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"SCHOOL"

El coche avanzaba por las calles de Seúl, alejándose poco a poco del bullicio del aeropuerto y adentrándose en el ritmo acelerado de la ciudad. Harper y Kitty se acomodaban en los asientos traseros mientras observaban las nuevas y vibrantes vistas, mezclando una sensación de agotamiento por el largo viaje con la emoción de lo que les esperaba en la ciudad.

—Entonces... ¿están aquí solas? —preguntó con una ligera sonrisa. —¿Sus padres son ejecutivos, empresarios, o algo así?

Harper sonrió suavemente, asintiendo.

—No, nada de eso —respondió—. Vinimos solas por nuestra cuenta, para estudiar y explorar.

Yuri sonrió de manera más amplia.

—La verdad es que hay muchos estadounidenses en la escuela, se sentirán como en casa porque la mitad de los estudiantes son extranjeros.

Kitty miró a Harper, sonriendo emocionada.

—De hecho, soy mitad coreana —comentó Kitty con tono juguetón.

—¿Tienes familia en Seúl, entonces? —preguntó a Kitty, esperando una respuesta.

Kitty, con su típica sonrisa de complicidad, negó suavemente.

—No, no tengo familia aquí... solo mi novio que conocí hace algunos años cuando estuve en Seúl. Y este año, quiero sorprenderlo. Mi idea es encontrarlo en la fiesta de bienvenida. Le voy a tocar el hombro y le preguntaré si no ha visto a mi novio... y después, va a ser un beso épico —dijo, bromeando, pero con esa actitud de confianza que siempre la caracterizaba.

Yuri soltó una risita, claramente divertida, pero también sorprendida por el atrevimiento de la chica.

—Eso es... no sé, algo poco común. ¿No te parece demasiado atrevido?

Kitty simplemente encogió los hombros.

—Todo es parte del plan —respondió, sin preocupación.

Harper se unió a la conversación, mirando a Kitty con una mezcla de diversión y simpatía.

—Creo que va a ser un momento para recordar —comentó con una sonrisa mientras miraba a Yuri—.

Kitty entonces cambió de tema, sonriendo ampliamente mientras se giraba hacia Yuri. Sabía que sería un buen momento para conocerse mejor.

—Soy Kitty, y esta es mi mejor amiga, Harper —dijo, señalando a su amiga con cariño.

Yuri asintió con una sonrisa cálida.

—Encantada. Yo soy Yuri —dijo, dejándolas presentarse.

Harper, curiosa, preguntó con una sonrisa:

—¿Y tú? ¿Estuviste saliendo con alguien este verano?

Yuri suspiró con algo de tristeza y luego sonrió levemente.

—Sí, salí con alguien, pero no es nada serio... realmente no puede serlo.

—¿Por qué no? —insistió Kitty.

Yuri parecía dudar por un momento, pero luego lanzó una respuesta suave.

—Porque las cosas son complicadas. No todo es tan fácil.

Ambas chicas la miraron intrigadas y casi al unísono, preguntaron:

—¿Por qué?

Yuri se rió, divertida por la sincronización.

—¿Son así con todos los que conocen? —preguntó, curiosa.

Kitty no dudó ni un segundo antes de responder con una amplia sonrisa.

—Solo con los que nos parecen interesantes.

Yuri sonrió por la respuesta, observando el paisaje con su vista fija al frente mientras las demás chicas relajaban sus miradas hacia la ventana.

Las luces brillaban con un calor vibrante, y la ciudad parecía prometerles experiencias excitantes y nuevas. Mientras el coche avanzaba por las transitadas calles de Seúl, las tres compartían una atmósfera que, a pesar de ser recién formada, ya sentía cómoda y sincera, como si estuvieran a punto de ser parte de una aventura mayor.

El destino las estaba acercando aún más.

Cuando el coche se detuvo frente al edificio de la escuela, Harper y Kitty no pudieron evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Habían viajado hasta Seúl con la esperanza de un nuevo comienzo, y finalmente estaban ahí.

El ambiente en el lugar era ruidoso, con estudiantes llegando de diversas partes del mundo, compartiendo el aire con la vibrante energía propia de una nueva fase. El edificio de la escuela, grande y moderno, les dio la bienvenida con un aire elegante pero acogedor.

Se dirigieron rápidamente hacia la entrada principal, donde una mujer que parecía estar a cargo de la recepción, las observó acercarse. Les ofreció una cálida sonrisa mientras las veía con curiosidad.

—¡Hola! —saludó con amabilidad.

—¡Hola! —respondió Kitty con su tono amigable y extrovertido, levantando su mano al mismo tiempo—. Soy Katherine Song Covey.

Harper la miró y luego agregó con una sonrisa—: Y yo soy Harper Kavinsky.

La recepcionista asintió mientras los observaba atentamente, anotando algo en su lista.

—¿Van a vivir en los dormitorios?

—Sí —respondió Harper, echando una rápida mirada a Kitty, quien asintió también—

La recepcionista sonrió ampliamente y, con una actitud profesional, les entregó unos formularios.

—Aquí tienen algunos formularios que necesitan llenar. Son para los registros, más que nada —dijo mientras les pasaba los papeles—. Tomense su tiempo para completarlos.

—Gracias —respondió Kitty mientras tomaba los papeles de la recepcionista.

Las dos chicas agradecieron el gesto y comenzaron a caminar hacia el área donde una fila de otros estudiantes estaba esperando para hacer el mismo proceso.

Mientras llenaban los formularios, Kitty no dejaba de mirar alrededor, observando cómo los otros estudiantes también pasaban por el mismo proceso. De repente, algo captó su atención. Al fondo, cerca de una pared adornada con fotografías, vio a una mujer que, sin lugar a dudas, le recordó a alguien de las fotos de su madre. Fue como un pequeño flash de sorpresa, un rostro que parecía salido de uno de los álbumes viejos que guardaba en su casa, uno con recuerdos que Kitty rara vez trataba de revivir.

Intrigada, Kitty se levantó rápidamente de su asiento y comenzó a caminar hacia la mujer, sin pensarlo dos veces. Pero mientras hablaban, Harper, que la observaba con curiosidad, vio claramente el cambio de expresión en el rostro de la mujer. Algo no estaba bien; su cara pasó de una suave neutralidad a una sonrisa algo forzada, y antes de que Kitty pudiera decir algo más, la mujer desvió la mirada y comenzó a caminar apresuradamente en dirección contraria.

Kitty, confundida, volvió a su asiento. Harper la observó en silencio mientras continuaba llenando su formulario. No hizo ningún comentario al principio, pero la mirada en su rostro decía que se estaba preguntando qué había ocurrido.

— ¿Todo bien? —preguntó Harper sin levantar la vista del formulario.

— Sí, sí. Creo que fue un error —respondió Kitty, agachando la cabeza como si no quisiera continuar hablando sobre el asunto. A veces era mejor ignorar lo raro, pensó para sí misma. Decidió concentrarse en terminar los trámites.

Las dos terminaron de llenar los formularios y se dirigieron a sus habitaciones. Cuando finalmente llegaron a la que compartirían, la puerta se abrió y las recibió un pequeño espacio, sencillo pero funcional. Había algunas camas distribuidas de forma estratégica, y varios estudiantes ya estaban instalados. Kitty y Harper, al ver que varias personas más ya ocupaban el lugar, se quedaron cerca de sus camas, buscando un espacio para organizar sus cosas.

Kitty fue la primera en hacer un pequeño ajuste en su cama, sacando sus pertenencias con calma. La habitación, aunque vacia, les daba la sensación de que estarían bien allí.

Al poco rato, Harper sacó su teléfono móvil y lo puso en la mesa cerca de la cama, justo cuando el timbre de una llamada comenzó a sonar. Era de Peter. Harper sonrió con emoción y rápidamente contestó.

— ¡Harper! —La voz de Peter resonó por el teléfono, cargada de una alegría contagiosa—. Oye, me siento algo solo aquí en Stanford. Pensé que te gustaría escuchar cómo van las cosas por aquí.

Harper sonrió, sintiéndose más cerca de casa con solo escuchar su voz. Pero entonces, una risa interrumpió brevemente la conversación.

— ¿Y por qué está mi hermano en la llamada? —preguntó Harper sorprendida, al escuchar la risa burlona de Owen al fondo.

— ¡Quiero estar en las llamadas también! —respondió Owen con tono de queja, haciendo reír a Peter.

Harper no pudo evitar soltar una risa también. Peter seguía hablando en el teléfono, pero Harper miró a Kitty, que estaba en su cama al otro lado de la habitación, sonriendo ante la escena familiar que escuchaba a través del teléfono.

— Este es un cambio interesante, tener que compartir llamadas familiares —dijo Harper en voz baja, aún sonriendo.

Kitty asintió sin decir mucho, observando con cariño la interacción entre Harper y su familia, y al final dejó escapar un suspiro ligero mientras terminaba de acomodar sus pertenencias. Parecía que, aunque ya estuvieran en un lugar tan lejano, una parte de ellos seguiría siendo la misma.

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