Llamado
Cuando Narcisa fue rescatada junto con su hija Aldhara de las garras de Lucius no llevaba consigo nada de valor mas que el colgante en su cuello hecho con las cenizas de su amado Canis. Después de la muerte de su hijo mayor se negó a llevar la argolla matrimonial en su dedo anular como una protesta silenciosa. Por esa razón cuando supo sobre la unión de Draco con la princesa Hermione no tenia un anillo nupcial que ceder a su nuera como era tradición en su familia, aunque siendo realista aun cuando lo hubiera conservado no se atrevería a obsequiarse algo que representaba la unión que le causo tanto dolor y sufrimiento.
Fue cuando pensaba en su futura nuera que recordó algo importante. Todavía existía un anillo de compromiso perteneciente a la ancestral familia de los Black. La bisabuela Bruselle se había casado a escondidas con un hombre que su familia no considero digno de su estatus por ser a penas un marques dedicado al comercio por lo cual fue desterrada de la familia y borrada de árbol genealógico, sin embargo, con los años habían prosperado lo suficiente como para hacerse de un título nobiliario más alto y una fortuna considerable. Aunque su suerte cambio y los Black ofrecieron reconocerla de nuevo, Bruselle se negó. Ya no había en su corazón resentimiento para sus padres y hermanos, pero era demasiado orgullosa para aceptar regresar a la familia que renegó de ella.
Bruselle no pudo tener hijos, pero amo a Druella Black, madre de Narcisa como si fuera su propia hija, pues fue la única con sangre Black que le había buscado de manera desinteresada. A su muerte dejo todas sus posesiones a Druella pero ninguna descendiente femenina habia utilizado el anillo de bodas de Bruselle pues a sus ojos seguía representando rebelión y resistencia.
Narcisa sonrió al pensar que Hermione seria perfecta para tenerlo. Le pidió a su querido primo Sirius que le permitiera buscar la reliquia en la bóveda de la familia Black, quien estuvo sumamente feliz con la idea, después de todo siempre consideraría a Hermes como su hija adoptiva.
Cissa no podía estar mas satisfecha de la elección de Draco. Desde la primera vez que vio a la princesa Hermione algo particular llamo su atención, sus ojos dorados poseían una chispa especial y la manera en la que no se dejaba avasallar por el fuerte temperamento de su Dragon le hicieron saber que seria la pareja ideal para este, el mejor complemento que pudiera pedir.
La reina Narcisa le entrego el anillo a Draco junto con sus mejores deseos para formalizar el compromiso con la princesa Hermione. Incluso estuvo presente cuando se realizó la petición de mano y vio a su hijo apoyar una rodilla en el piso mientras colocaba el hermoso anillo en el dedo anular de su prometida.
Pensó que si la bisabuela Bruselle pudiera conocer a la nueva dueña del anillo estaría complacida. Después de todo fue la primera Black en anteponer el amor a los intereses banales, seria feliz de ver el evidente amor que unía a su dragón con la princesa Hermione Granger.
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La brillante luz que siempre emana de su personalidad tranquila parece apagada. Tanto que tiene la necesidad de consolarle como si algo tan elemental en su ser se hubiera vista afectado de alguna manera.
No esta la chispa en sus ojos azules o la sonrisa que siempre adorna sus delgados labios. Su voz no se deja escuchar en los parloteos sin fin de esos seres mágicos que imaginarios o no que siempre están en sus historias increíbles.
La mirada preocupada no se hace esperar, como tampoco la angustia que experimenta.
-¿Estas bien? -Cuestiona suavemente, como si temiera que sus palabras pudieran intensificar de alguna manera el malestar que pudiera estar sufriendo.
Cuando sus ojos azules se posan en los suyos, parpadea con desconcierto. Es casi como si estuviera despertando de un sueño profundo y la acción de abrir y cerrar pudiera despejar el estado de duermevela.
-Estoy bien. -Contesta después de angustiosos segundos y aun después la respuesta no esta acompañada por la brillante sonrisa.
Nott no puede evitar fruncir el ceño, molesto por la mentira.
-No estas bien. -Afirma, tomándola por el brazo para sacarla de las cocinas reales en las que a estado casi toda la mañana.
A pesar de que la sujeta con firmeza no la lastima, ni ejerce mas fuerza de la necesaria. Parece que solo la toma para guiarla entre los pasillos desiertos del castillo de la princesa. Esa fue su intención por largas horas, desde que la vio con la vista perdida por la ventana y lo que estuviera cociendo en un caldero terminara quemándose hasta quedar inservible. Incluso entonces ni siquiera se había inmutado o mostrado alguna emoción mientras vertía agua fría sobre una sustancia carbonizada para ponerla a remojo antes de poner un nuevo caldero de manera tan mecánica como si echará cosas al azar en el recipiente.
Un pensamiento lo asalto llenándolo de pánico. Entonces detuvo sus pasos. A esas alturas ya se encontraban en los jardines traseros, los macizos en flor eran una vista increíble, aunque no le podía importar menos en ese momento.
"va a rechazarme" piensa, sin atreverse a decirlo en voz alto, como si al hacerlo la realidad se le vendría encima de golpe.
Nunca creyó que el simple pensamiento le llenaría de angustia a tal punto que se tambaleo por el dolor que experimento. Le soltó el brazo como si el contacto le quemara.
"Es lógico, no me quiere" volvió a decirse a si mismo.
Acepto ser su prometida, planeaban casarse en cuanto la ceremonia de enlace entre Hermione y Draco se llevará a cabo. Aunque aun no sabia con claridad la profundidad de los sentimientos hacia Luna, le gustaba lo suficiente como para quererla en su vida.
Los celos que experimento no fueron una broma, como tampoco la necesidad cada vez más fuerte de permanecer a su lado. Podía estar en un reino extranjero, haber perdido sus tierras y todos sus beneficios como archiduque y no podía importarle menos, mientras la joven maga estuviera iluminando su existencia.
Quiso mentirse a si mismo, diciendo que era por complacer a su padre, pero aun cuando el motivo en mucho sus decisiones, tenia que admitir que Luna lo termino cautivando de la misma manera que le desconcertaba.
Se preguntaba si ahora que fue capaz de admitir al menos para si mismo que Luna no solo le gustaba, sino que le quería, era posible que ahora fuera ella quien dudara.
Luna le mira sin comprender las expresiones en su rostro. Podía leerle tan fácilmente como se pueden leer los libros que tanto ama la princesa. La molestia se evaporo para dejar paso al desconcierto y algo parecido al dolor.
-¿Estas bien? -Esta vez fue el turno de Luna de preguntar.
-Vas a rechazarme. -Fue la única respuesta que pudo permitirse sin que la voz le fallase.
-¿Que? -Pregunto sin comprender estirando su mano para tocar en ceño que Nott mantenía fruncido como si quisiera alizar las arrugas.
-Ya no quieres casarte conmigo.
-Sí, quiero.
El alivio que se extendió en su pecho es indescriptible.
-¿Por qué lo preguntas? -Quiso saber.
-No, no importa. -Atajo avergonzado, sintiendo su rostro calentarse.
Sosteniendo las manos de Luna la atrajo mas cerca. Después del pánico que experimento necesitaba la cercanía, sentirla entre sus brazos, respirar su aroma.
-Puedes confiar en mi. -Le pidió suavemente ahora preocupado por la razón que la mantiene en aquel estado.
-Lo se.
-Entonces puedes decirme que te ocurre. -Casi suplico.
-Mi pasado me está llamando. -Dijo resuelta con sus enormes ojos azules mirándole resuelta.
No hay miedo a pesar de todo.
-¿Que?
-La guerra a despertado la magia que dormía. -Luna hizo a un lado el cuello del vestido para mostrar la piel blanca de su clavícula. Se separo lo justo para echarse a un lado su larga cabellera rubia dejando a la vista venas azules, casi negras que parecían palpitar bajo la piel.
Nott contuvo la respiración en pánico, el cuerpo le tembló ante la terrible vista de la piel blanca siendo asaltada por aquello que debía ser doloroso. Le tembló la mano cuando intento tocar su piel, sus movimientos son vacilantes porque no quiere herirla.
Sin vergüenza desato un poco mas las cintas para mostrar el inicio de su pecho donde se extendían las mismas venas como una red. Tomando los temblorosos dedos de Theodore los guio hasta poner su palma completa sobre su seno izquierdo.
El calor que manaba de su piel no es natural.
-¿Qué es...?
-Una maldición de sangre llamándome. Los elfos oscuros me quieres de vuelta.
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. . .
¿Qué es tan diferente? Se pregunta al observarla. Dejando de lado la obviedad de que la ama de alguna manera se siente como si volviera a ser un niño que se maravilla al ver todo con ojos nuevos. Lleva los largos rizos castaños a su rostro aspirando profundamente para deleitarse con el aroma que aun se enreda entre esos suaves cabellos que después frota contra la piel de su cara como si se secara un sudor que no existe.
La nueva reina duerme entre sus brazos, aun desnuda e impregnada con el aroma de sus placeres. Desnuda bajo la endeble colcha que los cubre, tiene el rostro apoyado contra el fuerte pecho de Draco, arrullada por los rítmicos latidos de su corazón, sigue en el mundo de los sueños, mientras su pareje se deleita al velar el descanso tranquilo de su dama.
Todo de ella le llama. Lo que siente bajo el tacto de sus manos, el aroma de su esencia dulce, el calor que mana de su piel, la calidez que desprenden los dorados ojos cuando le miran, el sabor de sus labios, incluso la forma en que sus cuerpos se acoplan de manera perfecta mientras su suave voz le llama entre suspiros.
La piel le hormiguea cuando incluso la magia responde a su mujer, es casi como si su interior vibrara y cantara en reconocimiento de haber encontrado su complemento. Nunca se había sentido de esa manera, ni siquiera sabía que de alguna manera siempre estuvo incompleto hasta ahora.
En el pasado, con el cuerpo saciado del placer en cuerpos voluptuosos, habiendo bebido de un sinfín de bocas, experimentado de los amplios y extensos conocimientos amatorios entre las piernas que se abrieron de buena gana para satisfacerle. Nunca se sintió tan lleno como ahora, tan rendido y al mismo tiempo tan necesitado.
El calor en las yemas de sus dedos se intensifica al tocarla, como si las chispas quisieran saltar de manera literal, incluso teme quemar la piel suave y clara bajo su tacto. Sabe que es la magia que fluctúa como un torrente por sus venas y cada terminación nerviosa, es parte de si mismo desde su nacimiento. La magia de fuego brota desde la raíz de un todo, pero de manera curiosa parece reaccionar con mayor fuerza mientras sus manos bailan por la piel desnuda de Hermione.
Un suspiro escapa suave de la garganta de Hermione cuando la gran mano de Draco traza patrones imaginarios por su espalda. Los vellos de la piel se erizan y esta vez las chispas surgen cuando el calor calmado que los envuelve comienza a prender nuevamente.
Hermione gime aun medio dormida, sintiendo el placer de una boca que se a prendido de sus pechos como si la vida se le fuera en ello.
El príncipe a hundido sus dedos en la sustancia espesa de un tarro que descansaba en la superficie de la comida. Un ungüento especial bastante útil en esos momentos. Todo lo hace con apartar su boca de la deliciosa piel de su mujer que ya a despertado por completo.
-Draco... -Le llama entre suspiros. Manteniendo los parpados cerrados se muerde los labios intentando contener la revolución que se vuelve a hacer paso en su cuerpo bajo las habilidosas manos de su conyugue.
De repente su cuerpo se tensa cuando una frescura invade su interior. Draco hunde lentamente entre sus pliegues los mismos dedos lubricados en ungüento. La mima suavemente y sin prisa, sin dejar de besar, lamer y morder cada porción de piel que tiene a su alcance.
¿Qué es distinto? No lo sabe. Lo único que tiene por certeza absoluta es que esta loco por ella. Que jamás en su vida se a sentido de esa manera. Tan pleno, tan satisfecho y al mismo tiempo tan necesitado de su toque, que parece una locura.
Parece no tener suficiente, quiere respirar su aliento. Hundiste en ella tan profundamente que parte de su esencia se aloje para siempre en ese pequeño cuerpo femenino. Quiere están bajo su piel, correr entre sus venas como si pudiera mezclarse con su sangre.
Su magia parece estar de acuerdo, chisporrotea bajo el tacto de sus manos, las chispas saltan a pesar de que no se notan a simple vista, ambos pueden sentir que sus esencias se mezclan a un nivel elemental.
El ardor a pasado por completo, quizás anestesiado por el mágico remedio o tal vez es la pasión y el deseo lo que nubla absolutamente todo a su alrededor.
Hermione lo siente por todos lados. Sus dedos largos entrando y saliendo de su interior a un ritmo constante, presionando lo necesario, hundiéndose de manera deliciosas antes de curvarse y tocar un punto exacto que la hace gemir de manera sonoro su nombre.
El calor en su vientre vuelve a dominarla, la necesidad de sentirlo de nuevo la abruma.
-Draco, por favor. -Suplica sin aliento, no sabiendo bien que es lo que pide.
Se mese al vaivén que marca el movimiento de esa mano masculina. Gime sonoramente, ya ni siquiera intenta acallar la fuerza de los sonidos que emite, tiene los labios tan hinchados de morderlos que permite que se escapen libremente.
-Draco. -Suplica de nuevo.
El joven príncipe sonríe de manera oscura, sus pupilas dilatadas hacen ver sus ojos grises casi negros. Entiende perfectamente lo que le pide, la calma no es uno de sus atributos, sin embargo, sabe que debe ir lento, que incluso es demasiado pronto para estar de nuevo dentro de ese estrecho cuerpo. No quiere ser una bestia que no puede contener sus instintos, pero es tan difícil pensar con mente clara cuando el cuerpo clama por reverberar en el amanecer de sus pasiones.
Hace que abra los muslos blancos para acomodarse entre ellos, mirando la expresión nublada en sus ojos dorados, la besa largamente casi en disculpa cuando se deja ir lentamente.
-¡oh! -Exclama rompiendo el beso. La espalda se arquea ante el avance constante de su pene erecto.
La humedad de su intimidad le da la bienvenida, el calor y la bendita estreches hace que Draco sisee en plenitud. Hermione lo toma tan bien, moviéndose a la par, sosteniéndose a su espalda, sin ser consciente que entierra sus uñas en los músculos.
Pronto el orgasmo los azota como un tsunami, nublando sus vistas. Es tan intenso o mas que el primero, tan volátil que esta vez su magia se hace visible y sus cuerpos parecen brillar envueltos en una gruesa capa de energía latente. Ninguno de los dos parece notarlo. Draco sigue en el interior de su dama, tratando de recordar como respirar, sus brazos le sostienen temblorosos por lo que gira todavía negándose a abandonar la calidez de Hermione, hace que se acomodo sobre él.
Todavía puede sentir los espasmos de su vagina, drenándolo por completo.
-Mi reina. -Le llama con voz ronca.
-Mmmm. -Es todo lo que puede decir Hermes.
-Te amo. -Confiesa acariciando la espalda de su amada.
Hermione sonríe con una satisfacción distinta del orgasmo. Su pecho se aprieta en la realización de sentirse complemente correspondida.
-También te amo.
Pronto el sueño les vence de nuevo.
Draco aún no tiene respuestas, aunque ha decidido que tampoco le importa. Lo único que tiene claro es que ahora no solo luchara por salvar Glaonna, esta vez su máxima prioridad es proteger a su reina.
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