CAPÍTULO 17
Paula acababa de entrar a su doceava semana (su vientre apenas y se veía abultado). En este punto, su médico le informó que tenía un embarazo de lo más normal y tranquilo. La noticia tenía muy contentos a todos en la Hacienda porque esperaban que su temperamento fuera calmándose, por el bien de su patrón.
Esto debido a que las ocho semanas anteriores, habían sido las más complicadas para Rogelio. Pues Paula continuó con sus cambios de actitud, que aunque no eran precisamente de mal humor, no le gustaba que la dejara sola durante periodos muy prolongados de tiempo. Como el doctor le recomendó alejarse de las presiones al menos durante los tres primeros meses, su esposo tomó parte de sus funciones. Por eso, se organizó junto con Consuelo, Hugo, Pancho y Marcial, para que el trabajo de la Hacienda y el Rancho no recayera completamente en él y de esta forma, dedicarle el tiempo necesario a su familia.
Claro que no contaba con los días en que se iba a Tuxtla a su rehabilitación. Él les pidió a Paula y Ernesto, no decir nada hasta que al menos pudiera caminar con algún aparato ortopédico. Sin embargo, al ocultarlo, tampoco le podía dar explicaciones convincentes a María, sobre sus constantes salidas, además de también convencer a su esposa de no acompañarlo, por seguridad suya y la del bebé. Las veces que él no estaba, Margarito y Mary no se despegaban de Paula ni un solo momento para evitar que se sintiera triste (aparte de que su papá le pidió a su hijo, cerciorarse de que a su mamá no se le ocurriera la gran idea de volver a seguirlo).
Los ejercicios de la rehabilitación, eran mucho más pesados y dolorosos que las mismas fisioterapias. Pero para Rogelio no existía dolor o cansancio alguno que le impidiera continuar adelante, porque su deseo de ser un hombre entero para Paula y ser el padre que una vez le prometió a su hijo mayor, estaba por encima de todo.
Poco antes de las doce semanas; gracias a la voluntad de Rogelio, finalmente consiguió caminar con la ayuda de unas muletas especiales (sujetas a sus brazos). Cuando todos en la Hacienda lo vieron bajar de la camioneta sin la ayuda de Pancho, se hizo una gran algarabía que retumbo por todo el lugar, haciendo que su esposa saliera corriendo para recibir a su marido. Al verlo, Paula quedó impresionada que no pudo con tantas emociones y terminó desmayándose de nuevo, siendo ayudada por Marcial, (Rogelio aún no podía cargarla). Por tanta felicidad, Margarito lloró en brazos de su padre, aunque casi al mismo tiempo le pedía perdón por no mantenerse fuerte; a lo que Rogelio le contesto, que las lágrimas en un hombre no significaban debilidad, sino todo lo contrario, eso demostraba cuanto valor poseía y que estaba seguro que sería una mejor persona que él.
A quién si podía cargar en sus brazos era a la pequeña Mary, que enseguida corrió a que su papá la levantara, (Hugo se agacho y se la dio a su padre). La niña estaba sorprendida de la repentina altura de Rogelio. María, Consuelo y Dany lloraban porque por fin después de tantos años de esfuerzo de Paula y Rogelio, esto era una bendición y un regalo más, que la vida les obsequiaba a los dos.
Luego de unos días de tan increíble suceso, Paula le preguntó a su médico si no habría problema en que viajara a Tuxtla. Él no vio inconveniente a que lo hiciera, siempre y cuando descansara lo suficiente entre los intervalos de salida y regreso del viaje, paseos, etc. Como su marido ya podía caminar tramos grandes y ella necesitaba ropa nueva porque ya no era conveniente que usara los pantalones ajustados, le pidió que fueran junto con sus dos hijos. Desafortunadamente Margarito no los acompañó, porque tenía pendiente algunos deberes de la escuela.
Por este motivo, es como Rogelio y otro acompañante se encontraban en la plaza comercial de Tuxtla, sentados en una banca, esperando a Paula, su hija y la amiga de toda la vida de su esposa, que estaban en un local, viendo ropa. Llevaban ya cuatro tiendas y aún no se decidían a comprar nada, (cosa que estaba empezando a desesperarlos).
R: (estresado), ¿Cómo es posible que las viejas tarden tanto en decidir que trapos se van a poner?
Alejandro: (aburrido), Pues creo que quieren verse bonitas, aunque si ya tienen un estilo definido, no entiendo porque no buscan directamente algo similar.
R: Eso mismo pienso yo.
Rogelio de repente analiza un par de cosas respecto a su compañero en esta difícil y cansada travesía.
R: ¡Por cierto Alejandro!, ¿Tú para qué viniste con nosotros?, no te he visto comprar absolutamente nada.
Alejandro: Perdón Rogelio, supongo que no fue conveniente acompañarlos.
R: ¡No es eso hombre!, solo es curiosidad. Es que te veo aburrido y no me imagino la razón para aguantar este martirio.
Alejandro: Dany me invitó.
R: ¿Dany?, (sonriéndose), ahora comprendo. Lo que hacemos los hombres por complacer a nuestras mujeres.
Alejandro: (serio), a ella no le interesa nada más que una relación de amigos. Me parece que todavía no encuentra a la persona que la haga desear volver a enamorarse.
R: Pos no te niego que la tienes difícil. De acuerdo a lo que Paula me platicó, Daniela estuvo enamorada de mi cuñado desde chamacos. No sé que tanto se haya repuesto de su pérdida, pero tampoco creo que sea imposible que se fije en ti.
Alejandro: En realidad Rogelio, yo ya me hice a la idea de no intentar nada. Dany es y será fiel al recuerdo de Miguel.
R: Si te hubieras resignado, no habrías venido a aburrirte solo por una cuestión de amistad. Escucha Alejandro, yo tampoco la tuve fácil con Paula. Me costó hasta lágrimas el que ella me quisiera, porque mi rival me llevaba todas las de ganar, él caminaba, le brindó la dicha de sentir por primera vez un chamaco en su vientre, y siendo honestos era un buen hombre. Pero con todo y eso en contra mía, luche y nunca me rendí. Ahora mírame, soy muy feliz con Paula.
Alejandro: No es lo mismo Rogelio. Tú conseguiste su amor mucho antes de que él muriera y con eso obtuviste la certeza de que siempre te amo a ti. En mi caso, Miguel será un punto de comparación entre los dos y yo no estoy dispuesto a soportar eso.
R: ¡No seas cobarde! los hombres nunca nos rajamos ante los obstáculos. Por eso somos machos y nada ni nadie nos intimidan.
AP: (llegando hasta él), Rogelio, necesito que vengas a ver los modelos de ropa que elegí para que me digas con cuales me quedo.
R: ¡Pero Paula! ¿No por eso le pediste a Daniela que viniera?, se supone que es ella la que te está asesorando.
AP: Dany está con Mary viendo otras cosas y además señor Montero, es su deber como mi esposo ayudarme.
Paula comienza a jalar del brazo a Rogelio para que se levante, pero como ve que no quiere, lo suelta.
AP: (hace pucheros), ¡Esta bien!, ¡ya no te molesto!
Rogelio le toma la mano.
R: Discúlpame Paula, ¡vamos a ver esa ropa!
AP: (contenta), Entonces me adelanto para decirle a Dany que sí me vas a ayudar.
Paula vuelve a la tienda y Alejandro se reía por lo bajo.
R: ¿De qué te ríes?
Alejandro: De nada Rogelio, solo que intentaba ver en esta escena al macho del que me estabas hablando.
R: No mezcles las cosas. Tú sabes que ahora Paula necesita de mi apoyo y comprensión, pero no por eso soy menos hombre. Al menos no me rendí para conquistarla y tú ya te resignaste a ni siquiera intentarlo con Daniela, (se levanta), sí me disculpas debo ir a ver ropa.
Rogelio se acomoda las muletas y se va caminando despacio para alcanzar a Paula dejando a Alejandro pensativo. Era cierto que ya no quería intentarlo porque sentía que solo perdería el tiempo, pero la parte necia aún tenía la esperanza de que algún día Dany lo viera más que como un amigo.
Después de una hora, finalmente Rogelio, Paula, Mary (tomada de la mano de su mamá), y Dany, salen de la tienda. Los dos caballeros llevaban las bolsas dándoles libertad a las damas de continuar viendo los aparadores de las demás tiendas. Luego de una larga caminata por la plaza, deciden ir a comer al restaurante. Rogelio enseguida que vio las sillas se dejó caer en una, porque a pesar de que los ejercicios le dieron más fuerza en sus piernas no era lo mismo caminar unos cuantos pasos sin un peso adicional, a caminar casi más de media hora cargando bolsas y sujetar las muletas al mismo tiempo. Su hija le pidió sentarla en sus piernas, y él enseguida obedeció a la petición. Alejandro y Dany ordenaron algo ligero para comer (solo fruta y verduras, para solidarizarse con Paula), Rogelio pidió una hamburguesa para él y Mary.
R: (frotando sus manos), ¡Bueno!, ¡pues este es el entremés!
AP: ¿Cómo que el entremés Rogelio?, si antes de comenzar a recorrer la plaza desayunamos bastante bien.
R: Pos sí, pero me tuviste cargando dos bolsas durante media hora. Quieras o no, eso quita mucha energía.
AP: ¡Pero si a Alejandro le cargué lo más pesado!, (mira al susodicho), ¡perdona!, no quise decir que fue intencional.
Alejandro: (¿?), no te disculpes. Me imaginé que Rogelio no llevaba tanto peso debido a las muletas.
R: Faltaba más. Apenas y me estoy acostumbrando a usarlas como para echarme semejante peso encima, (dirigiéndose a Dany), ¡Qué buena idea de pedirle a Alejandro que viniera Daniela!, no sabes cuánto me está ayudando, eso es ser más que un buen amigo, ¿no crees?
Dany: ¿Verdad que sí fue buena idea?, suponía que sería un poco incómodo para Pancho estar detrás de nosotros todo el día y recordé que Alejandro es del D. F. Así que está acostumbrado a este tipo de ajetreos.
R: (baja la voz), ¡Ah!, solo por eso lo trajiste. Pero hablando del D. F. Alejandro se ha mantenido en San Gabriel a pesar de que su bufete es reconocido en esa ciudad, me pregunto ¿qué puede ser tan importante para él, como para dejar la comodidad del D. F. y establecerse en un pequeño pueblo?, ¿Tu por qué crees Paula?
Rogelio le hace gestos a Paula para que diga algo bueno, pero ella no le entiende.
AP: No te sé decir Rogelio. Quizás le gusta el pueblo, con eso de que la ciudad es ruidosa, prefiere la serenidad de San Gabriel, ¿no es así Alejandro?
Alejandro estaba más que avergonzado por cómo se estaba manejando la plática, pero pensó que no perdía nada con intentar hacer notar su interés.
Alejandro: En realidad Rogelio, Ana Paula, (mira a Dany), me quedé porque hay una persona muy importante para mí. Sé que tal vez no me note, pero al menos quiero que sepa que cuenta conmigo para lo que necesite.
Una vez dicho esto, Paula entiende lo que Rogelio trataba de hacer y le toma su mano para confirmarle que lo apoyaba, enseguida ve a su amiga, esperando que ella también haya entendido el mensaje.
Dany: (conmovida), ¡Qué romántico!, ¿y quién es la afortunada? Porque déjame decirte que soy un gran Cupido y si te puedo ayudar, solo pídelo.
Esta era la segunda vez que lo rechazaba (aunque ella no lo supiera). Rogelio y Paula lo miraban con un poco de "lastima", y como eso le desagradaba, prefirió acomodar las cosas para no verse tan patético.
Alejandro: Pues es una de las enfermeras que trabaja contigo.
Dany: (sorprendida), ¡En serio!, ¿y cuál de todas?
Alejandro: Prefiero guardármelo por el momento, (sonriendo), ¡mejor comamos! o la pequeña Mary se terminará su Hamburguesa y tendremos que pedirle otra.
AP: Dany creo que deberías saber...
Rogelio aprieta un poco su mano, dándole a entender que no era buen momento de revelarlo.
Dany: ¿Saber qué Ana?
R: Que más tarde Paula y yo iremos al Centro donde estoy haciendo mi rehabilitación. Por eso quisiéramos preguntarte ¿sí tendrás algún inconveniente en quedarte con Mary mientras regresamos?
Dany: Por supuesto que no Rogelio. ¡Yo encantada!, Mary es muy tranquila, además Alejandro está con nosotras, así que podemos hacer un juego entre los tres para pasar el rato, ¿qué te parece Alejandro?
Alejandro se encontraba completamente desconectado de la conversación, hasta que Rogelio le dio a su hija una servilleta de papel hecha bolita y le pidió que la lanzara con fuerza cayéndole a Alejandro, logrando con esto devolverlo a la realidad.
Alejandro: ¿Me preguntaron algo?
AP: (pellizcando a su esposo), solamente que Dany te invita a jugar con Mary mientras este mal educado y yo, vamos al Centro especializado que le da la rehabilitación.
R: (aguantándose el dolor), Alejandro, ve aprovechando las oportunidades que se te presentan. Recuerda que somos hombres y que no nos rajamos...
AP: con nadie y con nada, (se acerca para darle un beso), ¡amor!, siempre dices eso. Pero la realidad es que tú no eres macho, eres maravilloso.
R: (hablando en sus labios), no me evidencies Paula, ¡no ves que trato de que Alejandro aprenda algo provechoso!
Al parecer a Mary le gustaba ver a sus papás cariñosos, porque no dejaba de mirarlos con una sonrisa. Dany estaba un poco roja por las demostraciones amorosas de sus amigos. Para Alejandro esto era demasiado, primero la mujer que le gusta no lo toma en cuenta más que para jugar con niños o traerlo de ayudante, segundo, ya de por si lo primero era terrible como para que además, le restrieguen en la cara, lo solo que se encontraba.
Los esposos estaban a punto de besarse cuando el celular de Rogelio comienza a sonar.
R: ¡Diga!... Pancho, ¿Qué quieres?...No necesito que vengas a recogernos, te dije cuando llegamos, que podías ir a visitar a tus parientes lo que restaba del día... ¡Ya hombre!, no te disculpes tanto, nos vemos, (mira a Paula), ni cuando no está deja de ser inoportuno.
AP: Pero es un buen empleado Rogelio.
Después de terminar de comer (Rogelio y Mary dos hamburguesas más), Paula carga a la niña, luego le indica a Rogelio que se levante y le da otra bolsa (aparte de las dos que llevaba y ella toma otras dos).
AP: Muchachos, nosotros nos vamos de una vez para que no se nos haga tarde. Ustedes pueden quedarse a dar una vuelta o vayan al cine. Escuché que hay una película muy romántica exhibiéndose, y no se preocupen por Mary, nos la llevamos.
Dany: Pero Ana Paula, van a un Centro donde se hacen ejercicios. No me parece adecuado que te lleves a la niña.
R: No te preocupes Daniela. Únicamente vamos a que nos asesoren para continuar las rutinas en la casa, (palmea la espalda de Alejandro), por eso, ustedes aprovechen para tratarse más a fondo.
La familia Montero sale del Restaurante. Por un instante largo, ninguno dice nada, hasta que se acerca el mesero para darle a Alejandro la cuenta.
Mesero: El señor que acaba de salir, me dijo que usted se haría cargo de la cuenta.
Alejandro: (toma el papel), ¡Por qué no me sorprende! Gracias, nosotros vamos a la caja.
Dany: Ese Rogelio, se nota que le caes muy bien. Él no es de las personas que le juega bromas a cualquiera.
Alejandro: (se ríe), ¿Se supone que debo sentirme alagado?
Dany: Si lo hubieras conocido hace años, comprenderías lo que quiero decir, (se pone de pie), será mejor que nos apuremos o si no, vamos a llegar cuando la película esté a la mitad.
Alejandro: ¿Quieres decir que sí iremos a ver una película romántica?
Dany: ¡Claro!, esos tres te apuesto que no solo van al Centro de Rehabilitación. Seguramente después también vienen a verla y será mejor que tengamos argumentos para cuando nos pregunten. Sobre todo Rogelio. Nunca pierde la oportunidad de querer vernos la cara.
Alejandro se adelanta un poco serio a la caja. Dany, por segunda vez, lo veía de esa forma y algo dentro de ella, se entristecía por ese comportamiento distante. El tiempo que tardaron en llegar al piso del cine y la espera para entrar, le parecieron los más largos de su vida, porque Alejandro no volvió a abrir la boca desde que salieron del Restaurante.
Centro Especializado en tratamiento de padecimientos motrices.
Los Montero se encontraban en la sala esperando al director, pero como tardaba mucho, Rogelio llevó a sus dos mujeres a recorrer las instalaciones. El sitio era muy parecido a un gimnasio, a diferencia de que las paredes y equipos, estaban en su totalidad rodeados de tubulares para que los pacientes pudieran sostenerse y desplazarse por todo el lugar. Paula tenía una ligera idea de cómo eran los aparatos que se manejan en la rehabilitación, aunque no se imaginaba que serían idénticos a los de que se usan para los ejercicios normales; caminadoras, plataformas vibratorias e incluso un área para hidroterapia (gigantesca, según Mary). Al cabo de unos minutos a la niña comenzó a darle ganas de ir al baño. Su mamá la llevó dejando a Rogelio sentado en una silla junto a la caminadora. Él veía como unos enfermeros ayudaban a dos pacientes a caminar por las barras, cuando tres enfermeras se le acercaron (las tres con el cabello recogido, el típico uniforme, la primera castaña, la segunda morena, la tercera pelirroja, y más bajitas que él)
Enfermera 1: Señor Montero, ¡Que gusto verlo por aquí!, desde hace dos semanas que no se aparecía.
Enfermera 2: Sí, ni siquiera una llamada para avisar que estaba bien.
Enfermera 3: Recuerden que el señor Montero ya no necesita de nosotras para sus rutinas, así que lo más probable sea que ni vuelva a saludarnos.
R: (se pone de pie), lo lamento mucho Miriam, Norma, Evelyn, no fue mi intención ser tan grosero.
Miriam: No lo tome enserio señor Montero. Sabemos que cuando el paciente consigue caminar con muletas, es posible que continúe con ejercicios moderados en la comodidad de su casa.
Norma: Solo lo decíamos porque en serio que fue un gusto haber sido su terapeuta.
Evelyn: De los pocos pacientes que más nos agrado tratar.
R: ¡Ah, pos gracias!, pero el mérito es suyo, porque me tuvieron paciencia.
Miriam: ¡Bueno!, pues nos tenemos que ir a atender otros pacientes, y como ésta es la despedida ¿qué le parece un abrazo?
R: Mejor un apretón de manos, ¿qué dicen?
Norma: Solo es un abrazo señor Montero, ¡ni que nos lo fuéramos a comer!
Rogelio miraba para todos lados tratando de ver si no andaba Paula cerca. Como no la vio, acepto a darles el abrazo.
Paula y Mary salieron del tocador. En el pasillo rumbo al sitio donde estaba Rogelio, dos enfermeros estaban comentando sobre el alboroto de sus tres compañeras con un paciente.
Enfermero 1: ¿Qué te parece?, las tres peleaban por ser quienes le dieran las rutinas, y ahora hasta se unen para tratar de amarrarlo. ¡Eso es lo malo de ser tan caballeroso con las mujeres!
Enfermero 2: ¡Claro!, pero están muy guapas y a cualquier hombre le fascina tener a tres mujeres detrás suyo.
Paula rogaba porque estuvieran refiriéndose a otro hombre. Al pasar junto a los enfermeros, ambos la vieron de forma seductora provocándole un poco de incomodidad que se le olvidó al momento de ver a su esposo muy feliz abrazando a una de las enfermeras. Al observar bien a las demás, se dio cuenta de que sí estaban hablando de Rogelio, sin embargo no pudo moverse porque un doctor le impidió avanzar. Él la detuvo al notar que se veía algo pálida y para asegurarse de que no fuera a desvanecerse la tomó del brazo.
Doctor: (que era de la misma edad de Ernesto, y un poco más bajo que Rogelio), ¿La puedo ayudar en algo?
AP: ¡Sí!, podría decirme ¿Quiénes son esas personas de allá?, (señala hacia donde estaba Rogelio).
Doctor: Él es el señor Montero, mi paciente, y las señoritas, las terapeutas que apoyan en este lugar, (sonriendo), solamente se le asigna un terapeuta a cada paciente, pero en el caso del señor Montero, las tres quisieron apoyar en sus rutinas de ejercicios y como él también insistió, les permití manejarse de este modo.
AP: (furiosa), ¡Con razón no me traía!, ¡pero esta sí me la pagas Rogelio!
Doctor: ¿A qué se refiere?, ¿acaso usted es...
AP: La señora Montero.
Mary estaba inquieta porque había visto a su papá y quería ir con él. Pero como su mamá parecía no tener pensado moverse de ahí, como cualquier niño comienza a gritarle para que la vea. Inmediatamente Rogelio mira a la niña y a su esposa junto al director del Centro. Se extraña porque parecía estarla tomando del brazo, por eso se acerca rápido (dentro de sus posibilidades), dejando desconcertadas a las tres enfermeras.
R: (serio), ¿Sucede algo mi amor?
AP: (soltándose del doctor), ¿Tú dime, mi amor?
Doctor: Señores Montero, ¿les parece que iniciemos con las indicaciones necesarias para continuar con la rehabilitación desde su casa?
R: ¿Señores?, Entonces, ¿usted ya sabía que es mi esposa?
Doctor: La señora me lo dijo un momento antes de que usted viniera.
AP: Sí porque yo no me olvido de presentarme como lo que soy de ti.
Rogelio entiende la indirecta y para arreglar el mal momento que su esposa pasara, toma de la mano a Mary haciendo que las dos lo sigan hasta llegar con las tres mujeres.
R: Señoritas, les presento a dos de los amores más grandes que tengo y de los cuales ya les había platicado. Mi esposa Ana Paula Carmona de Montero y mi hija María Montero Carmona. También esperaba poder presentarles a mi hijo mayor, pero él tuvo que quedarse en casa.
Las tres: Mucho gusto señora.
Evelyn: El señor Montero no deja de hablar de usted y de sus hijos todo el tiempo, porque aquí se recomienda buscar algo que los motive a recuperarse, así que dese las gracias.
Miriam: Así es, por eso las tres quisimos ayudarlo, porque aquí tenemos un horario de rutinas muy estricto, y no se permite que rebasemos más de una hora con cada paciente.
Norma: Pero como el deseo de su esposo era caminar antes de que su hijo nazca, nos rolamos los turnos para que él hiciera más tiempo en las rutinas.
AP: ¿También les dijo que vamos a ser padres?
Miriam: Eso fue lo primero de lo que nos hablo.
Doctor: Señoritas por favor, vayan a atender a sus pacientes o el tiempo se les va a terminar.
Las enfermeras se retiran y el doctor les pide que lo acompañen a su oficina, en donde le explica a Paula que rutina debe hacer Rogelio. Una vez en la camioneta y antes de arrancar, Paula le da un beso a su esposo, prometiéndole hablar del tema mientras llevan a Mary a jugar al parque.
Parque de Tuxtla
La familia Montero decidió pasar un tiempo jugando en el parque. Mary estaba de lo más contenta subiendo a todos los juegos, aunque luego le pidió a su papá que la columpiara. Él lo hacía mientras Paula estaba enfrente cuidando que no se fuera a caer por alguno de los fuertes empujones que le daba Rogelio. Al cabo de un tiempo los tres se encontraban sentados alrededor del lago alimentando a los patos. El sueño comenzaba a vencer a la pequeña princesa y sin más, se quedó dormida en las piernas de su papá.
AP: ¡Qué envidia!, a mí solo una vez me dejaste estar así y eso fue para que no devolviera la comida en la camioneta.
R: Este privilegio le va a costar mucho obtenerlo señora Montero. Sus puntos bajaron por lo sucedido en el Centro de Rehabilitación.
Paula le toma su rostro para acercarlo al suyo.
AP: ¡Tú tienes la culpa!, nunca me contaste que tenías de terapeuta a tres mujeres, que además con todo y su cara de yo no fui, se les notaba lo urgidas que estaban.
R: ¡Mi vida!, era tan grade el anhelo de caminar lo más pronto posible, que no me importó usar un poco de mi natural sexapil. Así que en lugar de estar molesta, deberías felicitarme por todo mi sacrificio.
Paula le suelta la cara y pone la vista fija en el lago.
R: Paula, Paula, amor, no te enojes, ya conoces lo bromista que soy. Tú eres la única mujer que puede tener todo lo que pida de mí.
AP: ¿Podrías jurarlo?
R: Mil veces.
AP: Entonces también quiero que me prometas, que esta fue la última vez que se te ocurre coquetear con alguna otra mujer, por los motivos que sean.
Con su brazo libre (el otro sostenía a su hija), toma su rostro para atraerlo y besar sus labios.
R: Te lo afirmaría de otra manera, pero Mary está con nosotros, por eso espera a que regresemos a la Hacienda y ahí me dedicaré a sellar mi juramento.
AP: Entonces, vámonos hoy mismo.
R: Pancho tiene el día libre y es algo tarde para salir a carretera, pero lo que Rogelio Montero promete, lo cumple.
AP: Pues ni modo. Esperaré otro día más.
Paula se recarga en su hombro y su mano acaricia el pequeño rostro de su hija. Cuando Mary terminó de su descanso de diez minutos, los Montero regresan al Hotel para que la princesa duerma la siesta.
Plaza de Tuxtla.
Después de dos horas de película. Alejandro y Dany salen de la plaza para ir al Hotel. Él como siempre le abre la puerta del coche a Dany (que aún le daba pena viajar en eso). El ambiente seguía un poco tenso, y ella no entendía el motivo, iba a preguntarle, cuando Alejandro se le adelantó.
Alejandro: Daniela, ¿me podrías decir que tipo de relación tienes con Rogelio?
Dany: (¿?), ¿Relación?, ¿pues qué otra relación puede haber entre los dos Alejandro?, Rogelio es el esposo de mi mejor amiga y él a su vez es amigo mío.
Alejandro: Pero tú no tratabas mucho con él en el pasado. Es más, todo tu trato se limitaba a servir de compañía a Ana Paula durante el matrimonio por contrato y después de que se casaron por la iglesia, te fuiste a vivir al D. F. Por eso no comprendo en qué momento se volvieron tan cercanos.
Dany: ¡Cercanos, lo que se dice cercanos, pues en realidad no tanto!, al menos por ahora.
Alejandro: ¿Por ahora?, ¿ósea que no lo descartas?
Dany: Es que acabo de volver y apenas estamos tratándonos más como amigos. Aparte, si es el marido de mi amiga, es natural que me lleve bien con él.
Alejandro volvió a quedarse callado haciendo que Dany se confundiera aún más de lo que ya estaba.
La camioneta y el atos llegaron casi al mismo tiempo (el atos llegó primero). Paula le pidió a Rogelio que llevara a su hija al cuarto mientras ella dejaba el coche en el estacionamiento. Él le dijo a su princesa que se agarrara fuerte de su pantalón y entraron al Hotel justo cuando Dany y Alejandro también lo hacían.
Dany: (abriendo sus brazos), ¡Mary, ven a darle un abrazo a tu tía Dany!
La niña obedeció saltando emocionada. Rogelio se le acerca a Alejandro preocupado por la cara tan seria que traía.
R: ¿Cómo se la pasaron?
Alejandro: Normal.
R: ¿Normal?, ¡qué descripción tan detallada!
Alejandro: No le encuentro otra manera de describirlo. Lo único que estuve pensando durante toda la película, fue en que de verdad he perdido mi tiempo y dinero esperando algo que no llegará.
R: Te dije que no sería fácil, pero si gustas lo platicamos luego de que lleve a mi hija al cuarto.
Alejandro: Sí. Necesito decirte algo importante. Nos vemos en el bar del Hotel.
Alejandro se retira sin despedirse de Dany (preocupándola más si era posible).
Dany: ¿A dónde va Alejandro?
R: Al bar.
Dany: ¿Al bar a esta hora?
AP: (caminando hacia él), Rogelio ¿todavía no llevas a Mary a dormir su siesta?
R: Lo que sucede es que me encontré con Daniela y Alejandro, pero enseguida la llevo, (le extiende la mano), solo que me gustaría que nos acompañaras un momento, ¿sí amor?
AP: Encantada amor, Dany ¿tú que vas a hacer?
Dany: Voy un rato a mi cuarto.
AP: Entonces te busco más tarde.
Dany: Esta bien Ana.
Los tres se van a sus habitaciones. Rogelio se pone a mecer a su princesa para que se duerma, mientras Paula lo veía con admiración.
AP: Rogelio, Mary ya no es un bebé, ¿porque no solo la acuestas en la cama?, ella sola se duerme.
R: ¡No! porque me gusta arrullar a mi hija en mis brazos ahora que aún puedo hacerlo, ya que cuando esté más grande no se va a dejar.
AP: (abrazándolo), pues yo ya estoy grande y me gusta cuando me abrazas y me meces igual que a ella.
R: Lo sé. Y no te preocupes, que antes de que te duermas, te arrullo como lo estoy haciendo con mi princesa.
AP: (depositando un beso en su mejilla), No se te vaya a olvidar.
R: Paula, hay una cosa que quisiera pedirte.
AP: ¿Qué es amor?
R: Podrías, como no queriendo la cosa, preguntarle a Daniela que opina de Alejandro.
AP: Sí, pero dudo que me responda honestamente.
R: Intenta que te diga la verdad.
AP: Haré lo que pueda, pero Rogelio, ¿por qué te preocupas tanto por Alejandro?
R: Porque entiendo cómo se siente.
AP: ¡Hay Rogelio!, no sabes cuánto daría por borrar ese pasado que te lastima.
R: No me malinterpretes, yo no dije que me identifico con él por el pasado. Más bien, creo que ambos están muy solos y merecen ser felices. Dany lleva casi tres años de vivir recordando a Miguel y Alejandro únicamente pensaba en el trabajo olvidándose de sí mismo. Su tío antes de morir me comentó que esperaba que algún día pudiera encontrar una buena mujer que lo hiciera desear formar una familia.
AP: Te entiendo, a mí también me gustaría que mi amiga fuera feliz. Alejandro me parece buena persona además de que es muy responsable. Y haces bien en apoyarlos, porque Dany te echaba porras cuando tratabas de conquistarme, así que te toca pagar el favor.
R: (se sonríe), Me imaginé que necesitaste de una mujer con criterio para darte cuenta de lo que te estabas perdiendo.
AP: Si no fuera porque estás cargando a nuestra hija, te juro que me la pagabas, (se dirige a la puerta), voy a investigar lo que me pediste, espero no tardarme.
R: Yo también lo espero, porque quede de buscar a Alejandro en el bar.
AP: Entonces me apuro.
Paula se va directo al cuarto de Dany, quién ya la esperaba con ansias porque también necesitaba preguntarle unas cosas.
AP: Dany, me gustaría...
Dany: Ana Paula, supongo que no debería preguntarte esto, porque con solo ver tu rostro me doy cuenta que adoras a Rogelio, pero necesito que me ayudes a aclarar esta duda.
AP: ¿Cuál duda Dany?
Dany: Tú sabes cuánto amé a tu hermano.
AP: Sí, sé que fue mucho lo que se quisieron, pero Dany, desafortunadamente Miguel ya no está con nosotras, pero entiende que eso no significa que tú también tengas que morirte en vida.
Dany: Entonces supongo que si Dios no lo quiere y Rogelio se va, tú reharías tu vida con otro, ¿es eso lo que tratas de darme a entender?
Paula no sabía que contestar. Si le decía que sí, le estaría mintiendo, pero si decía que no, era sepultar toda posibilidad de que su amiga fuera feliz.
Dany: Creo que con esto me contestas lo que quería preguntarte.
Hubo un minuto de absoluto silencio. Paula trataba de encontrar la forma de hacer entrar en razón a su amiga, aunque al mismo tiempo la comprendía porque de estar en su lugar, estaba segura que nunca podría volver a sentir amor por alguien más. ¡Aunque sí tuvo una situación similar ahora que recordaba!
AP: Dany, ¿recuerdas lo que yo decía de Gustavo cuando lo conocí?
Dany: Si.
AP: Pues entonces no necesito de una enorme explicación de lo que es el verdadero amor comparado con el amor que nace del cariño.
Dany: No intentarás decirme que solo le tenía cariño a Miguel.
AP: ¡Sí lo quisiste mucho Dany! Pero no por eso significa que era tu verdadero amor. ¿Dime si tuviste la oportunidad de comparar sus besos, sus caricias, o un simple abrazo para afirmar que es el único hombre al que podrás amar por el resto de tu vida?
Dany no le contestaba, únicamente trataba de entender a su corazón, porque desde el día que vio a Alejandro, tuvo una necesidad de estar cerca de él. Era extraño sentir a su pecho latir después de tanto tiempo y que lo estuviera haciendo de una manera más fuerte de lo que alguna vez recordara.
AP: Amiga, sé que no debería de ser yo la que te diga esto porque Miguel era mi hermano. Pero si no lo hago sería egoísta de mi parte atarte a un recuerdo que puede alejarte de descubrir lo que es amar de verdad con ese sentimiento que va más allá del cuerpo, porque cuando lo encuentras es tu alma la que se entrega por completo.
Dany: Cuando Alejandro está conmigo me siento contenta, protegida, valorada, y cuando está serio me duele el pecho aunque no comprendo la razón. ¿A eso le puedes llamar amor verdadero?
AP: No te estoy diciendo que Alejandro es tu amor, solo te pido que te des la oportunidad de descubrirlo. Tú una vez me dijiste que primero debía aceptar que quería a Rogelio para que pudiera saber lo que en verdad sentía. Ahora soy yo la que te pide que aceptes que al menos te interesa más que como amigo.
Dany: (triste), Pero él no siente lo mismo, acuérdate que nos platicó que le gustaba una de las enfermeras que trabaja en la clínica.
AP: Y te dolió ¿verdad?, pero como toda mujer orgullosa, fingiste que no te afectó e inclusive te ofreciste a ayudarlo.
Dany: ¿Te diste cuenta?
AP: Sí, porque hacía lo mismo con Rogelio, solo que yo ni loca lo ayudaba a que conquiste a otra mujer, ¡qué valor Dany!, no puedo decir que te admiro, pero que magnífica actuación.
Dany: Gracias por preocuparte por mí. ¡Y sí!, Alejandro me gusta, me interesa, me atrae, ahora solo me queda descubrir si también lo amo, pero no sé como acercarme.
AP: De eso no te preocupes, Rogelio se encarga de encaminar al tímido de Alejandro para que te pida esa oportunidad.
Dany: ¿Rogelio?
AP: Le nació lo celestino. Me saqué la lotería con ese hombre, ojalá le dure lo bondadoso porque así me complace en lo que sea, (ve el reloj de pared), Dany, me tengo que ir, Rogelio quedo de ver a Alejandro en el bar y no hay quien se quede con Mary.
Dany: Ve amiga, pero luego regresas y me cuentas de lo que hablaron en el bar.
AP: Esta bien.
Paula vuelve al cuarto y al momento Rogelio va con Alejandro. Éste estaba tomando un tequila, bebida que para Rogelio significaba que se estaba dando valor para algo importante.
R: ¿Ya te entró el vicio?, en el tiempo que llevo de conocerte, nunca te he visto tomar ni un vino blanco.
Alejandro: (sonríe), No sabes cuánto voy a extrañar tus comentarios sarcásticos.
R: ¿A qué te refieres?
Alejandro: Pues he decidido regresar al D. F. Lo que pasa es que mis ingresos están bajando debido a que en San Gabriel hay poca gente que necesite de un abogado.
R: ¡Pero te pago muy bien!, además requiero que mi abogado esté cerca para cuando cierro un negocio.
Alejandro: ¿Cada cuanto haces uno nuevo?, Rogelio tus clientes no son de Tuxtla, por eso te soy más útil en el lugar en donde están concentrados.
R: Te dije que no fueras tan cobarde y es lo primero que haces, huyes como uno.
Alejandro: Y yo te dije que no era el mismo caso que el tuyo. Aunque ¿te digo la verdad?, no soy gente de pueblo, tengo una vida que dejé y que quiero recuperar. No por nada limpie el apellido de mi tío.
R: ¿Es tu última palabra?
Alejandro: Sí, me voy en este momento, por eso quise verte aquí, (levanta la pequeña copa), vamos a brindar para que nos vaya muy bien a los dos.
Rogelio pide un trago de lo mismo que Alejandro y brinda con él.
R: Te deseo suerte, y que no te arrepientas del camino que elegiste.
Alejandro: Verás que no.
Se toman el trago de un solo golpe y al terminar Alejandro sale del Hotel rumbo a su antigua vida. Rogelio regresa con Paula y le cuenta lo sucedido.
AP: Pero Rogelio, ¿por qué lo dejaste que se fuera?, Dany me dijo que intentaría ver si las cosas funcionaban con Alejandro.
R: El chamaco tiene orgullo, Paula, fueron casi cinco meses de trato, sé que era prematuro que Daniela lo aceptara tan rápido, pero para una persona que está acostumbrada a la ciudad donde todo se da en minutos, no era fácil que lo ignoraran de la forma en que ella lo hizo.
AP: Tú si aguantaste todo eso y más. Entonces me alegra que se fuera, no siento que Alejandro sea el hombre que mi amiga necesita, huye con la primera derrota.
R: Yo sigo pensando que sí son tal para cual. Lo malo es que es más orgulloso que yo.
AP: (preocupada), ¿Ahora como se lo digo a Dany?
En el cuarto de Dany.
Se encontraba en el sofá pensativa recordando cada palabra que hablara con Paula. Muchas imágenes de Miguel y ella se arremolinaban en su mente, pero también los meses que convivió con Alejandro, en los cuales se aferró a que solo estaba con él porque lo consideraba un amigo. Un amigo que la esperaba todos los días para ir a comer, la acompañaba a la clínica y la recogía por las noches cuando salía tarde por las guardias, todos los fines de semana iban a los poblados cercanos a pasear y estaba segura que él conocía toda su vida porque le transmitía tanta confianza que le habló de todo sin omitir absolutamente nada. Así como él le contó la suya, la amenaza de Bruno, la muerte de su tío, su trabajo en el D. F., entre muchas otras cosas más. Y al analizar mejor esa parte, se dio cuenta de que a diferencia de Miguel, Alejandro luchó solo para ser el hombre importante que era, y esa reflexión no era para minimizar al que fue su esposo, sino que al menos Miguel estaba rodeado y protegido por su hermana y por ella, cosa que Alejandro nunca tuvo. Él no contó con el apoyo de su padre que dejó abandonada a su familia, su madre murió desde que él nació dejándolo como hijo único, tampoco tuvo un amigo o un compañero, y la persona más allegada a él, muere por culpa de un loco maniático. Al pensar en su dolor su pecho volvía a entristecerse. Ese justamente era el problema, no sabía si las emociones que le despertaba eran por lástima, por cariño o amor.
Al paso de los minutos Dany estaba más desesperada porque Paula aún no iba a verla para contarle lo que Rogelio y Alejandro estuvieron hablando. Con tantos nervios decidió salir a encontrarlos. Fue al bar, al lobby, al comedor, y al cuarto de Alejandro en donde estuvo tocando sin recibir respuesta, finalmente al estacionamiento donde le inquieta no ver el atos rojo, por lo que va a la recepción a preguntar por él. Le informan que liquido su cuenta y salió del Hotel hace unos minutos.
Dany no entendía que pasaba, se suponía que si sus amigos abogaban por él, era porque estaba interesado en ella, pero ahora lo que hizo le confirmaba cuán equivocados estaban (incluyéndola).
Paula bajo a buscar a Dany porque no la encontró en el cuarto y la ve sentada en el lobby con una cara de angustia.
AP: Dany, ¿no me digas que ya lo sabes?
Dany: Alejandro se fue. Espero que al pueblo. Ana Paula, ¿sería mucha molestia si le pido a Pancho cuando venga que me lleve a San Gabriel?
AP: No Dany. Solo que Alejandro no fue a San Gabriel, se regresó al D. F. para recuperar la vida que dejó.
Por la sorpresa Dany no pudo decir más, de pronto ese dolor que se presentaba cuando Alejandro se distanciaba de ella apareció golpeando con más fuerza provocando un inmenso dolor que la hizo abrazar a su amiga mientras lloraba con un sentimiento que entristecía a Paula. Ella le permitió desahogarse el tiempo que fue necesario. Cuando sus sollozos bajaron de intensidad la llevó de regreso a su cuarto y estuvo ahí hasta que se durmió.
Entró a su habitación con un semblante preocupado y triste.
R: Se lo dijiste y al parecer no lo tomo nada bien, ¿no es así amor?
AP: Se entro por otros. Lloró tanto como para no quererlo con un sentimiento de amor.
Rogelio le pide a Paula que se recueste junto a él y Mary en la cama. Sin decir otra cosa él le quita las botas y la acomoda en la almohada al lado de Mary. Aunque estaba en la orilla, eso no le impidió colocarse al lado de su esposa para abrazarla. Muchas cosas pasaban por su mente, sobre todo una que le dijera Paula sobre Daniela. Una parte de la felicidad que podía disfrutar, se la debía a ella, por eso se encontraba en deuda y las deudas para un Montero era prioridad pagarlas. Así que decidió hacer el último intento.
R: Paula, hace mucho que no vamos al D. F. ¿te parece que le pidamos a Hugo traer a Margaro y darnos una escapada junto con Daniela a esa ciudad?
AP: ¿Hablas enserio Rogelio?
R: Sí. Porque un Montero siempre paga sus deudas, (coloca su mano en su vientre), Además he visto unas tiendas con una cantidad de ropa de maternidad y quiero ayudarte a escoger unos modelos que te hagan ver aún más hermosa de lo que ya te ves gracias a este pequeño bulto.
AP: ¡Grosero!, ¡decirle bulto a tu hijo!, pero como me pusiste de buenas te perdono.
Rogelio la besa y después llama a la Hacienda para pedirle a Hugo que lleve a Margaro al Hotel porque se irían de ahí a México en un vuelo comercial.
Al oírlo hablar de esa forma, más se enamoraba de él y se preguntaba si esa actitud se debía al embarazo. Aunque en el fondo estaba segura que esa era su verdadera naturaleza, la que le mostraba solo a ella y no a un trío de mujeres que solo veían el muy bien formado cuerpo de su hombre. Rogelio cuelga y vuelve a acomodarse junto a ellas. Paula abraza a Mary y a Rogelio le toma su cabeza para que la colocara cerca de su corazón. Él escuchaba su latido apacible pero fuerte.
AP: Espero que mi corazón te arrulle con su palpitar.
R: Pos no lo creo, porque es algo fuerte.
AP: Tú lo haces latir con esa intensidad por lo generoso y amoroso que eres.
R: ¡Caray!, estos síntomas de buen samaritano me arruinan la reputación.
AP: Me encanta esa faceta que tienes. Así que has lo posible por mantenerla, porque me enloqueces.
Rogelio vuelve a besarla y se recuesta en su pecho. Acaricia su vientre hasta que los dos se rinden al sueño que les contagiara Mary quien se acomoda en el lugar donde está su hermanito.
Paula se sentía afortunada por tener una familia tan maravillosa y aunque faltaba uno de ellos, podía sentir el amor tan grande que compartían aún estando separados. Por eso deseaba que su amiga encontrara también esa felicidad que le ayudó a descubrir cuando le abrió los ojos al guiarla a su verdadero amor.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top