25.- Lissaendra descubre que los hombres también mienten

Porque soy solo una chica, pobrecita de mí,

no me pierdas de vista,

soy solo una chica, bonita y chiquita,

así que no me permitas tener ningún derecho,

oh, estoy harta de todo (*)

Habían pasado unos días desde que Abdel se fue en busca de respuestas entre los hechiceros. Los mismos días que ella pasó encerrada en su habitación fingiendo sentirse indispuesta. A Abdel le pareció una buena idea, y hasta la princesa Liss estuvo de acuerdo con él. Ariel estaba dispuesta a fingirse enferma hasta que regresara Abdel, pues seguía enojada desde aquella tarde en la que se enteró que a Francis le gustaba Linet. O al menos ella lo interpretó así, y Lissaendra también.

Ni siquiera quiso recibir visitas. El rey y la reina solo mandaron a preguntar a través de sus siervos el estado de salud de la princesa, pero los demás fueron insistentes. Primero Francis, quién intentó varias veces pedirle disculpas a su prometida por el mal entendido. Luego Carine, que según mandó a decir, se sentía profundamente arrepentida por haberla incomodado. Y como no se le dio la gana de verle la cara a ninguno de los dos, finalmente enviaron al vizconde Eric a intervenir por los dos. No quiso recibirlo, pero como el coso ese iba todos los días a preguntar por ella, Ariel acabó por cansarse y pidió que lo dejaran pasar para que deje de molestarla.

Eric entró preocupado, y como ella no era muy buena engañando a la gente, pronto se dio cuenta que en realidad nunca estuvo enferma. A ella no le importó, seguía enojada con el príncipe y hasta con Carine, pero Lissaendra dijo que moría de vergüenza.

"Liss, tú ya estás muerta. No te puedes morir de nuevo, y menos de vergüenza", le dijo una vez Eric la dejó sola.

"¡No seas boba, Ariel! Es una forma de expresarse. Tengo vergüenza, y tú también deberías sentirla. Ahora el vizconde Eric le dirá al príncipe que su prometida es una mujercita engreída y que no quiso recibirlo por un berrinche", le dijo alarmada.

"No era un berrinche, estábamos molestas con él".

"Pues no debí dejarme llevar por el enojo. Una princesa siempre debe estar disponible para los deseos de su príncipe. No podía apartarlo, tuve que aceptar sus disculpas como la dama educada que se supone que soy. Quiero decir, tú debiste hacer eso. Y yo debí decírtelo."

"Pero Liss, ¡él nos engañó! Nos ha tratado como si nos quisiera, hasta tú creíste eso, pensaste que él se estaba enamorando de Lissaendra de Albyssini. ¿Por qué iba a disculparlo tan fácil? No es justo para ti", le contestó Ariel sintiéndose algo irritada.

"Eso no importa, Ariel. Los deseos de los hombres siempre son primero. Tienes que aprender a aceptarlo". Ariel suspiró hondo. Esas cosas empezaban a sacarla de quicio.

Las leyes de los hombres se parecían mucho a la de los tritones de Aquaea, había pasado de una esclavitud para meterse en otra. Y Lissaendra le recordaba a sus hermanas, repitiéndole siempre lo mismo sobre obedecer a los tritones. Liss andaba muy mortificada con todo eso, y a Ariel le daba pena quitarse el collar y dejarla en la oscuridad. Tampoco quería que se sienta mal, así que aceptó que era momento de salir, aunque sea a dar una vuelta por las estancias cerca de la habitación que le asignaron. La visita de Eric también contribuyó a eso, porque le creyó cuando le dijo lo arrepentidos que estaban Francis y Carine por aquella discusión. Le creyó la parte de Carine en especial.

A la mañana siguiente de aquel día hizo señas a las doncellas para que la ayuden a vestirse, señaló hacia afuera para indicar que saldría, y que además lo haría sola. No le gustaba que la gente la ande siguiendo a todos lados, por eso solo andaba con Abdel. Además, quería aprender a caminar sola sin ayuda de nadie. Empezó con pasos lentos, pero así le dolía más. Cuando aceleraba el paso el dolor seguía siendo intenso, pero al menos la caminata duraba menos y la tortura era más llevadera.

Se cansó de caminar, así que al ver una puerta junta decidió entrar para buscar un asiento y sentarse a descansar un rato. Se quedó con la boca abierta cuando todo eso apareció ante sus ojos. Le habían enseñado ese lugar a su llegada para que sepa dónde estaban los principales puntos del palacio, pero era la primera vez que estaba sola ahí.

"Es la bilioqueca", le dijo a Liss mientras levantaba la mirada para observar los estantes llenos de esos... ¿Cómo le dijeron que se llamaban? Oh, cierto. Libros. Estantes llenos de libros.

"Se llama biblioteca", corrigió Liss.

"Si, eso", contestó sin prestarle mucha atención. Caminó despacio adentrándose en aquel lugar.

Cuando aún era una sirena Linet le habló de los libros. Le dijo que en ellos se concentraba el saber del mundo terrestre, y no solo de eso. Tenían historias sobre magia, sobre las deidades del mundo de Xanardul. Contaban historias de la era de los espíritus, y las grandes hazañas de héroes antiguos. Los libros tenían historias del origen del mundo, y también de origen de las personas. La historia de las naciones y de su gente. También de los animales del cielo, el mar y la tierra. Hasta había libros con historias sobre las sirenas. Linet dijo que los libros no solo tenían verdades, también tenían cuentos hermosos y fantásticos. Cosas que jamás pasaron, pero que eran increíbles.

Y Ariel, fascinada por lo que su amada una vez le contó, apresuró el paso para coger un libro y descubrir ella misma aquellas historias. No entendía bien como esa cosa extraña podía contener tanto. Fue hasta una mesa donde descansaba un enorme libro, con cierto temor abrió la tapa y esperó encontrar aquellas historias. No sabía exactamente cómo lucirían estas, ni siquiera tenía idea de cómo podrían verse. Solo supo, al ver el contenido, que no entendía nada. La sonrisa se le borró de inmediato.

"¿Qué son todas estas cosas?", le preguntó a Liss. Ariel pasó despacio los dedos por las hojas del libro. Tenía grabados extraños que querían decirle algo que no podía comprender.

"Son letras", contestó la princesa. Se cansó de estar parada, así que jaló una silla y tomó asiento. Pasó despacio las hojas del libro buscando alguna novedad, pero todo parecía igual. Era decepcionante.

"¿Y tú entiendes esto, Liss? Es tan raro... ¿Cómo hacen los humanos para hacer estas cosas y contar historias?"

"Los hombres aprender a leer y escribir desde pequeños. Leer es la forma en que interpretan las letras, y escribir es la forma de hacerlas", le explicaba Liss. "A veces los libros tienen ilustraciones, son como dibujos que cuentan la historia. Ellos también aprenden a dibujar y pintar."

"Qué bonito. ¿Y tú sabes hacer esas cosas?"

"No, Ariel. Las mujeres no podemos aprender a leer y escribir. Es algo que está solo reservado para los hombres, ellos son los guardianes del saber."

"Linet me dijo que ella aprendió cosas a escondidas de su hermano."

"Tu Linet es una pecadora, por eso aprendió cosas de hombres. Eso es algo terrible."

"Pues una vez vi a la reina Mirella sentada haciendo algo con un libro, creo que eso que llamas escribir. Ella no parece una mujer mala ni pecadora, es educada como dices que tiene que ser una dama", contestó irritada. No le gustó lo que dijo de su amada, ya iban a empezar a discutir.

"Eso es porque las mujeres de Theodoria han perdido el rumbo. No las culpo, pero no está bien."

"¿Por qué no está bien?"

"Porque no"

"¿Quién dice?"

"Los hombres. Y ya deja de preguntar cosas que no nos incumben", le dijo la princesa. Ahora era Lissaendra la que hablaba muy molesta.

Ariel bufó, era en verdad cansino discutir con ella por los mismos temas siempre. Para Lissaendra todo lo que ella hacía o pensaba estaba mal. Todo lo que le dijo Linet era indigno y aberrante. Ni siquiera le daba una respuesta buena cuando le preguntaba por qué las cosas estaban mal, Liss solo repetía que era así y punto, que los hombres lo decían y ellos sabían lo que era bueno para las mujeres. Pareciera que no supiera decir otra cosa. Era como sus hermanas mayores que siempre le repitieron cómo debía de ser una buena sirena, pero jamás se atrevieron a cuestionar si eso estaba bien o mal.

Intentaba no enojarse con Liss, ¡pero es que era tan difícil! No se sentía comprendida con ella, ya era bastante tortura no poder hablar y caminar con dolor, para que además tuviera que compartir sus pensamientos con alguien que la torturaba con sus ideas horrendas. Y no podía seguir así, tenía que ayudar a Liss. Linet una vez le dijo que las mujeres no son enemigas de otras mujeres, que todas deberían ser compañeras. Le dijo que los hombres habían inventado un sistema en el que se ponían en la cima para que todo estuviera acorde a sus deseos, pero que no tenía que ser así. Lo peor era que muchas mujeres se lo habían creído y condenaban a las demás por querer ser libres. Por eso no había que odiarlas ni hacerlas enemigas, porque ellas también estaban presas. A esas mujeres también había que liberarlas.

"Liss, ¿y a ti te hubiera gustado aprender a leer y escribir?", preguntó. No sabía bien cómo guiar esa conversación, no quería que empezaran a pelear. Al menos lo intentaría. Si Linet fue paciente con ella explicándole cosas, entonces se esforzaría por hacer lo mismo con Lissaendra.

"Ariel, ya te dije que eso no es propio de una dama."

"Si, ya sé. Solo vamos a suponer que no es malo, que cualquier persona puede hacerlo. Suponiendo que no esté mal que las mujeres aprendan, ¿te hubiera gustado?"

"No lo sé...", le dijo pensativa. Ajá, la cuestión iba bien.

"¿En serio? Porque imagina lo bonito que sería que supieras leer, podríamos descubrir historias juntas y aprender muchas cosas"

"Es que... No sé, creo que si me hubiera gustado. Si no estuviera mal, claro. Pero como lo está..."

"Liss, imagina algo", le interrumpió. "Imagina que hace mucho tiempo las mujeres también podían leer y escribir. Pero entonces... emmm... Entonces las cosas cambiaron", se quedó pensativa un instante, quería ordenar sus ideas. Ella no era tan lista como Linet, no sabía explicarse, y en ese momento se sintió un poco tonta.

"¿Qué fue lo que cambió?", le preguntó Liss.

"Muchos hombres empezaron a decir que estaba mal que las mujeres aprendan esas cosas. Y claro que las mujeres se molestaron porque no era verdad."

"Pues eso hubiera sido terrible...", dijo Lissaendra. "Mentir es una cosa muy mala."

"Entonces siguieron mintiendo. Imagina que esas mujeres quisieron oponerse, pero no las dejaban. Los años pasaron y a las niñas les enseñaron que leer y escribir estaba mal, que era solo para hombres."

"Las mujeres que si sabían leer y escribir hubieran dicho que eso es mentira", contestó Liss.

"Pero a la gente le decían que ellas estaban mal, que los hombres eran los guardianes del saber y que las mujeres no podían aprender esas esas cosas"

"Hubiera sido extraño. Las niñas se hubieran preguntado quién tenía la razón", Ariel sonrió. Parecía que, a pesar de ser muy torpe explicando cosas, Liss ya iba entendiendo.

"Pasaron los años, muchos años. Y las mujeres que sabían leer murieron de ancianas. Entonces ya no quedó nadie en el mundo que pudiera decir que era normal que las mujeres aprendan esas cosas."

"Y las niñas del futuro crecieron pensando que ellos decían la verdad...", le dijo Liss. Su voz sonó algo triste. Como si de pronto hubiera entendido algo que la hizo sentir mal.

"Tú eres una de esas niñas del futuro, Liss", concluyó Ariel. Y esperaba que la princesa piense mucho en eso.

"Ariel, no podemos decir que eso sea cierto. ¿Cómo podríamos averiguarlo? No puede ser verdad que me hayan mentido siempre para que no aprenda a leer, ¿no crees?", preguntó la princesa preocupada. "Son solo suposiciones tuyas, y tú no sabes de esas cosas porque eres una sirena."

"Si sé", contestó segura. "Linet me contó que ella leyó libros prohibidos que escondían de las mujeres. En esos libros contaban que hubo una época cuando todos eran iguales. Pero pasaron cosas y el mundo cambió. Linet dijo que hay muchos libros en el mundo que cuentan cómo eran las cosas antes de que los hombres empezaran a mentir."

"¿Y si eso no es cierto? ¿Y si la persona que escribió ese libro que leyó Linet era mentirosa y solo quería confundir a las mujeres para que se vuelvan en contra de los hombres?"

"Supongo que podríamos averiguarlo si supieras leer."

"Pues ojalá supiera", le dijo Liss molesta. Pero no con ella, sino con el hecho de no saber leer. Era probable que en esa biblioteca encuentren muchas cosas que ella necesitaba saber, pero no tenía cómo. La conversación había terminado, y Ariel se sintió satisfecha. Al menos le había metido la duda a Liss. Linet le dijo que hacer que las demás se cuestionen las cosas era el primer paso para hacer que lleguen a la verdad y así ganar una compañera.

Todo estaba en completo silencio, incluso Liss en su cabeza sin decir ni una palabra, que se sorprendió y se giró algo asustada cuando escuchó la puerta de la biblioteca abrirse. Se le cortó una respiración por unos segundos. Era la duquesa Carine. Pasó esos días enojada con ella porque Liss le dijo que la prima del príncipe lanzó todo el chisme solo para molestarla, pero en ese momento se sintió muy extraña al verla. Algo nerviosa, hasta enrojeció. Carine la miraba fijo, y a paso firma caminó hasta ella. No solo hizo una inclinación, sino que se quedó varios segundos en el piso mientras la miraba desde ahí.

—Mi princesa, no sabe lo feliz que me hace verla sana —le dijo con una sonrisa. Ariel notó que sus ojos brillaban de alegría, que hasta la voz le temblaba—. No tiene idea lo terrible que han sido estos días sin saber de usted. Moría de culpa de saber que mis palabras la causaron tanto pesar, hasta dejarla enferma. — Ariel se apresuró a negar con la cabeza, no quería que Carine piense que se había enfermado por su culpa porque no fue así.

"Si, claro. Ahora se hace la preocupada, pero aquel día disfrutó mucho lastimarnos con sus palabras", le dijo molesta Liss. Ariel no pensaba que esa haya sido la intención de Carine, porque en ese momento notaba verdadero arrepentimiento en sus gestos y en su mirada. Quizá su intención fue molestar a Francis y no imaginó que las cosas llegarían a ese punto.

"No quiero pelear más con ella, voy a disculparla de una vez para que nos deje tranquilas. ¿No te parece mejor así?", le dijo ella. Lissaendra refunfuñaba, seguía molesta y lo entendía. Las palabras de Carine la habían herido porque pensó que viviría una especie de cuento de hadas con Francis, y de pronto se enteraba que eso nunca sería real. Cosa extraña, porque Liss a esas alturas ya debería tener muy claro que ella nunca pondría de su parte para estar con Francis porque ya amaba a Linet.

—Ruego su perdón, alteza —le pidió Carine. Y como Ariel no quería que le ruegue arrodillada frente a ella intentó pensar una forma de hacerle saber que estaba disculpada y no quería más problemas. Aún se le hacía difícil explicarse con señas, así que solo asintió con la cabeza cuando en realidad quería decirle muchas cosas—. ¿Estoy perdonada, mi princesa? —asintió nuevamente, eso le arrancó una sonrisa a Carine. Le hizo una seña para que se pusiera de pie, pero ella no entendió muy bien porque se quedó ahí mirándola—. ¿Sabe, princesa, lo bella que se ve desde acá abajo? Me ha devuelto la fe en Luz eterna, porque algo tan hermoso solo puede ser creación divina —enrojeció. Se sentía tan extraña escuchando esos halagos, nunca nadie le dijo algo así. Los tritones siempre decían que era una hembra saludable como si fuera un elogio, y eso no le parecía bonito. Linet tampoco se desvivió en halagos con ella, solo le dijo un par de veces que era linda y la quería, eso fue suficiente para Ariel. Y ahora Carine vivía diciéndole lo bella que era, y su mirada le gritaba lo mucho que la deseaba—. Disculpe, princesa, no quise incomodarla —Ariel intentó sonreír, sentía el corazón acelerado. Negó para darle a entender que no estaba molesta y Carine sonrió más relajada—. Con su permiso —se puso de pie al fin. En su cabeza, Liss solo decía que quería que se vaya—. Lamento haber interrumpido su lectura...—se calló de pronto, como si hubiera recordado algo que contradecía lo que estaba viendo—. Espere, ¿acaso se levantó la prohibición del reino de Albyssini sobre la instrucción de las mujeres? No estaba informada...

"Dile que no, y que no se atreva a burlarse de mí", le dijo Lissaendra.

"Se burlaría de mí en realidad", contestó Ariel al tiempo que negaba con la cabeza para darle respuesta a Carine.

"No, porque tú no eres la Lissaendra de Albyssini, eres una sirena. Esas cosas no te importan porque en el mar no hay libros, pero aquí sí. Se burlará de mí, de seguro. Dirá cosas como lo ignorantes que somos las mujeres de Albyssini, puedo apostarlo", decía la princesa irritada.

"¿Y cómo estás tan segura de eso, Liss?"

"He escuchado cosas, Ariel. Eso dicen de las mujeres de mi patria en otros países", le dijo con cierta molestia. En realidad, parecía dolida. "Si las cosas son como son, es por algo. Somos damas educadas y cumplimos nuestra función en el mundo."

"Liss, yo no creo que tu función en el mundo sea ser una princesa ignorante y vivir dispuesta a cumplir los deseos de los hombres", le dijo con calma, esperando que no se ofenda. "Yo creo que eres muy lista y puedes ser muchas cosas más". La princesa no respondió, y ella esperaba que no se haya molestado.

—Ya veo —respondió Carine, hasta se había puesto un poco seria, cosa que era rara. Se sentó a su lado en la mesa y la miró—. ¿Sabe, princesa? Nunca he estado de acuerdo con esa prohibición de su reino, y disculpe si la ofendo. Sé que las costumbres allá son diferentes, cosa que me parece lamentable. Y por lo que veo, usted tiene interés en la lectura —Ariel asintió, claro que quería saber de esas cosas. Leer y escribir para descubrir las historias de las que habló Linet sería maravilloso—. Y ahora que está tan lejos de casa, quizá yo pueda ayudarla. Puedo enseñarle a leer y escribir si ese es su deseo.— Apenas escuchó eso se le formó una bella sonrisa en el rostro. Ariel, siempre tan impulsiva y cariñosa, estuvo a punto de lanzarse sobre Carine y abrazarla tal como hacía con Erena en el mar. Pero se contuvo justo a tiempo, solo avanzó lo suficiente para esta cerca de Carine. Demasiado—. Creo que le ha alegrado mucho mi propuesta.

"¡Ariel, no! ¿Qué estás haciendo? ¡Ni se te ocurra!", exclamó escandalizada Liss.

"¿Por qué no? Yo quiero aprender. Si quieres me saco el collar cuando tenga mis lecciones, así no te enteras de nada."

"Eres yo ahora, no puedes romper las reglas de mi país, eso estaría mal."

—No tiene de que preocuparse, princesa —le dijo Carine—. Le guardaré el secreto, nadie va a enterarse.

"¿Ya ves? En Albyssini nadie va a enterarse", insistió Ariel.

—Además, estoy segura que mi primo Francis estaría muy complacido —agregó Carine para terminar de convencerla al notar que dudaba.

"Si aprendo a leer no será solo por el príncipe", le dijo Lissaendra. Sin pensárselo más ni darle tiempo a la princesa de que se negara rotundamente, asintió y aceptó la propuesta de Carine. Lo sabía, en el fondo Liss siempre quiso aprender esas cosas, solo que en Albyssini era algo impensable y al fin tenía la oportunidad. Y lo dijo, su aprendería a leer no sería solo para complacer a Francis. Ariel estaba segura que quiso decir que lo haría por ella misma, solo que no quiso admitirlo. Sonreía, porque de seguro Linet estaría muy orgullosa de ella. Había ayudado a Liss a tomar la decisión de aprender a leer y escribir, eso ya era bastante.

—Perfecto —le dijo Carine animada—, será todo un placer pasar las horas instruyéndola, princesa.— Ahí estaba el gran detalle. Pasaría mucho tiempo a solas con Carine, y aunque su interés fuera solo aprender, no estaba segura de que la duquesa mantenga la distancia. Ni siquiera se había dado cuenta de en qué momento se acercó tanto. Carine posó despacio una mano sobre la de ella y la acarició lento. Una vez más Ariel sentía sus mejillas encendidas—. Sé que de ahora en adelante nos llevaremos mucho mejor, princesa. Estaremos más...—Carine se acercaba lento, y Ariel estaba petrificada sin saber cómo reaccionar. Le acariciaba la mano despacio, sus rostros estaban cada vez más cerca—. Unidas —continuó—. ¿Puedo decirle solo Lissaendra? Solo cuando estemos solas, claro. Afuera siempre guardaré las formas —Ariel asintió, aunque Liss no parecía muy contenta de escuchar eso—. Perfecto, yo...—se cortó. Habían dado un toque a la puerta de la biblioteca y segundos después se abrió. A Ariel se le escapó un suspiro de alivio. Mejor que hayan llegado a interrumpir, si seguían solas de seguro que Carine le hacía todo eso del pollo a la brasa, como dijo Abdel. Ya lo extrañaba, ojalá él regresara pronto para presenciar las clases de lectura con Carine. Quizá no fue tan buena idea aceptar su propuesta. Como siempre que se dejaba llevar por la emoción del momento, acabó tomando una mala decisión.

Ariel aprovechó esa interrupción para apartarse un poco, y Carine también se enderezó. Quienes entraron fueron Francis y Eric. Notó que la duquesa frunció el ceño, pero luego fingió una postura relajada. Obvio no estaba contenta con la llegada de esos dos, unos minutos más y le daba vuelta como pollo. Algo se le tenía que ocurrir para que a Carine le quede claro que no podía hacer nada de esas cosas.

—Princesa Lissaendra, estoy tan feliz de verla. Escuché que estaba aquí y vine de inmediato —le dijo Francis.

—Ah, qué rápido vuelan los chismes en este palacio —comentó Carine al tiempo que se ponía de pie. Francis avanzó hasta llegar frente a ella, y como Ariel ya había decidido que no iba a hacer más problemas por lo que pasó ese día, siguió el protocolo y le tendió la mano para que él la besara.

—Si, los chismes vuelan. Eso es algo que sabes muy bien, querida —le dijo Eric. Ella soltó una risita, pero la mirada de molestia que le dedicó a su prometido acabó por delatarla.

—Querido, tan ocurrente y ridículo como siempre. ¿No tienes nada mejor que hacer? Pensé que habías resucitado a tu dignidad, pero al parecer pronto tendremos nuevo sepelio.

—Carine, por favor, no es momento para esto —le dijo Francis. Tomó la mano de la princesa y la besó. Y en su cabeza se escuchó a la soñadora Lissaendra hablar.

"¡Es tan lindo! Nunca más me volveré a molestar con él", dijo ella emocionada.

"Lo mío depende. Si no vuelve a ver a mi Linet, y menos a decirle linda, dejaré de decirle coso y será solo Francis", contestó ella. Y Lissaendra rió. Era algo raro, a ella nunca le hacía gracia lo que decía. Supuso que eso era un avance entre ellas dos. Compartían mucho, pero no se llevaban bien ni eran grandes amigas. Solo se usaban mutuamente. Ariel quería ser su amiga otra vez, como antes cuando ambas tenían cuerpos separados y vivían en el barco.

—¿Ya se siente mejor, princesa? —ella asintió—. Solo quiero decirle que lamento mucho el malentendido de aquel día. Le juro que no volverá a pasar y no tendrá motivos de disgusto cuando nos casemos. Nos uniremos por el bien de nuestras naciones, y yo cumpliré mis votos con usted. Sé que es una situación difícil, no quiero lastimarla.— Ariel lo quedó mirando en silencio. Todo ese tiempo Liss pensó que Francis se estaba enamorando de ella, o de ella fingiendo ser la princesa en realidad. Pero no era así, para el príncipe eso también era una obligación. Ella era un deber que tenía que cumplir, no era su deseo y no la quería. A pesar de eso, Ariel le sonrió para calmarlo. Y para su sorpresa, posó despacio una mano en su mejilla para darle a entender que todo estaría bien entre ellos. Ya se le había pasado el enojo por lo que dijo de Linet, no quería molestarse con Francis. Ella también lo estaba usando para ganar el alma humana, ninguno de los dos se quería. Pero Francis era bueno con ella, se preocupaba y no la trataba mal como de seguro Kadal hubiera hecho—. Tomaré eso como un sí, princesa —dijo Francis sonriendo de lado. Le tendió ambas manos y la ayudó a ponerse de pie. Ariel miró de lado y notó que Carine estaba algo incómoda. Quizá no le gustó ver que se portaba bien con el príncipe. "Ya entiendo, estaba celosa", se dijo. Por eso aquel día quiso que Francis quedara mal delante de ella—. En vista de que está mucho mejor hoy, quisiera hacerle una propuesta. ¿Le apetece venir a una fiesta con nosotros hoy? Eric y yo vamos todos los años, antes hasta Carine nos acompañaba.

—Y si este año va la princesa, por supuesto que iré —dijo Carine más animada—. ¿Acaso hablas de la fiesta en el puerto, querido primo?

—La misma —contestó Francis—. Verá, princesa. La fiesta es algo tradicional del reino. Antiguamente era una celebración para venerar a la Diosa del mar, pero ahora se ha transformado en algo más ameno sin mucha ceremonia. Hay música, baile, juegos de luces. Y la gente suele llevar una máscara para mantener el anonimato. Se hace de esa manera para que la clase noble pueda mezclarse con los comunes sin ningún prejuicio, además que es en la noche y no hay riesgo. Nadie nos reconocerá, es una fiesta muy divertida en la playa. Y como sé que a usted le gusta mucho el mar, pues pensé que estaría encantada de ir —Ariel asintió animada. Nunca había ido a una fiesta de humanos, y Abdel siempre le dijo que eran muy divertidas. Lo mejor era que estaría cerca de su verdadero hogar, el mar. Y que podría bailar al fin para probar que el trato con la Bruja funcionó.

—Perfecto, será un honor acompañarla, princesa —le dijo Eric—. Espero que se divierta con nosotros, haremos todo lo posible para que así sea.

—Claro que se divertirá, estaré yo —bromeó Carine. Hasta Liss sonaba animada. Empezaría a contar los minutos para que llegue la hora de la fiesta.


Soy solo una chica,

soy solo una chica en el mundo,

eso es todo lo que tú me dejarás ser (*)

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(*) Just a girl – No Doubt

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Hello, hello, hello!! Por obra y gracia de Luz eterna estoy viva, resucité de entre los muertos por resaca para poder publicar este capítulo XD Lo he corregido con resaca, así que fácil encuentran desgracias por ahí... NO ME JUZGUEN XD

En fin, volvamos a la historia. Se nos van todos de fiesta, y quién sabe lo que pasará.... Obvio que yo lo sé XD 

La pregunta de la semana, ¿alguien shippea a Carine y Ariel? Deje su comentario impopular aquí. Yo si lo hago porque Carine es mi engreída. Pero yo shippeo a todo el mundo, así que no cuenta XD Ahora si, vuelvo a mi tumba.

¡HASTA LA SEMANA QUE VIENE!





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