♡︎ O7
Rosé se encontraba sentada en el piso con su espalda recargada en la cama y en su mano traía una cerveza.
Las palabras de su madre todavía estaban en su mente y se sumaban al hecho de que hace menos de dos horas estaba con sus hijos y Lisa, donde parecían felices como la familia que fueron antes.
«Rosé, hija, sabes que separarse de Lisa fue una mala idea. Antes de que siquiera la presentaras como tu novia, todos sabíamos que iba a ser la omega con la que pasarías el resto de tu vida».
«Solo pensaron en ustedes mismas y no en sus hijos».
«Dicen que no querían que los niños salieran afectados por sus discusiones, pero si querían llevar una mejor convivencia, era mejor que tú te fueras al departamento que les regalamos cuando se casaron y no divorciarse».
«Cuando llegaron un día diciendo que Lisa y tú se habían casado, no les dijimos nada, cuando llegaron un día a decirnos que se iban a divorciar, tampoco nos metimos. Pero creo que era hora que alguien dijera los errores que cometieron».
«Apresuraron las cosas, muchas cosas, y también hicieron otras sin pensarlo dos veces».
«Solo quiero que analices todo bien de ahora en adelante».
Y efectivamente, las palabras de su progenitora le hicieron pensar muchas cosas.
Se dio cuenta, aunque era algo muy obvio, que todavía seguía amando a Lisa, que extrañaba sus besos, sus abrazos, sus caricias, verla usar su ropa, sus buenos días que le decía cada que le despertaba; extrañaba todo.
Pero era consiente de que nada iba a ser como antes y ahora mucho menos que Lisa estaba quedando con otra alfa.
Sin saber en qué momento, empezó a llorar.
***
A Lisa le estaba faltando el aire y creía que en cualquier momento se desplomaría.
El llanto era lo que no la dejaba respirar bien y, lo peor, no lloraba de tristeza, sino de coraje.
Tenía tanta impotencia.
Se apresuró en pedir un taxi y dio la dirección, pero no la de su casa, sino la de Rosé.
En menos de media hora llegó a su destino, pagó lo más rápido que pudo y bajó del taxi.
Tocó la puerta.
—Rosé... —susurró para después empezar a tocar más fuerte.
Park, que se encontraba limpiando sus lágrimas, se paró rápidamente y se apresuró en abrir la puerta, sorprendiéndose al ver a Lisa ahí.
—¿L-Lisa...? ¿Qué pasa? ¿Los niños están bien? ¿Pasó algo con ellos?
—E-Ellos... Ellos están bien, están con JiSoo Unnie. —aclaró entre sollozos.
—¿Entonces alguien te hizo algo a ti?
—Ella... E-Ella... —tartamudeó y Rosé supo que no podría terminar.
—Tranquila, ven, vamos adentro.
Sentadas en el sofá, Rosé decidió soltar feromonas alfa en un intento de calmar a Lisa, quien se recargó en su pecho cerrando los ojos fuertemente.
—¿Quieres contarme qué pasó? —habló despacio.
—E-Ella pidió algo y y-yo la... —empezó a sollozar de nuevo—. Le di dos golpes en la cara, pero era porque estaba enojada —confesó—. Es que... ¿C-Cómo se le ocurre pedirme algo así? —dijo entre llanto.
—¿A quién golpeaste y qué te dijo para que llegaras a ese extremo? —le preguntó más preocupada de que alguien le pudo hacer daño a Lisa que esta haya golpeado a una persona.
—Jennie... Fue Jennie. Dijo que si yo quería estar con ella, tendría que dejar a mis hijos —negó con la cabeza y Park se tensó—. Mi omega se alteró mucho y lo primero que hizo fue atacar, C-Chaeng.
—Tranquila, tranquila —acarició su espalda—, ya todo está bien, nadie te va a quitar a los niños, ellos están en casa durmiendo.
—Rosé, yo no voy a dejar a mis hijos por una estúpida alfa. —negó otra vez, aferrándose al cuerpo ajeno.
—Lo sé, Lisa, lo sé.
—No quiero verla más, ni en pintura. —susurró.
—Y no la vas a volver a ver, de eso yo me ocupo.
La alfa sintió que la sala se llenaba del olor de Lisa, respiró y se dio cuenta que estaba en celo.
Rosé se podría controlar, eso estaba claro, no sería el primer celo que pasaba con Lisa, pero como han estado más de un año alejadas sin que sus lobas estén juntas, temía lo que podía pasar.
—Vamos a dormir. —pidió, esfumando esos pensamientos para enfocarse solo en cuidar a la menor.
—Rosé, pero los niños.
—¿Están con JiSoo, no? —le preguntó y vio que asintió—. Yo ahora le marco y le digo que los cuide un tiempo más. —no iba a dejar que se fuera así y tampoco la llevaría en celo, no con los niños presente.
Llegaron a la habitación y mientras abrazaba fuertemente a Rosé, Lisa iba cerrando sus ojos de manera lenta.
La Australiana se encargaría de Jennie, no iba a dejar que esa bastarda se acercara más a Lisa y a los niños, lo juraba.
Tal vez Rosé siempre tuvo la oportunidad de volver a estar junto a su familia, pero se resignaba a que todo estaba perdido en el momento que Lisa conoció a Jennie.
Pero ahora, sin otra alfa de por medio, espera tener más oportunidad para recuperar a la menor.
Porque ella sabía que Lisa todavía la quería.
¡Gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top