Capítulo 16
#LunesDeNoah ♥
Cuando Noah terminó de hablar por segunda vez, Beverly lo miró largamente, esta vez a los ojos, como si intentara buscar más información en su mirada. Luego, para sorpresa de él, lo observó con algo similar a la incredulidad.
—¿Es en serio, Noah? Perderé mucho el respeto que te tengo, si dices que es en serio.
Noah dibujó una expresión estupefacta. Esa reacción no era la que esperaba.
Un "Vaya, Noah, que aprieto, pero tienes razón, eres honorable", se acercaba más a sus expectativas.
—¿Dejarás de respetarme porque cumplo con mis promesas?
Beverly soltó una carcajada, pero no una divertida, sino una irónica, burlona, casi histérica.
—A ver, a ver, ¿tú ves esta situación como el cumplimiento de una promesa que te ha impedido decirle a Verónica que la quieres?
Noah se preguntó si Bev no había escuchado realmente toda su historia.
—¡Eso es lo que es!
—Tan viejo y tan estúpido, Noah.
—¡No soy viejo!
Beverly ignoró su tono ofendido.
—Voy a ponerlo en palabras simples para que entiendas. Es más, lo haré con una pregunta, ya que amas las preguntas. —Noah la observó, como si la retara a decir algo que no fuera lo que él mismo pensaba—: ¿Me estás diciendo que no solo accediste, sino que has cumplido una promesa que le hiciste a una mujer cuando estaba ebria y de la que posiblemente ni se acuerda, pero has ignorado deliberadamente los mil coqueteos que ha tenido contigo estando sobria y siendo dueña de su capacidad objetiva y decisiva?
Noah lo pensó.
Y lo pensó más.
Y un poquito más.
Y se dio cuenta de que estaba ebrio porque en su mente había neblina y le dolió la cabeza; se preguntó si de repente le saldría humo de las orejas.
Pero también pensó en la lógica de Beverly y en que sonaba... pues lógica, de modo que de pronto empezó a ver las cosas como todos a su alrededor, como si él mismo fuera un tercero y estuviera escuchando la historia... y en definitiva quiso decirse:
—¡Qué idiota!
Bev y él lo dijeron al tiempo y en voz alta.
Y Noah, finalmente, se dio cuenta.
Antes de que alguno añadiera otra cosa, Ralph llegó, acercó una silla de una mesa vecina, la acomodó entre los dos y se dejó caer en ella, luego profirió un hondo suspiro, acompañando su amplia sonrisa festiva y el sudor de su frente por bailar tanto.
Miró a Bev.
—¿Notas que estás pasando tu fiesta de compromiso hablando con tu ex?
Ambos ignoraron su pregunta.
—Tu hermano es un idiota.
—Tendrás que ser más específica —pidió Ralph.
—Con las mujeres —añadió ella.
—Ah, ¿ya sabes sobre la florista? —Beverly se sorprendió de su desparpajo, pero asintió con obviedad—. Menos mal cocina mejor de lo que conquista.
Esta vez, sin embargo, Noah no se molestó por las pullas. En su mente había un desorden tal que dejó de intentar llevarle la contraria a su hermano y a su amiga. Su mirada había quedado prendida en el vaso que sostenía en su mano sobre la mesa, lo veía algo desenfocado, pero en realidad no importaba porque sus pensamientos estaban llenos de girasoles y una sonrisa que los acompañaba.
—Tengo que hablar con ella —dijo, más para sí mismo—. Debo decirle...
Se calló. Ojalá pudiera conquistar como cocino, pensó. Notó que sus dos acompañantes le prestaban suma atención y que como se quedó callado súbitamente, esperaban el resto de la frase.
Pero él no tenía el final de esa frase.
—Ve ahora —dijo Bev.
—Estamos en medio de tu fiesta. —Se excuso.
—¡Al diablo con mi fiesta!
—Vaya, que afortunado es Gordon —ironizó Ralph.
Bev le dio un manotazo en el pecho; él se quejó.
—Ve con él.
—¿Para qué?
—Para que no se arrepienta a mitad de camino y se vaya para la casa.
—Oye, soy lo bastante mayorcito como para que...
—Es cierto, mejor voy con él.
—¡No vamos a ningún lado! —gritó Noah, pues ellos ya no lo estaban escuchando—. Es más de medianoche.
—Es más romántico —dijo Beverly.
—A mí no me parece romántico que me despierten en la madrugada.
—Si es para decirte que te aman, sí —concordó Ralph—. Yo no me enojaría por eso.
Noah abrió mucho los ojos.
—No voy a...
—Le dices tú o le digo yo —cortó Ralph—. Tengo su número.
Noah observó a su hermano menor con desafío —y algo de mareo— en sus ojos. Los de Ralph eran de un marrón oscuro y también lucían brillantes por el licor, sin embargo, fuera de todo aquello, Noah supo que él sí sería capaz de hacer eso, por más que no fuera su problema.
Aun así, se sintió valiente y dijo:
—No serías capaz.
Ralph midió la convicción de Noah y aunque vio que la seriedad no abandonaba su rostro, sí lucía inquieto y sin duda la idea de que él llamara a Verónica a decirle que Noah la quería, era algo que lo asustaba.
—No ya —admitió—, porque sí es más de medianoche y yo no le voy a decir que la amo. Pero sí mañana... a primera hora.
Ralph vio entonces otra reacción en el rostro de Noah: enojo. Sus cejas se fruncieron, sus puños se apretaron sobre el mantel, su espalda se irguió. Ralph reculó. No le gustaba ver a su hermano enojado, era una visión extraña y usualmente era una señal de PARE inmensa a cualquier pulla que se le estuviera haciendo.
—Esto ni siquiera es asunto tuyo —masculló Noah, furioso—. Vienes a verme una vez cada año, ¿y crees que tienes el derecho de meterte en mi vida?
Beverly se reclinó contra su silla, incómoda. Tampoco disfrutaba al Noah enojado. Siendo que él solía ser permanentemente gentil y de voz calma, escucharlo y verlo alterado resultaba en extremo desagradable.
—Es verdad —dijo Bev, conciliadora, llamando la atención de los dos. Toda intención de obligar a Noah a hacer cualquier cosa, se esfumó de su cara—. No es asunto nuestro. Puedes hacer lo que quieras.
Noah paseó su mirada del uno al otro, pero su expresión de disgusto no mermó. Apuró el último sorbo de su vaso y se puso de pie, tomó el saco del espaldar de su silla y con el silencio que lo caracterizaba y el ceño fruncido, empezó a andar hacia la salida. No tenía que soportar eso.
Buscó su billetera para asegurarse de tener dinero para un taxi y pronto llegó a la helada calle. A los pocos segundos escuchó los pasos de Ralph tras él y cuando giró a verlo, notó que se ponía su propio saco y lo alcanzaba.
—No voy a...
—¿Vas a casa? Quiero irme también. —Ralph aclaró la garganta—. Dejaré de insistir con lo de Verónica, lo siento. No me incumbe.
Noah desconfió de sus aparentes buenas atenciones, pero asintió, sin ganas de discutir.
—Bien.
Tardaron unos minutos en conseguir un taxi, dejando claro que ahora Ralph debía pagarlo por su bocaza. Noah dio las indicaciones hacia la pastelería y el viaje se hizo en silencio, ni siquiera el taxista estaba de humor para charlar y a los hermanos Reyes pareció no importarles.
Noah, por su lado, no dejaba de pensar en Verónica.
Desde aquel lejano día en que ella le pidió no dejar que se enamorase de él, había sido leal a su palabra, no solo porque quería mucho a Vero como para faltarle, sino porque había razonado mil veces que si bien ella había estado ebria cuando se lo pidió, también había sido más que sincera.
Noah no dudaba que Vero lo quisiera, que apreciara su amistad y su cariño, que sufriría si las cosas no funcionaban y eso sin contar con el dolor propio... la sola idea de dejar de ver a Vero a diario y de compartir esa complicidad con ella, le incomodaba.
Sumado a eso, estaban las expectativas.
La razón principal de la petición de Vero habían sido los malos encuentros previos con otras parejas —románticas o amistades— y el temor de arruinar su amistad con Noah, y día con día él se preguntaba si, en dado caso de que algo surgiera entre ellos, de hecho duraría, si sería la mejor opción. Él ya consideraba que Vero era demasiado buena en todos los aspectos y temía no ser capaz de darle lo que la hiciera feliz, lo que llenara ese corazón tan bonito que tenía.
Aunque... la realidad era que Noah sentía, la mayoría de veces, que sí sería una buena decisión estar con ella. Dar el primer paso lo aterraba de cien formas distintas, pero pensar en un futuro cercano, la imagen de ella besándolo en una tarde lluviosa, o de una cena romántica en la que ambos reirían para al final de la velada pasar la noche juntos, o la sola idea de poder llamarla su pareja formal... era algo que le gustaba, algo que sentía podría manejar, algo en lo que encajarían...
Al menos de momento no había imaginado escenarios en los que las cosas se arruinaran... aunque debía admitir que en todas las relaciones de su vida, tendía a ser optimista, así que eso no decía nada realmente.
Noah se preguntó si Vero tenía las mismas apuestas mentales respecto a ellos estando juntos. Si también temía, si pensaba en las posibilidades o si de plano ella quería estar con él, arriesgarse sin pensar en más. No dudaba que Vero fuera más valiente que él.
Dentro del taxi, la rodilla de Noah subía y bajaba a la velocidad de sus pensamientos. Daría lo que fuera por saltarse el momento de un inicio de relación con Vero y llegar directo al momento de la estabilidad y confianza. Daría lo que fuera por ser un poquito más arriesgado.
Proyectó la imagen de la florista en su mente. Sus cabellos ondulados, oscuros en su cocina, pero claros a la luz del sol; su sonrisa amplia, la forma en que su propio latido se alteraba cuando ella le coqueteaba. Sonrió sin darse cuenta y cerró los párpados, con la sensación de que así podía verla más nítida dentro de él. Pensó en sus labios, en sus manos, en la manera en que sus cejas se movían cuando probaba uno de sus postres y le gustaba. Pensó incluso en la rabia ácida que le produjo la sola idea de que Vero fuera a una cita a ciegas con cualquier persona, y peor cuando su hermano insinuó interesarse en ella.
Abrió los ojos de repente, abrumado. Su mente no tenía respuestas, no tenía seguridad y sí albergaba mil temores, pero su corazón... su corazón ya había tomado una decisión hacía mucho tiempo. A expensas del miedo, de la promesa, de la timidez... a pesar de todo, su corazón ya había elegido.
Y nunca lo supo con tanta certeza.
—Disculpe —dijo Noah hacia el conductor—. ¿Podemos cambiar de dirección?
El corazón de Noah se aceleró, pero no dudó.
Ralph, sin dejar de mirar por la ventana, no pudo evitar sonreír.
¡Muchas gracias por leer!
Ahh, Noah, te diste cuenta, ahora a ver si no la cagas, eh?
Bueno, es hombre, lo más posible es que lo hará.
En fin, ¿qué les ha parecido el cap? ►
Les dejo un meme feo y les mando un beso en las nachas:
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top