six
I'd sing your name over the airways
Crash your couch and sleep on the stairway.
Otra vez que recuerdo es cuando volviste, pero esa vez no te sentaste en ninguna mesa. Estabas sentado en la barra, hablandome de cualquier cosa mientras acomodaba los vasos. En cada oportunidad que tenías, tomabas mi mano y reías achicando tus ojos.
Hiciste que las mariposas se alboroten, revoloteaban de un lado para otro extasiadas con tu roce. Cada vez que lo hacías, una sonrisa se desplegaba en mi rostro. En ese momento pensé que notarias lo mucho que me afectabas, lo atrapado que me tenías.
Y me sentía tan feliz que cantaría tu nombre sobre el viento, para que él también sea cómplice de mi secreto.
Teniéndote ahí, me di cuenta que eras un chico tan hermoso como un mismo dios. Tenías ese algo que te volvía tan especial para mi, tan hermoso e único a mis ojos. Un alma especial conectada directamente a la mía.
—Mi turno termina dentro de una hora, ¿te gustaría salir a algún lado?
Creo que mi corazón pensaba en estrellarme en tu sillón y dormir en la escalera, pero creeme que yo quería más que eso. Sólo pedía un beso, uno de tus besos que aún no tengo el placer de sentir. Siempre me pregunté a que sabrían, si serían tan dulces como tu aroma o si sabrían a café como el que tomas todas las mañanas en esta vieja cafetería.
No pedía más que un simple beso o un roce de labios, o tal vez sólo un abrazo. Pero lo que más quería era saber que estas mariposas no las sentía sólo yo, que el aura alrededor nuestro no era producto de mi imaginación.
—Me encantaría ir a la feria.
¿Tú las sentías o debí dar un paso atrás?
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