Capítulo 37.
El viernes estaba siendo una pesadilla, temía que Neal hubiese dicho algo, pero sabía que no lo había hecho. El problema era que ahora sabía los que todos cuchicheaban al verme caminar por los pasillos del conservatorio con mi guitarra a cuestas.
Es ella, Lucy, la guitarrista que se acuesta con el profesor Kavanagh, diría la rubia que está mirándome de reojo mientras charla con su amiga de puntas azules en la esquina del pasillo frente a las escaleras.
¿Esa Lucy? Oh Dios, ¿crees que ya lo habrán hecho en su oficina? Respondería puntas azules a la rubia.
¿En el despacho? Yo me los imagino en el salón de clases, que morbo, habría dicho rubia a puntas azules.
Vale, tal vez alucinaba con su conversación, pero lo que sí era un hecho es que ahora notaba las miradas, antes estaba demasiado distraída pensando en tonterías para darme cuenta.
Miré hacia mi teléfono, eran a penas las diez de la mañana y ya quería volver a casa.
De repente una sombra se posó frente a mí, al levantar la mirada me topé con los familiares ojos azules de Charles Calloway, su cabello rubio arena parecía haber crecido en estos pocos días al igual que el vello en su barbilla. No podía negarlo, Charles Calloway era guapo.
Pero no tanto como...
Obligué a mi mente a callarse.
—Charles.
—Lucy, ¿cómo has estado?
—Tratando de superar este día—suspiré en voz baja, pero su sonrisa apagándose poco a poco me dijo que escuchó mis palabras.
—¿Estás bien? ¿Te sientes mal?—parecía preocupado por mí.
—Solo no dormí muy bien anoche—mentí dándole una sonrisa conciliadora, pero si me conocías realmente bien te darías cuenta de que solo era una mueca horrible.
Charles no me conocía, por lo que de nuevo sonrió animadamente.
—¿Es Lucy McDugents una pequeña dormilona?
—Me casaría con mi cama si fuera legal.
—Uh, diría que eso es extraño de escuchar, pero me casaría con esta bebé si fuera legal—Alzó el estuche de su guitarra, dándome curiosidad de saber cómo sería ella.
—Ahora me siento tranquila de saber que no soy la única persona extraña que se casaría con algún objeto si fuera legal.
Charles se carcajeó como si hubiese dicho algo demasiado divertido. No lo fue.
—Quería proponerte algo—Vale, no esperaba aquel cambio de conversación tan repentino, pero escuché —. El club de guitarra estará abriendo cinco vacantes y las audiciones son dentro de dos semanas. ¿Te gustaría unirte?
—Ehh no lo sé, ¿tienen un horario muy rígido?
Estaba tomando en consideración la propuesta de Neal, además me tomaría la tarde y el fin de semana para seguir recorriendo las cafeterías de la ciudad, necesitaba dinero, dinero propio al menos.
—No, solo martes y jueves por la tarde, luego de clases. Es bastante divertido, además te ayuda a practicar, debes estar algo oxidada con tus clases de primer año.
No lo estaba.
Por más que mi primer año fuera en su mayoría teoría, aprovechaba al máximo mis clases prácticas y siempre tocaba en casa.
—¿Podría pensarlo?—dije dudosa.
—Por supuesto, tienes hasta el miércoles para anotarte, la lista está en la cartelera fuera del estudio C—Hizo como si fuera a decir otra cosa, pero mordió su lengua, sin embargo, poco después volvió a hablar—. Es una excelente oportunidad, Lucy, me gustaría verte ahí.
Jugueteé con la cuerda de mi estuche sobre mi hombro. Tal vez tenía razón, tal vez era una buena idea, después de todo estaba aquí para ser mejor, para superarme, el club de guitarra sería una buena oportunidad.
Justo cuando pensé en decirle que sí, unos brazos lo envolvieron desde atrás por la cintura coquetamente, las manos de la desconocida estaban arregladas, con una manicura que cualquiera envidiaría.
Cuando la desconocida se volvió bastante conocida al enroscarse como una serpiente en Charles solo quise salir de ahí antes de que las bromas crueles que se estaban ideando en mi cabeza se hicieran realidad.
Teñir su lindo cabello pelirrojo.
Gusanos en su almuerzo.
Slime en su casillero.
Evité sonreír como desquiciada al pensar en el último punto.
—¡Charlie!
Como si no fuera suficiente su enrosque de serpiente, Lancy se abalanzó sobre los labios de Charles como si no tuviera vergüenza. Incluso pude ver como introdujo su lengua en el ojiazul. Me provocó arcadas.
Para mi sorpresa, Charles se separó de ella en cuanto pudo mirándola con severidad.
—Lancy, te pedí que no me besaras—miró ahora hacia mí con un poco de vergüenza y arrepentimiento.
Lo que Charles parecía no ver es que Lancy Gallagher estaba marcando su territorio, tal como un bull terrier orinaría sobre su poste favorito.
—¡Oh! No vi que tenías compañía. Hola Lucy, ¿cómo estás?—dijo simpáticamente. Estaba fingiendo.
Mentirosa, pero yo era una mejor mentirosa.
Sonreí de oreja a oreja como si fuese mi mejor amiga la que estuviera frente a mí.
—¡Hola Lancy! Estoy muy bien, ¿y tú? ¿Tu cabello está más brillante o es solo mi imaginación?
—Estoy muy bien gracias y sí, mis mascarillas capilares son maravillosas, tal vez pueda regalarte un frasco, tus puntas están... algo quemadas—esto último lo dijo arrugando su nariz como si algo oliera mal.
Pero no me dejé derrotar, Meera no sería feliz si la abeja reina me derrotara.
—Creo que tienes razón, Lancy—dije tocando mis puntas con lástima, pero luego miré hacia Charles y sonreí con más efusividad—. Oigan, ya me tengo que ir, hoy toca tutorías.
—Ugh recuerdo las tutorías, son tan aburridas—canturreó Lancy, todavía acariciando el brazo de Charles.
—Creo que te veré pronto Charles, gracias por la invitación, no puedo esperar a verte—ignoré a Lancy y me acerqué al ojiazul que sonrió felizmente cuando mis labios se toparon con su mejilla—. Espero que tengan un lindo día.
Y seguí con mi camino, tan victoriosa, tal feliz al ver los ojos de Lancy arder de rabia y celos, con la boca entreabierta por mi atrevimiento, pero ella se lo había buscado. Sabía que estaba echando chispas y lamentaba meter al pobre Charles en problemas con su novia por mis palabras en doble sentido, pero no me arrepentía, tal vez Meera me estaba convirtiendo en una pequeña versión de ella.
Cuando le conté lo que sucedió reía de felicidad mientras sus ojos brillaban con la satisfacción de saber que su némesis había sido abofeteada por un segundo. Meera estaba renunciando poco a poco a su team Shawn mientras apoyaba con efusión al Team Charles.
Ridículo, pero la hizo feliz.
Después tomó rumbo a sus tutorías con Zac y Shawn mientras a mí me tocaba una larga jornada con la profesora Xavier.
Mi viernes había mejorado solo un poco hasta mi reunión con la profesora.
La profesora Xavier estaba enfundada en un traje de falda y chaqueta que la hizo pasar por un momento como una oficinista sexy en vez de una profesora de música. No podía negarlo, aquella mujer era atractiva, sexy y madura, si Shawn y ella tuvieran bebés serían los más lindos del mundo y quizás podría querer robarme uno de ellos.
Pero lo que tenía de atractiva, sexy y "madura" lo tenía de demonio.
—He escuchado rumores—dijo como si nada después de preguntarme cómo había ido mi semana en mis diferentes asignaturas. Parecía estar quitando una pelusa de su chaqueta cuando continuó—. Nunca me meto en la vida personal de los estudiantes, pero lo que he escuchado por los pasillos son acusaciones bastante... graves.
Me removí en mi asiento y ella parecía sentirse poderosa por incomodarme.
—No sé a que...
—Aunque la prohibición de las relaciones románticas alumno/profesor no están dentro del reglamento del conservatorio es básicamente una regla no escrita que cada profesor y estudiante deben seguir...
—Profesora Xavier...
—Por lo que espero que lo que escuché por los pasillos sea solo un rumor de mal gusto, señorita McDugents, no me gustaría llevar este problema a instancias superiores—finalizo con una amenaza, ignorándome por completo.
Me enojé muchísimo.
—El profesor Kavangh y yo solo somos amigos—dije firmemente y con la mandíbula apretada —, y seguirá siendo mi amigo. La gente puede pensar lo que quiera, yo sé la verdad, el profesor Kavangh sabe la verdad, eso es lo que me importa.
Me levanté de mi asiento, todavía quedaban veinte minutos de mis tutorías, pero quería salir de ahí.
—Señorita...
—Que pase buena tarde, profesora Xavier.
—Señorita McDugents, aún no hemos terminado.
No la escuché, solo salí furiosa de que la gente no pudiera meterse en sus asuntos.
La oficina de Shawn no estaba muy lejos por lo que caminé rápidamente hasta su puerta y nuevamente cometí el error de entrar sin tocar. Lamentablemente Shawn no estaba solo y de nuevo otro Xavier estaba en los asientos frente a su escritorio.
El decano se giró inmediatamente me escuchó entrar, casi quise desaparecer al notar su ceja derecha arqueándose. Shawn por otro lado relajó un poco su rostro, lo había detallado por un segundo al entrar, pero por la tensión de sus hombros imaginaba de qué estaba hablando con el decano.
—Lo-lo la-lamento, no fu-fue mi in-intención...
—La señorita McDugents no conoce el concepto de tocar la puerta antes de entrar, Alexis—comentó Shawn, me estaba sacando de apuros a su manera.
—Sí, ya lo veo—dijo el hombre esta vez levantándose de su asiento.
Era la primera vez que veía al decano Alexis Xavier en persona, era joven, demasiado, pero mucho mayor que Shawn, quizás estaba a mediado de sus treinta. Sus ojos parecían calculadores, tan azules como los de su hermana, solo que estos a diferencia de los de ella se veían bastante... ¿divertidos?
¿Se estaba riendo de mí?
—Señorita McDugents, es un placer conocerla, me han hablado mucho usted—estreché la mano que me extendía, era bastante suave.
Sus palabras me hicieron sonrojar.
—Espero que hayan sido todas cosas buenas—balbuceé como una tonta.
—Algunas lo fueron. No se preocupe, ya me habían advertido sobre su falta de tocar la puerta cuando está cerrada.
¿Ahora se estaba riendo de mí?
Miré hacia a Shawn para regañarlo, pero este estaba sin expresión alguna sobre su silla.
—Oh, no fue él, hablo de mi hermana, a la profesora Xavier le encanta seguir las reglas, ya sabe—Sí, claro, ya lo sabía. El decano levantó su muñeca y miró hacia su reloj, frunció el ceño al ver la hora—. Un poco temprano para terminar sus tutorías.
—¡Aquí estás! —escuché a la voz femenina de mis pesadillas a mis espaldas. La profesora Xavier miró de mí hacia su hermano y luego hacia Shawn—. Por supuesto que estás aquí. No habíamos terminado, señorita McDugents.
—¡Ah, pero si es mi hermana favorita! ¡Te estaba buscando!
—No he...
—¿Me acompañas? Hay algo de vital importancia que debo hablar contigo.
El decano no le dio la oportunidad de responder a la profesora Xavier, solo la tomó del brazo y la sacó de la oficina de Shawn no sin antes lanzarle una mirada a este.
Me quedé de piedra sin entender lo que había pasado.
—Alexis siempre salvando el día—escuché decir a Shawn quien se puso de pie y seguía sin expresión—. Tienes que aprender a tocar la puerta.
—Lo siento, solo quería hablar contigo sobre un asunto.
—¿Sobre los rumores? Ya obtuve mi sermón por parte de Alexis.
—Y yo obtuve el mío de la profesora Xavier—refuté a la defensiva.
Shawn suspiró.
—¿Todavía quieres ir a Los Ángeles conmigo?
—¿Qué tiene que ver eso con el sermón del decano y mi tutora?
—Tiene que ver mucho, ellos van a estar ahí—dijo con si no fuera la gran cosa—. ¿Te llevo a casa?
Lo malo no terminó ahí, solo continuaron conVera y su crisis por la incompatibilidad de signos zodiacales que me inventécuando la tuve frente a mí.
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