Ante sus movimientos era inevitable el roce entre sus miembros aún bajo sus bóxers, por lo que les fue imposible evitar aquel erótico gemido mutuo que soltaron a la vez, se sentían demasiado bien. Aun así eso no era suficiente y ambos lo sabían. Abrieron los ojos para verse el uno al otro, tenían las mejillas rojas cual tomates pero no les importó. Bon tomó la iniciativa y se acercó al cuello y hombro del más bajito para lamer su piel con lentitud, memorizando el tacto y la temperatura de esta con gran gozo.

— B-Bon...— suspiraba Bonnie con el sonrojo extendiéndose por su cara, no le molestaba que su novio hiciera eso, pero realmente le ponía los pelos de punta.

Durante aquel beso húmedo, las manos traviesas del peliturquesa se iban adentrando poco a poco bajo su ropa interior, acariciando sus piernas delicadamente. Ante aquella estimulación tan sutil el pelimorado se estremeció, pero no se quejaba de sus toques. Le dio una mirada de aprobación y el moreno tomó sus piernas por debajo de las rodillas para ponerlas a los lados de su cadera, causando otro roce placentero.

Lentamente fue bajando su bóxer bajo la atenta mirada de su pareja, quien se encogía en su sitio nervioso y avergonzado, nadie nunca le había visto tan descubierto -salvo sus padres, obviamente-, por lo que realmente le daba vergüenza que su novio lo desvistiera y observara tan atentamente su piel desnuda. Finalmente dejó respirar aquel pequeño miembro ya erguido del pelimorado, era tan pálido como el resto de la piel de su amado, por lo que su rojiza puntita era mucho más notoria, pero a él solo le dio mucha más ternura.