🌺Día 25🌺

[El paraíso de tus ojos]

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La pareja de conejitos estaba más feliz que nunca, después de todo aquella pequeña riña que tuvieron les dio tiempo para comprender exactamente qué era lo que les atraía tanto del otro. En el caso de Bon sólo le recordó por qué se había enamorado de Bonnie en un principio. No fue por su sublime forma de crear melodías con su guitarra, no fue por su radiante sonrisa que era capaz de hacerle sentir bien en un dos por tres, no fue su cabello liso y suave de un hermoso color morado como una morita. Fue su mirada, aquella rojiza y brillante mirada que siempre le encerraba en un gran paraíso junto a él. Sus ojos tan grandes llenos de pureza, inocencia, alegría y pasión por la música. Adoraba poder perderse en ellos, podía jurar que lograba ver su alma, tan blanca como un ángel. Porque para él era eso, el ángel más bonito del cielo.

Mientras que Bonnie supo por fin qué era lo que sentía por su maestro. No sólo sentía una profunda admiración por su persona, a parte de que lo seguía considerando el maestro de la música y la guitarra, un símbolo de grandeza el cual alcanzar algún día. No, él sentía algo mucho más fuerte, y aquellos besos y muestras de cariño que se habían demostrado esos días pasados a modo de juego le hicieron reaccionar... de que no eran tan a modo de juego. Se le erizaba la piel al sentir cada caricia en sus manos un tanto cubiertas cada vez que se tomaban las manos. Se estremecía al sentir la piel del contrario cuando se abrazaban y él mantenía su nariz en su cuello, aspirando su dulce aroma a canela y menta. Una combinación extraña pero deliciosa para el pelimorado. Y sentía todo su cuerpo temblar cuando el contrario posaba sus labios sobre sus mejillas, o su frente, o su nariz... o sus labios. Tocó sus labios en ese momento, sintiendo un pequeño cosquilleo, sus mejillas habían enrojecido. 

Había llegado a la clara conclusión de que... se había enamorado de su mejor amigo. Una sonrisa asomó por sus labios, su corazón latía frenético ante tal idea. Se tiró a su cama mientras abrazaba su almohada y soltaba pequeños grititos en ella. Ahora más que nunca quería ver al moreno, decirle todo lo que sentía por él, abrazarlo y no soltarlo nunca. No creía que hubiera problemas en declararse, después de todo veía que en las acciones del contrario también había algunas indirectas de que le gustaba por igual, aún así el miedo a la posibilidad de ser rechazado le seguían invadiendo. Después de todo aún no habían aclarado nada sobre la pequeña discusión del otro día, y esperaba no tener que hacerlo. Él sólo quería estar al lado de su maestro todos los días de su vida, ¿tan difícil era concederle ese pequeño deseo a nuestro pequeño conejito?

Entonces un mensaje llegó a su móvil. Bon quería quedar con él en el parque a la misma hora de siempre, pero al parecer no era para practicar. Lo estaba invitando a tomar algo, al parecer como compensación por el mal día que tuvieron ambos el día anterior. Bonnie sin dudarlo aceptó gustoso, mirando en su armario algo para ponerse y verse aún más lindo que nunca.

Al verse de nuevo, el pelimorado no evitó correr y abalanzarse sobre los brazos del más alto, fundiéndose en un cálido abrazo. El beso en la frente que Bon le regaló al pequeño le alegró más de lo que ya estaba. Caminaron tomados de la mano hasta una pequeña terraza de un bar que vendía batidos y helados. Mientras esperaban sus pedidos, Bon no evitó mirar más de la cuenta a su acompañante, y no apartó la mirada cuando el otro le miró, sino que además puso sus codos sobre la mesa para poder verle más cómodo. Estaban tan absortos mirándose a los ojos mutuamente que se olvidaron que ya tenían su merienda lista.

"Adoro tus ojos" musitó el peliturquesa, haciendo reír y sonrojar al contrario, quien le agradeció un tanto avergonzado.

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Día 25: Mirándose a los ojos ✅

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