.29.
-Tío, enserio, muchas gracias.
-Alex, ya es la cuarta vez que me repites esa frase, ya me quedó claro.
El nombrado soltó una risa ante eso, volviendo a mirar la caja de cartón que tenía entre sus manos. Abrió un poco la tapa, volviendo a mirar sonriente a la pequeña rana que no paraba de croar.
David sonrió de lado mientras veía al menor, sobre todo sus ojos, esos ojos azules que brillaban con emoción al ver al pequeño animal, encima acompañado por esa sonrisa risueña. Simplemente una imagen en la que le era imposible no sonreír.
Dejaron la caja en el suelo, volviendo a hablar entre ellos. Esa noche el cielo estaba despejado, dejando ver a las escasas estrellas que se hacían presentes.
-Aún no me creo la que liaste ayer, macho.
-Oye, la culpa fue de Miguel. Bueno, técnicamente fue de Manuel, yo solo fui una pobre víctima.
-Nadie te obligó a beber los cuatro vasos de tequila.
-Es que...
El menor simplemente negó divertido, contagiando al mayor en el proceso. Hablaron de la borrachera que tuvieron todos (excepto el azabache) hace una noche en su pequeña reunión, de cómo el menor estaba hasta arriba de trabajos en estas últimas semanas y del estrés que tenía últimamente.
-¿Te puedes creer que no hay ningún apartamento libre en ningún sitio? No me lo puedo creer.
-Alex, eres muy raro. Tienes un apartamento donde vives sin pagar alquiler ni comida, eres la envidia de muchos.
-Joder, pero ya quiero algo de privacidad. Además, sería un gasto menos para mi madre.
-No pienses así, hombre.
El azabache chasqueó la lengua, mirando hacia un lado molesto. David no pudo hacer más que reírse, abrazando los hombros ajenos mientras le picaba la mejilla con su dedo índice.
-Aw~, ¿estás enfadado?
-¡Quita coño!
El moreno simplemente se apartó en medio de risas, susurrando un 'lo siento' en voz baja. Alejandro suspiró, acabando por apoyarse en el hombro del mayor mientras una sonrisa adornaba sus labios.
-Oye Alex, la semana que viene ya estás de vacaciones, ¿no?
-Ajá.
-¿Qué te parece si vamos de acampada?
El menor giró su rostro para verle confuso, alzando una ceja.
-¿De... acampada?
-Sí, hace años que no salgo de aquí, y podríamos aprovechar para que te relajes un poco con los estudios. Guille dijo que había una zona de acampada a menos de una hora de aquí.
Alejandro cerró los ojos, como si estuviera debatiendo mentalmente las opciones que tenía.
-Claro, ¿por qué no?
David sintió cómo la alegría le invadía todo el cuerpo, sonriendo tan ampliamente que hasta sus mejillas empezaron a doler.
Se aseguraría de que el menor pasara las mejores 'vacaciones' de su vida.
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