Capítulo diecinueve
Otis.
La música que sale del parlante me deja un pitido en el oído cuando paso a su lado y Garrison sale a mi encuentro con otro par de copas, volcando un poco del contenido sobre el piso de madera y escuchamos a Ezra maldecir detrás nuestro sobre que ha encerado todo hace poco. El yate se agita cuando Cole mueve el timón y yo agradezco no haber bebido tanto porque seguramente tendría la misma expresión que lleva Isaiah en el rostro.
Tras haber retornado a mi vida social, los chicos habían llegado al penthouse buscando a su nueva ficha casada, por lo que nos habíamos embarcado en una fiesta de verano más antes de que todo el trabajo de otoño volviese a nosotros.
Long beach siempre nos recibía bien y mis amigos eran bastante conocidos, por lo que nos habíamos incluido en una fiesta en altamar muy pronto. Había mucha gente en cualquier vehículo que pudiese flotar sobre el agua tomando alcohol o bailando, por lo que se podía sentir el espíritu festivo.
Yo me sentía bastante ajeno a aquello, pero no podía estropearles el momento a mis amigos, por lo que fingía estar pasándolo bien mientras mi cuerpo consumía cantidades de alcohol descomunales.
Lowell Woodstein infartaría cuando viera las fotos el lunes, pero mientras siguiese siendo fin de semana me dejaría llevar al menos un rato antes de volver al piso y ser parte de la maldita guerra fría que había en el pent house.
-Hay un montón de nenas- Cole llega hacía nosotros luciendo el típico gorro de capitán y nos empuja hasta la popa del yate, abriendo la compuerta que llevaba hacía el agua- Dejemos esto abierto por si alguna quiere atracar.
Media hora más tarde estamos repletos de personas bailando de un lado al otro y algunas motos de agua están amarradas, mientras más y más gente llega hacía nosotros. Algunos eran conocidos de fiestas anteriores mientras que muchas nuevas personas eran desconocidas.
-Otis Woodstein- una hermosa pelirroja me deja un vaso a mi lado y me sonríe encantada. Lleva un diminuto traje de baño y sus pechos operados destacan en su pequeño cuerpo- Siempre es un gusto volver a verte.
-Vanessa- le sonrió, recordando vagamente su nombre. Seguro de que esos pechos no estaban la última vez que nos habíamos visto. Ella me sonríe halagada cuando me demoro unos minutos de más en observarla- Mucho tiempo.
-Ni me digas- ella apoya una mano en mi pecho y se acerca- ¿Tomamos algo?
-Claro- asiento complacido por algo de atención y la sigo mientras ella va bailando delante de mí. Nos apoyamos contra una de las paredes que llevan hacía la parte interior y puedo ver que Garrison me lanza una mirada de advertencia- ¿Qué te sirvo?
-Sabes lo que me gusta.
Yo la miro, sonriendo y le armo un trago improvisado porque la realidad es que lo que menos recuerdo de ella es qué toma y se lo extiendo. Se vuelve a acercar a mí y pasa sus manos por mi cadera mientras me baila.
Intento no pensar mucho, porque cierta expresión cruza por delante de mis ojos cerrados cada vez que puedo ser algo lúcido, y pronto nos movemos en sincronía en la pista.
-Te dejo la llave del cuarto- Cole pasa por mi espalda y siento algo pesado en mi bolsillo trasero. Ella voltea a ver a mi amigo sonriendo.
-Me encanta que sean tan liberales- me susurra mientras se pega a mí y bebe un trago. Un poco de la bebida baja por su escote y la sigo con la mirada.
-Los chicos siempre han sido así- digo, algo perdido.
-No- ella me sonríe de vuelta y levanta una mano, pasando sus finos dedos por la parte interna de mi brazo, mi muñeca y terminando en mi mano. Entonces siento que toca mi alianza y dejo de bailar- Tú y Van Clarke. Que tú estés aquí y que ella esté por allí, habla muy bien de ustedes.
-¿Qué quieres decir con que esté por allí?- doy un paso hacía atrás y la miro directamente a los ojos. Mi respiración comienza a acelerarse.
Vanessa entrecierra los ojos, como si no creyera mucho lo que estoy preguntando y entonces, por todos los santos, gira y extiende un brazo, apuntando más allá de donde nosotros estamos.
-Pensé que habían venido juntos- tartamudea y se aleja.
Yo sigo su mano con la mirada, todo lo que puedo, y entonces las veo.
Florence está sentada en la parte delantera de la moto de agua con un chaleco de seguridad mientras que Avalon está recostada en la colchoneta enganchada, hablando con unas personas que están a su alrededor en las que se encuentra Darrell. Está tan abajo en el agua y tan lejos de donde estamos nosotros que es imposible que ambos sepamos que el otro está allí, pero una vez que la veo no puedo sacarle los ojos de encima.
Algo dentro de mí comienza a llamear y cuando ella se sienta, largando una carcajada de algo que ha dicho un chico a su lado, me arrojo al agua y empiezo a nadar.
Reconozco que no es muy buena idea lo que estoy haciendo, sobre todo con varias copas encima de mí, pero cuando me arrepiento ya es demasiado tarde porque Florence me ha visto, le advierte a Avalon y ella sube al yate que tiene a su lado, buscando refugio entre medio de un par de chicos que la miran como si fuese un bonito pedazo de carne.
Maldita sea, voy a matarla en este mismo momento.
Paso al lado de su mejor amiga y la sigo por el yate ante la atenta mirada de todos. Seguramente no llamamos la atención mientras nos seguimos de un lado al otro porque, maldita sea, estamos casados.
Sé que estoy maldiciendo demasiado, pero ¿alguien puede decirle al resto de los hombres que ella es mi esposa? Porque la observan como si fuera una exquisitez y ella es mía.
Me siento algo culpable tras pensar aquello cuando ella finalmente se detiene y me encara, cruzándose de hombros. Estoy a punto de llevarla puesta, pero logro controlarme y me sujeto de una baranda para así sostenerme.
-¿¡Qué demonios estás haciendo aquí!?- le grito, entonces, siendo sacudido por la ira.
Ella, lejos de amedrentarse, obvio, aprieta los puños a ambos lados de su cuerpo y se inclina hacía delante.
-Estoy en una maldita fiesta, genio, ¿qué crees que hago?
-Pensé que estabas en casa.
-¿En casa acostada esperandote a ti?- me retruca y me dan ganas de tirarla al agua- Me llegó una invitación y la acepté, como cualquier persona hace.
-Me tendrías que haber dicho.
-¿Y tú me dijiste acaso que ibas a venir?- vuelve a retrucar y empieza a ponerse roja de la furia- Pues no lo has hecho. Y te has paseado por todos lados con una chica diferente, así que muy mal tampoco estás.
-¿Me has visto?- Vanessa viene a mi mente. Y las otras dos que estuvieron antes- Perdona.
-No tienes que pedirme perdón. Yo tampoco te pediré perdón a ti por lo que he estado haciendo.
Sé que está alardeando, en la parte más interna de mí lo sé, pero aquella parte neandertal que llevo en la capa más externa, exclama ofendido por solo imaginar que se ha estado toqueteando con otro chico y entonces la cargo sobre mí hombro y me la llevo dentro del yate hasta dónde encuentro una habitación abierta porque preciso gritarle sin que todo el mundo se voltee a vernos.
Ella me golpea un par de veces para que la deje salir de la habitación y mientras tengo la puerta en la espalda, la mantengo dentro mientras los dos nos gritamos un par de idioteces. Finalmente ella se calma, y retrocede, estando a tan solo unos pasos.
Agitada, ruborizada y completamente hermosa la observo, casi gimiendo de placer por la imagen que tengo delante y entonces es ella la que salta encima de mí esta vez, provocando que automáticamente me mueva para sujetarla por la cadera mientras la ayudo a enredar sus piernas alrededor de mí.
Sus besos saben a daikiri de fresa y protector solar, mientras que su cuerpo se siente hirviendo debajo de mis dedos.
Le quitó el gorro para poder besarla mejor y ella me abre la camisa de un tirón, provocando que los botones repiquetean contra el suelo al caer. La dejo en la cama y le arrancó la parte superior del bikini, deleitándome con sus pechos hermosos que lleno de besos en pocos segundos.
Cuando logro apartarme un poco, ella me baja la bermuda de playa y se me acerca tan peligrosamente que la sujeto de los hombros, porque si hace lo que estoy pensando que va a hacer voy a literalmente acabar en un solo segundo más.
Me embargan los recuerdos de nuestra "noche de bodas", cuando la tuve en esta misma posición pero no pude deleitarme por completo de ella, por lo que la toco en todos los lugares que puedo y ella me permite.
Desprendo uno de los laterales del bikini y finalmente queda desnuda ante mí. Me deleito con su vista y ella me atrae para que me acueste encima, cubriendola por completo. Nos besamos un rato cuando por primera vez soy capaz de verla, desnuda, indefensa, debajo de mí, y tengo un leve chispazo de realidad provocando que me aparte como si todo ella fuera fuego. Avalon me mira desde la cama y se sienta, sin siquiera taparse los pechos y me dan ganas de golpearme a mí mismo por no poder ser un poco más como Cole en este momento.
-Estamos demasiado ebrios en este momento- le advierto, ella me sigue mirando- Por nada del mundo me negaría a esto en otra circunstancia pero no quiero que te arrepientas después...
-Vete, Otis.
La crudeza en sus palabras me dejan en claro que la barrera ha vuelto a crecer entre los dos y me intento acercar, pero ella se cubre con los brazos, sube las piernas hasta su pecho y me mira amenazante.
Quedamos así un par de minutos hasta que finalmente me visto y me voy.
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