X. Crossed Destinies


CAPÍTULO DIEZ
DESTINOS CRUZADOS

"That's me in the corner, that's me in the spotlight losing my religion. Trying to keep up with you and I don't know if I can do it. Oh no, I've said too much, I haven't said enough"


El delicado golpe que hace el tenedor contra la copa de Klaus hace que todos los vampiros que se encontraban sentados alrededor de la mesa dirijan sus miradas hacia él. Incluida la de Hayley, quien se encontraba sentada junto a Arielle en el extremo opuesto a Klaus.

—Empecemos con un brindis por nuestro don común, la inmortalidad. Después de mil años uno puede esperar que la vida pierda intensidad, que sus bellezas y sus penas disminuyan con el tiempo. Pero como vampiros sentimos mucho más profundamente de lo que los humanos pueden imaginar—habla Klaus, haciéndole una señal a los camareros para que estos se coloquen al lado de cada vampiro presente y con un cuchillo cortar su brazo y dejar caer su sangre sobre sus platos—La necesidad insaciable, el dolor sublime. Nuestras victorias y nuestras derrotas. Por mi ciudad, por mi vuelta al hogar. Que la sangre nunca deje de fluir.

—Y que no acabe la fiesta—completa Marcel, elevando su copa—

Klaus le dedica una sonrisa en respuesta.

—Por Nueva Orleans—declara Diego, el amigo de Marcel—

—Por Nueva Orleans—repiten todos, excepto Hayley y Arielle—

—Es natural que os hagáis preguntas a raíz del cambio de liderato que se ha producido—comenta Klaus entonces—Y os he invitado aquí esta noche para aseguraros que nadie os ha derrotado. No. Lo que yo quiero es poder continuar y celebrar lo que tenemos. Lo que Marcel, en su momento cogió, para convertirlo en esto. Una auténtica comunidad de vampiros.

—¿Y ella qué?—cuestiona Diego, señalando a Hayley—La loba.

—No me has dejado terminar, Diego—le recrimina Klaus, caminando hacia Arielle y Hayley—Por que ciertamente hay otro tema que me parece importante abordar. Hayley es amiga de Arielle. Y, como muchos ya sabéis, Arielle lleva a nuestro hijo en su vientre. Y por tanto, confío en que todos las trataréis con el debido respeto. Sin embargo, tengo entendido que a algunos os preocupa ese rumor malicioso de que pretendo aprovecharme de la sangre de nuestro hijo para crear híbridos. Os aseguro que no es así.

—El padre del año—murmura Hayley con sarcasmo—

Arielle la observa divertida tomando un trago de su copa de agua.

—Veo que tendré que ganarme vuestra confianza—observa Klaus, caminando de nuevo hasta su sitio—Muy bien. Acabaré para siempre con vuestra inquietud. Porque sería imposible crear más híbridos si no quedaran más hombres lobo en el pantano a los que convertir.

—¿Qué?—Hayley le observa asustada—

—Nik...—Arielle se dispone a ponerse en pie, pero Klaus la interrumpe—

—Comed, bebed y pasarlo bien—declara, ignorándolas—Y os sugiero que mañana salgáis a la caza de hombres lobo. Adelante. Divertíos. Matadlos a todos.


Arielle observaba con pesadez como Camille escribía con una máquina de escribir todo lo que Klaus decía. Estaba empezando a odiar que el hibrido usara a la gente sin pensar en las consecuencias. Como había hecho al ordenara matar a los lobos del pantano, quienes eran familia de Hayley.

—Entonces mordí a Elijah y le dejé en el pantano con mi veneno corriendo por sus venas—Klaus continúa hablando, pero Camille deja de escribir—Se lo buscó el solito por sus viles acusaciones contra mi. Y luego... ¿lo estás anotando?

—Klaus, la pobre chica está cansada—señala Arielle, dejando de dibujar—¿Para qué haces que vuelva a venir si ya tienes el barrio para ti?

—Para mis memorias—responde con obviedad—Mil años de historia no se escriben solos.

Camille se dispone a hablar, pero la entrada de Marcel en la sala la interrumpe.

—Cami, ¿qué haces aquí?—inquiere el vampiro con confusión—

—Eso querría saber yo—admite ella, poniéndose en pie y cruzándose de brazos—

Marcel frunce el ceño, dirigiendo su mirada hacia Klaus.

—Oh, tranquilo. Lo sabe—le informa Arielle, señalando a la chica—

—¿Ah, si?

—¿Que sois vampiros?—inquiere Camille—No te preocupes. Klaus me obliga a olvidarlo todo. Así me angustio pensando que me estoy volviendo loca mientras trabajo como espía para un egocéntrico inmortal.

Sus últimas palabras hacen que Arielle sonría levemente. Esa era una buena descripción de Klaus sin duda alguna.

—La obligaste a salir conmigo, ¿no?—señala Marcel, girándose hacia Klaus—Pensaba que te gustaba de verdad.

—Yo también—admite Camille—

—Que quede claro que yo solo te obligué a darle una oportunidad. Si sentías algo por él era real—explica Klaus—Y para que conste, esta situación tan incómoda que se ha producido es totalmente genuina.

—Te crees muy listo, ¿no?—cuestiona Camille con indignación, agarrando una foto de su mochila—Obligando a la pobre camarera ingenua. Mira lo que encontré. Yo misma, no tu terapeuta obligada.

—Bueno, preferiría llamarte taquígrafa devota—le responde Klaus, observando la foto que ella le entrega—

—¿Te parece divertido jugar con su mente?—cuestiona Arielle entonces—Es una humana, su cordura no es un juego.

—No, amor, no creo que lo sea—le asegura Klaus, elevando su mirada hacia ella—

Entonces se da la vuelta y mira a Camille fijamente a los ojos.

—Nunca has encontrado esto. Y no recordarás nada de nuestra vida como vampiros, ¿queda claro?—le dice, usando la compulsión. Ella simplemente asiente—Bien, creo que ya podemos dejarlo por hoy. Puedes irte.

Camille le observa durante un segundo, confusa, antes de recoge sus cosas.

—Adiós, Arielle—se despide entonces, saliendo de la sala—

—Adiós, Cami—le contesta, dirigiéndole una mala mirada a Klaus—

—No me mires así, mi amor.

—¿Así, cómo? ¿Indignada?—cuestiona, elevando las cejas—Creo que es lógico. Si Camille no me cayera bien no me importaría en lo más mínimo lo que haces, pero ella me cae bien.

Klaus suspira con pesadez, sentándose a su lado mientras que Marcel se coloca en el sillón situado frente a ellos.

—Los humanos quieren verte—informa Marcel—No están muy contentos con el nuevo status quo.

—Pues lo siento por ellos—responde sin darle importancia, observando la foto que Camille le había entregado donde aparecían él y Marcel casi un siglo atrás—

—Oye, ahora es cosa tuya, pero ¿sabes cómo levanté este imperio?—inquiere Marcel, obligando a Klaus a mirarle—Política. Un poco de diplomacia hace mucho, sobretodo con la facción humana.

—Bien, tomó nota—suspira, señalando la foto—Hacia años que no recordaba esa noche. 1919, en la opera. Antes de que se quemara. Esto fue el fin de una era. Y ahora, para facilitar los nuevos comienzos creo que sería conveniente confesarte algunas cosas. Pero, ¿por dónde empiezo?—comenta, levantándose para servirse una copa de bourbon—Thierry nunca te fue desleal. Le tendí una trampa para encontrar a mi hermano. Es tu amigo y por consiguiente puede volver al complejo cuando tú quieras. De lo de Cami te acabas de enterar y luego está el joven Joshua. Lo he tenido obligado desde el principio, aunque sospecho que ya lo sabías puesto que fue él quien me guió a tu trampa.

—Quizá le diera alguna información falsa—admite Marcel—

—Y luego está Davina—añade, sentándose de nuevo en el sofá y colocando su brazo en el respaldo, justo detrás de Arielle, quien le mira con interés ante la mención de la bruja—Es un arma poderosa. Llegado este punto, me gustaría tenerla a mano. Creo que sería mejor que la trajeras al complejo con nosotros.

—No puede salir del desván. Ya intenté llevármela una vez.

—Si, sobre eso... Davina también resulta ser buena actriz—comenta Arielle, cerrando su libreta de dibujo y uniéndose a la conversación. La mirada de Marcel viaja hasta ella—Hizo un trato con Elijah mientras estaba cautivo. Aquel numerito era a cambio de unos hechizos del grimorio de Esther Mikaelson.

—Entiendo—suspira, mirándola con molestia—¿Eso es todo?

—Si no me equivoco, si—sonríe Klaus—

—Os agradezco la sinceridad.

—Bueno—suspira Klaus con modestia—

Marcel entrecierra los ojos, poniéndose en pie.

—Te esperan dentro de una hora—informal, recordándole sobre la reunión con los humanos—


Como Klaus había salido del complejo para cumplir sus responsabilidades como Rey del Barrio Francés, Arielle se dispuso a llamar a sus hermanos para enterarse de lo que ocurría por Mystic Falls. Sin embargo, nada más entrar a su habitación, la puerta se cerró de golpe justo detrás de ella, lo que hizo que se sobresaltara.

Confusa, Arielle observa la habitación, encontrándose con una mujer al otro lado de la sala.

—Ryan Parker—sonríe la mujer de cabellos azabaches—Es un placer conocerte por fin.

—Raven—murmura al reconocerla—

—En carne y hueso. He de decir que fue emocionante hablar contigo desde la distancia la última vez, pero siempre es mejor el cara a cara, ¿no crees?—comenta, observándola detenidamente—

—¿Para matarte? Si, estoy de acuerdo—declara, apretando sus puños con firmeza—

—Oh, no puedes matarme—le asegura—Solo la magia puede hacerlo y no cualquier magia.

—¿Qué quieres?

—Eso no puedo contestarlo—niega, caminando hacia ella—Pero tú si puedes contestarme algo. ¿Dónde están mis sobrinas?

—No sé de quién...

—No me mientas—la interrumpe, molesta—

Estira su mano hacia ella, utilizando un hechizo que hace que la respiración de Arielle se entrecorté y su sangre comience a hervir.

—No quiero herir al bebé que llevas en tu vientre, pero lo haré si es necesario—declara—¿Dónde están Amelia y Juliette Bluemoon?

Arielle cierra sus ojos con fuerza, intentando aguantar el dolor.

—Bien, lo sacaré de tu cabeza yo misma—declara Raven dispuesta a usar un hechizo para meterse en su mente—

En ese instante la vista de Arielle comenzó a nublarse. Raven estaba entrando en su cabeza, en sus recuerdos y memorias. El hechizo era tan fuerte que incluso provocó que Arielle perdiera el conocimiento. Fue en ese momento cuando Juliette y Amelia entraron en la habitación, enfrentándose a su tía.

—Queridas sobrinas—sonríe Raven al verlas—Me preguntaba dónde estaríais para así poder mataros como a vuestros queridos y débiles hermanos y hermanas.

—¿Los has matado?—Juliette la observa asustada—

Ella y Amelia sabían que había matado a Jakeem y a Nicholas, pero el destino del resto de sus hermanos les era desconocido.

—Por supuesto, ellos me atacaron.

—Tú nos castigaste a Olivia, Miles y a mi porque nuestra madre te hizo daño. Mataste a nuestro padre—le recuerda, enfadada—

—Y por eso no me matareis. No sabéis dónde está Miles y si me matáis nunca lo sabréis.

—Eso no importa—una voz suena a sus espaldas, llamando la atención de las tres brujas—

—¿Olivia?—Amelia observa a su hermana, confusa por cómo había aparecido allí de repente—

—Lo averiguaremos sin tu ayuda.

—Matarme consumirá mucho de vuestro poder—señala Raven, dándose la vuelta hacia Olivia—Sin él, ¿cómo pensáis encontrarle, querida?

—Encontramos la manera—le asegura, estirando su mano hacia Juliette—Los anillos, Jules.

Sin embargo, Juliette no es capaz de actuar. La joven aún estaba procesando las palabras de su tía y la preocupación crecía en ella ante el estado de Arielle.

—Juliette—le insiste su hermana—

—Vaya. Olivia, parece que tu hermana es un poco tonta e inútil—se burla Raven—

Pero Amelia es más rápida y, sin dudarlo, se agacha junto a Arielle para quitarle el anillo de su familia y lanzárselo a Olivia. La rubia lo atrapa entre sus manos y sonreí con victoria hacia su tía.

—Invocaveris umbra mortis. In tenebris pythonissam spes nostrae sicut est salvificem mundum—pronuncia Olivia colocándose el anillo en su mano derecha—

—No puedes matarme tú sola—señala Raven—

—No esta sola—declara Juliette, agarrando la mano de Amelia—Invocaveris umbra mortis. In tenebris pythonissam spes nostrae sicut est salvificem mundum.

Sus poderes combinados, el hechizo que Olivia había diseñado ella misma y el vínculo de Raven con aquellos anillos fue suficiente para que las tres hermanas consiguieran acabar con ella.

Una brillante luz alumbró la habitación, envolviendo a las cuatro brujas Bluemoon, haciéndolas desaparecer y dejando sola a una inconsciente Arielle.


Tras un día complicado, teniendo que lidiar con la facción humana de Nueva Orleans y tras varias discusiones con Hayley y sus hermanos, Klaus por fin pudo volver al complejo. Echaba de menos a Arielle. Lo que más odiaba de ser el nuevo líder, era el poco tiempo que podía pasar junto a ella.

Sin embargo, nada más pisar el piso superior del lugar, una sensación extraña le invadió. Sentía que algo no iba bien. Y aquella sensación solo aumentó al entrar en su habitación y encontrase a Arielle tumbada en el suelo, completamente inconsciente.

—¡Arielle!—se agacha a su lado, asustado—Arielle

Sujeta su rostro entre sus manos y la observa detenidamente, agudizando su oído para encontrar tanto su latido como el del bebé. El sonido de ambos corazones le tranquilizó, pero aún así su sangre hervía por el miedo de que algo malo hubiera ocurrido.

En ese instante los ojos de Arielle se abrieron de par en par y el aire entró en sus pulmones con fuerza.

—Arielle. ¿Estás bien?—Klaus la observa detenidamente, ayudándola a incorporarse hasta quedar sentada—

Aún con dificultad para respirar, Arielle asiente levemente, agarrando una de sus manos con fuerza. Klaus suspira aliviado, apartando el pelo de su rostro.

—¿Qué ha pasado?—inquiere, obligándola a mirarle a los ojos—¿Qué ha pasado?

—Raven—responde com dificultad—

—¿La bruja?—frunce el ceño. Arielle asiente—

Klaus aprieta su mandíbula con molestia cuando la puerta de la habitación es abierta, esta vez por Juliette. La imagen de la pelirroja llama la atención del hibrido, quien sin dudarlo usa su velocidad vampírica para acorralarla contra la pared.

—¡Klaus!—Arielle intenta pararle—

—Creo que es hora de tú y la que creo que es tu hermana me expliquéis que es lo que esa bruja familia vuestra quiere de Arielle—exige saber, su mirada azulada clavada en los ojos de Juliette—

Juliette aprieta uno de sus puños, provocándole un fuerte dolor de cabeza que le obliga a soltarla. Klaus la observa enfadado mientras ella recupera la respiración.

—No puedo hablar si no me dejas respirar—señala, frenando el hechizo—

Klaus se dispone a volver a atacarla, pero esta vez Arielle le sujeta de la muñeca. Por fin había podido ponerse en pie y no iba a dejar que hiciera daño a la bruja que ella sabía la había salvado.

Juliette les observa alerta, pero entonces su cabeza comienza a dar vueltas, haciendo que se tropiece con sus propios pies.

—Juliette—Arielle camina hacia ella, preocupada—¿Estás bien?

Negando con su cabeza, la pelirroja se desliza por la pared hasta sentarse en el suelo de la habitación. Arielle no duda en agacharse junto a ella.

—Está muerta—le informa entonces, abriendo de nuevo sus ojos—Olivia, Amelia y yo la hemos matado. No ha sido fácil. Ella nos lo advirtió, si la matábamos perderíamos parte de nuestro poder. Tenía razón.

—¿Seguro que está muerta?—Klaus la observa con desconfianza—

Juliette le observa incrédula.

—Si.

—No veo sangre en tus manos—señala—

—No la mate yo. Fue Olivia.

—¿Tú hermana?—Arielle la observa con duda. Juliette asiste—

—La mayor—aclara—Intentamos sacarle información sobre nuestro hermano pequeño. Meternos en su cabeza, encontrarle y descubrir que les había hecho al resto de nuestros hermanos. Pero no pudimos. No había otra manera, teníamos que matarla. Olivia llevaba tiempo buscando un arma que pudiera con ella. Una espada, un cuchillo, algo que pudiera con ella y lo encontró. Pero el cuchillo necesitaba más magia. Estamos muy débiles ahora.

—Que pena—comenta Klaus con sarcasmo—

Arielle se gira hacia él, dedicándole una mala mirada.

—Me salvaron la vida—le recuerda. Klaus bufa frustrado, dejándose caer sentado sobre un sillón—

—Debería volver a casa—Juliette vuelve a llamar su atención—Solo quería comprobar que estabas bien.

—Estoy bien—le asegura Arielle, dedicándole una leve sonrisa—

—Bien—suspira, poniéndose en pie con su ayuda—

—Que Marcel te acompañe—le indica Klaus—

—Seguro que está encantado—suspira de forma sarcástica, abandonado la habitación—

Una vez a solas, Arielle se gira hacia Klaus. Podía notar que no había tenido un buen día por la mirada que él le dedicaba, pero ella tampoco lo había tenido y lo que menos quería era una discusión.

—¿Algo que quieras contarme?—señala Klaus, expectante—He tenido demasiada paciencia con esa bruja y su familia. Su tía va a por ti, ellas quieren ayudarte. Algo no me cuadra, amor.

Arielle suspira, sentándose a los pies de la cama.

—¿Recuerdas lo que Kol decía del anillo? Aquel por el que mataste a mi mejor amigo—inquiere, volviendo a posar su mirada en él. Klaus asiente—Pues tenía razón. Ese anillo le llevaría a una bruja muy poderosa. A una familia de brujos muy poderosa. El anillo pertenecía a la familia de Juliette. A una de sus hermanas.

Los ojos de Klaus se entrecierran de forma pensativa.

—Bueno, no parecen muy poderosas ahora, ¿no?—suspira—

—No sé mucho de ellas—admite Arielle, ignorando su comentario—Solo sé que confío en Juliette. Me han salvado la vida.

—Eso no quiere decir que no tengan ningún interés propio en que sigas con vida, mi amor. Deberías saberlo—señala, inclinándose hacia adelante y apoyando sus codos sobre sus rodillas—Voy a mantenerlas vigiladas.

—Está bien—acepta—


Klaus se encontraba apoyado en la barandilla del segundo piso, su mirada recorría al patio interior del complejo cuando Elijah apareció en el centro de este, atrayendo su atención. Klaus frunció el ceño, observándole con confusión. Ya habían tenido una discusión ese día, y sinceramente no le apetecía tener otra.

—¿No me has dicho ya bastantes veces lo mucho que te he decepcionado, Elijah?—inquiere, molesto—

Elijah entrecierra sus ojos, observando a su hermano con atención.

—Hay otro asunto importante del que no hemos hablado—explica, guardando sus manos en los bolsillos de su chaqueta—Te acusé de tener motivos ocultos con el bebé. Me equivoqué. Lo siento.

Sus palabras sorprenden a Klaus, quien le observaba con algo de dolor reflejado en sus ojos.

—Debe de haberte costado decirlo.

—No haces que resulte fácil quererte, hermano—admite—

—Y aún así, sigues empeñado en desear hacerlo—comenta, llevando su mirada hacia Arielle, quien se encontraba apoyada en el umbral de la puerta de su habitación, escuchando—Cuando queráis y si es vuestro deseo, Rebekah y tú series bienvenidos. Venid a instalaros con nosotros. Este es nuestro hogar al fin y al cabo.

Sin nada más que decir y sin esperar una respuesta de su hermano, Klaus se da la vuelta y vuelve a adentrarse a la habitación bajo la atenta mirada de Elijah y Arielle.



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