CAPÍTULO 9

Señor Montero:

Como todos los meses, le escribo para darle informes de los avances de su hermana Cynthia. Gracias a que usted ha mantenido la correspondencia con ella y a pesar de que nunca le devolvió una sola carta, en este momento puedo decirle que se ha ido calmando la furia que tenía en su interior.

Dado que su estado de ánimo es tranquilo e incluso la he visto sonreír un poco cuando lee lo que le escribe, he tomado la decisión de rebajar el nivel de los antidepresivos y de ésta forma, hacer que pueda tener más claras las cosas que suceden a su alrededor, aunque eso podría desencadenar reacciones adversas a lo que esperamos, porque ella podrá ver la magnitud de todo lo que hizo y le será muy duro asimilarlo, más cuando sabemos que su hermana nunca podrá salir libre y la aceptación de una vida en presidio no es fácil, ni siquiera para las personas sanas (mentalmente hablando), pero ya es tiempo de comprobar el grado de su mejoría. Por eso suspenderé las cartas para darme cuenta si es conveniente intentar que se vean en persona y comenzar a incluir a su madre, la señora María en su terapia, pero en caso de no que no salga bien esta prueba, volveremos al principio.

Sobre la señora Rosaura (a la cual también me pidió atenderla para evitar que caiga en depresión por el encierro), le informo que se encuentra más optimista después de saber que la reducción de la sentencia fue aprobada y en lugar de los cinco años que se le dieran en un inicio, se le redujeron a cuatro y le es posible alcanzar fianza. Esto también es gracias a la forma en que su abogado (que en paz descanse), llevó su proceso, pues con la apelación que solicitó por las inconsistencias que manejara Bruno Rey para tratar de inculparla, se reevaluó su caso y junto con el otorgamiento del perdón que usted le diera, se consiguió solicitar la libertad condicional. Pero a pesar de tan buena noticia, temo decirle que la señora no quiere que se pague nada y dice que esperará a cumplir con su sentencia, (que además ésta se podría reducir mucho por su buena conducta) y espera respete su decisión. Por cierto manda saludos a la señora María; y muchas felicitaciones a la señorita Consuelo por su casamiento con el joven Hugo, también un abrazo enorme a su sobrina la señora Ana Paula y un agradecimiento para usted por todo lo que ha hecho por ella y por Cynthia (ya se llevan mejor, ¡bueno! al menos ya no la amenaza).

Por último le voy a decir el ¿por qué?, todos los asuntos los manejé por medio de cartas y no de mensajes telefónicos u otro medio moderno, ya que será la última vez que lo haga de ésta manera. Y es porque las terapias no solo fueron para su hermana, sino también para usted. Recuerde que todo lo que escribía era el pasado de los dos, en el cuál, usted aún caminaba. Ahora puedo asegurarle que se encuentra en un momento en dónde su discapacidad ya no es un motivo de dolor y al verse liberado de esos sentimientos podrá conseguir aquello que ya no es importante para su vida (me entenderá mejor cuando suceda).

¡Bien! señor Montero, me despido y estaremos en contacto el mes siguiente (¡ahora sí por teléfono!).

Atentamente

Psiquiatra Luis Mendoza

P. D. Le adjunto un estado de la cuenta que abrió a nombre de su hermana y que por razones obvias, yo manejo. El monto de mayor cantidad es por motivos de seguridad en la cárcel ya que ésta vez pidieron una cuota más alta.

Rogelio termina de leer la carta del psiquiatra de Cynthia a su Nana María.

María: ¡Que alegría que mi hija ya esté mejorando!, ¿verdad Rogelio?

R: (sonriente), Sí Nana, ojalá que funcione la prueba que quiere hacer el psiquiatra.

María: Pues yo no me imaginaba que tú también estabas en terapia psicológica, ese doctor sí que es especial, ni siquiera te diste cuenta lo bien que te hacía escribir tus vivencias.

R: La mera verdad nunca lo hubiera pensado, porque no me siento diferente.

María: ¿Ah, no? Pues que no te ves en un espejo, si hasta tu ropa ya no es igual.

Rogelio se observa un poco y nota que en realidad ya no era el mismo de hace tiempo. Aunque conservaba el estilo de siempre, ya no usaba las camisas negras, sino tonos más claros, como el azul royal que traía puesto, lo único que no cambiaba eran sus pantalones vaqueros color negro y su sombrero.

R: Pos creo que tienes razón Nana, recuérdame darle un incentivo extra por mi tratamiento.

María: Lo que no me quedó claro es la parte del final donde dice que vas a conseguir lo que ya no es importante para tu vida, ¿tú si lo entiendes, hijo?

R: Ni idea, pero no le hagas mucho caso, los psiquiatras son muy raros y siempre hablan en sentido figurado. Además lo único importante para mi es mi familia y no hay otra cosa que sienta que haya querido más, que ésta felicidad que me dan a diario.

María: No sabes lo alegre que estoy de verte así de feliz y todo se lo debemos a Paula, tu carácter ha ido mejorando cada vez más, hay muchas risas en esta casa, paz, y aunque de vez en cuando te sale lo Montero, ella bien que te pone en tu lugar. (Toma su mano), ¡Qué bueno que tus dudas sobre lo que siente tu esposa por ti, ya se disiparon!, porque no creo que sigas pensando en esas tonterías después de más de dos años de demostraciones de amor, Paula es una mujer increíble, te ha procurado tanto, y a veces siento que es un poco posesiva contigo, ya ni con Margarito o Mary.

R: Yo te he cumplido la promesa de no andar demostrando mis dudas con mi esposa, ¡ya ves lo bien que hemos estado todo este tiempo!, no tenemos problemas de ningún tipo, mi chamaco se está pareciendo cada vez más a mí, está más alto, la voz se le engrueso, es igual de listo que yo (se ríe), y Mary mi princesita, tiene un cabello hermosísimo, todo largo y rizado como el de mi hermana a esa edad, sus ojitos color miel, tan tranquila que no sé de qué lado de la familia lo habrá sacado, y la unión que tienen esos dos es casi como la que teníamos de chamacos con la diferencia que sus padres les dan mucho cariño. Sobre todo la mamá que los ama con todo su corazón, por ahora no hay nada de lo que me pueda quejar. (Meditando), Bueno si hay una cosa y es de tu ahijada, se le ocurre casase cuando más trabajo tenemos en la Hacienda y en el Rancho.

María: Tú les diste permiso y hasta fuiste el padrino de boda, así que no te quejes, además hoy llegan dos personas que te van a ayudar con los pendientes.

R: Cierto, casi lo olvido, vienen la encargada de Relaciones Públicas que nos va a colocar de nuevo en el mercado Estadounidense y el Licenciado que se quedó a cargo de todo lo que el abogado Ramos llevaba conmigo.

María: Lamento lo del abogado hijo, sé que lo apreciabas porque en este tiempo te ayudó mucho con lo de Cynthia y Rosaura, y era un hombre de entera confianza como pocos que hayas conocido.

R: Sí, pero como todo ciclo en esta vida, unos se van, otros nos quedamos para seguir hasta que nos toque irnos también. (Suspira), solo espero que el muchacho como buen ahijado de Ramos, cumpla como si fuera él.

María: La que si me sorprendió con su aparición fue Laurita, años que no sabíamos nada de ella, y ahora viene a hacerse cargo del contrato con los americanos.

R: Laura era amiga de Cynthia muchos años antes de conocer a Vanesa, creo que estaba muy chamaca cuando se fue a vivir con sus padres a los Estados Unidos. Y ahora la suerte la coloca en nuestro camino, porque con el problema del clenbuterol, no pudimos volver a conseguir otro contrato con ese país.

María: (viendo la hora), ¡Dios, ya es tarde!, Bueno hijo, me voy a prepararles una rica comida de bienvenida, ¿tú que vas a hacer, mientras Paula regresa del Rancho?

R: ¡Pos que más Nana!, lo mismo de todos los días, convertirme en el mandilón que mi esposa me pide que sea en su ausencia, así que voy ahorita mismo a jugar con mi princesa y ver que ese Margaro haya terminado con sus deberes.

María: (riéndose), No te hagas que bien que te encanta jugar con Mary, esa niña te adora y tú hijo te admira porque siempre estás con ellos, (suspira), a pesar de todo el trabajo que tienes encima, les das parte de tu tiempo, al igual que su mamá.

R: Ya ni me sigas adulando Nana, porque voy a empezar a creer que así me ven los demás y sabes que no me conviene para mi reputación.

María: Esta bien señor Montero, lo dejo para que atienda sus deberes (le da un beso en la cabeza), te quiero mucho hijo.

R: Y yo a ti Nana.

María se va a la cocina; Rogelio al patio donde sabe que sus hijos van a jugar mientras llega la hora de que los alcance y en el que en unas horas Paula también irá para aumentar el número de participantes en los juegos familiares.

San Gabriel-Fonda de Ulises y Macaria.

Macaria que estaba en una de la mesas esperando que llegara algún cliente, ve detenerse enfrente de su negocio un Jetta color negro del cual descienden dos mujeres. Una es alta, de facciones finas, piel clara, cara alargada, ojos grandes color verdes, cabello castaño claro un poco debajo de los hombros con caireles y detenido en media cola, vestida con un traje de pantalón y saco ¾ verde olivo (bastante caro), la otra mujer es rubia, muy blanca (de apariencia extranjera), el cabello un poco más arriba de los hombros y corte redondo, ojos azules, cara delgada y corta, con vestido de minifalda entallada y abertura a los lados color azul pastel y unos tacones blancos muy altos por lo bajo de su estatura.

Al momento Macaria quedó impresionada por la apariencia de las dos, pues se veían muy sofisticadas, y con un caminar como de modelo (más en la bajita), que incluso llegó a pensar que su destino no era la fonda de ella, pero las dos subieron las escaleras para tomar asiento en una de las mesas.

Macaria: (levantándose rápidamente), ¡Buenas tardes!, ¿se les ofrece algo?

Rubia: (con un acento raro), Si vinimos a una fonducha ¿qué crees que se nos puede ofrecer?

Castaña: ¡Jennifer, no seas grosera!, (dirigiéndose a Macaria), te pido nos disculpes, mi compañera es algo ego centrista y no controla su temperamento autoritario.

Macaria: No hay cuidado. ¿Pero entonces que puedo traerles, agua fresca, o un refresco, o les doy la carta?

Castaña: Dos aguas frescas, por favor.

Macaria: Enseguida (yendo por las aguas).

Jennifer: ¿Para qué te estás disculpando Laura? si es su trabajo atender a su clientela, en los restaurants a donde hemos ido, lo primero que nos ofrecen es un café y no hay necesidad de andárselos pidiendo. Además ¿de qué demonios son las aguas frescas?

Laura: Frutas de temporada, y como eres muuuy lista te dejo pienses cuales pueden ser.

Jennifer: (mirando a su alrededor), Mejor hubiéramos llegado directamente a la Hacienda esa, en lugar de andar visitando fonditas.

Laura: Quería reconocer lo que antes era mi pueblo. Lo dejé desde hace tanto, que creí que ya lo había olvidado.

Jennifer: Chief (jefe), solo vinimos por unos días, recuerda que no podemos quedarnos mucho aquí, al menos yo, porque nuestra vida está en E. U. y no le veo la necesidad de andar recorriendo un pueblito del que nadie sabe que existe.

Macaria regresa con las aguas y las pone en la mesa.

Macaria: (mirando a Laura), Perdón la indiscreción, pero escuché que usted ¿es de aquí o era de aquí?

Laura: Sí, yo nací en este lugar, pero a los 7 años tuve que irme porque mi padre consiguió pasar del otro lado y quiso que lo alcanzáramos allá.

Macaria: ¡Con que tú eres la hija de Nicolás Ramírez, ex-peón de la Hacienda del Fuerte!, él único de los de este pueblo que consiguió una mejor vida cuando se fue a los E. U. Y si no me equivoco tú eras la niñita que siempre estaba al lado de la hermana del patrón, (cara triste), pobre Cynthia, no te imaginas lo que sufrió cuando te fuiste. (Hablando fuerte), y justo ahora se tuvo que ir Ulises, pero cuando vuelva que sorpresa se va a llevar, (agarrándole el cabello), ¡mira qué bonita estás!, hasta pareces muñequita.

Jennifer: ¡Qué naca!, es de muy mal gusto ponerse a gritar como loca.

Laura: (molesta), ¡Jennifer!, si no quieres que te regrese a E. U. es mejor que dejes de decir tonterías, haz el favor de regresar al auto.

Jennifer: Sorry!, no vuelve a suceder, y tienes razón, lo mejor es que te espere ahí (se levanta y se va al coche).

Macaria: (sentándose en el lugar donde estaba Jennifer), Qué modales tan más raros los de esa muchacha, tiene toda la facha de extranjera, pero parece que tú mandas ¿o me equivoco?

Laura: (tomando el agua), Mi cargo en la empresa es mayor al de ella, en sí es mi asistente, aún es joven y no entiende que debe comportarse, por eso de nuevo me disculpo por lo grosera que se portó.

Macaria: No hay problema, ¡oye! ¿Y qué te trae a San Gabriel?

En ese momento pasa un coche Atos rojo, al cual Laura no le quita la vista y por eso no escucha a Macaria que voltea a ver que la distrajo.

Macaria: Dos coches caros en un mismo día, pero ¿qué estará pasando para que vengan personas de mundo a nuestro pueblo?

Laura: (se levanta), Perdona tengo que irme, pero antes podrías decirme ¿dónde puedo alojarme?

Macaria: Si te dirigías a la Hacienda del Fuerte, entonces me imagino que vas a un negocio con el patrón, así que creo que lo mejor es que te quedes ahí.

Laura: Tienes razón, eso será lo mejor, al menos por hoy. (Sonríe), Muchas gracias...

Macaria: ¿Ya no te acuerdas?, si yo solo soy un poco mayor que tú y no he cambiado tanto, pero en fin (le extiende la mano), me llamo Macaria y vivía enfrente de tu jacal, Laura.

Laura: (dándole su mano), Discúlpame Macaria, es que han sido tantos años que no recuerdo muchas cosas, con permiso y gracias.

Laura sube a su coche y arranca, dirigiéndolo a la Hacienda.

Unos minutos más tarde, el atos rojo, llega al portón de la Hacienda del Fuerte, un hombre de más de 30 años, tez bronceada, cabello quebrado color negro corto con volumen, cara cuadrada con un poco de barba, ojos café oscuro, ceja poblada, altura de casi 1.70 m y vestido de traje beige, sale del auto para pedir le abran las puertas.

Peón: ¿Dígame?

H: Buenas tardes, vengo a ver al señor Rogelio Montero Baez, mi nombre es Alejandro Hernández Ramos y soy su nuevo abogado.

Peón: (abriendo el portón), ¡Ah sí!, el patrón nos dijo que hoy llegaban dos personas muy importantes, ¡pásele!, siga derecho hasta el fondo.

El coche se estaciona enfrente de la entrada principal de la casa, y Juanita (que desde que Consuelo, se recibió ocupa el puesto que dejara vacante), lo recibe para llevarlo con María. El abogado se presenta con ella y ésta enseguida le pide que la siga hasta el patio donde Rogelio y sus hijos están jugando a las adivinanzas (más Margarito y Rogelio, porque Mary no llega a los tres años).

María: Rogelio, llegó el ahijado del abogado Ramos.

R: (acercándose a saludarlo), Finalmente Licenciado, ¿Alejandro, cierto?

Alejandro: Así es señor Montero.

R: María, Alejandro es ahijado y sobrino del abogado Ramos, y nos conocimos ocho meses antes de que falleciera su tío, no es por nada pero él hizo los últimos trámites del caso de Rosaura, y como ves pudimos ganarle al miserable de Bruno.

María: Entonces a ti te debemos que el proceso se inclinara a nuestro favor, tienes potencial muchacho, pero bueno Rogelio, yo los dejo para que platiquen, con permiso (Ambos le dan una inclinación).

Rogelio le dice que le enseñará un poco los alrededores de la Hacienda, mientras su esposa y la Licenciada llegan.

Alejandro: Es enorme este lugar Rogelio, ¿sí te puedo seguir hablando de tú? O prefieres el formalismo.

R: ¡Que paso hombre!, sabes que no me gusta que me llamen señor, me hacen sentir viejo y pos no lo estoy tanto, si nada más te he de llevar unos 8 o 9 años (se empieza a reír).

Alejandro: (riéndose con él), tienes razón, por cierto, ¿ya sabes lo de Rosaura?

R: ¿Que no quiere que se pague su fianza?, Ya lo sé, pero no entiendo, sí ganamos, y vaya que costo ganarle a ese tipo, ¿porque de repente se niega a salir?

Alejandro: Sus motivos son, que ya no quiere continuar siendo una carga para ustedes, y que quiere cumplir con los años que le faltan porque está aprendiendo un oficio y no quiere dejarlo a la mitad.

R: ¿Un oficio?, ¿pos cuál oficio podrá ser?, si siempre andaba huyéndole al trabajo.

Alejandro: Cocinera y Repostera, su idea es que cuando salga pueda trabajar en una pastelería o restaurant, y más adelante poner su propio negocio.

R: No me la imagino haciendo eso, ¡es más!, no me la imagino haciendo nada, (serio), cómo puede cambiar la gente cuando se enfrenta a pruebas muy duras ¿no crees?

Alejandro: (igual de serio), muchas veces hay cosas que nos llevan a hacer lo que menos queremos. Sólo espero que como Rosaura, todos podamos tener una segunda oportunidad.

R: Hablando de segundas oportunidades, ¿por qué no trajiste a tu novia?, ¿no me digas que cuando le pediste matrimonio huyó otra vez?

Alejandro: No era la mujer para mí, y lo entendí cuando empecé a notar que sus gustos y los míos en verdad eran tan distintos.

R: No te pongas exigente, hay veces que no siempre van a coincidir en todo, yo tengo la experiencia de que eso del Ying y el Yang, o mejor conocidos como polos opuestos, en verdad se atraen.

Alejandro: El día que llegue a pensar en casarme, será cuando encuentre a una mujer a la que le gusten las mismas cosas, porque el polo diferente a mí no me atrae.

En eso se escucha el relincho de un caballo que hace que Rogelio y Alejandro volteen a verlo. Era un caballo café claro muy brioso y de él baja una mujer vestida de pantalón negro ajustado y botas de piel negras hasta la rodilla, blusa blanca sin mangas muy pegada y ceñida con un cinturón negro con plata, el pelo lo tiene recogido en una cola de caballo alta, en su antebrazo izquierdo una muñequera y en la mano un fuete.

Alejandro: (impresionado), ¡Qué guapa mujer!, con ella hasta reconsideraría lo del matrimonio.

La mujer sonríe haciendo a Alejandro pensar que esa sonrisa es para él. Ve como en cámara lenta que ella se acerca muy feliz, abraza a Rogelio y luego lo besa.

AP: (separándose un poco de la cara de su esposo), Mi amor, no tienes idea de lo mucho que te extrañe y eso que solo te dejé de ver ocho horas.

R: (retirándola más), Yo igual Paula, pero ahora quisiera presentarte a nuestro nuevo abogado, el Licenciado Alejandro Hernández Ramos; Alejandro, te presento a la señora Montero.

Paula hasta ese momento se dio cuenta que había alguien más con su esposo, pero a diferencia de otros tiempos, en que lo primero que haría es disculparse, solo le sonrió y lo saludo.

AP: Mucho gusto Licenciado Hernández, (inclinándose de nuevo a besar a Rogelio), amor, me voy a alistar para la comida, te espero en la recámara, (diciéndole a Alejandro), nos vemos en la comida Licenciado, con permiso.

Alejandro quería que se lo tragara la tierra, y más por la mirada tan inquisitiva que le estaba dando Rogelio.

Alejandro: Discúlpame Rogelio, no sabía que era tu esposa, si quieres que yo...

R: (serio), No te preocupes Alejandro, no eres el primero ni el último que elogia a mi mujer, aunque sí fuiste más específico.

Alejandro: Rogelio, lo mejor es que me vaya, necesito encontrar donde quedarme y ya se está haciendo tarde.

R: Por el momento te quedas en la Hacienda, es una costumbre que tenemos con nuestras visitas, (haciéndole una señal a Marcial que venía llegando).

Marcial: ¡Sí patrón!

R: Por favor, lleva al Licenciado Hernández al cuarto de visitas.

Marcial se lleva a Alejandro, mientras Rogelio trata de controlar sus emociones, para no caer en las mismas actitudes agresivas que le han costado tanto trabajo poder desechar. Cuando se retiraba a su recámara, Juanita le avisa que dos señoritas lo buscan, él le dice que envié únicamente a la Licenciada Laura Ramírez, y que a la otra le ofrezca algo de beber.

Laura: (entrando al despacho), Señor Montero, ¡buenas tardes!

R: Nada de formalismos Laura, si tú eras amiga de mi hermana cuando estaban chamacas, aunque ahora tú y yo estamos haciendo negocios muy importantes, no quisiera que nuestro trato fuera tan lejano, al menos por los viejos tiempos, (señala un asiento), por favor, ¿Qué tal tu viaje de Tuxtla hasta éstas tierras tan lejanas?

Laura: Será porque tenía tanta añoranza de volver a mi tierra, que ni sentí lo lejos que está, (triste), Rogelio antes que nada, lamento lo de Cynthia.

R: No lo lamentes Laura, mi hermana y yo somos los únicos culpables de todas nuestras desgracias, lo malo es que ella se excedió y ahora paga las consecuencias, al igual que yo pago por las mías. Tengo entendido que fuiste a verla al reclusorio.

Laura: Cuando te encontré hace unos meses fui a verla dos veces, pero en ninguna quiso recibirme, tal vez ni siquiera me recuerde.

R: ¡Tal vez!, pero mejor cambiamos de tema. Dime, ¿quién te acompaña?, creí que vendrías sola.

Laura: Lo siento Rogelio, debí preguntarte si podía traer a mi asistente, pero como es una negociación importante con americanos algo difíciles, no puedo hacerlo sola, pero si hay problema la mando mañana mismo de regreso a E. U.

R: No tienes porque hacer eso, yo solo quería saber quién es, para no cometer alguna indiscreción cuando la vea, pero bueno, ve a descansar y te espero en un rato en el comedor.

Rogelio acompaña a Laura hasta el pasillo donde le pide a Juanita, que lleve a las dos mujeres a sus habitaciones.

En la recámara del matrimonio Montero.

Paula se había cambiado de ropa (solo el color de la blusa que era rosa pálido), y se soltó el cabello. Rogelio entra y la ve peinándose, y piensa que lo que dijo Alejandro es lo mismo que muchos hombres opinan cuando la ven, pero luego comienza a analizar y siente un poco de celos por la forma en que el Licenciado mirara a su esposa cuando la vio bajar del caballo. Paula alcanza a ver a su esposo por el espejo y lo mira pensativo, se levanta y le pone una mano en su rostro.

AP: ¿Te sucede algo Rogelio?, es la primera vez en más de dos años, que te veo así de serio, siempre que entras y me ves distraída, me sorprendes dándome un beso o jugándome una broma.

R: (toma su mano y la besa), No me hagas caso Paula, es que no estoy acostumbrado a tener a tanta gente en la Hacienda y eso me pone tenso.

AP: ¿Tanta gente?, yo solo vi al Licenciado, pero a ningún otro.

R: Otras.

AP: ¿Cómo que otras?

R: Pues es que la persona que se hará cargo de abrirnos el mercado con los americanos, es una antigua conocida de la familia, y no viene sola, trajo a su asistente y ahora tenemos a tres invitados en la Hacienda.

AP: (intrigada), ¿Dices que es una conocida de la familia?, ¿y de cuánto tiempo estamos hablando?

R: Pos la conocí cuando yo era casi un adolecente y ella una chamaca de 7 años, pero luego se tuvo que ir, y volví a verla hace unos meses cuando fui a Tuxtla a darle unos papeles al abogado de tu tía.

AP: ¿Y cuándo pensabas decirme que la viste Rogelio?

R: (sonriendo), Paula mi amor, (tomando sus manos), no te pongas celosa, Laura era amiga de Cynthia, no mía, y si se me pasó decirte es porque no habíamos llegado a un acuerdo en ese entonces para que pudiera contar con su apoyo en ese negocio, hace apenas unos días aceptó ayudarme.

AP: ¿Laura?, ¡qué bueno que no era amiga tuya Rogelio! (se suelta de sus manos y se va sentar junto al tocador).

Rogelio se sonríe por la forma de reaccionar de Paula, pero como no quiere que nada les quite la hermosa relación que han construido en tanto tiempo, decide ser él quién arregle las cosas, aunque no haya hecho nada malo.

Acerca su silla junto a Paula, la abraza y comienza a besar sus brazos hasta llegar a su cuello.

R: Paula, en serio lo siento, si hubiera sabido que esto te iba a enojar, jamás le pedía a la Licenciada Ramírez que viniera.

AP: (se voltea para besarlo), Perdóname tú Rogelio, pero es que me sorprendió que no me dijeras nada. No quiero que nos enojemos por cosas insignificantes, este tiempo que hemos estado juntos, han sido los mejores de mi vida, me has ayudado a madurar, gracias a ti soy lo que ahora soy, esposa, madre, empresaria, he crecido como mujer.

R: Ya que entramos a ese tema, que te parece si dejamos que nuestros invitados se conozcan entre sí, mientras nosotros nos quedamos aquí y adelantamos nuestra cena de cada viernes.

Tocan a la puerta.

Juanita: ¡Patrones!, dice María que ya pueden bajar a comer.

AP: Creo amor, que esa si va a esperar, al menos hasta que terminemos la comida.

R: Lo que no entiendo, ¿por qué nuestro destino es que nos interrumpan?, ya ni en mi casa puedo estar tranquilo.

AP: (beso corto), Rogelio, te prometo compensarte la mala suerte, pero es mejor que no dejemos que los invitados nos esperen mucho tiempo, así que por favor, adelántate para que se vayan acomodando, mientras yo termino de peinarme.

R: Ta bueno, pero me la debes Paula, y hoy si no te me escapas.

AP: (sonriente), Desde hace más de dos años, ¿cuándo me he escapado?

Rogelio se separa de su esposa, para ir a cumplir con el protocolo de buen anfitrión.

Laura, Alejandro y Jennifer, están sentados en la sala.

Jennifer: ¿Hasta cuándo vamos a esperar?, como que los hacendaditos de por aquí no tienen modales.

Laura: Jennifer, si quieres puedes retirarte a tu cuarto. Yo te excuso y les pido que te lleven la comida ahí.

Alejandro: (dirigiéndose a Laura), Perdón por la pregunta, pero es que usted se me hace conocida, ¿podría decirme si ha visitado el Reclusorio Varonil de Tuxtla?

Laura: No, únicamente fui al femenil a visitar a la hermana del señor Montero, aunque me parece que fue ahí donde nos vimos, porque también se me hace familiar su cara.

Alejandro: Tal vez fue cuando llevaba un caso para el señor Montero, pero no siento que haya sido ese lugar donde la vi.

Jennifer: ¡Que aburridos!, solo saben hablar de la cárcel y las miraditas de desconfiados que se traen son aún más tediosas.

Rogelio entra a la sala y saluda a todos, Jennifer que estaba sentada en un sillón que le daba la espalda, se levanta fastidiada de los saludos forzosos que tenía que hacer para no verse mal educada, cuando voltea, le llama la atención el porte de Rogelio, que aún en silla de ruedas, le pareció muy atractivo.

Jennifer: ¿Con que usted es nuestro socio?, ¡oiga no está nada mal!, con todo y su problema se ve que es muy hombre.

Laura: ¡Jennifer!, perdónala Rogelio, pero siempre se comporta así, todavía no aprende que hay cosas que no debe decir.

R: (serio), No te preocupes Laura, me imagino que allá son otras costumbres y la señorita no me ha ofendido en nada, (estira su mano para saludarla), mucho gusto señorita...

Jennifer: Jennifer Smith, (toma su brazo y lo acaricia), que grandes y musculosos tiene los brazos, se nota que hace ejercicio.

Paula que estaba escuchando todo lo que decía Jennifer entra molesta a la sala.

AP: (colocando sus manos en los hombros de Rogelio), ¡Buenas tardes!, soy Ana Paula Carmona de Montero y es un placer conocerlos (mirando seria a Jennifer).

Alejandro: Nosotros ya tuvimos el placer de conocernos señora Montero.

Laura: (extiende su mano), Mucho gusto, mi nombre es Laura Ramírez Díaz y me imagino que Rogelio ya la puso al tanto del motivo por el que estamos aquí mi asistente Jennifer, y yo.

La vista que Paula tenía sobre Jennifer de repente se posa en Laura al momento de oír el nombre de su esposo dicho de una forma tan cercana a él.

AP: (correspondiendo al saludo de mano), Sí, ya mi esposo me habló de usted.

Jennifer: Mucho gusto Ana, ¿te puedo decir Ana, verdad?, es que los nombres de señor o señora son tan distantes y cómo vamos a vernos seguido, sería bueno tratar de llevarnos bien.

AP: (sarcástica), Por supuesto Jen, ¿te puedo decir Jen, no?, espero que el asunto del contrato con la compañía americana se termine rápido, para que no tengan que quedarse por mucho tiempo, ¡digo!, para que no se les haga pesado estar en la pensión.

Jennifer: ¿Pensión?

Laura: No se preocupe, mi asistente y yo, estamos acostumbradas a cualquier lugar y ambiente, (jalando su brazo), ¿verdad Jen?

Jennifer: (¿?), Sí tu lo dices.

Rogelio y Alejandro, solo veían la escena tan bochornosa de las dos damas y ambos prefirieron quedarse al margen del asunto, porque con la cara de Paula no querían imaginar lo que les diría si se les ocurría hablar.

María: Muchachos, desde hace rato los esperamos en el comedor, la comida se les va enfriar.

Durante la comida, los que más platicaban eran Rogelio y Laura, que recordaban cuando era niños y como habían cambiado, ellos, el pueblo y la Hacienda, Jennifer de vez en cuando decía alguna cosa en tono de broma que no era tomada de la mejor manera, Alejandro solo escuchaba atentamente la conversación, mirando de vez en cuando a Laura y Ana Paula, ésta última intentaba entrar en la plática pero las cosas que decían eran de un pasado que no conocía, por lo que después optó por solo oír las historias de su esposo.

Al término de la comida, todos se dirigieron a su cuarto. Paula le dijo a Rogelio que iría con Mary, pero la manera en que le hablaba no le gustó mucho a él, pues la sentía molesta. Antes de ir con la niña, Paula va con María para saber un poco más de la encargada de Relaciones Públicas y conocida de la familia.

AP: Hola María.

María: (lavando unos platos), Paula, creí que estabas con Rogelio como todas las noches.

AP: Solo pasaba por aquí porque, quisiera que me aclararas unas cosas sobre la señorita Ramírez.

María: ¿Laurita?, pues que te puedo decir, la conocimos de niña, era amiga de Cynthia, pero se tuvo que ir porque su papá se fue al otro lado y volvimos a saber de ella hasta ahora, ¡hija!, se casi lo mismo que tú, ¿pero por qué la pregunta?

AP: Se lleva tan bien con Rogelio, que pensé que eran amigos de años.

María: Yo que sepa, nunca se trataron mucho, Rogelio era más amigo de Bruno y casi no convivía con Laura.

AP: Entiendo, bueno María voy con Mary.

María: ¡Paula!, Rogelio te ama más que a su vida, recuérdalo siempre.

AP: Lo sé María y yo lo amo a él de la misma forma.

Paula sale al patio a despejar su mente pues hacía mucho que no se sentía tan fuera de lugar, durante la plática de Rogelio y Laura, se dio cuenta que su esposo casi no hablaba de su niñez con ella; Sí comentaba su adolescencia, sus estudios, sus viajes, pero nunca esa etapa de su vida, y con aquella desconocida trataba el tema como si la conociera de mucho tiempo y le tuviera más confianza que a cualquier otra persona.

Alejandro salió de su cuarto por un vaso con agua, y desde la terraza vio a Paula caminando muy pensativa y según su visión algo triste. Como le intrigó verla así, bajo a ver si podía ayudarla.

Alejandro: ¡Señora Montero!

AP: (volteando), Licenciado, ¿se le ofrece algo?

Alejandro: Eso venía a preguntarle a usted, la veo un poco triste y quería saber si ¿hay algo en que pueda ayudar?

AP: (le sonríe), No se preocupe Licenciado, tal vez estoy exagerando un poco con el tema que me tiene preocupada, pero es una situación que solo me corresponde a mí arreglar.

Alejandro: Está bien señora, estuvo mal de mi parte pensar que un desconocido le daría la suficiente confianza como para hablar de sus problemas, por eso le pido me disculpe.

AP: Acaba de atinar a mi problema Licenciado, yo tampoco entiendo como un desconocido pueda inspirar confianza a alguien, si casi no se han visto.

Alejandro: Perdone, pero ahora menos la entiendo.

AP: (pone una mano en el hombro de él), no se preocupe, son cosas sin importancia, pero le agradezco su preocupación, con permiso y buenas noches.

Paula regresa a la casa mientras Alejandro queda más confundido que al principio y mejor decide regresar por el vaso con agua por el que iba.

Desde la terraza, Rogelio observaba a su esposa con el abogado, mientras una idea cruzaba su mente. Era jugar con fuego, pero tal vez finalmente conseguiría la respuesta que por años se preguntaba.

Al otro lado de la terraza en una parte no iluminada, Laura había visto a Paula con Alejandro, al igual que vio a Rogelio que no les quitaba la mirada de encima, y por la forma en que el rostro de él dibujaba facciones duras, sentía que nada bueno estaba ideando. Le informaron que Rogelio tenía un punto vulnerable y ese era su esposa. Cualquier persona que quisiera tomar ventaja del gran Rogelio Montero, lo tendría sencillo si dirigían las piezas del juego hacia ese lugar, por eso era necesario que actuara rápido si quería cumplir con lo que le pidieron hacer por amistad.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top