♡︎ O8

Rosé abrió sus ojos al escuchar unos sollozos, estiró su mano y agarró su teléfono para ver la hora: dos y media de la madrugada.

Los sollozos se hicieron más agudos, así que volteó su rostro hacia donde provenía el ruido y cayó en cuenta que era Lisa quien lloraba, el sueño se le había ido.

—¿Qué pasó, omega?

—Alfa, los niños no están...

—Están en tu casa, recuerda.

—Los quiero conmigo.

—Lisa, estás en celo, no podemos ir hacia ellos y menos ahora que JiSoo está ahí.

Sabía que cuando una omega está en celo y siente el aroma de otra omega, la primera es propensa a alterarse, y Lisa alterada se vuelve muy territorial.

—Los quiero ver ahora. —fue más una orden que una petición.

—Está bien, solo deja que llame a JiSoo para que se aguarde en una habitación o le pregunto si HaeIn puede ir por ella.

Rosé fue al baño y sacó un supresor para ocultar el aroma que eran más suaves que los supresores de celo. Sabía de sobra que no podía darle cualquier supresor y menos uno de alfa.

Mientras regresaba al cuarto, llamó a JiSoo.

Hola, Rosie.

—Unnie, hola. Lis está en celo, pero quiere ver a los niños. ¿HaeIn podría ir por ti?

Está conmigo en el cuarto de visitas. ¿Te lo paso?

—Está bien, gracias.

Kim hizo un ruidito y después se escuchó como lo llamaba.

¿Qué quieres, Park? —habló Jung una vez tenía el celular en la oreja.

—Pueden irse de la casa en unos diez minutos, por favor.

¿Por qué? ¿Todo bien?

—Sí, sí, es que Lisa entró en celo y está alterada, no quiero que le haga algo a JiSoo. —le informó.

Está bien, adiós.

Cuando finalizó la llamada, la alfa entró a la habitación y encontró a Lisa recargada en el respaldo de la cama, cruzada de brazos y con un puchero.

—Mala. —fue lo primero que dijo cuando vio a Rosé.

—¿Por qué? —dijo con una pequeña sonrisa.

—Me dejaste sola. —se acostó en la cama para darle la espalda.

—Vamos, ¿No quieres ir a ver a Jake y RyuJin?

La omega volvió a mirarla y estiró sus brazos.

—Sí, pero cárgame, p-por favor... —susurró débil y Rosé así lo hizo.

***

Una vez llegaron, la Tailandesa se apresuró en ir a su habitación donde había dejado a sus pequeños durmiendo. Rosé la siguió después de asegurarse de cerrar bien la puerta.

Entró al cuarto y la vio acostada abrazando a sus hijos.

—Alfa, ven.

Rosé, como buena alfa que era, obedeció sin rechinar.

Dejó un beso en la frente de sus hijos y uno en el cachete de Lisa cuando la omega empezó a hacer berrinche.

—Descansa, omega.

Ya en la mañana, la primera en despertar fue Rosé. Se levantó de la cama, fue al baño y luego a preparar el desayuno para los cuatro.

No pasó ni quince minutos cuando unos pasos se escucharon, así que volteó hacia la entrada de la cocina, encontrándose con Lisa.

—Chaeng —la llamó y cuando esta la miró, no pudo responder porque Lisa la abrazó—. Gracias por cuidar siempre de mí, por nunca oponerte en mis decisiones aunque sean malas, por ser tan amable conmigo y, sobre todo, por amarme como lo has hecho desde la primera vez. —sollozó sin poder evitarlo.

—Omega... No tienes que agradecer nada, siempre voy a apoyarte. No tengo por qué oponerme a alguna decisión tuya, nadie lo tiene —la abrazó fuertemente—. Sabes que siempre te voy amar aunque ya no estemos juntas. —uniéndosele, una lágrima cayó por la mejilla de la mayor.

—Yo también te amo, Rosie.

—Pero esta vez te voy a pedir algo —susurró—. Sé que está mal lo que te voy a decir, y es contradecirme un poco, pero no quiero que te vuelvas a juntar con Jennie.

—No lo voy hacer, no quiero verla nunca.

—Está bien, ahora vamos a preparar el desayuno. —iba a soltarse del abrazo, pero Lisa no la dejó.

—Quiero hablar contigo. Creo que me confundí mucho este tiempo, también cuando conocí a Jennie.

—De acuerdo, pero no creo que sea conveniente que sea con los niños aquí.

—Llamé a la niñera antes de bajar y no tardará en llegar, podemos ir a tu casa. —le dijo, a lo que Rosé asintió.

***

Como al inicio de la noche anterior, se encontraban sentadas en el sofá, ahora con una distancia prudente.

—¿De qué quieres hablar?

—Tal vez esto te parezca raro o extraño —soltó un suspiro—, pero cuando conocí a Jennie fue casi dos meses después de firmar los papeles de divorcio. No pienses mal, no éramos más que amigas.

Rosé asintió hacia la información que Lisa le estaba dando, algo que ella sabía.

—Fue en ese tiempo donde no nos podíamos ni ver porque mi omega te pedía y no quería verme débil ante ti. Lo más extraño fue que la conocí de la misma manera que a ti y ella olía a lo mismo que a ti.

—Lisa, dos personas no pueden oler a lo mismo. Tal vez parecido, pero no igual.

—Lo sé, lo sé, pero cuando empecé a salir con ella, cuando éramos amiga, sentía que eras tú la que llegaba a contarme cómo le había ido en su trabajo o sus exámenes —sus ojos se cristalizaron—. Ella se parecía a ti, o esa era mi idea al inicio.

La Australiana asintió sin interrumpirla.

—Pero después me di cuenta que, aunque quisiera estar con alguien más que no fueras tú, nunca iba a ser lo mismo, nadie me trataría con el amor que tú lo haces. Ella no respetaba mis decisiones —tomó aire—, pero quería olvidarte, olvidar tus caricias, tus besos, tus te amo, tus abrazos... Aún así, por más que intentaba, la afirmación de que nunca iba a ser lo mismo solo se repetía en mi cabeza, una y otra vez. —bajó la mirada cuando sintió que su mano fue apretada.

—N-No sigas, por favor. —la mayor pidió.

—Tengo que hacerlo, tengo que decirte lo que siento... —y le dijo perdón con sus ojitos—. ¿Te acuerdas cuando te conté que había conocido a alguien? —la otra asintió—. Ese tiempo la había dejado de ver y de hablarle, nos volvimos a hablar hace dos meses y decidimos intentarlo, yo decidí intentarlo.

Rosé se quedó en silencio.

—Estos días que estuvimos en Japón pensé mucho las cosas y me quedó claro algo. —siguió Manoban y soltó su mano.

—¿Qué cosa?

—No quiero estar lejos de ti, no quiero otro alfa que no seas tú —empezó a llorar otra vez—. Y d-duele mucho, R-Rosie. —esta se acercó para abrazarla fuertemente.

Rosé también había empezado a llorar.

Luego de unos minutos en silencio, donde sus corazones se sentían apretados en sus pechos, pero que no dejaban de latir con rapidez, Rosé retomó:

—Todo está bien, de ahora en adelante vamos a pensar las cosas antes de actuar —susurró en su oído, recordando las palabras de su madre—. Pero vamos a necesitar tiempo, vamos a salir como familia, vamos a tener citas tú y yo, vamos a pasar momento solas y otros con los niños; vamos empezar de nuevo, un nuevo comienzo como la familia Park Manoban que hemos sido desde antes que nacieran RyuJin y Jake. —le aseguró.

—Te quiero mucho alfa. —se alzó un poco, atreviéndose a dejar un beso en los labios contrarios.

La mayor se sorprendió, pero al salir de su transe, correspondió el tacto.

Y joder, había extrañado los labios de Lisa.

Ellas lucharían por su futuro, por su relación y sus hijos. Iban a demostrarle al mundo que su amor era más fuerte que cualquier cosa.

Iban a mejorar todo lo que hicieron mal desde un principio.

¡Gracias por leer!

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