1 - La llegada del infierno.
1
—Quiero que me leas un cuento.
Con el rostro iluminado por una luz tenue que provenía del velador que estaba en su mesita de luz, tapado hasta el cuello con una frazada de terciopelo con un tigre dibujado, el pequeño Timmy hablaba entre carraspeos, pidiéndole a su padre que le lea un cuento. Su padre revolvía las estanterías en busca de un libro de cuentos «Cuentos nocturnos para niños buenos.» Mientras Timmy insistía con su pedido. El padre sacó un libro de la estantería, mientras su niño le observaba con una mirada perdida, se notaba algo fatigado y afiebrado.
—Hijo mío, ¿este cuento te parece? –preguntó Richard Thompson a su pequeño hijo, Timmy Thompson.
Timmy se tapó aún más fuerte con la sábana, comenzando a temblar mientras sus carraspeos se volvían cada vez más intensos. Sus mejillas ruborizadas estaban perdiendo su color poco a poco, su piel pasaba a un tono más pálido; lo que el niño no sabía, es que estaba poco a poco acercándose al final de su vida. El padre miraba angustioso los ojos del niño, y le dejó el libro en la mesa de luz que tenía a su lado.
—Hijo, vuelvo en un momento. —El padre, al notar la mirada de su hijo, supo que este tenía fiebre, a lo que decidió bajar a buscar ibuprofeno en las despensas de la cocina, o lo que sea que le pudiese bajar la fiebre al pobre niño.
—No te vayas, quiero que leas el cuento. —Rogó Timmy en voz baja, casi apagada por el dolor. El padre se volvió hacia él con ligeros apuros.
—Enseguida vuelvo, y te prometo que cuando lo haga te leeré el cuento. –contestó su padre.
Buscó por todos lados, sin embargo, el hogar carecía de aquel medicamento, por lo que tenía que ir a comprarlo.
Su esposa, la señora Thompson, se encontraba en la sala junto al teléfono, recibiendo las llamadas de los preocupados familiares de su hijo, los cuales les mandaban condolencias. Algunos de sus familiares eran de esos que no vieron desde el nacimiento de su pequeño, pero que llamaron en el momento crítico, y otros son familiares que siempre habían estado ahí para ayudarles. Ella contestaba el teléfono hasta que a lo lejos pudo visualizar a su esposo acercándose.
–Querida mía, ¿no hay ibuprofeno en algún lado?
La señora Thompson se quedó mirando a su esposo, se dio cuenta que ya se había acabado todo el medicamento. Las estanterías no tenían absolutamente nada, y a penas se podía distinguir una cucaracha muerta, y un ejército de hormigas obreras llevándose partes de su cuerpo al hormiguero que había en el jardín, hormiguero que meses antes habían intentado taponar, y hasta fumigar la casa, pero debido a la enfermedad lo pospusieron para después.
—No, no hay. –Dijo con un tono de voz bajo.
—Bueno, entonces no me queda más que ir a comprar. –Dijo Richard. –Tú quédate cuidando a nuestro hijo.
La señora Thompson asintió, y se despidió de sus familiares para ir a ver a su hijo, mientras Richard se encontraba buscando las llaves, las cual encontró en el bolsillo de un viejo abrigo azul que estaba colgado en un perchero.
2
Era un día de pleno invierno, meses antes de lo acontecido, Timmy se encontraba en la sala, jugando con un muñeco de Woody y Buzz Lightyear, de su película favorita «Toy Story» mientras Richard leía el periódico: "El calentamiento global va de mal en peor: se estima que las temperaturas han subido un 10% más que el año pasado, en la Antártida se han encontrado zonas donde las temperaturas pasan los 20˚c, y la contaminación sigue causando problemas. En Londres hay una calle que está llena completamente de botellas de plástico, latas de refresco, entre otras cosas. Según los expertos, si la situación sigue de esa forma, la humanidad estará condenada a extinguirse dentro de 10 años.", hasta que en ese instante se acerca la señora Thompson.
–Cariño, nuestro pequeño hijo dijo que le duele la garganta, tendremos que llevarlo al médico. -Dijo la señora Thompson.
–Lo sé, igual parece ser un pequeño resfriado. –contestó Richard Thompson.
Timmy se encontraba en el sillón de la sala, acostado, y eso sólo hasta que su padre lo cargó en sus brazos y lo llevó al asiento trasero de su vehículo, un Chevrolet viejo del año 2025. Arrancó el vehículo para ponerlo en marcha, que entonces tenía que entrar a la ruta que se encontraba tras él.
–¿Sabes dónde es la dirección de la pediatría? –Preguntó la esposa a su marido.
–Sí, sé.
Enseguida Rick, como le decían sus amigos, sacó un papel donde se encontraba escrita una dirección: «Asaki 2335». La familia se puso en marcha. Durante el camino, Timmy se encontraba tosiendo mientras miraba a su madre.
–Tranquilo amor, el doctor te va a curar. –Dijo la madre a su pequeño hijo, mientras el padre conducía por la ruta, bajo la penumbra la cual era iluminada por las luces de los faros, de los edificios y de los otros vehículos. En ese instante pasó un vehículo con faros muy brillantes, los cuales enceguecieron a Richard, quien aun así, siguió conduciendo hasta llegar al doctor.
El doctor no pudo diagnosticarle, así que lo envió a un hospital.
3
Richard se encontraba caminando en dirección a la farmacia más cercana para comprarle el ibuprofeno al niño, la cual se encontraba a unas cuadras de su casa. Sus pasos eran lentos, ya que tenía que caminar en la mugre de las calles; llenas de mugre, y gente con máscarillas (Barbijos), caminaba de un lado al otro. Los negocios se notaban algo descuidados, y llenos de Graffitis: «El Cholo», «El Calavera te destrozará el cráneo» se podía leer en las paredes. En un negocio de tecnología, más bien, en una ventanilla, había algunos televisores encendidos, los cuales daban las noticias: "Alerta roja por la bacteria Streptocilo T. Se informa que esta bacteria es una mutación de una bacteria que anteriormente era inofensiva, y es causada por la contaminación ambiental. Se puede considerar la bacteria más peligrosa existente, la cual hasta ahora se conoce la existencia de más de 100560 muertos y 705120 infectados." La imagen cambió a la de unos helicópteros: "El presidente abandona el país junto a su familia en helicóptero. Un grupo de empresarios tomaron jets privados hasta un lugar seguro... Grupo de químicos en huelga frente a la casa del gobierno: El estado no quiso financiar la búsqueda de la cura... científicos en huelga" se podía ver incluso piedras saltando y golpeando el helicóptero que tomó la familia del presidente, mientras el helicóptero sin inmutarse, se alejaba de la visión de la cámara.
La farmacia estaba abierta, para la sorpresa de Rick; el vendedor se encontraba dentro esperando, tras una ventanilla de cristal, y con un barbijo en su boca.
–Hola señor. –Dijo Rick.
–¡Hey, amigo Rick!, ¿buscas un medicamento?
Rick asintió, sabía que la enfermedad del niño no tenía cura en ese momento, pues él era un químico y médico retirado, y la enfermedad era una nueva mutación, así que le daba ibuprofeno y sedantes para aliviar su dolor. El farmacéutico se alejó del mostrador, dirigiéndose hacia la estantería. Rick dirigió su vista a una caja llena de barbijos; eran aquellos que todo el mundo estaba usando en ese momento.
–He regresado, aquí tiene lo suyo. –Dijo el farmacéutico.
Rick se dirigió hasta el mostrador otra vez, pero esta vez con una caja de barbijos en manos.
–Y esta caja, por favor.
El doctor asintió, y le cobró por todo eso.
4
Rick se encontraba saliendo de la farmacia, cuando su teléfono comenzó a sonar. Al levantarlo se dio cuenta, era su esposa.
–¿Hola cariño?
–¡Ven pronto! –dijo la esposa–. ¡llamé al hospital! – Rick aún no sabía qué estaba ocurriendo, pero su mal presentimiento de la vida le indicó que era sobre su hijo, y es que, no había otro motivo por el cual su esposa podría haber llamado a la ambulancia. La segunda opción era que su esposa se sentía mal, y a falta de caer sólo uno, caen ambos y ya sería la mezcla homogénea perfecta, una mezcla hecha para un rico pastel de angustia y desesperanza hacia el futuro. Rick se imaginaba al pequeño con el teléfono en la mano, y no era algo que parecía físicamente posible; sin duda su hijo estaba en serios problemas.
nervioso, la ansiedad comenzaba a comerlo por dentro.
–¡Llama a la ambulancia!
–Eso es lo primero que hice, están llegando.
En ese instante Richard comenzó a hacer una carrera contra el mismo tiempo, corriendo hacia la casa, en parte con esperanza a que el niño se cure, y en parte sabiendo cual era el destino de su pequeño. Al llegar a la casa, se encontró a su hijo siendo subido a una ambulancia mediante una camilla; la ambulancia había llegado rápido y puntual esa vez, cosa que casi nunca pasa. Rick subió a la ambulancia junto a su pequeño, un espacio diminuto donde apenas podía caber, y mientras miraba a su hijo, quien estaba conectado a una máscara de oxígeno.
(...)
5
-Hijo, te gustará mucho esta feria, en serio. -Dijo Richard a su pequeño Timmy mientras lo llevaba montado en sus hombros. - Será divertido, de verdad lo disfrutarás.
El pequeño Timmy, que en ese entonces tenía sólo 3 años, comenzó a dar palmadas de alegría y entusiasmo al ver que se acercaba poco a poco a ese lugar tan impresionante y colorido. Timmy habría disfrutado aquel lugar, lleno de payasos, de juegos divertidos, de globos, y de comida muy dulce.
Timmy le temía un poco a los payasos, al menos hasta ese momento en el que uno le regaló un globo, globo al que tanto había amado y cuidado, pero que sin embargo se terminó desinflando, y causando el llanto del pequeño. La vida del pequeño ahora es como ese globo, poco a poco se va desinflando, poco a poco...
En el hospital, Richard estaba esperando en la sala de espera junto a su esposa, mientras leía una revista de famosos, de esas que se encuentran en las salas de espera. Un doctor sale de la sala.
–¿Familia Thompson?
Ambos dijeron "Sí" al unísono.
–Bueno, su hijo, acaba de fallecer... Lo lamento, hemos hecho todo lo posible por ayudarlo.
Y en una camilla comenzaron a llevar al niño hasta una funeraria, donde al día siguiente su ataúd se mojó con las lágrimas de sus padres, su pequelo hijo tenía una vida por delante, pero tocó su hora siendo aún joven, al igual que a muchos niños en el mundo, se lo llevó la bacteria. Parecía como si aún estuviese vivo, tal que cuando sus padres despertaban tenían la esperanza de verlo jugando en su cuarto, el cual en ese momento estaba abandonado por completo, y en la mesa de luz estaba el libro de cuentos tal como Richard lo había dejado...
El pensamiento que le giraba a Richard, es que le había prometido volver para leer el cuento...
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