42.- Navidad sin tí

Creía que ya era aprueba de todo, que nadie me podía lastimar pero no es cierto; aún existen personas en este mundo que son capaces de romper mi corazón con unas simples palabras, mis hermanos, Mauricio, Juan José, mi madre y aunque no voy a admitirlo nunca también mis suegros. 

Pensé que me habían aceptado y aunque finjo que no me importa, la verdad es que sí. Sé cuánto Mauricio extraña a sus padres aunque no me lo diga, aunque ni el mismo lo sepa, imagine que estando aquí podríamos intentarlo, así como en la capital, nos fue muy bien ahí y por eso tenía fe pero la he perdido toda.

Mi suegra sigue pensando que soy muy poca cosa y aunque sé que no lo soy, me duele demasiado lo que piense de mí, hubiera querido dejarlo pasar pero mi boca reaccionó antes que mi cerebro, no pude evitarlo, está dentro mi, como pólvora que se enciende ante la más mínima chispa, y por si fuera poco ahora creen que engañe a Mauricio, como si yo fuera capaz de mirar a otro hombre, de tocar a otro hombre que no fuera él. Tengo mucho miedo de que aparten a Mauricio de mi, con eso tirarían abajo todo lo que soy, porque Mauricio es la única luz que tengo en este momento, es mi fuerza y sin el todo se vendría abajo y no es justo, me he esforzado demasiado para que termine de esta manera.

La puerta de la habitación se abre, Mauricio entra lentamente y con la cabeza gacha, él solo quería hacerme un regalo, no debió terminar así. 

—¿Qué haces? —me pregunta lo evidente.

Solo estaba sentada en la cama pensando, no tengo mucho que hacer aquí. 

—Calmarme, no quiero que sepan que algo va mal —allá abajo ya deben esperarme para cenar—. Aunque es inevitable, se darán cuenta cuándo tus padres se vayan. 

Todos lo verán y aunque no hagan preguntas sentiré su juicio y su lastima silenciosa, porque lo que van a pensar es lo correcto, todos aquí sabemos que ellos nunca me van a querer, no importa cuánto me esfuerce o cuánto tenga, siempre será así.

—Ellos quieren hablar contigo —murmura.

—Pero yo ya no tengo ganas. 

—Esto es importante para mí, para ti, para nuestro hijo y para los hijos que esperemos en un futuro.

Ahí vamos de nuevo, cada que tiene oportunidad insinúa sus ganas de tener más hijos y siendo sincera ya me siento un poco presionada pero haga lo que haga no voy a ceder y ya es hora de que le quede claro.

—¿Qué manía tienes con los hijos? —le pregunto poniéndome de pie— Sé que puedes tener ganas pero yo no, bueno… es difícil para mí y más en estos tiempos.

Estando embarazada no puedo ponerme en ningún peligro, ni siquiera puedo trabajar y es imposible que me detenga, no sólo por mi venganza, yo tengo muchos compromisos y muchos clientes que dependen de que yo esté al frente de esta hacienda y de la asociación, porque aunque no sepan que soy yo, no admitirán un retraso en las entregas que ya tenemos pactadas.

—Es que yo solo quiero saber si hay algún problema conmigo, después de todos estos años…

En ese caso le tengo que decir la verdad, no es justo que se siga torturando de esa manera. 

—No, no tengo idea de porque quedé embarazada de… —ni siquiera puedo mencionar el nombre de ese imbécil— el caso es que ahora no puedo tener hijos porque operé.

Lo pensé mucho tiempo antes de tomar una decisión y pese a que mi doctora no estaba de acuerdo lo hice, me la jugué aún sabiendo que hay muy pocas posibilidades de revertir el proceso, pero con ese margen de error aún puedo darle una pequeña esperanza.

—¿En qué momento? —cuestiona algo enfadado. 

—Después de dar a luz.

—¿Por qué tomaste esa decisión sin mi?

—Es mi cuerpo Mauricio, solo yo decido que hago con él y yo ya sabía que no podía tener un hijo en estás condiciones —no voy a darle a Luciano otro blanco—, y si fue muy egoísta pero lo es más traer un niño a sufrir a este mundo.

En ese momento ninguno de los dos estábamos en condiciones de ponernos a discutir ese tema, yo lo habría mandado al diablo en el momento que se negara, no tenía paciencia para soportar una plática de esa índole, ahora mismo no la tengo. 

—No voy a discutir esto contigo ahora pero lo haremos Victoria —me sentencia—. Ahora solo hazme el favor de escucharlos.

Se lo debo después de lo que le acabo de decir, prácticamente le trunque el sueño de tener una gran familia y si estamos en esas no puede perder la poca que ya tiene, más sin embargo eso no significa que hablaré con gusto con sus padres, ellos ya dejaron claro lo que piensan de mi y yo también lo haré, no voy a permitir que decidan quien es o no buena compañía para mí y mucho menos que me insulten en mi propia casa. 

—Lo haré solo por ti. 

Suspira y juntos bajamos en silencio las escaleras hasta el despacho, al abrir veo a mis suegros mirando por la ventana, afuera se escuchan las risas de los niños y también las de sus padres. Están muy animados afuera, tengo que solucionar esto para no arruinarles este día, todo el año trabajamos sin parar y está es una de las pocas ocasiones en las que podemos detenernos para disfrutar solo de nuestra compañía. 

Mis suegros escuchan el sonido de la puerta cerrándose y se acercan a nosotros, mi suegra ha estado llorando y mi suegro, el tiene la mirada algo perdida, también está enojado.

—Victoria, puedes venir aquí —me ordena el padre de Mauricio, lo dice en un tono que me recuerda mucho a mi padre, por eso es que me muevo rápidamente, sin pensarlo—. Mírame a los ojos, gracias por salvar la vida de mi hijo,

Desvío la mirada hacia Mauricio que ya está detrás de mi, siento algo raro en el pecho pero no es nada relacionado a la ira, es más un sentimiento triste.

—¿De que habla? —inquiero buscándole los ojos. 

—Lo saben todo —lo dice levantando el rostro—. Es la única manera Victoria de que te puedan entender.

Es que lo último que necesito de ellos es que me vean como una pobre víctima, los problemas que tienen conmigo venían de mucho antes de lo que Luciano me hizo. 

—No tenías derecho.

—Esto también me pasó a mi, yo también he sufrido las consecuencias.

Lo sé pero es algo muy íntimo, que nunca me he atrevido a hablar con nadie que no sea mi psicóloga o ni familia, que ahora lo sepan ellos me parece un acto de agresión.

—Lo lamento, realmente lo siento mucho Victoria —murmura mi suegra acercándose a mi y cuando menos lo espero sube una de sus manos a mi mejilla, tiene una mirada de dolor que no soporto—. Nadie debería pasar por lo que tú has pasado.

Yo no quería que me mirarán de esa manera, yo soy mucho más que ese hecho, siempre me he esforzado para ser alguien en la vida, eso es lo que ellos debieron ver en un principio, es lo único que quería que reconocieran. Mi suegra se aparta de mi, solo para que pueda verlos a los dos. 

—Te juro hija, que el hombre que te hizo daño pagará muy caro —me asegura Lorenzo Valencia.

—Yo puedo con ese problema.

—Papá tu situación con la justicia no es la mejor, la mía tampoco pero te aseguro que se arrepentirá. 

Mauricio me rodea con un brazo, quizá cree que me voy a caer en cualquier momento pero no es así, no les daré el gusto ni la oportunidad de mostrarme más débil.

—Ya resolveremos esto, por ahora por favor discúlpanos y déjanos compartir esta noche contigo —me pude mi suegro—. Vicente y tú son, después de nuestro hijo, lo único que tenemos, déjanos redimir todo el daño que hemos causado.

A mí no me deben nada y tampoco puedo sacarlos de aquí ahora o si tendré un problema con Mauricio, ellos al parecer son sinceros y ya han puesto de su parte, me toca cooperar, por más difícil que sea ellos son mi familia, los acepte el mismo día que decidí que quería pasar el resto de mi vida con Mauricio, además mi hijo los ama, él que no sabe que no tiene nada que ver con ellos los ha aprendido a amar sin importar nada. 

—Pueden quedarse, está también es la casa de Mauricio pero por favor no me provoquen —les suplico—. Suelo responder de mala manera. 

—La vida no es un desafío, Victoria —dice mi suegro.  

—Para usted que tuvo oportunidades quizá no pero para mí que no las tenía siempre fue difícil, no tiene idea de lo que me han hecho hacer —y ojalá nunca lo sepa—. Si no respondo entonces creerán que pueden pasar por encima de mi.

Mi suegro se acerca a tomarme con delicadeza —e incluso con algo de miedo— la mano, la sostiene firmemente entre las suyas.

—Entonces responde y hazles saber que cuentas con todo mi apoyo, que si se meten contigo van a acabar en el maldito infierno.

Esa declaración me sirve por el momento, hay muchos cables sueltos en mi plan, estoy consiente de las fallas que podría llegar a tener y por la seguridad de Mauricio, su padre puede ser la red de seguridad que estaba esperando. Puede que haya cometido muchos errores pero no dejará morir a su hijo.

Veo a mi hermana salir de la casa con sus suegros, la mandé a llamar hace mucho tiempo pero al parecer tuvieron alguna discusión porque está tensa, sonríe pero no es sincera. Ella siente mi mirada y se disculpa con ellos para venir conmigo. 

—¿Cuál fue el motivo de la encerrona? —le preguntó apenas la tengo enfrente. 

—Parece que a todos les ha dado de repente un ataque de honestidad —sus indirectas no son necesarias—. Mauricio les dijo todo lo que paso, ya saben que Vicente no es su nieto. 

Mauricio debió tener mucho valor y temple para contarle a sus padres toda la verdad, pero quizá hoy no era el día. Cómo sea solo espero que logren entender a mi hermana, con su apoyo —así sea solo moral— las cosas pueden empezar a fluir mejor, entre menos preocupaciones y secretos tenga se sentirá más ligera. Eso lo he logrado entender ahora, sin Rosa Isela aquí me siento menos preocupado, ya solo tengo que cuidar de mis hermanas, porque mi madre se va a en una semana, no va a desistir de ello, aunque sepa que con si partida nos está dando un golpe muy grande.

—¿Y por qué siguen aquí?

Esa es la gran incógnita, yo siempre he sabido que no son personas fáciles, a la señora Beatriz se le ve desde lejos pero ella ama a Vicente, apenas lo vio al llegar lo lleno de besos, ese amor es más fuerte que los prejuicios que puedan tener hacia nosotros, el amor ablanda hasta el corazón más duro.

—Porque dicen que no les importa y que quieren redimirse —suspira pesadamente.

—¿Y les crees?

—Tengo que. Mauricio es mi esposo, quiero que lo siga siendo y viene con sus padres incluidos, tengo que intentarlo —Mauricio es demasiado afortunado—. Mi vida sería más fácil si tengo de mi parte el poder de los Valencia, jamás figuraron en mi plan pero podría servir —ese es otro buen motivo para intentar—. Mi suegro es un oportunista, sabe jugar este tipo de juegos, si lo tengo de mi lado puedo conseguir algo todavía más horrible para hacer agonizar a Luciano antes del golpe final.

Luciano va a quedar totalmente desmoralizado, con el ánimo por los suelos, con el orgullo destruido, porque no sólo le va a ganar una mujer, sino que será la hija del peor enemigo que tuvo alguna vez, la misma mujer a la que se atrevió a humillar, a usar hasta que se cansó. A él le espera una agonía muy muy grande y realmente no sé si deberíamos matarlo, con la sola idea de que perdió todo será más que suficiente, pero habrá que esperar, nadie sabe en qué circunstancias nos vamos a encontrar al final, pero lo cierto es que no podemos confiarnos.

Victoria no ha pensado mucho en el futuro, cree que no lo tiene seguro pero si sobrevivimos esto va a seguir en nuestra cabeza porque Vicente es hijo de Luciano y Dios no lo quiera el niño puede enterarse. Mi hermana no soportaría perder a su hijo por esa razón, y aunque esté no sea el momento tendremos que decírselo algún día, será mejor que se entere de nuestra boca, a que el mismo Luciano o alguien más se lo diga, solo espero que tanta la madurez suficiente para entender que todo lo que hemos hecho es por amor, para protegerlo de una venganza que seguramente lo mataría. 

—Hoy no pienses en eso Victoria, es navidad —por eso está noche estoy bebiendo ponche con piquete.

Además Luciano no merece estar metido en todo lo que hacemos, ya me cansé de que sea así siempre, tenemos derecho a una noche feliz, a disfrutar de nuestra familia, de nuestros amigos, de la gente aún nos quiere.  

—Si yo no puedo pensar en eso entonces tú tampoco puedes pensar en Isela.

Es que no tengo la capacidad de deshacerme de los recuerdos bonitos, Isela es una parte de mí, la parte buena, si me deshago de ella probablemente me vuelva peor de lo que ya soy. 

—Es la primera navidad desde que la conozco que no está conmigo.

Hace rato mientras ayudaba a los niños aprender sus bengalas de repente me llegó el recuerdo de cuando nosotros lo hacíamos, ya no éramos tan niños pero a ella siempre le han gustado las luces, ella misma es una, esperó que en dónde quiera que este ahora siga brillando. Tiene todo para hacerlo.

—Si y debe dolerte mucho pero no por eso debes dejarte morir —y eso intento, por lo menos la tengo a ella y a Helena para seguir adelante—. Isela tiene que pensar muchas cosas, tiene que considerar sus opciones y tú las tuyas, nunca se dieron la oportunidad de buscar a otras personas, siempre fueron solo ustedes dos.

Para mí jamás habrá nadie más, le entregué todo mi corazón, o por lo menos todo lo que era mío, no espero que vuelva pero si quiero verla aunque sea una vez más para aclarar que yo nunca tuve la intención de utilizarla. 

—Si papá no te hubiera separado de Juan José sería la misma historia —ese es el mejor ejemplo que puedo darle.

—No lo sé, realmente no sé —inhala profundo y voltea a verlo, está noche también se ve un poco melancólico—. Juan José sería un buen marido, me amaría con su vida y juntos… yo me hubiera quedado en casa, ustedes dos tendrían el control total de esta hacienda.

—Él no es así.

Por su mente ni siquiera se asomaría la idea de cambiar las cosas. 

—Si mi padre lo hubiera aceptado yo nunca me habría hecho cargó de todo, al ser mi esposo ese derecho sería solo suyo —en ese caso yo no lo hubiera permitido, tampoco Helena o mi madre—. Se lo habría permitido porque así lo soñamos, una vida simple, sin nombres a nuestras espaldas, sin nada de grandes cosas, nos bastaba con nuestro amor.

—Y sin embargo eso te habría matado —asiente sin mirarme—. Eres Victoria Caballero, nunca podrías ser un ama de casa sin marchitarte en el intento.

Ella aunque lo quiera jamás podría quedarse en casa mientras nosotros nos ocupamos de todo, el trabajo lo lleva en las venas, tiene un talento con los caballos que pocas veces he visto y un don de mando nato, nació para ser la dueña de esta hacienda, nadie sería capaz de asumir su cargo, a cualquiera la presión lo mataría pero no a ella porque lo hace por gusto, esto es lo que ella ama.

—Quizá fue por eso que papá no me permitió quedarme a su lado. 

Por una parte fue así, él sabía que Juan José y Victoria se complementan mientras trabajan pero si intentarán estar juntos sería como una guerra de voluntades, el amor no les hubiera durado y creo que eso lo saben ambos, por eso le duele tanto a Juan José, por eso se aferra al recuerdo y la ilusión de un amor bonito, quiere creer que habría funcionado.

—No sigas torturándote pensando en él —no le debe nada— Ya deja eso atrás, los dos han hecho las cosas bien y no hay nada de qué arrepentirse.

Por lo menos nada que valga la pena o que podamos deshacer, Victoria inhala y antes de poder decirme algo más Helena llega con nosotros. 

—¿Por qué se reúnen sin mi?

—Porque tienes una compañía mucho más adecuada que dos adultos amargados por la vida.

Los tres volteamos a ver Valentín y Maximiliano, están muy a gusto está noche, casi parece que no van a pasar más cosas malas. 

—A ustedes solo les hace falta un poco de alegría, la tendrán cuando vengan a contar la historia del papá y la pierna de cerdo.

—Helena por favor no, ya no quiero contarla —le suplica Victoria.

A Victoria no le gusta porque gran parte de lo que pasó fue su culpa, cuándo éramos niños papá una vez quiso que los cuatro hiciéramos la cena de navidad, solo teníamos que meter la carne al horno pero a mí papá se le ocurrió salir un momento de la cocina para ir por algunos condimentos, en ese lapso de tiempo a mi hermana se le ocurrió que podíamos salir más rápido de ahí si limpiábamos la carne, lo hicimos, y como era de esperarse, al regresar papá puso el grito en el cielo, porque le quitamos todos los condimentos a la carne, nos regaño por supuesto, pero entendió que nosotros no sabíamos. Helena era casi un bebé, no lo recuerda con exactitud pero a veces dice que le llegan retazos de recuerdos, de risas, eso es lo único que nos queda para recordar que una vez hace mucho tiempo tuvimos una verdadera navidad feliz.


Gracias por seguir leyendo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top