestra Bae suena estricta y dura—. Chicas, adelante.

Jennie siente su corazón retumbar y lo hace un poco más fuerte cuando Rosé y Lisa comparten un casto beso antes de ir al centro del salón. Cuando las tres están reunidas en el centro, Jennie puede ver que se prepararon una especie de bancos sin respaldo, dos delante y uno detrás, el último siendo un poco más alto.

Los estudiantes están de frente a los bancos, esperando las indicaciones de su profesora.

—Lisa, por favor siéntate atrás. Jennie en la derecha y Rosé a la izquierda. —JooHyun da instrucciones mientras prepara un lienzo para ella también—. Cuando quieran. —dice JooHyun, refiriéndose a deshacerse de la única prenda en su cuerpo.

Jennie espera que la pareja tome la iniciativa, piensa que Rosé será la primera. Amplía los ojos cuando Lisa deshace el nudo, está de espaldas al alumnado, pero de frente a sus compatriotas. Jennie trata de no jadear cuando se desnuda, aparta la mirada. Alcanzó a ver un poco de sus pechos y abdomen, pero teme perder la cabeza.

Rosé le sigue, ella siendo más directa. Rápido termina con su prenda y la coloca cerca de ella en el suelo, al igual que Lisa. La pareja tiene las mejillas sonrojadas, ellas se han visto mil veces. El hecho de que tengan un acompañante extra —aunque no sea de manera sexual—, las pone un poco nerviosas.

Nadie en el lugar presiona a Jennie para que esté en las mismas condiciones, pero sabe que está tomando mucho tiempo. Sus compañeras se han posicionado donde Bae les indico. Jennie cree que será más fácil si lo hace rápido. Cierra los ojos y para cuando los abre, ya está desnuda. También deja su bata cerca de ella.

—¡Bien! Comencemos. —Bae aplaude emocionada y toma asiento frente a su caballete—. Lisa, pon una de tus manos en el hombro de Jennie y Rosé tú ponla en su muslo.

¿Qué?

Jennie se tensa cuando siente el contacto en su pierna, es cálido. Se le cierra la garganta cuando la mano fría de Lisa la toca en su hombro. No pensó que hubiera contacto.

—Así, excelente. Será su posición. Chicos, comenzaremos el boceto con un lápiz duro.

Rosé deja de escuchar la explicación de JooHyun, dirige su mirada hacia atrás. Lisa también la está buscando, sus ojos se encuentran y sin siquiera hablar. Sienten una conexión a través del cuerpo ajeno. Lisa la ve fijamente y lentamente bajo la mirada de Rosé; observa la espalda y la curva del trasero de Jennie.

A Rosé se le eriza la piel. No puede resistir y también mira. El contacto con Jennie no es sexual, su mano está justo arriba de la rodilla con la palma extendida. Ella ve todo lo que Lisa no puede. Una curva en su abdomen bajo y después unos senos cayendo como agua.

Jennie no quiere mirarlas, siente sus ojos por todos lados. Está roja, se siente incómodamente bien siendo examinada por la pareja. Así que decide ignorarlo.

—Tenías razón. —dice en tono bajo—. Acerca de lo que te olvida que no tienes ropa. —Lisa sabe que Jennie le está hablando a ella. Rosé sin embargo quiere incluirse en la conversación.

No se miran, solo se hablan entre ellas. Sin moverse mucho. Las manos ajenas empiezan a pesar en sus extremidades. Aunque están sentadas, es complicado mantener la posición sin respaldo. Los alumnos las miran constantemente, fijándose en los detalles, los colores y las sombras.

—¿A qué edad viniste Corea? —la pregunta de Rosé sorprende un poco a Jennie, decide que tal vez pasar las próximas horas teniendo una conservación sería mejor que mantener el silencio incómodo. Además, al estar en el centro de la habitación, nadie escuchaba.

—A los dieciocho. ¿Ustedes?

—Veinte y veintiuno.

En la primera hora y media, Jennie aprendió que Lisa es la menor de ellas dos. Que es la más callada y que le gustan los patitos. Que Rosé no podía dormir sin un peluche que tiene desde la infancia y que le encanta decorar cosas.

Lisa y Rosé ahora saben que Jennie tiene un pequeño perro llamado Kuma y que le gustan las cosas picantes. Su habilidad para hablar casi sin moverse es de gran ayuda, tanto la maestra como los alumnos no tienen problemas con que hablen. Así que es ganancia.

—Bien chicos, tomaremos un descanso de veinte minutos. —Bae rompe el silencio y aprovecha para echar un vistazo a las obras de sus estudiantes.

La triada ahora se encuentran parcialmente vestidas.

—¿Algo de cafetería? —pregunta Rosé a Jennie.

—Estoy bien, gracias. Aquí me quedo. —dice Jennie y se pregunta cómo demonios se atreven a salir del salón en esas condiciones. Se encoge de hombros y revisa sus mensajes, sintiendo el peso de las manos ajenas aún sobre su cuerpo.

—Ya dime, Lisa. ¿Qué piensas? —Rosé siempre sabe que algo pasa con ella. Tiene ese sexto sentido.

—Puede que haya escuchado una conversación de Jennie mientras ella hablaba por teléfono. Al parecer alguien quiere que adopte a otro perro, pero no tiene espacio. —Lisa hace una pausa y Rosé entrecierra los ojos.

Oh, Lalisa. No, no.

—Piénsalo, su apartamento es pequeño por lo que escuche. No tenemos mascotas y la terraza sería un buen lugar para ellas. —Lisa argumenta y Rosé no sabe si sentirse feliz por la confianza de Lisa hacía Jennie, o sentirse asustada por la mirada que le dio anteriormente—. Ella trabaja por la tarde así que estaríamos solas nosotras a esas horas.

—¿Cómo sabes qué no es una asesina? —Rosé dice ahora cruzándose de brazos, sintiéndose confundida.

—Amor, ella trabaja en la misma universidad que nosotros, JooHyun Unnie nos habló de ella y dime ¿Cómo una persona que colecciona calcetines morados puede ser una asesina? —Lisa pregunta usando un dato que Jennie compartió con ellas.

Rosé no quiere sonreír, pero inevitablemente lo hace.

—Hay que conocerla en estos días, veremos qué pasa y si ambas nos sentimos cómodas con esto. No hay que mencionar nada por ahora.

Jennie aún está en el salón cuando el alumnado comienza a llegar nuevamente, la pareja también entra y en las manos de Rosé hay un paquete de gomitas. La extiende hacía Jennie.

—No era necesario. —la castaña se sonroja cuando recibe los dulces.

—Claro que sí, para que recuperes fuerza. —la sonrisa de Rosé es radiante y Lisa parece menos cerrada a su presencia, así que Jennie cree que puede ser amiga de ellas.

Cuando la maestra Bae y el resto de alumnos llegan, la clase comienza. Está vez el contacto no se siente tan repentino, tan desconocido. La clase continúa y está vez no hay conversación pero sin duda es mucho más cómodo que las horas anteriores.

El taller termina antes de que se den cuenta y ahora se encuentran vestidas para la hora de la comida. Queda una jornada más antes de dar por terminado el lunes. Jennie pasea por el salón y cada vez se sorprende más al verse reflejada en esos lienzos, aunque sin duda: Bae JooHyun destaca con su experiencia y técnica.

Cuando observa aquel lienzo, puede ver los detalles de sus cuerpos desnudos. Y siente escalofríos al notar la cercanía que parece haber entre ella y la pareja.

—¿Te gusta? —Jennie pega un brinco cuando escucha a Lisa, esa mujer podría pasar por un fantasma.

—Sí, es realmente hermoso.

—Es que nosotras somos hermosas. —Jennie no sabe cómo hacen para completar sus frases, pero no cuestiona cuando Rosé llega—. Iremos a comer a un local cerca de aquí. ¿Nos acompañas? —la rubia pregunta mientras toma delicadamente las manos de su novia.

Tiene que pensar sus opciones, aunque no tiene muchas. No tiene comida, no le queda de otra más que aceptar.

Aunque Rosé y Lisa van tomadas de la mano, Jennie se siente cómoda. La mayor de ellas se encarga de incluirla en la conversación y las monosílabas de Lisa no se sienten forzadas. Llegan a un lugar de ensaladas y pastas. Toman asiento en una mesa alejada de la entrada. Lisa está a un lado de Rosé y Jennie frente a ellas.

La mesera se encarga de tomar sus órdenes y Jennie no puede evitar sentirse sorprendida ante la rapidez del servicio.

—¿Puedo probar eso? —Rosé le pregunta.

Lisa observa atentamente lo que dirá Jennie y se sorprende otra vez cuando sus ojos caen en ella. Lisa se da cuenta entonces que la Coreana es alguien precavida, y se alegra por eso. Se encoge de hombros y sigue comiendo su ensalada de pollo.

—Aquí. —dice Jennie mientras le extiende el tenedor con una buena porción de pasta carbonara. Rosé abre la boca y toma un bocado. Cierra los ojos y se echa para atrás con un sonido de satisfacción.

Jennie se sonroja y vuelve a comer. Es estúpido, pero siente un poco de vergüenza por comer de dónde ha comido Rosé. La comida es buena, la conversación también. Poco a poco Lisa se siente en confianza con Jennie, pero aún mantiene sus limites.

Regresan cuando el sol se está poniendo, listas para posar en el último taller. Al llegar al salón, no hay nadie además de la maestra Bae.

—Chicas, ha surgido un imprevisto, se ha cortado el servicio del agua en las instalaciones y para este curso que es con acuarela se necesita indispensablemente, mañana vamos a continuar. Estás horas se les van a pagar, no se preocupen. —Jennie quiere dar saltitos de felicidad, pero sería inapropiado considerando la cara larga de la mujer mayor—. Pueden ir a casa y mañana nos vemos a la misma hora.

—Gracias, Hyun. —Rosé le da un abrazo rápido y toma sus cosas. Lisa ya tiene lo propio. Jennie también toma su mochila y está dispuesta a salir pero Rosé la interrumpe—. Deberíamos tener un chat grupal, para estar en contacto.

Lisa le dirige la mirada, pero no dice nada. Solo asiente.

—Esta bien.

Intercambian números mientras caminan fuera de la universidad.

—Tengan buena noche. —Jennie levanta la mano y la agita.

—Suerte con Kuma. —Lisa le dice y Jennie siente que su corazón se agita, solo un poquito. Ella quiere sacudir toda su cabeza y arrojarla al drenaje. No puede dejar que su órgano latente se agite no por una mujer, sino por dos.

Al llegar a casa Kuma le hace una fiesta como nunca, está saltando a su regazo y lloriquea. Está vez no importa que Jennie le ponga comida, solo quiere recibir cariño. Jennie se lo da mientras piensa en la sensación de las manos ajenas en su cuerpo. Mientras piensa en lo bien que se veían sus cuerpos en un solo espacio.

***

En la puerta del apartamento de Rosé y Lisa, hay un hombre. TaeYang con su mano en la cintura exige saber si se quedan en el lugar.

—Necesito saberlo, de otra manera tendré que echarlas si no pueden seguir con el contrato de arrendamiento.

Rosé gruñe y está a punto de hablar, de ser muy cortante y condescendiente con ese hombre, pero Lisa la calma con una caricia en el brazo.

—Te avisaremos en dos días. —Lisa dice con su voz calmada pero firme—. Nos acabas de decir que la renta sube, deja que evaluemos las opciones.

Rosé cierra la puerta sin decir nada más.

—Creo que no tenemos otra opción. ¿Tienes a alguien mejor? —Rosé pregunta y Lisa niega.

Esa noche Jennie recibe la notificación de que ha sido agregada a un nuevo grupo. "masterpieces" es el nombre.

Rosé:

Hola

Lisa:

Buenas noches, Jennie

Jennie:

Holaaa

Se desvelan hablando, pasan de las doce de la madrugada. Jennie se acomoda en la cama varias veces, bosteza y sigue escribiendo. No hablan de nada importante o relevante, solo cosas casuales hasta que un mensaje le llama la atención.

Rosé:

Jennie, ¿quieres ser nuestra roomie?

—¿Qué? —la castaña frota sus ojos y vuelve a leer. No, no se equivocó. Un día de que las conoce y le piden eso.

Lisa:

Estamos desesperadas, nos pueden echar del apartamento y escuche que tu lugar es muy pequeño, podemos compartir la renta y despensa. Sé que es repentino, pero lo necesitamos

Jennie niega con la cabeza, aunque sabe que no la pueden ver. No puede desestabilizarse así.

Jennie:

Hablamos mañana

Lisa se deja caer en el pecho de Rosé, quien suelta un quejido por el repentino peso de su novia.

—La cagamos. —Rosé concuerda con ella.

Esa noche no descansaron bien.

¡Gracias por leer!

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