Capítulo II: Invitación.
Por decreto del emperador Lan Qiren, el primer sucesor al trono; Lan Xichen, fue desestimado de su posición como heredero a la avenida de una paz prometida luego de la caótica guerra que se desató.
Tiempo después, casi inmediatamente, para calmar las habladurías y la turbación de la gente sobre una rebeldía en la Familia Imperial, el compromiso de Lan Xichen con Jiang Wanyin fue anunciado.
Por ley, un líder de secta no podía ocupar el puesto de Emperatriz Masculina. Dado a los posibles choques civiles con las responsabilidades de una secta con las de ser emperatriz, los líderes de secta no eran candidatos para el puesto. Ni siquiera podían formar parte del harén imperial.
De forma casi absurda, no había mucho problema mientras tanto su esposo no fuera el emperador. Los príncipes sí podían desposar a un líder de secta y su unión solo serviría para estrechar lazos con dicha secta, mas no le daba ningún tipo de poder.
En tanto así, cuando Lan Xichen y Jiang Cheng se volvieron amantes secretos durante la guerra contra los Wen, ambos sabían que alguno de los dos debía renunciar a su puesto futuro si deseaban continuar con su apasionado amor.
Al final, Lan Xichen fue quien renunció a ser el emperador para poder casarse con Jiang Wanyin. Primero; por amor, y segundo; porque el futuro Líder de Secta Yunmeng Jiang ya se encontraba embarazado de su primer hijo.
Una boda real debía ser preparada de inmediato, antes que el embarazo de Jiang Cheng comenzara notarse. Lan Qiren evidentemente se encontró con las manos atadas cuando al querer convencer a su sobrino de reconsiderar su decisión de casarse con el próximo líder de secta, este le respondiera que no podía fallarle ahora que estaba esperando un hijo suyo.
Era un sacrilegio permitir que el futuro emperador tuviera su primer hijo fuera del matrimonio, por lo tanto, y cuando Lan Xichen le dijo a su tío que renunciaba a su derecho por nacimiento con tal de poder casarse con el amor de su vida, Lan Qiren no tuvo mejor opción que el ceder al matrimonio de ambos jóvenes.
El pueblo se tomó bien dicha decisión, y estaban enamorados con la historia de amor de ambos. Un hombre dispuesto a dejar una corona imperial con tal de casarse con la persona que amaba era digno de ser admirado por su noble corazón. Esto no hizo más que darles aún más fama a los hombres del Clan Lan.
Apasionados, leales y con sentimientos eternos. Así era un hombre Lan.
Junto a los preparativos de la futura boda, también comenzaron los de la ascensión de Lan Wangji como heredero de la dinastía Lan. El Segundo Jade de Gusu Lan ahora asumiría el papel que le tocaba a su hermano mayor.
Con eso, la gente calmó sus inquietudes. Gracias a su participación en la Campaña para Derribar al Sol, Lan Wangji se había convertido en una figura que llevaba consigo el respeto de los ciudadanos comunes. Conocido como un hombre justo, noble y recto, nadie tuvo alguna queja cuando supieron que el Segundo Amo Lan tomaría el rol que su hermano rechazó. Esta noticia eclipsó por completo la degradación de Lan Xichen y sus motivos para aquellas bocas maliciosas que buscaban crear conflicto en el consejo.
Con el cálido color naranja del atardecer pintando Gusu, Hanguang-Jun subió al trono bajo los coreos alegres de su pueblo y sus súbditos jurándole lealtad hasta la muerte.
Justo cuando se cumplían cinco meses desde la desaparición de Wei Wuxian luego de su huida del Muelle del Loto.
Madame Yu fue castigada durante esos cinco meses; por cada cosa que antes hacía con libertad y podía ser considerada una falta, ahora Jiang Fengmian la mandaba a arrodillarse en la Sala Ancestral junto a sus doncellas. El Clan Yu, avergonzado después de leer la carta que el Líder de Yunmeng Jiang envió para reportar la situación, le ofreció su total apoyo al hombre ante la embarazosa actitud de su madame.
Jiang Cheng y Jiang Yanli no pararon de buscar a Wei Wuxian, pero, era como si la tierra se lo hubiera tragado. No había rastro de él ni de los hermanos Wen, quienes lo siguieron desde su partida.
Lan Wangji se preocupó cuando a su coronación los Jiang llegaron sin el joven chico siguiéndolos. Hasta donde se había enterado, Wei Wuxian se encontraba viviendo con ellos. Por eso, su corazón se angustió al no verlo detrás de las personas de túnicas moradas. Estuvo desanimado, había pensado que en ese día podría volver a verle.
Esperaba escuchar su voz felicitarlo por su coronación y molestarlo con lo ostentoso que se veía con sus túnicas ya de emperador.
Amarrado a su trono, se obligó a restringir su gesto inquieto cuando Jiang Fengmian y Jiang Wanyin se arrodillaron para reconocerlo como su nuevo emperador. Sus ojos dorados miraron a Jiang Cheng, esperando para ver si él le decía algo sobre su hermano.
Cuando no hubo más que un ademán triste en el rostro del sucesor Jiang, él ya no pudo concentrarse en su celebración. Solo atinaba a corresponder con la cabeza los saludos de los demás líderes de secta, sin embargo, su mente se encontraba inundada por las constantes preguntas sobre el estado de Wei Wuxian.
¿Dónde estaba? ¿Estaba bien? ¿Dormía bien, comía bien? El frío estaba por llegar, ¿tenía suficiente ropa para abrigarse?
Su primera orden como nuevo emperador fue enviar a centinelas para vigilar cada pueblo y ciudad de todas las sectas, ante la gente, eso era un aumento de seguridad para todos. Gesto que aplaudieron contentos.
Para él, fue una excelente y creíble excusa para empezar la búsqueda del joven heredero del Clan Wei.
Antes, él mismo hubiera sido quien saliera en su búsqueda, pero ahora que llevaba el título de emperador sobre sus hombros, no podía hacerlo. Comandar a discípulos para esa exclusiva tarea llamaría la atención de su tío. Quien, claramente, no aprobaría el uso de los centinelas para aquella –a su parecer– tan absurda tarea.
—Wangji —Lan Xichen encontró a su hermano parado cerca del prado donde sus conejos crecían. Un capricho que él se empeñó en cumplir incluso ante la negativa de Lan Qiren.
Lan Xichen estuvo del lado de su hermano cuando este le dijo a su tío que no se desharía de los conejos. Él sabía quién se los había regalado, y no le costó mucho tiempo entender por qué Lan Wangji no los quiso dejar ir. Por esa misma razón, cuando su prometido le confesó con pesadumbre que no había visto a Wei Wuxian desde hace casi seis meses, él sabía el efecto que la desaparición del Joven Wei traería a su hermano menor.
Jiang Wanyin, junto a su padre, buscaron por todos los rincones de Yunmeng y las ciudades cercanas. No había nada. Lan Xichen lamentó las pequeñas lágrimas que salieron de los preciosos ojos de su prometido cuando le contó sobre la desaparición de su hermano. Las hormonas de su embarazo no ayudaron mucho a calmarlo.
Por ello, cuando vio a su hermano menor allí, parado con un semblante que podría partirle el corazón, mirando los conejos que Wei Wuxian le había regalado el día antes de terminar sus estudios en el Descanso de las Nubes, Lan Xichen deseó poder ayudar de alguna manera a su didi. Hacer algo por desaparecer la doliente tristeza que se pintaba en su rostro cada vez que miraba algo que le recordaba al joven que tanto mantenía en sus pensamientos.
Pulcro y elegante, Lan Wangji se paraba allí cada día como una especie de ritual. Solo miraba a los conejos jugar o comer por unas horas, luego, se iba para seguir cumpliendo con sus deberes como emperador. Su corona reposaba en el césped en cada momento, denotando que, cuando iba allí, no era un emperador.
Solo era un joven hombre que moría del ansia por no saber nada de la persona a la que atesoraba.
Con el llamado de su nombre, el emperador se giró a verle con delicadeza. Lan Xichen le sonrió de forma reconciliadora, entendiendo su dolor.
—Xiongzhang —murmuró Lan Wangji levantando la corona del césped para volver a colocársela en la cabeza. Lan Xichen lo dejó ser a medida que se acercaba.
—Wangji, tengo buenas noticias —estaba emocionado por decirle a su hermano lo que su prometido le había comentado hasta hacía apenas unos minutos.
Después de escuchar a su pareja, Lan Xichen se excusó para ir –prácticamente– corriendo en busca de su didi para darle la noticia que había emocionado a Jiang Cheng al grado de hacerle dar pequeños saltitos mientras se iba.
Lan Wangji le miró con curiosidad, pensando en qué podría poner tal ánimo en el rostro de su hermano mayor. Quizás algo sobre el embarazo del futuro Líder de Secta Yunmeng Jiang, consideró.
No se esperó lo que Lan Xichen le dijo.
—A-Cheng encontró al Joven Amo Wei —su respiración se cortó al instante. Su preocupación se extinguió rápidamente de todos sus sentidos con la noticia, sintió el alivio reemplazarlo.
—¿Dónde? —apresurado, él preguntó.
Lan Xichen sonrió. Había un feliz rastro de euforia y esperanza en el mar dorado de los ojos de su hermano cuando lo miraron.
—A las lejanías de Qinghe, dijo que sus discípulos lo vieron durante una cacería nocturna allí. Sabiendo que el Líder del Clan Jiang había dado la orden de buscarlo cada vez que estuvieran fuera, lo siguieron —explicó con tranquilidad, y con cada palabra, el rostro de Lan Wangji se iluminaba tiernamente—Lo siguieron hasta una cabaña remota de la ciudad, los hermanos Wen estaban con él.
Lan Wangji sentía que ya podía respirar con placidez. Sabiendo que Wei Ying estaba sano y a salvo, su corazón dejó ir la angustia en la que se había sumergido tras su desaparición. Su pecho dejó ir esa presión constante que se posó pesadamente con cada minuto en el que no supo nada de Wei Ying. Ya no se sentía ahogado todo el tiempo.
—A-Cheng ya debe estar en camino a verlo. Wangji, estoy seguro que él logrará que vuelva al Muelle del Loto —con sus palabras, tuvo la intención de calmar y animar a su hermano. Sin embargo, Lan Wangji reaccionó con un fruncimiento de ceño. Algo todavía lo perturbaba—¿Qué sucede?
Titubeando, Lan Wangji miró hacia abajo, pensando una y otra vez la molestia que tenía en su cabeza.
—Wei Ying jamás dejaría a sus hermanos sin decir nada —masculló—Me temo que algo sucedió que lo hizo abandonar el hogar que le fue ofrecido.
Pronto, Lan Xichen también comenzó a repasar todas las posibilidades, él no conocía a Wei Wuxian de la manera en la que su hermano lo hacía. Al final, Lan Wangji fue quien pasó más tiempo con él. Pero, por lo poco que pudo ver y escuchar del Joven Wei, no parecía ser un hombre que fuera capaz de irse sin avisar.
Entonces, un nombre se les vino a la mente.
La Araña Violeta.
Era bien conocida la actitud explosiva de la madame de Yunmeng Jiang. Los Lan no son hombres de escuchar o hacer caso a los rumores y chismes; no obstante, si estos eran verdad, ambos temieron que ya sabían la razón por la cual Wei Wuxian abandonó el Muelle del Loto.
Wei Wuxian, el hijo de la mujer que se decía Yu Ziyuan tanto despreciaba, viviendo bajo el mismo techo con ella, ¿cuánto tiempo tomaría para que ella descargara su famosa ira en su contra?
Repasando el día de su coronación, Lan Wangji no pudo recordar a la señora asistiendo al evento. Tampoco escucharon a Jiang Fengmian o Jiang Wanyin excusar su ausencia.
Afligido, Lan Wangji suspiró.
¿Qué cosa horrenda habrá hecho o dicho Yu Ziyuan para lograr que un chico como Wei Wuxian se fuera sin mirar atrás a las personas que amaba?
Wei Wuxian era valiente y no era fácil de ofender dado a su naturaleza intrépida, mas, con una lengua afilada y una ira acumulada, no debía ser tan difícil. Solo había que presionar en el punto correcto. Sumado a que Wei Wuxian se encontraba sensible por la muerte de sus padres.
—¿Y si no acepta volver? ¿Qué será de él? —preguntó con una voz casi sofocada. De nuevo, la angustia lo comenzó a carcomer.
Lan Xichen se quedó callado por unos segundos, pensando en qué decir. Recordando a su padre, él sonrió ligero.
—No lo sé, Su Majestad —su tono de voz cambió cuando pronunció lo último, dándole una respuesta indirecta en ella.
Lan Wangji sintió que el peso de la corona que se alzaba sobre su cabeza por fin valía la pena al darse cuenta de lo que su hermano quiso decir.
Jiang Cheng caminaba con prisa, ansioso por encontrar aquella conocida cinta roja que tanto buscó por meses desde la última vez que la vio.
Wei Wuxian le sonreía cuando lo encontró.
—Sabes, deberías decirle a Jiang-shushu que sus centinelas no son del todo discretas —recostado sobre una carreta con sacos llenos de verduras y frutas, Wei Wuxian detuvo a su hermano de pasar de largo.
Como su corazón, Jiang Cheng se detuvo de inmediato cuando la voz de Wei Wuxian llegó a sus oídos.
Se dio vuelta, sus túnicas revoloteando con su brusco movimiento, junto a un corazón esperanzado y unos ojos que buscaron a la persona que tanto extrañó por tanto tiempo.
Lo vio allí, los mismos ojos grisáceos que le sonrieron con hermandad y felicidad de volver a verle. Con un sombrero de bambú y túnicas simples que dejaban atrás su descendencia como futuro líder de secta. Allí, frente a él; Wei Wuxian se yacía con comodidad.
—Wei Wuxian —dijo entre dientes. Si bien, estaba feliz de verlo sano, un enojo tomó poder de su voz sin lograr evitarlo.
La sonrisa del joven de túnicas negras flaqueó al ver el enfado en el rostro de su shidi. ¿Qué había hecho mal? Cuando se dio cuenta de que era seguido, y al reconocer las túnicas moradas de quienes lo acecharon hasta su cabaña, esperó pacientemente en el mercado de la ciudad por alguien de la familia Jiang.
Ya sea su shidi, su shijie o su shushu, pero, tenía la esperanza de que alguien iría a verlo. Tenía la esperanza de que a alguien le importara.
Evidentemente, no se esperaba más que sonrisas y gestos cálidos cuando lo vieran. Tal vez un pequeño regaño por huir. Pero, no se esperaba lo que en esos momentos tenía delante de sus ojos, su hermano lo miraba como si quisiera asesinarlo.
—¡Tonto, ¿cómo puedes dejarnos así sin decir ni una sola palabra?! —las manos del heredero de Yunmeng Jiang rápidamente lo alcanzaron para jalarlo hacia él—¿Sabes lo preocupada que estaba A-jie por ti? ¿A-die?
Nerviosamente avergonzado, Wei Wuxian soltó algunas tímidas risas.
—Aiya, A-Cheng, no tienes que ser tan duro —con eso, la furia de Jiang Cheng no hizo más que aumentar. Estaba listo para gritarle más, cuando, súbitamente, se detuvo.
Alejándose de su torpe hermano, él comenzó a respirar para calmarse. Como si hubiera recordado que no podía matar a Wei Wuxian en plena calle, cosa que, hizo reír burlón al mayor.
—Además, no quería irme sin avisar es solo que... —su voz murió a medida que avanzaba. ¿Cómo podía decir que las palabras de Yu Ziyuan le dolieron tanto que decidió irse sin pensarlo dos veces?
Sabiendo lo que por su mente pasaba, Jiang Cheng chasqueó la lengua.
—No te preocupes por eso. Mi madre hizo mal y por eso mi papá la castigó —mencionó con sofoco. Ver a su madre ser castigada, cuando nunca antes lo había sido, fue extraño para él.
Sin embargo, que sintiera un poco de pena por ella no borraba las horrendas cosas que dijo sobre su tía Cangse Sanren. Incluso los días posteriores a su primer castigo, ella insistió en usar el nombre de su adorada tía para acusar a su padre.
Se ganó varios otros castigos gracias a ello. Y para ese punto, Jiang Yanli y Jiang Cheng solo se hacían de oídos sordos y ojos ciegos. Escucharla hablar tan ácidamente de la muerte de una mujer que ellos mismos vieron era buena y pura, era asqueroso.
Al menos, eso fue lo que Jiang Cheng le contó a Wei Wuxian.
—Desde que te fuiste, padre estuvo buscando por ti en todos lados —una sonrisa tembló en los labios del mayor, feliz de saber que el cariño de su tío seguía allí incluso después de abandonarlo—A todo esto, ¿en qué demonios estabas pensando? ¿Crees que el dinero es eterno? Sobre todo, ¿qué rayos es esto?
Tantas preguntas, y la que Jiang Cheng quería que fuera respondida primero era la última, pues estiró su mano para tomar un saco que Wei Wuxian llevaba en su carreta.
—Son rábanos, los vendo —dijo orgulloso. Jiang Cheng alzó una ceja.
—¿Rábanos? ¿En serio? Y yo pensé que hacías comedia en las calles como el bufón que eres.
Ofendido, Wei Wuxian bajó la carreta y la dejó en el suelo para intentar golpear a su shidi por el comentario. Huyendo con algunas risas, Jiang Cheng se movió por el camino que ambos seguían, camino que, según Wei Wuxian, los llevaría a la cabaña donde vivía junto a los hermanos Wen.
Extrañamente, Jiang Cheng se detuvo a los pocos segundos de comenzar su jugueteo infantil. Apoyándose de un lado de la carreta, el más joven de los hombres Jiang se inclinó ligeramente para tomar aire a bocanadas medianas. Wei Wuxian, a su lado, le miró intrigado.
—¿Qué te pasa? ¿Estás enfermo? —preguntó, y entonces, se preocupó. Iba a estirar sus manos para alcanzar a su hermano y verificar su estado cuando Jiang Cheng las alejó con delicadeza, pareciendo que ya estaba recuperado.
—Estoy bien, idiota —una última inhalación hasta que él le sonriera a Wei Wuxian—Es solo que, con el embarazo, me agito más rápido de lo normal.
El hombre mayor, quien ya se dirigía a tomar su carreta de nuevo para continuar acarreándola hasta su hogar, se detuvo en seco un milisegundo antes de girarse precipitosamente para darle una mirada asombrada a su shidi.
Cuando sus ojos llegaron hasta Jiang Cheng, la sonrisa de él se volvió tímida, pero, su firmeza se demostró cuando colocó su mano en su vientre.
Wei Wuxian alzó una ceja al bajar su mirada siguiendo la mano.
—¿Quién es el padre? —preguntó sintiendo una mezcla de emociones. Sentía felicidad por saber que sería tío, incluso así, también estaba enojado. Alguien se había atrevido a embarazar a su shidi sin siquiera estar casados, ¡qué osadía!
—Lan Huan —respondió con presunción Jiang Cheng.
Entonces, ambas cejas de Wei Wuxian subieron pasmadas.
—¿Lan Huan? Es decir, ¿Lan Xichen? ¿El futuro emperador? —el rostro de Jiang Cheng cambió un poco después de eso. Lucía como si hubiera hecho algo malo y eso lo avergonzara.
—Sí... bueno, sobre eso... —vaciló con una temblorosa sonrisa—Digamos que hubo un cambio de planes.
Considerando que era mucha información que procesar, Wei Wuxian señaló la carreta para que se sentaran para hablar.
—Ven aquí y cuéntame todo, porque esto me está confundiendo mucho, ¿qué rayos pasó en los meses que me fui? —de un salto, él se subió a su carreta y palmeó el lugar a su lado. Al recordar el estado de su hermano, quiso volver a bajarse para ayudarlo.
Jiang Cheng golpeó sus rodillas para evitar aquello, se subió con facilidad a la carreta y se sentó al lado de su hermano.
—Estoy embarazado, no incapacitado —gruñó, haciendo reír levemente a Wei Wuxian.
—Perdóname por querer cuidar del primogénito del futuro emperador —bromeó él. Cuando Jiang Cheng no le siguió, Wei Wuxian comenzó a dejar morir sus risitas—¿Jiang Cheng?
Su hermano menor se burló de él con los ojos.
—¿Que no eras un genio de nuestra generación? Me sorprende que no sepas leer la situación —esperó por unos segundos para ver si Wei Wuxian captaba la indirecta. Cuando el entrecejo fruncido en el rostro del otro permaneció, con un suspiro, dio otra pista—Quiero que asistas a mi boda, es el mes que viene. Lan Qiren no quiere que mi vientre se haga notar antes de que esté casado con Lan Huan.
—¿Te casarás? ¿Cuándo siquiera hubo un cortejo? ¿El tío Jiang le dio la bendición a Lan Xichen? —frustrado. Así se sintió Jiang Cheng ante la desviación del tema.
—Me voy a casar, Wei Wuxian, ¿sabes lo que eso significa?
—¡Sí lo sé! No soy tonto. Significa que lograste meter a tu bolsa al próximo emper-
Repentinamente, él se detuvo. Jiang Cheng alzó sus cejas de forma expectante, queriendo saber cuánto le tomaría a su hermano el entenderlo.
Recapitulando sus clases sobre el imperio, Wei Wuxian recordó de manera vaga algunas de las largas reglas que los emperadores debían seguir.
Eso, solo podía significar una cosa.
—No me digas que el Primer Príncipe renunció a su puesto —dijo al por fin comprender. Jiang Cheng le sonrió inocente.
—Por mí, ¿puedes creerlo, Wei Wuxian? Alguien está dispuesto a renunciar a ser emperador para poder casarse conmigo —la alegría ya no cabía en la voz de Jiang Cheng. Había estado en las nubes desde que su pareja le dijo que había decidido ser él quien renunciara a su puesto.
Porque, podría sonar egoísta, mas, él se encontró dudando en abdicar a ser el próximo líder de su secta cuando llegó el momento de decidir. Sobre todo, porque, al ser el último hijo, no había una línea de sucesión que seguirse y el poder de Yunmeng entonces podría caer en manos de alguien ajeno a su familia una vez sus padres murieran. Le dolía admitir que no quería que eso sucediera ante su pareja.
Mas, Zewu-Jun, haciéndole honor a su título, aceptó ser él quien se sacrificara con templanza y adoración hacia el futuro padre de su hijo.
Feliz y orgulloso de su hermano, Wei Wuxian le sonrió.
—Por supuesto que sí, A-Cheng —habló sincero—Cualquiera abandonaría todo para poder estar con alguien como tú.
Avergonzado, Jiang Cheng bajó la mirada hasta su vientre. Debajo de sus túnicas, un pequeño bulto se alzaba con delicadeza.
—¿Quieres que Wen Qing te cheque? Sabes que no hay mejor médica que ella en el mundo del cultivo entero —murmuró Wei Wuxian ante la vista.
Gustoso de la idea, el joven aceptó. Mientras más personas le aseguraran que su hijo estaba bien, más tranquilo podía estar.
Si había algo que Wei Wuxian no pensó claramente el día que Jiang Cheng lo puso al tanto de la situación alrededor de todos los clanes, era el pequeñísimo hecho de que; Lan Wangji se había convertido en emperador.
Él sonrió contento. De alguna manera, sabía que eso pasaría. Lan Xichen parecía ser un hombre que daba vital importancia a sus sentimientos, lo cual no era necesariamente algo malo, sin embargo, para gobernar se necesitaba de una mente templada y sensata. Lo cual, Lan Wangji poseía.
Mente que Wei Wuxian había disfrutado de poner a prueba durante su tiempo de estudios en el Descanso de las Nubes. Era simplemente comiquísimo ver a Lan Zhan enfurecerse y nombrar "Desvergonzado" "Patético" y "Aburrido" a sus intentos por llamar su atención.
Satisfecho, Wei Wuxian pensó que si hubo alguien que preparó a Lan Wangji para ser incluso más paciente de lo que ya era, fue él.
—Recuerda que ya no puedes llamar a Su Majestad por su nombre de nacimiento como solías hacerlo antes, Wei Wuxian —le recordó Wen Qing mientras los tres caminaban por la ciudad en camino a la celebración por la boda de Jiang Cheng y Lan Xichen.
—Ah~ No creo que pueda llamarle Su Majestad, no me acostumbro siquiera a la idea de que Lan Zhan es emperador —hizo un puchero.
Wen Ning se rió tenuemente.
—También debe recordar que el Joven Amo Jiang pronto será un Honorable Consorte, deberá tratarlo con respeto, Joven Maestro Wei —ante eso, Wei Wuxian jadeó.
—¡Lo había olvidado por completo! —el puchero no hizo más que aumentar al pensar en la manera tan formal con la que debería tratar a su shidi ahora que este se casaría con el Primer Príncipe de Gusu Lan—Ese shidi mío, logró escalar más arriba que su shixiong.
—En verdad logró ocultar bien su romance con el Primer Príncipe Lan —murmuró Wen Qing—Nos tomó por sorpresa a todos.
Wei Wuxian estuvo de acuerdo.
Nunca pensó que su hermano hubiera ocultado algo tan importante a su familia entera. Pero, dado a la sensible situación que esto creaba, era normal que no lo hubiera hecho hasta que su pareja y él hubieran tomado una decisión.
Aunque, nada de eso importaba ahora. Estaba en el pasado. Ahora, solo podían mirar hacia el futuro y caminar con seguridad hacia él.
El banquete por la boda del príncipe Lan Xichen fue, por mucho, más de lo que Gusu Lan acostumbraba. La ocasión lo ameritaba, sin lugar a dudas.
Había muchos invitados en el gran jardín donde se celebraría la boda. No obstante, los ojos de Wei Wuxian, de alguna forma, solo se movían en busca de una persona.
El emperador.
Sentado a lo alto de una elegante tarima de madera fina y su trono, Lan Wangji se alzaba con elegancia y poder. Vestido de una forma exquisita que le robó el aliento en el momento en que sus ojos se plantaron en él. Hanguang-Jun estaba en la espera de que la boda iniciara, lo cual, sería pronto ya que él se encontraba sentado finalmente.
Cuando el anunciador le miró llegar, se vio una duda en él. Claramente no sabía cómo anunciarlo a él ni a sus acompañantes. Wei Wuxian le sonrió y le susurró.
—Puede decir únicamente mi nombre y secta como si fuéramos una sola —el hombre asintió ya más tranquilo.
—¡Joven Amo Wei Wuxian de Wei Cangse, pase a saludar a Su Majestad el emperador!
Lan Wangji contuvo la respiración cuando la llegada de la persona que tanto ansiaba ver ese día fue anunciada. Sus ojos, inquietos y esperanzados, se movieron ansiosos hacia la entrada del jardín. Ya casi todos los invitados estaban presentes y solo lo estaba anhelando a él. Él los vio llegar y saludarle con solemnidad, siempre esperando escuchar el nombre de su amado entre ellos.
Ahora, por fin lo escuchaba. Y, patéticamente, su corazón comenzó a palpitar frenético.
Lo vio.
Tan hermoso como la última vez que sus ojos ámbares tuvieron una probada de la belleza del joven que tanto lo hizo avergonzarse en su adolescencia, Wei Wuxian caminó dentro del jardín.
Wei Wuxian le sonrió cuando le miró, y, cielos, Lan Wangji se sintió alcanzar la inmortalidad con solo ese bello regalo de los dioses.
Ante él, Wei Wuxian era la persona más hermosa de todo el mundo.
Inclinándose con respeto hacia su emperador, el joven le saludó.
—Saludos a Su Majestad, que los cielos lo bendigan con mil años de vida, larga vida al emperador —dijeron los tres al mismo tiempo. Pero, la voz de Wei Wuxian resaltó para Lan Wangji.
—Wei Ying... —saboreando el poder decir nuevamente ese nombre para llamar al joven, Lan Wangji lo murmuró tan bajo que, nadie pudo oírle.
De alguna forma, durante la boda, sus ojos no se despegaron de Wei Wuxian. Vio cada movimiento que este hacía; cómo lloraba mientras veía a su hermano caminar junto a su futuro esposo hacia Hanguang-Jun para hacer las tres reverencias correspondientes enfrente de él. También vio cómo lo saludó entusiasmado sin importarle que Jiang Cheng rompiera su rostro serio para mirarle a regañadientes, mas con una tenue sonrisa para él.
Lo vio esperar el momento perfecto para acercarse a su tío Jiang y a su shijie una vez que Madame Yu se alejó para hablar con Madame Jin. Ellos, lo jalaron de inmediato en un abrazo familiar.
Verlo reír, fue una maravilla. Casi podía escuchar el bonito sonido incluso desde la distancia. Se sintió completo de nuevo sabiendo y viendo que estaba bien.
Cuando Jiang Wanyin y Lan Xichen se fueron al comenzar a ponerse el sol, la boda no tardó mucho en culminar. Los invitados ya se encontraban despidiéndose de Su Majestad y abandonando el jardín para partir a sus sectas y hogares una vez el banquete terminó.
Lan Wangji buscó a Wei Wuxian apresuradamente, no quería que se fuera sin siquiera hablar con él al menos una vez. Pero, al ver que la señorita Wen todavía estaba alrededor del jardín, supuso que Wei Wuxian también seguía en el Descanso de las Nubes. Por lo que, era cuestión de buscarlo.
Se levantó para hacer justo eso, y apenas colocó un pie fuera de su trono, alguien ya estaba a su lado.
—Su Majestad, ¿se retira a sus aposentos? —Luo Qingyang, su Guardia Imperial de Primera Clase, la más leal y fiel se le acercó apenas se movió.
—Tengo que hablar con alguien —respondió bajando la tarima siendo seguido por la joven mujer con tranquilidad.
—¿Su Majestad quiere que vaya en busca de esa persona? —Lan Wangji se detuvo por unos segundos para pensar mejor su opción, después de hacerlo, negó.
—Solo averigua dónde está y asegúrate de que no se vaya hasta que yo llegue con él —se giró para verla, los ojos de la mujer no lo miraban directamente a él, sino más bien, estaban clavados en el suelo mientras se inclinaba respetuosamente—Busca al Joven Amo Wei.
De inmediato, ella asintió obediente y con dos sirvientas más, se retiró del lugar para ir en busca de la persona encomendada. Los guardias que se quedaron con él le ofrecieron sentarse de nuevo en su trono a esperar que Luo Qingyang cumpliera con su trabajo.
La chica no tardó ni cinco minutos cuando ya había vuelto hasta él.
—Reportando a Su Majestad; el Joven Maestro Wei se encuentra en el prado de los conejos —Lan Wangji casi sonrió de pensar en lo que, seguramente, Wei Wuxian se encontraba haciendo allí—Le pedí que esperara allí hasta que Su Majestad llegara. Lo espera en estos momentos.
Volviendo a levantarse, Lan Wangji despachó a algunas sirvientas con la mano.
—Dennos la mayor privacidad posible —pidió cuando comenzó a caminar hasta el hogar de sus conejos—Los demás, pueden retirarse.
Su caminata era espléndida, su mente, era un río torrencial. Si no lo demostraba era porque estaba decidido a hacer que Wei Wuxian aceptara su propuesta. Y esa seguridad lo calmaba.
Llegó al prado con cautela de no alertar al joven de su presencia, con la tierna esperanza de atraparlo en un adorable momento. Y así fue, lo encontró jugando con sus conejitos.
La luna ya se encontraba iluminando el cielo nocturno sobre sus cabezas, mas, los dorados ojos de Lan Wangji solo podían ver la luz brillante de la sonrisa de Wei Wuxian iluminar su mundo.
Alzando un conejo en el aire, Wei Wuxian acercó la húmeda nariz del animal a la suya para simular un beso.
Lan Wangji jamás se pensó estando celoso de un animal. A medida que la sonrisa del joven se ensanchaba por la ternura del animal, él se imaginó que ese mismo gesto era para él, y solo para él. Lo soñó despierto por unos momentos.
El joven chico se dio cuenta de la presencia del emperador cuando uno de los conejos se escapó de su agarre para correr hacia su dueño. Un tanto avergonzado, se levantó del césped para saludarlo.
—Su Majestad —Lan Wangji detestó de inmediato la falta de su nombre en los labios de Wei Wuxian—La guardia Luo me informó que quería verme.
—Mi nombre —murmuró tan bajo solo para que los oídos de Wei Wuxian pudieran escucharle.
—¿Uh? —él dejó ver su confusión, rápidamente corrigiéndose a sí mismo—¿Majestad? —de nuevo, Lan Wangji frunció el ceño.
—Llámame por mi nombre —Wei Wuxian se levantó con el permiso del otro.
La frase lo tomó con la guardia baja. Estupefacto, él trató de refutar.
—Majest-
—Es una orden —Wei Wuxian, entonces, se encontró con ganas de reírse. Lan Zhan se volvía emperador y ya tenía el valor para darle órdenes más firmes. Bueno, siempre le ordenó qué hacer, pero ahora tenía que obedecerle.
—Como desee, Su Majestad —y antes de que el hombre de túnicas blancas protestara nuevamente, sonrió—Cálmate, Lan Zhan, no pienso desobedecerte. Me gusta mi cabeza justo donde está.
—No digas tonterías —respondió perturbado ante la insinuación. Wei Wuxian, entonces, se permitió reírse. Una risa como si volvieran a ser los viejos compañeros de estudios que alguna vez fueron. Lan Wangji adoró ese pensamiento.
Todo era tan fácil en ese entonces.
—Lan Zhan~ El poder no te ha cambiado, ¿verdad? —sintiendo que estaba permitido dejar de lado las formalidades, se dejó caer al suelo para sentarse de nuevo y atrapar un conejo en sus manos—Me voy unos meses y al regresar me encuentro con que ascendiste a emperador. ¡Felicidades, a propósito!
—Te fuiste casi medio año —con distinción, Lan Wangji se sentó a su lado.
«Estaba muerto en preocupación por ti» fueron palabras que no pudo pronunciar.
A Wei Wuxian le tomó unos momentos poder responder. Debatiéndose entre hablar o callar. Entre si podía permitirse el ser vulnerable con alguien o no.
Sintiendo el viento soplar contra sus cabellos, un poco del aroma a sándalo perteneciente al hombre sentado a su lado llegó hasta él.
Se sintió seguro.
—¿Alguna vez te hablé de Madame Yu? —inició.
Lo sabía. Lan Wangji sabía que la culpa era de Yu Ziyuan.
—Vagamente —respondió—Hablabas más de tu Jiang-shushu y tus hermanos.
Wei Wuxian sonrió un poco.
Entonces, Lan Zhan sí prestaba atención a todo lo que parloteaba a su alrededor.
—Mi madre... ella conoció a mi padre cuando él aún era subordinado de mi tío Jiang —no sabía qué efecto tendría el hablar de sus padres, así que, probó suerte. Tal vez no lloraría—La gente dice que mi tío amaba a mi madre —Lan Wangji calló. Algo había escuchado de eso—Si es o no verdad, es algo que nunca sabré. Lo único que sé, con completa seguridad, es que mis padres y él decidieron continuar su amistad.
Los recuerdos de sus visitas a Yunmeng Jiang llegaron a él con suavidad, lo que más recordaba era jugar con Jiang Yanli y Jiang Cheng, pero, si se concentraba, podía recordar a sus padres hablar con Jiang Fengmian mientras ellos corrían por todos lados.
—Madame Yu nunca toleró a mi madre, y por consecuente, tampoco a mí —dijo bajito, casi no queriendo admitirlo—Mi madre siempre me decía que debía tener especial cuidado en no hacerla enfadar cuando me quedara a dormir con mis primos.
El conejo que acariciaba mientras hablaba poco a poco comenzó a cerrar sus ojos por la suave sensación de la mano de Wei Wuxian contra su pelaje. Los ojos de Lan Wangji no captaron eso, pues, estaban completamente concentrados en el joven que estaba abriendo su corazón para él.
Le estaba doliendo ver la tristeza embargar el rostro de su amado, pero también supo reconocer la dulce nostalgia al recordar a sus padres.
—Supongo que ella sabía de su disgusto hacia mí. Como ya sabrás, no pude evitar ser castigado por ella —intentó reírse, mas, no pudo. No encontró las fuerzas para hacerlo—A veces se peleaba con el tío Jiang por mí. Aun así, nunca la escuché decir palabras tan crueles como las que dijo el día que me fui.
Eso, colocó una sensación ácida en su pecho.
—¿Qué dijo? —preguntó. Un poco duro a su gusto.
Wei Wuxian no se atrevió a repetir las palabras exactas, y para ser sinceros, ya no las recordaba por completo. Solo recordaba el dolor que estas le provocaron.
—En resumen, dijo que mis padres murieron por no saber protegerse.
Lan Wangji apretó el puño.
Si tan solo ella no fuera la dama de una secta importante para Wei Ying, ya estaría...
—Supe de Jiang Cheng que mi tío la castigó después de que me fui —susurró para llevar la atención a otro lado, hacia una resolución al conflicto que Lan Wangji escuchó—La mandó a la Sala Ancestral a arrodillarse y disculparse con las mesdames ancestrales.
El mismo castigo que ella imponía a Wei Wuxian, el hijo de un siervo. Jiang Fengmian fue frío –pero imponente– al rebajarla al mismo nivel que ella tanto despreciaba.
—¿A dónde fuiste? —preguntó Lan Wangji, aunque, gracias a su hermano ya conocía la respuesta.
—Wen Qing y Wen Ning me siguieron, ellos me dijeron que, durante la Campaña para Derribar al Sol, ellos buscaban un lugar para esconder a sus familiares —Lan Wangji tomó una nota mental de favorecer a los Wen en cuanto tuviera la oportunidad—Encontraron una cabaña escondida alrededor de Qinghe. Es muy bonita, tiene tierra perfecta para cultivar, plantamos rábanos y papas, los vendemos en el mercado.
La emoción con la que contó eso casi disipó la tristeza de escuchar al hombre hablar sobre cómo, de nuevo, fue forzado a dejar a su familia.
Pero, si Lan Wangji quería cambiar ello, debía ofrecer algo. Aunque la vida de mercader sonara bien para Wei Wuxian, él estaba dispuesto a darle más. Quería darle todo.
Aunque fuera difícil al principio.
—Wei Ying, sé que te dieron dinero como compensación —inició con precaución—Pero, ¿cómo planeas vivir?
—Ah, Lan Zhan. Vivir vendiendo verduras no es una mala vida —bromeó para alegrar el ambiente. No soportaba el que se estaba creando.
Y, aunque aquello era un deleite para Lan Wangji, necesitaba seguir hasta lograr su propuesta. Hasta lograr que aceptara.
¿Cómo lo haría? Como solo sabía ser.
Directo. Bueno, con Wei Ying sentía que no podía serlo la mayoría del tiempo. Con él presente, muchas veces las palabras se le escapan de la boca. Pero, esta era oportunidad única, y ya había desperdiciado bastantes de ellas en el pasado. Y no lo haría ahora.
—Vive conmigo.
De alguna manera, Wei Wuxian se atragantó con su propia saliva.
—¿Lan Zhan? —le miró como si estuviera demente. Quería reír, quería pensar que de repente Lan Wangji se había vuelto un bromista incluso mejor que él.
Quería, y a la vez, no.
—Vive conmigo en Gusu, Wei Ying —pidió de nuevo, nervioso, claro que lo estaba. Su propuesta se iría moldeando según las respuestas de Wei Wuxian.
—Lan Zhan, sé que soy bueno en todo, pero, no sé cómo lo haría siendo sirviente de un lugar tan est-
—No como sirviente —negó al instante.
—Lan Zhan, no estoy entendiendo. No sé cómo podría vivir contigo si no es como un sirviente.
Tomando aire, y valor, Lan Wangji mostró su última carta.
La honestidad.
—Como mi esposo. Vive conmigo como mi esposo.
Wei Wuxian se perdió en los ojos de Lan Wangji. Ese mar dorado que lo miraba suplicante, con una marea que intentaba alcanzarle.
Olas de deseo.
—¿C-Como tu esposo? —preguntó avergonzado. Eso... ¡eso era una locura! Lan Qiren jamás lo permitiría—Lan Zhan, yo no puedo. Soy- era el futuro líder de una secta, ¿eso no me descalifica para ser tu esposo?
Lan Wangji no respondió, no atreviéndose a decirle lo evidente. Cuando él lo entendió, se quiso reír por ser tan tonto.
—Cierto... ya no lo soy. Así que, supongo que eso solo me hace un cultivador más —susurró.
Calló para pensar.
¿Lan Wangji le estaba proponiendo ser parte de su harén imperial? ¿O le estaba proponiendo ser su emperatriz?
—El harén imperial ya se está decidiendo —como si pudiera leer su mente, Hanguang-Jun pronto habló—No escogeré a una emperatriz, Wei Ying.
Con el ceño fruncido, el joven respondió.
—Creí que necesitabas una, ¿quién se hará cargo de tu harén si no hay una emperatriz?
No comprendió por qué Lan Wangji no tomaría a una emperatriz. Porque una emperatriz era la única persona de su harén con la que se casaría oficialmente, con ceremonia y todo. Y él al parecer no estaba dispuesto a ello.
—Un harén son lazos y acuerdos entre clanes importantes —esclareció Lan Zhan con calma—Sin una secta que te respalde, no puedo ofrecerte un puesto alto, pero-
—Acepto —le cortó Wei Wuxian a media frase. Estupefacto, Lan Wangji miró al otro con los labios entreabiertos.
Estaba a punto de desglosar punto por punto las razones y propuestas que tenía para que Wei Ying aceptara ser parte de su harén, y había sido callado por la aceptación de este mucho antes de iniciar.
Ante su interrogante, el joven de túnicas negras se rió tímidamente.
—¿Cómo me negaría a tal oferta?
La verdad, era una extraña mezcla.
Él todavía no podía ponerle nombre a su aspiración por estar cerca de Lan Zhan, de estar allí a su lado para molestarlo, para ver el rojo tomar las puntas de sus orejas como una tierna respuesta ante sus comentarios avergonzados.
De escucharlo llamarlo con tal suave y dulce voz.
Siendo esto así, ¿con qué corazón se podía negar a la invitación cuando este mismo estaba retumbando en alivio por saber que Lan Zhan se preocupaba por él?
Su mente se empeñaba en decirle que esto no era así, pero su corazón era igual de terco.
(Este separador marca el final del capítulo, así que, cada vez que lo vean, ya saben).
Como siempre, Wangxian canónicamente no pudiendo comunicarse como Dianxia manda.
De una vez aviso que vamos a frustrarnos bastante con lo tontitos que serán a lo largo de la novela TuT.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top