Parte dos.
—¡Shin Ryujin! —Chan se arroja y comienza a golpear levemente la espalda de la menor —. Eres una tonta, una estúpida, una idiota, una...
—Basta, basta —la chica se aleja asustada, refugiándose tras otra chica del que Chan desconoce el nombre —. ¿Ahora que hice?
Chan le avienta una hoja de papel, la joven pelinegra la atrapa y lee el contenido.
—Es el número del casillero de Hwang, ¿Qué quieres que haga con ello? —la chica lo mira confundida, dándose la vuelta y esperando a que Chan lo siga
—El número del casillero de Hyunjin es el 15, no el 75, queda hasta en diferente piso —Chsn se cruza de brazos enojado —Te conseguí una reservación en ese restaurante y ni por eso me pudiste pagar bien.
La chica frente a él comienza a reír a carcajadas.
—Pero si este no es un siete, es un uno —la chica marca con su dedo el número —. En todo caso, tú tienes la culpa por haber leído mal este número, ojalá que a la persona que le hayas dado tu carta confesándote no tenga pareja... O que al menos no sea una chica —Ryujin ríe nuevamente al ver la cara de desagrado de Chan —. ¿Te imaginas que la chica tenga un crush en ti y tengas que romperle el corazón?
—¡Te odio Ryujin!
La joven solo sonríe y se va, tomando la mano de la otra chica y desapareciendo entre las personas del pasillo.
—Hola, hyung —una voz demasiado profunda lo hace asustarse, girando sobre sus talones y levantando su mirada para ver el rostro del chico al cual su voz no le hacia renombre a su tierno rostro.
—¿Si? —pregunta confundido.
—Quiero decirte que tus palabras fueron muy lindas —el chico le sonríe, con un sonrojo que mostraba sus mejillas ruborizadas y una tierna mirada —. Pero realmente no recuerdo haber tenido una plática de dos segundos con usted antes.
Chan parecía entender la situación, tratando de interrumpirlo.
—Mira, deja te explico..
—Pero acepto su cita —el chico, que obviamente era menor que él, no podía dejar de sonreír —Usted puede decirme el lugar, la hora y yo pediré permiso ¿Está bien, hyung? —el chico pregunta.
Tal vez era el momento perfecto para que Chan le explicara todo, pero la sonrisa tierna en su rostro y su sonrojo hacían que su alma se ablandara, no queriendo lastimarlo ni romper su corazón, tal vez le explicaría después.
—Si, yo te hablo —Chan sonríe a medias.
—Adiós —el joven sale del pasillo agitando su mano en forma de despedida.
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