Capítulo VIII: Cosas al corazón.

La mañana siguiente fue más que tensa para el harén. Amanecieron con la noticia del estado del Asistente Menor tras su extraño accidente, y ya todos sospechaban sobre el humor del emperador gracias a esto.

Cuando llegaron al Respiro Helado y no vieron a Yao Qingshang sentarse junto a ellos, tragaron duro al darse cuenta de las implicaciones que esto traía. Luo Qingyang les miró con los ojos entrecerrados cuando entró para anunciar que Hanguang-Jun estaba llegando.

—Siéntense —murmuró tranquilo el emperador cuando él ya había hecho lo dicho. Para sorpresa de los consortes, esa mañana Lan Wangji se veía... ¿cansado?

No podían explicarlo bien, pero había algo fuera de lugar en él. Tal vez eran los círculos negros debajo de sus ojos o el hecho de que estos mismos gritaban lo exhaustos que se encontraban. Ellos comprendieron que Su Majestad no había dormido bien la noche anterior.

—Supongo que no será una noticia nueva para todos, incluso así, debo informarles que el Asistente Menor sufrió un infortunio —su voz se cargó en pena mientras sus ojos se cerraban lentamente, lamentándose una y otra vez el no haberle protegido—Fue atacado por unos perros.

La sala se llenó de jadeos incrédulos, y luego, los consortes comenzaron a mostrar "preocupación" por el Asistente Menor.

—¿Y cómo es la condición del Asistente Menor? —preguntó Liang Yuyan con una voz que no podía creerse venía desde la angustia. Lan Wangji no estaba de humor para molestarse, por lo tanto lo dejó pasar. No se detendría a perder su tiempo en ellos, tenía cosas más importantes.

—No sabemos cuándo podría volver en sí —respondió bajo, y con dos dedos se masajeó la sien. Desde el día anterior tenía una jaqueca que ni las medicinas podían calmar—La Asistente de Segunda Clase era la dueña de los animales, y ante las consecuencias de su incompetencia, la he degradado a plebeya y encerrado en su palacio por tres meses. Luego volverá a su clan.

Los consortes no podían creerse lo que escuchaban, sudaron frío ante la severidad del castigo. Si apenas hacía un par de noches Yao Qingshang había logrado que el emperador la visitara en su palacio para merendar juntos, y ahora era una prisionera condenada a la deshonra y vergüenza de su clan madre.

Entonces por eso su silla ya no estaba allí.

—Ante su ausencia, ascenderé al Asistente Menor a Asistente de Segunda Clase —Luo Huyin sonrió internamente, de toda esta tragedia, Wei Wuxian todavía pudo sacar algo bueno—No habrá celebración por la promoción, no es oportuno dado a la situación.

Los hombres y mujeres restantes no encontraron la manera de disimular su asombro. Así como si nada, el Asistente Menor había logrado subir de rango sin hacer ningún esfuerzo notable durante los meses que había estado en el harén.

—Su Majestad es bondadoso —pronunció Wang Shu rápidamente para apaciguar la tensión.

—¿Qué más podría hacer? El Clan Jiang atesora al Asistente de Segunda Clase como a su propio hijo, sería un insulto el no castigar al culpable de la desgracia —Luo Huyin dejó caer una sutil advertencia en sus palabras—El Líder de Secta Yunmeng Jiang estuvo presente, la doncella Jiang también escuchó sobre este problema, eso sin mencionar al Honorable Consorte del Primer Príncipe. Su Majestad solo hizo lo correcto para el honor del Asistente de Segunda Clase y su familia.

Los comentarios de la Asistente de Primera Clase tuvieron la vil intención de exponer las conexiones fuertes que Wei Wuxian poseía dentro del palacio. Había una sola manera de mantener a raya a los consortes y era demostrar la superioridad con las relaciones sociales y civiles. Wei Wuxian ahora no estaba en condiciones de hacerlo, por eso ella honraría el pacto que hicieron. Y porque era su amigo.

Él era verdaderamente encantador, podía entender por qué el emperador lo quería tanto. Durante el tiempo que su amistad floreció, ella igualmente se había encariñado con su gege. Lo defendería recelosamente de ellos y de quien fuera necesario.

—Su Majestad, entendemos su preocupación por el Asistente de Segunda Clase, sin embargo, Su Majestad no debería descuidar su salud de igual manera —Jin Zhiruo sonrió dócil, queriendo tantear la posibilidad.

Hanguang-Jun dejó ir un poco de aire cansado.

—Retírense, es todo por hoy. Vayan a realizar sus tareas —para evitar perder más tiempo, optó por mejor terminar la reunión.

Cuando todos los consortes salieron del Respiro Helado, Lan Wangji miró a Luo Qingyang. Parada cerca de él, ella se acercó al emperador cuando detectó la intención de hablarle.

—La delegación Jin todavía no parte, ¿verdad? —preguntó mirando hacia el asiento vacío de Wei Wuxian.

—Respondiendo a Su Majestad; en efecto, el Líder de Secta Lanling Jin y el Joven Amo Jin todavía permanecen en el Descanso de las Nubes —él asintió.

Inhaló profundo antes de volver a hablar.

—Organiza una junta privada con el Joven Amo Jin —le pidió con calma.

Necesitaba saber si Jin Zixuan compartió la información del miedo del antiguo Joven Amo Wei. Ya que, aunque fuera accidental, él podría haberle dado una clave importante a un punto vulnerable de Wei Wuxian a alguien con intenciones maliciosas. Necesitaba comenzar a formular una lista de nombres sospechosos.

Luo Qingyang se inclinó obedientemente.

—Como lo desee, Su Majestad.

—Que sea a discreción, el Líder del Clan Jin no tiene por qué enterarse —especificó con cautela.

—Entiendo. Me retiro, Majestad.

Estando solo en la sala, Lan Wangji se quedó junto a sus pensamientos. Su mente ya trabajaba con empeño en las posibilidades detrás del suceso. ¿Quién, cómo y por qué? Todas preguntas sin respuestas claras o concisas.

«Padre, madre. Ayúdenme» pidió mentalmente cuando se paró enfrente de la silla que le pertenecía a Wei Wuxian.

Les pedía ayuda a sus padres porque su historia con Wei Ying le recordaba a la de ellos. Su padre se enamoró de una consorte del harén y la volvió su emperatriz, la única mujer de su vida.

Y eso era justamente lo que quería hacer con Wei Ying.

La reunión con Jin Zixuan le sirvió para dos cosas.

Confirmar que él era una de las pocas personas que conocía del miedo de Wei Wuxian por los perros.

Y descartarlo como sospechoso de haber divulgado el secreto.

—Me enteré el mismo día que usted, Su Majestad —le dijo después de preguntarle directamente—Mis sirvientes me dijeron que mi perro había perseguido al Asistente de Segunda Clase en ese entonces y que este había subido a un árbol para escapar de él.

Lan Wangji podía recordar ese día casi a la perfección. Aún cuando varios años hubieran pasado.

Cada momento con Wei Wuxian lo recordaba con profundo cariño.

—Pero, luego de ese día, la fobia del Asistente de Segunda Clase no ha vuelto a mi mente nunca —frunció un poco el ceño al ser cuestionado. Sobre todo porque le parecía extraño que le preguntaran a él. Él, quien tuvo problemas con Wei Wuxian en su tiempo como estudiantes, pero que después de eso jamás volvieron a cruzar palabras. Bueno, quizás su pelea en la Montaña Fénix al término de la guerra, pero luego de eso, nada.

¿Quizás Hanguang-Jun pensaba que había querido tomar venganza después de esa tonta pelea? Estaba a punto de esclarecer eso cuando Lan Wangji volvió a hablar.

—Sé que Wei Ying y usted tuvieron roces en su juventud, incluso con eso, sepa que no lo creo capaz de dañarlo usando algo tan bajo como uno de sus peores miedos —con la intención de calmar al nervioso hombre, él se apresuró a dejar en claro sus pensamientos sobre Jin Zixuan—Mucho menos ahora que está comprometido con la shijie de Wei Ying.

Jin Zixuan se quedó callado inmediatamente. Apretó los labios y bajó la mirada avergonzado. Había mal pensado.

Pero, Su Majestad tenía razón.

—Es verdad, no me atrevería. A-Li adora al Asistente de Segunda Clase, dañarlo significaría perderla y ningún viejo malentendido vale ese precio —murmuró sintiéndose sudar nervioso por hablar de sus sentimientos tan abiertamente. Era verdad que ahora que ya estaba seguro de ellos ya no le costaba tanto expresarlos hacia Jiang Yanli, mas todavía sentía algo de vergüenza al admitirlo ante alguien que no fuera ella.

Ese día en la Montaña Fénix, Jiang Yanli había dejado muy en claro su cariño incondicional por Wei Wuxian. Un cariño que era de hermanos y no como amantes, como él creyó de manera idiota.

Al recordar el ridículo que había hecho por no haber expresado bien sus sentimientos en ese entonces y salir huyendo de allí, Jin Zixuan rogó a los cielos que la tierra se lo tragase justo en esos momentos. De seguro el emperador también se acordaba de ello.

Hanguang-Jun no mencionó nada de eso, para fortuna de él y de su cara.

—Estoy enterado que A-Li envió una invitación de nuestra boda para el Asistente de Segunda Clase —Jin Zixuan esperó unos segundos—Ella está muy ilusionada con tenerlo allí. Seré atrevido y le pediré a Su Majestad que le permita al Asistente de Segunda Clase asistir a mi boda con la doncella Jiang.

Si Lan Wangji había tenido algunas dudas antes de su reunión, con la petición que le hacía Jin Zixuan, se evaporaron todas sus interrogantes en contra del futuro líder. Su sonrisa naturalmente no sería perceptible para el hombre vestido de amarillo, aún así, lo hizo.

—No me atrevo a negarle a Wei Ying ver a su shijie casarse —el emperador observó a Jin Zixuan dejar su taza con agua en la mesa.

—Me alivia, mi prometida ansía verlo ese día. Su Majestad es generoso.

Lan Wangji dejó ir a Jin Zixuan después de eso. Él siguió con su día atendiendo los asuntos del palacio desde su oficina, manteniéndose al pendiente de cualquier noticia referente a Wei Wuxian gracias a la Guardia Imperial de Primera Clase que constantemente iba para informarle.

Y así pasó una horrenda semana entera. Wei Wuxian no despertó hasta una semana después, y él estuvo cada día de esa semana con un ardor en su pecho cada mañana que se despertaba y veía el todavía dormido cuerpo de su amado postrado sobre su cama. Su rutina fue simple; trabajar hasta que debía volver al Invierno Floral, una vez en el palacio, cuando era oportuno, bañaba a Wei Wuxian con toallas húmedas y le peinaba el cabello para mantenerlo sedoso y cuidado. Incluso si los sirvientes le decían que ellos podían encargarse de eso, él no lo permitía. Él quería cuidarlo personalmente.

El día que Wei Wuxian volvió a abrir sus preciosos ojos platinos, Lan Wangji se encontraba junto a él leyendo un libro. En sus tiempos libres, el emperador siempre iba con su Asistente de Segunda Clase y pasaba las tardes a su lado. Por fortuna, esa tarde que Wei Wuxian despertó, él estaba allí con él, simplemente mirándole y rezando mentalmente a todos los dioses para que volviera a él y así poder acabar con la agonía en la que vivía.

Sus plegarias parecieron ser escuchadas ya que, en ese instante, Wei Wuxian abrió sus ojos lentamente. Ilusionado, aliviado y emocionado, Lan Wangji se acercó al hombre y tomó su mano esperando sentir una reacción coherente de su parte.

Wei Wuxian le apretó un poco la mano.

Sus ojos primero se entrecerraron y frunció las cejas al no adaptarse a la poca luz que las velas que Lan Wangji prendió esa tarde le daban. Cuando esto ya no era una molestia, Wei Wuxian entonces pudo enfocar bien su visión en el entusiasmado rostro de Hanguang-Jun mirándole.

—¿Lan Zhan? —murmuró con su voz seca, al notarlo, Lan Wangji se alejó para tomar un cuenco de agua y acercarlo a los labios sedientos de Wei Wuxian. Este bebió el líquido confundido, no recordaba claramente lo que había sucedido, así que, no entendía por qué se sentía tan cansado y por qué Lan Zhan le miraba como si acabara de escapar de la muerte—¿Qué sucedió?

Ante su pregunta, Lan Wangji se sorprendió. ¿Que acaso no recordaba nada? No obstante, tras pensarlo un poco, la mente de Wei Wuxian pudo haber borrado ese recuerdo traumatizante para evitar tener una memoria dolorosa. Siendo así, era algo que debió esperarse. Sobre todo porque tardó una semana entera en estabilizarse en mente y energía espiritual.

—Wei Ying, tuviste un accidente que te indujo en un sueño a modo de defensa —trató de no decirle abruptamente el asunto de los caninos, para no escandalizarlo, y aunque no quisiera, era algo que debía decirle—Fuiste perseguido por unos perros.

Esperó por la reacción de Wei Wuxian con esa revelación, y, fue como lo estaba anticipando. Wei Wuxian se estremeció y saltó del miedo con la pura mención de los animales. Luego, los recuerdos de lo que pasó lo abrumaron de forma tormentosa y se echó para atrás comenzando a temblar.

Pero, esta vez, las manos de Lan Wangji estuvieron allí para protegerlo.

Antes de que tuviera otra crisis nerviosa, el hombre de blanco tomó al de ropas negras por los brazos, impidiendo que se alejara.

—Wei Ying, estoy aquí. No hay perros, solo yo —los ojos de Wei Wuxian le miraron, y si comenzaron a llenarse de miedo, con la imagen del majestuoso Hanguang-Jun enfrente de él, Wei Ying ya no sintió ni una pizca de ese tormentoso sentimiento.

Porque sabía que estaba seguro. Confiaba en que Lan Zhan lo protegería de todo lo malo.

—No te va a pasar nada —la voz de Lan Zhan era suave y delicada, hablándole dulcemente con la voluntad de tranquilizarlo—Te lo prometo, nada malo te pasará de ahora en adelante.

Wei Wuxian le creyó de inmediato. En esos momentos, se sentía muy pequeño e indefenso, como pocas veces en su vida lo había hecho.

Lo podía relacionar con el día que se perdió y vagabundeó solo por las calles de una ciudad desconocida por horas. Ese día se desarrolló su miedo por los perros, pues fue acorralado por ellos. Todavía podía recordar los colmillos de los animales rasgar su piel mientras ellos tiraban de sus brazos para obligarlo a soltar el pedazo de pan que su madre le había dado en caso de que tuviera hambre durante el viaje. Sus padres le enseñaron que si algún día se perdía, debía ir con algún cultivador o persona amable y pedirle que lo llevaran con el clan o secta de la ciudad, ellos seguramente reconocerían sus túnicas del Clan Wei. Pero Wei Ying siempre había sido un niño curioso y en lugar de hacer eso, decidió ver emocionado los alrededores, donde se encontró a los perros salvajes que lo atacaron.

Las vendas en sus brazos le dijeron que había vuelto a pasar.

—Lamento tanto que tuvieras que pasar por esto nuevamente —Wei Wuxian alzó la mirada de sus heridas ya sanadas para ver el desconsolado rostro de Lan Wangji mirándolas y pasando las yemas de sus dedos por encima de ellas. Como si con acariciarlas tiernamente estas desaparecían.

—No fue tu culpa, Lan Zhan —le tranquilizó por instinto. No le gustaba ver la expresión triste del otro hombre—Ni siquiera sé cómo es que aparecieron esos perros.

Lan Wangji tragó duro y apretó los labios.

—Yao Qingshang los trajo —anunció—El Líder Yao los envió.

Wei Wuxian le miró indignado, ¿en serio la Asistente de Segunda Clase había llegado a esos extremos?

Cuando se dio cuenta de algo, él se sentó rápidamente y miró a Lan Zhan con algo de temor e intriga. Ignoró el mareo que la repentina acción le causó, le importaba más saber cómo pasó su accidente.

—¿Y cómo sabía ella que le temo a los perros? —preguntó él en voz baja, no queriendo que nadie más lo escuchara ni por accidente.

—No creo que lo supiera —los ojos de Wei Wuxian no entendieron, a lo que Hanguang-Jun se explicó—¿Ella te parece alguien que pudiera planear esto?

Ante eso, Wei Wuxian se soltó a reír, maravillando a Lan Wangji. Había pasado un tiempo desde que escuchó ese hermoso sonido y volver a hacerlo era magnífico.

—¡Lan Zhan! ¿Le estás diciendo tonta? —sus risas no pudieron controlarse, por lo que sus palabras se vieron modificadas por estas.

Lan Zhan no era alguien que supiera hacer bromas, pero, por Wei Ying, podría intentarlo.

—Lo que es evidente no se cuestiona.

Wei Wuxian subió el volumen de sus carcajadas con eso. Lan Wangji pudo ver físicamente su día iluminándose por ello.

—Aiya, Lan Zhan~ Sabía que no eras un muerto en vida, ¡mira, hasta puedes hacer bromas! —olvidando por completo el asunto de Yao Qingshang, él se quiso concentrar mejor en este nuevo aspecto en la personalidad de Lan Wangji.

Oh, lo que hubiera pagado en su juventud para que Lan Wangji le respondiera así cuando intentaba bromear con él. Pasó meses intentando tener una reacción así sin obtener frutos.

Sintiéndose animado, se acomodó en la cama de modo que su espalda se recargó en el pecho de Lan Wangji y las manos de ambos jugaban entre sí. El emperador le permitió hacerlo sin poner un mínimo de resistencia.

—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? Siento que mis huesos se hicieron polvo —preguntó después de unos silenciosos y cómodos minutos donde solo se dedicaron a disfrutar del otro.

—Una semana.

—¡¿Una semana?! —de manera abrupta, Wei Wuxian saltó de sus brazos y volvió a su lugar inicial. Lan Wangji hizo un puchero al ya no tener a Wei Wuxian entre sus brazos—Lan Zhan, con razón me siento como si fuera un anciano, ¡no me moví por una semana entera!

—¿Quieres dar un paseo? —sugirió el Segundo Príncipe—Tu shijie sigue en el palacio. No quiso irse hasta que despertaras.

Al decir eso, los grisáceos ojos de Wei Wuxian brillaron con alegría. Lan Zhan sabía bien cómo animarlo.

—¿Mi shijie se quedó? —preguntó con una enorme sonrisa apareciendo en toda la extensión de su rostro. Lan Wangji le respondió con el mismo sentimiento—¡Vamos, quiero verla!

Tiernamente, Wei Wuxian jaló a Lan Wangji fuera de la cama para que ambos fueran a buscar túnicas que ponerle al joven. Lan Wangji incluso ayudó a hacer su media coleta y a ponerle las horquillas. Aprovechando para dejar un beso en el cuello de Wei Wuxian desde atrás, haciendo que Wei Wuxian soltara risas bajas que endulzaron el corazón de Hanguang-Jun.

Estando tan entusiasmado, el menor no lo pensó dos veces antes de tomar la mano de Lan Wangji para guiarlos a ambos fuera del Invierno Floral. Ni siquiera le importó que los rayos naranjas del atardecer le lastimaran sus sensibles ojos, le bastó con aferrarse al brazo de su emperador para continuar caminando incluso con los ojos entrecerrados al punto de casi cerrarlos por completo.

—Joven Amo Wei... —susurró Wen Ning cuando lo vio salir del palacio del brazo del emperador.

Wei Wuxian sonrió al escuchar la voz.

—¿Me extrañaron, Wen Ning? —preguntó juguetón, sonriendo satisfecho cuando el adorable joven no pudo ocultar la suya.

—Me alegra verlo despierto, Joven Amo —Wen Ning ya quería ir a decirle a su jiejie y Mo Xuanyu, ellos también se contentarían de saber que Wei Wuxian por fin había vuelto en sí.

—Iré a ver a mi shijie, avisa a Wen Qing y Mo Xuanyu para que nos alcancen allí —el otro joven se inclinó aceptando la orden. Cuando se fue, solo caminó los pasos respetuosos antes de comenzar a correr hasta su hermana. Lan Wangji y Wei Wuxian notaron aquello, y el bonito hombre que portaba túnicas negras sonrió cálidamente.

—¿Ellos... ellos estuvieron bien mientras estaba inconsciente? —preguntó bajo. Sin su protección, temía que algún otro guardia o sirviente los intimidara por ser descendientes Wen.

—Me sirvieron a mí mientras despertabas —aseguró colocando su mano sobre la de Wei Wuxian. El otro asintió aliviado, aceptando el detalle y pudiendo respirar más tranquilo.

—Bien, bien. Su Majestad es amable —dijo contento. No se esperaba menos de Lan Zhan, así que, subió su mano por el brazo de Hanguang-Jun y lo acarició tentativamente—Su Majestad merece un premio.

Los ojos de Lan Wangji brillaron, viendo su oportunidad, miró apacible a Wei Wuxian. Su rostro no daba signo de sus intenciones manteniéndose estoico.

—¿Quizás un beso? —pronunció como sugerencia, un pedido tímido que Wei Wuxian concretó con una risita, adorando el tono con el que el emperador le habló.

—Lo que quiera, Majestad —alzó la cabeza un poco. Lan Zhan le ayudó inclinándose a él para poder alcanzar sus labios.

El estómago de Wei Wuxian hizo cosquillas cuando sus labios se toparon con los del hombre. En un principio tuvo la intención de que el intercambio fuera rápido, principalmente porque estaban en un pasillo abierto donde cualquiera podría verlos. Sin embargo, cuando tuvo una probada del sabor de Lan Zhan, no pudo encontrar la voluntad para separarse de inmediato. Había mucho aprecio en la manera en la que Lan Wangji lo besaba, lo hacía con un gusto que Wei Wuxian no era capaz de romper.

Entonces, fue Hanguang-Jun quien se separó del contacto, no sin antes robar otro beso pequeño de los rosados labios. Wei Wuxian sonrió en grande aún con los ojos cerrados.

Sí, haría lo posible para quedarse con Lan Wangji. Él quería ser el único a quien el emperador besara con tal cariño. Porque el puro pensamiento de él besando a alguien más lo hacía sentir que la garganta se le cerraba, que la calidez ya no corría por sus venas sino que era remplazado por un frío abandono.

Dejó esos pensamientos de lado y puso toda su atención a la cómoda caminata silenciosa que ambos dieron hasta llegar a la residencia donde Jiang Yanli se había quedado. Todavía con sus brazos intercalados, ellos no hablaron mucho, no queriendo forzar una plática que arruinara el ambiente suave y acogedor.

Al llegar, Jiang Yanli estaba en el jardín sentada en una mesa debajo de un gran árbol que le daba sombra. Tenía algunos platos con frutas cortadas como merienda y una joven sirvienta la abanicaba para espantar a los mosquitos que el néctar de la fruta atraía. Wei Wuxian vio esa escena y tuvo un repentino recuerdo. Así se veía su shijie en el Muelle del Loto durante sus visitas. Cuando los días eran más simples y calmados.

La sorpresa atacó a la doncella Jiang cuando su mirada atrapó las dos figuras que entraban en el jardín. Conmocionada, ella se apresuró a levantarse de su asiento y caminar de la misma forma hasta su hermano.

—¡A-Xian! ¡A-Xian ya despertaste! —Lan Wangji dejó ir a su amado hasta el encuentro con su adorada hermana mayor. Supo que había tomado una excelente decisión al dejarla quedarse cuando vio a Wei Wuxian sonreír incluso más grande al ser envuelto en los brazos de la mujer.

—Shijie —murmuró el joven escondiendo su rostro en el cuello de ella. Las dóciles manos de la primera hija de Jiang Fengmian se colocaron en sus cabellos para acariciarlos mimosamente.

—A-Xian, me diste un gran susto, estaba muerta en preocupación porque no despertabas —la voz de Jiang Yanli tembló, recordando el miedo que sintió cuando después de los dos primeros días el estado de su didi seguía igual.

Cabizbajo, Wei Wuxian se separó del abrazo.

—No fue mi intención —se disculpó. Con rapidez, ella negó con una risita.

—Lo importante ahora es que ya estás con nosotros, A-Xian —sus suaves manos buscaron sujetar el rostro de Wei Wuxian melosamente, buscando la mirada gris.

Algo más llamó su atención, un hombre en blanco, en especial.

—Su Majestad —iba a dejar ir a su hermano para saludar al emperador apropiadamente, cuando la mano de Lan Wangji lo negó. Ella sonrió como respuesta—Gracias por traer a A-Xian conmigo.

—Quería dejarlo a su cargo, Jiang-guniang. Yo tengo asuntos que atender con algunos líderes de secta —Wei Wuxian se giró a verle, sintiendo que Jiang Yanli lo dejaba libre, Lan Wangji se acercó hasta él para tomar su mano y alzarla hasta sus labios—Vendré por ti por la noche, quédate con tu shijie —Wei Wuxian desvió un poco la mirada nervioso. La voz de Lan Zhan era profunda.

—¿Vendrás por mí? —murmuró acariciando los dedos de Lan Wangji suavemente, sintiendo la piel de jade contra la suya, él sintió que se recuperaba sin quejas.

—Mn —en su respuesta hubo algo más. Una promesa sobrentendida.

—Bueno.

Iba a apartar su mano, pero entonces, Lan Wangji la besó castamente, acariciando la piel después con su pulgar. Wei Wuxian no pudo estar molesto con él después de eso, una sonrisa se escapó de sus labios. La apretó retraído.

—Ya, váyase. O dirán que lo estoy acaparando —con sus manos en su pecho, lo empujó ligero para hacerlo retroceder sus pasos.

El Segundo Príncipe no respondió, con una mirada se despidió de la doncella Jiang y salió digno del jardín. Digno y feliz, como no había estado desde hacía una semana.

—A-Xian —llamó de nuevo la mujer una vez la figura de Su Majestad había desaparecido de la vista—Estuve tan preocupada por ti —confesó, a lo que Wei Wuxian le miró desconcertado.

—Ya estoy despierto, shijie, no tienes por qué preocuparte más —Jiang Yanli sonrió obvia, su pequeño XianXian, ¿cómo podía no entenderlo?

—Cuando llegué aquí, estuve muy consternada. Pensaba que... que el emperador no te trataba bien —pesadumbre trazó la delicada voz de Jiang Yanli—Vi marcas en tus muñecas, pensé, y que los cielos me perdonen, que Su Majestad te obligaba a estar con él.

Wei Wuxian en ese instante quiso que la tierra se abriera bajo sus pies y se lo tragara. Ah, su hermana había visto las "marcas de amor" de Lan Wangji.

—Luego escuché de unas sirvientas que no han notado marcas en los demás concubinos y yo- —el hombre no sabía qué decir. Qué vergüenza, ¿cómo explicaría los gustos de Lan Zhan en la cama sin perder cara?

—Shijie, yo... —trató de hablar. Fue interrumpido por la voz de Jiang Yanli ya sonando un poco más optimista.

—Pero estaba equivocada, A-Xian, el emperador en verdad te aprecia —una nueva emoción coloreó el tono de su voz—Esta semana que estuviste en cama lo demostró.

Interesado, Wei Wuxian alzó una ceja y se sentó en la mesa donde previamente lo estaba su hermana. Ella hizo lo mismo segundos después.

—Su Majestad no se movió de tu palacio desde el día de tu accidente —él se asombró.

—¿Y el harén? —preguntó en un susurro. La mujer tomó sus manos entre las suyas, apretándolas felizmente.

—Hanguang-Jun pasaba día y noche a tu lado, A-Xian, cada que sus deberes se lo permitían, él corría para estar contigo —el corazón de Wei Wuxian comenzó a hacer... cosas.

Se estaba ilusionando, con un bello pensamiento, una dulce e inocente ilusión que no se atrevía a vocalizar.

—Llegué a pensar tontamente que se debía a que se sentía culpable por lo que te pasó —continuó, siguiendo la petición de Wen Qing para hacer entrar en razón a Wei Wuxian, ella le haría saber todo lo que Lan Wangji hizo por él mientras sus ojos todavía no se abrían—Pero no, A-Xian. Cuando los veía... vi el mismo cariño que en mis tíos Wei.

El tiempo se detuvo para Wei Wuxian. Sus ojos, esperanzados, buscaron la verdad en los de su shijie. Ella nunca le mentiría ni endulzaría una amarga verdad.

La felicidad brillando. Eso vio en los ojos de su hermana.

Él se quedó sin habla, desviando la mirada incrédulo, sin poder creerse lo que su shijie decía y lo que esto implicaba.

¿Lan Zhan le miraba como su padre miraba a su madre? ¿Le miraba de esa manera tan profunda?

—Lo hubieras visto, el emperador se estaba muriendo en tristeza cada minuto que pasaba y tú no despertabas —Jiang Yanli le acarició sus manos transmitiendo su felicidad por él—Su Majestad te atesora, incluso me atrevería a decir que te am-

—¿No fue con ningún otro concubino? —tajante e impecable, él cortó la última frase de su hermana mayor. Su corazón estaba palpitando rápido y esperanzado.

La joven mujer negó compresiva. Ya había hecho un gran trabajo, él se encargaría del resto.

—Ni un solo momento. ¿No lo sabes? Ahora eres Asistente de Segunda Clase.

Ya no había lugar para la sorpresa en el rostro de Wei Wuxian, ¿había subido de rango?

—¿Y Yao Qingshang? —Lan Zhan no le dijo mucho, solo le había informado que ella era la dueña de los perros, de allí su ignorancia sobre todo el asunto.

—Su Majestad la destituyó; ahora es una plebeya y está cumpliendo un castigo de tres meses confinada en su palacio para después ser entregada a su clan —los ojos del joven se abrieron anonadados.

Tal que así, sin hacer ningún esfuerzo, se había desecho de una de sus contrincantes. Estaba ansioso por sacar a los demás, esta vez sin poner su integridad de por medio, de preferencia.

—Shijie, ¿sabes qué es bueno para alguien que ansía quedar embarazado? —la pregunta tan desvergonzada arrebató algunas risitas por parte de la mujer en túnicas moradas. Con esta nueva información, Wei Wuxian estaba más ansioso por seguir con su plan inicial.

Estos eran nuevos ánimos, si antes estuvo triste o desilusionado por la idea de  Lan Wangji con otros, ahora, no lo dejaría ir y tampoco se dejaría ensombrecer por los demás.

—Una buena dieta te ayudará, A-Xian. Puedo poner a la señorita Wen en contacto con un médico especializado en maternidad para ayudarte —él asintió entusiasta. Estaba determinado.

Si su shijie vio el mismo cariño en ellos como lo había entre sus padres, no lo dejaría ir por nada del mundo. El amor de sus padres era algo inigualable. Creció bajo el cariño y protección de una pareja que estaba enamorada perdidamente, que era devota hacia el uno con el otro, si había algo de lo que estaba seguro, era de cómo lucía el amor. Sus padres lo eran.

Y su hijo tendría lo mismo. Él se aseguraría de eso.

—Tienes que atender bien al emperador, XianXian. Él fue muy bueno contigo esta semana —mientras decía eso, Jiang Yanli tuvo un recuerdo—Sin embargo... ¿tus muñecas?

Wei Wuxian se avergonzó. Oh, ¿cómo lo diría?

Se rió ligero, buscando una manera de suavizar el ambiente.

—Ja, ja, shijie. S-Su Majestad es bueno con este Asistente Menor.

—De Segunda Clase —corrigió ella orgullosa, a lo que él asintió con la cabeza, diciéndose así mismo que debía recordar su nuevo título de ahora en adelante.

—Sí, eso. Bueno, no tienes de qué preocuparte, las marcas de esa vez fueron... —qué vergüenza. Claro, él no era alguien que sintiera esa emoción muy a menudo, pero cuando lo hacía, era de una manera exagerada—Son parte del gusto del emperador mientras le sirvo en la cama.

Confesó apresurado, queriendo acabar con su tormento de una vez.

La respuesta de Jiang Yanli fue una venganza traviesa por los años en que ella escuchó a Wei Wuxian decir y hacer cosas aún más desvergonzadas.

—Oh~ —canturreó con afán de molestar juguetona—Entonces es así —se cubrió su boca con una elegante mano—XianXian, ya eres todo un hombre. Ya no tienes tres años.

—¡Shijie!

—Ya, disculpa —ella barrió el bochorno para su hermano con sus manos tomando algo de la fruta y extendiéndola hasta la boca del menor—En otro asuntos, ¿le comentaste a Su Majestad sobre mi boda? ¿Te concedió el permiso de asistir? Entiendo que para el harén hay restricciones.

Aceptando la comida y tomándola en su boca, Wei Wuxian mascó y confirmó las preguntas con la cabeza. Agradeció que su hermana decidiera cambiar de tema.

—Lan Zhan me permitió estar allí, shijie —ella estuvo alegre de escuchar eso, y lo demostró aplaudiendo suave.

—Espléndido. Mis dos hermanitos estarán, no hay nada más que podría pedirle a los cielos.

—Un mejor prometido, quizás.

—A-Xian —rió la doncella.

Tenía la esperanza de que, con el tiempo, Jin Zixuan tuviera la oportunidad de convivir más con sus hermanos y volverse una familia cercana. Tal vez podría hablar con el emperador, era un poco complicado. Ahora ambos eran consortes del imperio, el contacto con hombres estaba prohibido a menos que fueran eunucos o guardias, o en presencia de ellos. Estar a solas con Jin Zixuan sería imposible. Ella era positiva de que algo se le ocurriría.

La plática continuó hasta que la luna comenzó a alzarse poderosamente sobre el cielo, acompañada de unas bellas estrellas danzantes. Con ellas, los pasos de Lan Wangji llegaron hasta la residencia de Jiang Yanli para recoger a su Asistente de Segunda Clase.

Con una cómoda sonrisa, la doncella Jiang dejó ir a su hermano luego de una divertida tarde juntos. Un recuerdo de lo que alguna vez tuvieron cuando los tiempos eran más sencillos.

—Lan Zhan, ¿puedes quedarte conmigo esta noche? —preguntó Wei Wuxian justo cuando estaban a punto de entrar de nuevo en el Invierno Floral—Estoy enterado de que has permanecido aquí durante el tiempo que estuve inconsciente, no obstante, en verdad quiero pasar aunque sea una noche estando consciente contigo.

Una sonrisa ligera y amorosa se colocó en los labios de Hanguang-Jun, luego, acarició la mejilla derecha, depositando su amor en la caricia.

Sus ojos se suavizaron.

—No estaba en mis planes el irme—respondió, robándole el aliento a Wei Wuxian.

Él aceptó complacido la afirmación con un cabeceo, apretando los labios en un intento por reprimir su sonrisa maliciosa. Bien, Lan Wangji no iría a ningún lado esa noche. Debía aprovecharlo.

Además, debía compensar su ascenso.

Una de sus finas manos encontró la manera de escabullirse entre las túnicas de Lan Wangji, alcanzando la mano de jade. La sostuvo y apretó para atrapar la atención del emperador.

Cuando este le miró, él le dio una brillante sonrisa que escondía coquetería y malicia juguetona, el emperador se sintió ansioso de repente.

—La puerta —masculló Lan Wangji jadeando.

Wei Wuxian lo había lanzado a la cama apenas entraron a la habitación. Sus ojos grises le dijeron a Lan Wangji lo que estaba a punto de suceder, avisándole de sus deseos e intenciones. Wei Wuxian cerró la puerta a sus espaldas mientras sus ojos hambrientos miraban a Lan Wangji.

—Ha sido bueno, Su Majestad, muy bueno con este Asistente de Segunda Clase —con el hombre de ojos dorados recostado sobre sus antebrazos, esos pedazos de áurea robados del firmamento le miraron siguiendo atentamente sus movimientos—Este concubino no puede hacer más que recompensar la bondad de Su Majestad.

Lan Wangji no lo expresó a través de su rostro. No, este se mantuvo serio. No dejó ver su adoración por el hombre enfrente suya.

—Así es —Wei Wuxian sonrió divertido. Sabiendo bien que la mirada dorada le seguía, primero decidió deshacerse de sus pantalones. Continuó hablándole con una voz endulzada.

—Pero, Su Majestad también se ha portado mal con este pobre Asistente —hizo un puchero exagerado y miró dolido a Lan Wangji—Tomó lo que quiso de mí y luego me abandonó por otros.

Las orejas de Lan Wangji se calentaron. El descaro era... una atrayente cualidad en Wei Wuxian.

—Sería una pena que esto pasara muy seguido, ¿no es así? —con sus pantalones ya en sus tobillos, los empujó lejos y, con dos dedos en cada mano, tomó la tela de sus túnicas para alzarla cautivadoramente. Los ojos dorados bajaron del bello rostro de Wei Wuxian hasta donde la piel de sus tersas piernas ya se comenzaba a ver.

—Sería una desgracia —respondió Lan Zhan comenzando a respirar pesado.

—Evidentemente —concordó pícaro—Si Su Majestad me abandona por tanto tiempo, ¿qué se supone que este inocente Asistente de Segunda Clase debería hacer?

Sacó una pierna de su túnica, mostrándola para provocar.

Las pupilas de Hanguang-Jun se encogieron al ver los muslos de Wei Wuxian expuestos. Lienzos que ya perdieron la marca de sus dientes en ellos. Lan Zhan se lamió los labios, eso debía cambiar, volver a la normalidad.

Morder. Quería morderlos.

—Wei Ying —llamó comenzando a sentirse desesperado. Ya era suficiente provocación.

—¿Mhm? ¿Desea algo, Majestad? —canturreó, su pie con el talón alzado bailó por el suelo en inocencia fingida.

—A ti.

Con tal respuesta, incluso el mismo representante del atrevimiento se sobresaltó nerviosamente. Su coqueteo tambaleó por su rubor y las palabras titubearon en su boca.

—La-Lan Zhan —se rió ligeramente—Eres un descarado.

—Lo aprendí de Wei Ying —así, Wei Wuxian abrió la boca ofendido.

—¡Su Majestad! —se quejó aporreando un pie en el suelo, con un berrinche que se vio tierno ante los ojos enamorados de Lan Wangji.

—Ven, Wei Ying, déjame tocarte —estiró su mano hacia él, invitándolo a la cama.

Resoplando, Wei Wuxian aceptó. La respuesta tan directa de Lan Wangji había arruinado su juego de seducción. No en una mala manera, no, claro que no. Lo que pasaba era que, con tal reacción, Wei Wuxian fue recordado que no necesitaba seducir a Lan Wangji.

Él siempre lo deseaba.

—Eres malo, Lan Zhan —estaba haciendo una rabieta, incluso así, obedeció a la palabra de Su Majestad y caminó hasta él, sentándose en su regazo con sus piernas colocadas en cada costado de Lan Wangji.

—¿Por querer a Wei Ying? —esto era una tortura. Wei Wuxian no podría soportarlo mucho tiempo. Se escondió rápido entre el cuello de Lan Wangji, cerrando los ojos fuerte tratando de ignorar el retumbar acentuado de su corazón.

—Por hacerle cosas a mi corazón —confesó. Necesitaba sacar esos sentimientos, así, su pobre corazón no se ponía tan impaciente y podía tener un respiro.

—¿Cosas a tu corazón? —preguntó en un susurro, Wei Wuxian salió de su escondite y tomó la mano del otro. La colocó sobre su corazón, donde podría sentir cómo latía exaltado. Un hormigueo recorrió a Lan Wangji.

—Cosas a mi corazón —reafirmó conectando su mirada con la del emperador.

La mano libre de Hanguang-Jun tomó la suya que igual lo estaba y la posicionó en el mismo lugar.

—Wei Ying también le hace cosas a mi corazón.

Wei Wuxian quiso llorar cuando sintió que el latido de Lan Wangji era igual al suyo.

—Lan Zhan... —bisbiseó con sus labios temblando emocionados.

Lan Zhan lo besó, ya no pudiendo resistirse a la belleza embriagante de Wei Ying. Sus manos se escabulleron por las túnicas de Wei Wuxian, buscando su entrada. Con dos dedos, la acarició, robando el primer gemido de la boca de su amado. Las manos de Wei Wuxian se apretaron en sus hombros, aferrándose a sus túnicas blancas.

—Recuéstate —le dijo antes de ser él mismo quien tomara la cintura de Wei Wuxian y lo hiciera rodar en la cama para cambiar posiciones.

—El ungüento —Wei Wuxian jadeó mientras sus manos alzaban sus ropas con desespero—En el baúl debajo de la cama.

—Lo haré yo —anunció antes de bajar hasta quedar a la altura entre las piernas de Wei Wuxian.

Él observó esto con sus mejillas ardiendo.

—Espera... —no es que quisiera detenerlo, era solo que, eso era nuevo y lo estaba erizando por completo, no pudo evitar balbucear algo excitado. Lan Wangji sabía esto, así que le ignoró.

Las grandes manos blancas del Segundo Príncipe empujaron las piernas del Asistente de Segunda Clase para separarlas. El pene de Wei Wuxian palpitó al alzar sus caderas para ponerse en una posición más cómoda para Lan Wangji y sentir el aliento cálido del emperador contra su piel.

—Lan Zhan —con la cálida lengua del hombre pasándose por su entrada, él se encogió y tembló derribándose ante el sentimiento placentero que lo llenó. Se sintió mojarse a sí mismo, la lengua del emperador llamó a su lubricante natural para aparecer.

Hanguang-Jun estuvo allí hasta que consideró que su adorado consorte ya podría soportar sus dedos para seguir preparándolo. Se movió hacia arriba cuando tuvo la primera probada del espeso líquido salir del cuerpo de Wei Ying.

Introdujo dos dedos de una y fue recibido con comodidad, sin presión que lo detuviera, comenzó a abrirlos para expandir el interior. Wei Wuxian tomó las sábanas entre sus puños. Su pecho subiendo y bajando arrítmicamente mientras gemidos se colaban desde su garganta.

Ya se había desecho de sus ropas, o lo que restaba de las de Wei Wuxian. Él se desnudó por completo en cuanto tuvo la intención de ya poder entrar en Wei Wuxian, justo después de asegurarse de que no lo lastimaría.

—Lan Zhan, espera, eso también necesitaba ser preparado —los ojos de Wei Wuxian se abrieron exaltados cuando la punta del pene de Lan Wangji se presionó contra él. Luchó contra el sentimiento de empujar sus caderas en su contra, buscando la penetración, ya que tenía una idea para devolver el placer que le fue entregado—No querrás lastimarme, ¿verdad?

—Nunca me atrevería —conmovido, el joven de ojos grises miró a Lan Wangji con una sensible adoración en su ser. Oh, cómo quería...

—Entonces confía en mí —se movió para colocar su rostro enfrente del miembro. Se mordió el labio estando así de cerca.

Ya quería escuchar gemir al gran Hanguang-Jun por lo que estaba a punto de hacer.

Los gemidos de Lan Zhan no se hicieron esperar apenas su pene fue tomado por la cálida boca de Wei Wuxian, con sus labios apretando cada cierto tiempo y su lengua moviéndose alrededor de este. Su mano temblando atrapó los cabellos negros y los apretó buscando algo de su autocontrol que se evaporó con la sensación de Wei Wuxian succionando su miembro.

El Asistente de Segunda Clase se aseguró de dejar mucha saliva en la extensión del pene. Una sonrisa casquivana se presentó en su rostro en cuanto dejó ir a Lan Wangji. Le encantaba tener el poder de arrebatarle aquellos obscenos sonidos a alguien como Hanguang-Jun.

—Listo, ya puedes hacerlo —sus ojos captaron algo más, arriba, estaba el abdomen marcado de Lan Wangji.

Una ráfaga de deseo llegó hasta Wei Wuxian, se lamió sus labios mientras sus ojos observaban a detalle los abdominales de su emperador. No escatimó en sus deseos, y, sin pensarlo, pasó su mano por estos.

—Tan fuerte —él se movió para besarlos, luego, subió de poco en poco, dejando un camino de besos por el torso de Lan Wangji—Tan divinamente creado.

Y era verdad. Viéndolo así, y permitiéndose el disfrutar de la vista; él veía que Lan Wangji fue creado por los dioses con un esmero que nunca antes se había visto. Desde la cabeza hasta los pies.

—Un rostro celestial —dejándose llevar por la lujuria, comenzó a hablar bajo efecto de esta—Un cuerpo cultivado; fuerte y resistente —lamió el abdomen marcado sin pensarlo dos veces, el emperador apretó la zona en respuesta—Piel como el jade —sus manos se posaron en los hombros de Wei Wuxian, mientras las del joven se colocaron en sus caderas.

—Wei Ying —suspiró el emperador. Las puntas de sus orejas se llenaron de un rojo potente.

Cuando sus besos llegaron al pecho, miró la zona donde su corazón se localizaba. Allí, decidió colocar su oreja contra el pecho, escuchando el latido.

«Un corazón que me pertenecerá» quiso decir.

—Un noble y humilde corazón —optó mejor por aquellas palabras que no eran menos que la mera verdad. Antes de alejarse, tomó las manos de Lan Wangji entre las suyas, las alzó hasta su cara y pasó su rostro en contra de los nudillos, como una muestra de adoración—Manos grandes y suaves.

Hanguang-Jun ya tenía la respiración pesada en deseo, con las palabras de su amado, solo sentía que su corazón iba a explotar. Así que, tomando ventaja de la cercanía, con sus manos atrapó el rostro de Wei Wuxian.

Él sonrió cuando lo hizo. Miró su rostro a detenimiento y continuó hablando.

—Labios tersos y hambrientos —Lan Zhan ya no podía, sentía sus orejas arder desmesuradamente y su corazón explotar en devoción—Ojos... dorados como el oro, llenos de sabiduría y compasión. Apasionados y sensibles, un paraíso divino.

Wei Wuxian lo logró.

Lan Wangji lo besó apenas terminó esa última oración, el Asistente de Segunda Clase lo sabía. Vio el momento exacto en el que su emperador perdió y cayó ante sus palabras.

—Eres un descarado —le susurró Lan Wangji empujándolo hacia atrás con sus besos para recostarlo sobre la cama, Wei Wuxian puso sus manos en los costados del rostro del hombre, dejándose besar a deseo del emperador—Sin vergüenza —tomó una rodilla para hacer que el otro abriera sus piernas—E incluso así, eres la belleza encarnada en la osadía.

Wei Wuxian se estremeció. Oh no, si Lan Zhan le devolvía todo lo que dijo, no lo soportaría.

—Lan Zhan...

—Tu piel suave como la más fina seda —sus deseosos dedos recorrieron la pierna izquierda de Wei Wuxian, apenas tocándolo, pero logrando erizarlo—Tu cuerpo firme y cuidado —llegó hasta el abdomen. Sus miradas nunca se apartaron, de esa manera, podía ver los ojos brillando de Wei Wuxian.

Su mano llegó al pecho, y allí, sus ojos bajaron para mirar la marca que se exponía en su piel. La acarició apenas.

—Un corazón valiente y latiendo en convicción —finalmente, llegó hasta su cara sonrojada—Labios llenos en un dulce sabor y una sonrisa que llena de alegría los cielos —Wei Wuxian quiso llorar. Este hombre... este hombre lo iba a matar.

Sus ojos se encontraron otra vez. Ansiosos por continuar.

—Ojos haciendo un complemento con el dorado de los míos; una mirada platina. Maliciosos, pero risueños. Traviesos, pero decididos. Atrevidos y tímidos al mismo tiempo —Lan Zhan miró esos mismos ojos que ahora adoraba ver llenarse en dulzura mientras lo observaban.

Decidiendo que ya era suficiente, se acomodó para entrar en Wei Wuxian, el otro le ayudó moviendo sus caderas para alinearse.

—Mi mayor tesoro —empujó la punta, robando un jadeo en Wei Wuxian. La mirada se cortó cuando Wei Wuxian cerró los ojos y gimió—Mi única adoración —bajó para besarlo, atrapando los gemidos en su boca—Mi bello consorte.

Wei Wuxian no lo resistió. Cada palabra, cada caricia y cada mirada que Lan Wangji le dio mientras lo halagaba lo hizo sentir que se moría en amor por él. ¿Cómo podría llegar a dejarlo ir?

—Te quiero... —susurró desde el fondo de su corazón. Un susurro que se escapó desde sus más fuertes latidos—Te quiero tanto, Lan Zhan.

Lan Wangji se quedó inmóvil cuando a sus oídos llegó el sonido de tan deleitosa confesión sincera.

La alegría, el exquisito deleite de recibir las palabras de amor de Wei Ying lo abatieron en dicha. Una de sus manos se movió para acariciar la mejilla de Wei Wuxian, con fervor le miró confesarse ante él.

—Yo también te quiero, Wei Ying —correspondió con una sonrisa.

Wei Wuxian soltó algunas lágrimas al escuchar la respuesta de su emperador. Qué fortuna era el ser entendido en sus sentimientos.

Lan Zhan besó esas lágrimas para alejarlas del rostro dueño de sus sueños.

Con cuerpos unidos, corazones latiendo en sintonía y labios tocándose jugosamente, los dos hombres esa noche lograron abrir una puerta en sus almas. La genuina voluntad de ser libres los conectó de una forma que no muchos podían conocer. Lan Zhan volvió a llenarlo, lo único diferente fue que, esta vez, Wei Ying sintió que de verdad lo llenaba en ser y alma. El otro también fue capaz de sentirlo, cómo Wei Ying tomaba un poco más de él y le daba algo a cambio. Todo se tornó negro, lo único real eran sus fluyentes energías combinándose. En sus mentes no había cavidad para otra cosa que no fuera el otro.

Pudo sentir cómo Wei Ying entraba a su alma, a lo más profundo de su ser y lo abrazaba con cálido sentimiento, cómo lo abrumaba con su presencia y reemplazaba el frío de su corazón con la fresca brisa de risa, el calor de su deslumbrante sonrisa y la alegría de su vida. Le daba color y sabor a su existencia, cuidando de sus aspiraciones que se alejaban de su rutina. Lo invitaba a ser alguien que él quisiera. 

Wei Ying lloró por el mar de sensaciones que Lan Zhan le entregó al unirse a él. La calma nivelando su salvaje libertad, y que no lo restringía, sino más bien que lo acompañaba en su viaje. Lan Zhan le dio una tranquilidad que hace mucho tiempo no sentía, le compartió un poco de su paz para calmar su dolor, sus preocupaciones y miedos. Sanando sus heridas, curándolas con la seguridad que le prometía.

Cultivaron juntos. Lan Zhan lo reconoció y Wei Ying también. Wei Wuxian entendía la complicidad en el acto, y así mismo lo hacía Lan Wangji.

Era suyo, completamente suyo. Lo sabía. Esas sensaciones eran únicas y exclusivamente para ellos.

Y ahora que lo sabía, lucharía en contra de todos para hacerlo suyo enfrente de todos. Reclamarlo como su único consorte.

La única persona que podía hacerle cosas a su corazón.

Lan Zhan dejaba un rastro de besos que se encaminaban desde la espalda baja hasta el hombro derecho, adormilado, Wei Wuxian se dejaba llevar por la comodidad de esa noche, por aquellos delicados besos que su emperador le estaba regalando que le enviaban corrientes de electricidad por su cuerpo, encrespando la piel.

El cultivo dual era un asunto de suma importancia y seriedad, para lograrlo, un mínimo requisito era tener una conexión afectiva con la pareja. Y Wei Wuxian podía jurar que sus almas estuvieron involucradas, no solo sus energías espirituales. Si esto era así, de ser verdad, de haber sido que también cultivaron en alma y no solo en cuerpo, eso significaría que...

Que Lan Zhan y él eran almas gemelas. Solo ellas podían cultivar el alma.

Y de esto ser acertado, Lan Zhan no podría cultivar con nadie más que con él. ¡Y eso era perfecto! Era la perfecta excusa, usar cultivo dual intensificaría el cultivo normal para el núcleo dorado, y se quería que el emperador tuviera un excelso nivel de cultivo, ¿no? ¿Quién le impediría cultivar al emperador?

—Usamos cultivo dual, ¿verdad? —preguntó cuando el hombre mayor llegó a su hombro, movió hacia un lado su cabeza para encontrar sus labios. La punta de la nariz del emperador acariciando su mejilla, la cercanía permitiendo que escuchara su respirar, todo era perfecto.

—Mn. Así es —respondió complacido. Fascinado por lo que había sucedido, Lan Zhan solo pensaba en repetirlo. En volver a ese momento donde su Wei Ying y él se volvieron uno, donde solo existieron ellos.

Ese era un mundo perfecto. Ideal y simple. Lleno de ambos.

—Bien, solo me aseguraba que no fuera mi imaginación —desde la ventana vio el sol comenzar a salir, como era costumbre en las noches que estaban juntos, las horas se les escapaban de las manos sin que se percataran—Deberías dormir, Lan Zhan. De seguro tienes muchas cosas que hacer en unas horas.

—Una vez más —musitó posando sutiles besos por el hombro del Asistente de Segunda Clase. Wei Wuxian se rió de manera grácil.

—Ya han sido muchas veces, Su Majestad —sin importar sus palabras, se dio la vuelta para dejar que Lan Wangji encontrara su camino hasta él—Estará agotado para cuando los sirvientes lleguen.

—No me canso de esto. No me cansaría de ti jamás, Wei Ying —la grata confesión llevó a sonreír a Wei Wuxian.

—Si dices eso, ¿cómo puedo negarme a ti, Lan Zhan? Eres tan injusto —hizo un mohín con sus labios al mismo tiempo que alzaba sus caderas y abría las piernas para dejar un acceso libre.

—Lo de hace unas horas —acariciando las marcas de su agarre en las caderas de Wei Wuxian, él miró directo a los ojos grises—Repítelo.

—¿Eres tan grande?

—No —su gesto derrotado hizo reír bajito a Wei Wuxian, cómo amaba molestar a Lan Zhan.

—¿Entonces qué debería repetir, Majestad? Dije muchas cosas.

—Te quiero —cortó lo que sea que el Asistente de Segunda Clase tuviera que decir, sonrojándole con el recordatorio de la confesión que había hecho en medio del placer, sin embargo, eso no significaba que fuera una mentira—Repite que me quieres.

El joven consorte suspiró, definitivamente su corazón no soportaría no tener a Lan Zhan.

—Te quiero, Lan Zhan, en verdad te quiero mucho —como si hubiera visto el mismo cielo, los ojos de Lan Wangji centellaron en una dorada emoción.

—También te quiero, Wei Ying —los platinos llamearon, reflejando la fuerza de una viva sinceridad en las palabras del monarca.

—De acuerdo —Wei Wuxian parpadeó para alejar las lágrimas de sus ojos—Podemos hacerlo una última vez, luego dormiremos —subió sus manos hasta el cuello de Lan Wangji—Dale un descanso a mi corazón, Lan Zhan.

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