Capitulo 1
Este es un fics traducido con la autorisacion de se Autora Vampire from Hell
Titulo Original: The girl on fire
Titulo en español: La chica en llamas
Personajes: Sebastian; Seras; Alucard
Autora: Vampire from Hell
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La chica en llamas
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(POV Seras ')
Estuve dando vueltas alrededor del antiguo castillo de mi maestro en Rumania. El pasillo estaba oscuro, pero esto no me molestó. Puedo ver perfectamente en la oscuridad, y la luz de la luna que brillaba a través de las ventanas con paneles me guiaba. Era un lugar muy tranquilo, una noche solitaria. No había absolutamente nada para que yo haga, y nadie quería pasar tiempo conmigo. Me reí al recordar como los otros vampiros se encogían lejos de mí. Todos ellos me temían como lo hacían con Alucard y Sebastián. Tal vez fue porque sabían que yo maté a nuestra propia especie en el pasado. O tal vez fue porque tenía a Alucard como maestro. O tal vez fue porque sabían que yo no tenía miedo de nadie. Yo solía ser tan tímida, pero a medida que pasaron los años, me hice más fuerte, y me abracé a mi lado vampírico.
No dejé que nadie pase sobre mí, o se burle de mí, ni siquiera mi señor. Parecía disfrutar de esto. Un par de veces a la semana el iba tan lejos al desafiarme. Por supuesto, nunca lo he golpeado, pero nunca me a caído bien, por lo que les hizo aún más orgullosos. Sonreí y entré en el estudio de Alucard. Él siempre estaba ocupando esta habitación. Le gustaba estar solo y lejos de sus seguidores que constantemente lo molestan. No me sorprendió demasiado ver al demonio, Sebastián Michaelis, con mi señor. Los dos eran viejos amigos y parecía tener mucho en común.
Sebastián era alto, delgado y muy pálido, con hermosos y cálidos ojos marrones. Tenía el pelo negro hasta los hombros y siempre llevaba un traje victoriano negro. Mi Señor nos había presentado hace unos noventa años. Dado que todavía era muy joven cuando lo conocí, el demonio tenía una manera de llegar a mí. Él siempre era muy agradable y encantador. Hablaba en voz baja, y fue capaz, siempre, de hacerme pensar en él, incluso cuando yo no quería. Antes de darme cuenta, lo tenía como amante. Por supuesto, la relación no duró mucho. Ambos nos separamos. Pero el demonio mayor siempre estaba allí cuando lo necesitaba; era como un segundo maestro para mí. Los dos seres oscuros me miraron cuando cerraba la puerta detrás de mí. Sonreí a mi Sire mientras caminaba por la habitación hacia ellos.
-¿Qué pasa, Victoria?- Alucard preguntó en un tono frío. No dejé que su mini amargo humor afecte al mío. Me apoyé en el escritorio que estaba utilizando. -Por todos los medios, pónte cómoda- Él se burlo de mí cuando se inclinó hacia atrás en su silla con una amplia sonrisa. Crucé mis brazos y arrulló mi cabeza.
-Estoy aburrida, Alucard- Me quejé. Él chasqueó la lengua.
-¿Qué pasa con Alaric? Estoy seguro de que podría encontrar algo que hacer- Sebastián mencionó mi amante más reciente. Me reí disimuladamente y aparte la mirada de él.
-Bueno, el sexo no es tan divertido cuando tu amante se acobarda lejos de ti y te hace hacer todo el trabajo- Les dije. -Termine con él-
-¿Quién dijo que estábamos hablando de sexo?- Preguntó mi señor. Me sonrojé y bajé la cabeza.
-Supuse que ustedes estaban insinuando lo que hacía con Alaric- Le respondí.
-Tu asumiste mal; pero tienes claramente el sexo en la mente- Alucard ronroneó con una mirada maliciosa y hambrienta en sus ojos.
-¿Has venido aquí con ganas de uno de nosotros para satisfacer sus necesidades?- Sebastián preguntó con una amplia sonrisa en su rostro.
-No, por supuesto que no- Murmuré rodeando mis ojos. A pesar de que el pensamiento de ellos tomándome envió sensaciones agradables a mi bajo vientre. -Vine aquí porque me aburría- Suspiré y me acosté en la mesa de Alucard. Su sonrisa se ensanchó y distraídamente el jugaba con un mechón de mi pelo. La habitación quedo muy tranquila mientras miraba hacia el techo. Mi cuero cabelludo hizo cosquillas cuando Alucard tiró suavemente uno de mis mechones cuando él la envolvió alrededor de su dedo.
-Tu pelo es cada vez más largo- Alucard comentó mientras estiraba un mechón tan lejos como pudo.
-Sí- dije después de un largo minuto. -Yo estaba pensando en dejármelo crecer- Por el rabillo de mi ojo, vi al vampiro mayor fruncir el ceño. ¿Él no le gusta?
-¿Cómo puede ser?- El preguntó. Me encogí de hombros y suspiré.
-Supongo... que es porque mi madre tenía el pelo largo... así que quise probar- Le respondí en un susurro.
-Bueno, creo que deberías volver a tenerlo como antes- Sebastián dijo. Moví mi cabeza hacia atrás para mirar al demonio, que estaba al revés desde mi punto de vista.
-¿De Verdad? ¿Por qué?- Le pregunté con curiosidad. Vi esa sonrisa juguetona a lo largo de sus labios. Se agachó y peinó sus dedos las puntas de mi cabello.
-Pienso que te queda bien- Él me susurró. Sonreí suavemente al demonio y mire hacia otro lado.
-Bueno, creo voy a cortármelo entonces- Susurré.
-¿Solo por qué te dije lo que pensaba?- Sebastián dijo un poco sorprendido. Fruncí mis cejas y lo miró. -¿Significa realmente nuestra opinión tanto para ti?- ¿Por qué suena tan sorprendido? Me sonrojé de vergüenza y desvié la mirada una vez más.
-Por supuesto- murmuré.
-Puedes hacer lo que quieras con tu pelo, Seras- Alucard me dijo, aunque podía ver claramente que él no quería que me crezca mi cabello.
-No, está bien, Alucard- Yo le tranquilice, y tome su mano que acariciaba mi pelo. Volví a mirar el techo como mi pulgar rozó la parte posterior de la mano de mi Padre. Siempre me sentí tan calmada cuando estaba con él. Me gusta estar a su lado. Rompí el silencio cómodo. -Yo quería ir a bailar, pero no encuentro a alguien que quiera ir conmigo- Yo no quiero pedirles que me acompañen porque sabía que absolutamente lo odian.
-¿Bailar?- El vampiro más viejo pregunto con una ceja arqueada. Movi mi cabeza y miré hacia él con indiferencia.
-Sí, como en el centro de club- Le dije.
-Nunca entenderé forma de bailar de las últimas generaciones- El demonio comentó con una mirada de disgusto en su rostro.
-Bueno, lo disfruto- Me quejé como yo solté la mano de Alucard y me senté en el escritorio. Me di cuenta de que me estaban juzgando. Estaba tan cansada de mis mayores mirándome porque yo era más joven e hice cosas de manera diferente a ellos. -Oye, tú fuiste quien decidió convertirme una de 19 años, Alucard- Le recordé, salté fuera de su escritorio. Alguien tomó mi mano y me hizo girar. Mi pecho chocó con los pectorales duros de Alucard y brinque en unas cuantas pulgadas. Miré en sus ojos oscuros carmesí cuando el envolvío un brazo alrededor de mi espalda baja.
-¿Estás segura que no quieres quedarte?- Sus ojos vagaron por mi cuerpo. Tomó en mis grandes pechos que mi blusa negra que tensaba alrededor. El pasó la mano por encima de mi culo que estaba contenido en mi apretada falda negra. -Si estás hambrienta de una buena cogida, entonces podrías quedarte con nosotros- Suspiré con una pequeña sonrisa en mi cara. Yo no podía dejar de recordar la noche cuando tomó mi virginidad hace 88 años. Reprimí un gemido al recordar la forma en que me cogía.
-Tentador, Alucard.- Susurré y aparte su mano de encima. -Pero no- La lujuria se elevó en sus ojos cuando jugaba a hacerme la difícil de obtener. Salí de su abrazo mientras miraba a Sebastián. -Voy a divertirme porque todo el mundo por aquí es aburrido, y demasiados muertos para mi gusto- Ronroneé mientras caminaba hacia el demonio. -Pero tal vez cuando vuelva- envolví mis brazos alrededor de la cintura de Sebastián y me mordí el labio inferior. Alucard y Sebastián fueron los mejores amantes que he tenido, y yo he tenido en los últimos años. Los otros simplemente no podían satisfacerme. No pude obtener de ellos y nunca fui capaz de alcanzar el orgasmo. No me importaría en absoluto compartir una noche más con Alucard y Sebastián. Por lo menos sabían cómo dar placer a una mujer.
-Voy a estar buscando una buena cogida- Susurré apasionadamente a ellos. Sentí su pico de lujuria como entregué Sebastián una mirada oscura hambrienta. Me levanté en puntillas y me apoyé en el demonio que pensó que iba a darle un beso, y comenzó a inclinarse.; pero en cambio le lambí la punta de la nariz juguetonamente con una risa infantil. -Nos vemos más tarde- Ronroneé como mis orbes carmesí a fuego lento las pestañas bajaban. El demonio retrocedió un poco y me miró paralizado. Yo desenrede mis brazos alrededor de él, y salió de la habitación con otra risita.
Al Amanecer
(POV de Alucard)
Sebastián y yo esperamos a Seras en mi estudio durante horas, pero nunca aparecio. Me senté en mi escritorio, tamborileando los dedos contra la madera. Sebastián estaba de pie junto a la ventana, mirando fijamente hacia fuera. Gruñí de molestia y miré por la ventana. Era casi por la mañana, ¿dónde estaba? ¿Ella regreso sin que lo sepamos? Era muy extraño de ella que no ha venido a vernos primero. Ella podría habernos nos dicho que no estaba de humor para el sexo. De hecho, eso era algo que ella habría hecho. Entonces, ¿dónde estaba? ¿Estaba todavía fuera pasándola bien? ¿Ella conoció a alguien mientras estaba fuera y decidió pasar la noche con él? No, entonces se habría puesto en contacto conmigo con el vínculo mental que compartimos. Empecé a preocuparme. ¿Le sucedió algo a la Chica Policía?
-Ella puede cuidarse sola- El demonio me tranquilizó mientras miraba por la ventana con atención. Entonces se rió y me miró. -Tal vez ella está aquí, y se olvidó de venir a nosotros. Ya sabes lo estúpido que puede ser-
-Entonces ella estaría en su habitación, ¿sí?- Le pregunté. Él arqueó una ceja hacia mí y asintió con la cabeza en acuerdo. -Así que, si vamos y no la encontramos allí, entonces podemos pasar a nuestra próxima suposición: algo le pasó a ella- Yo podía sentir que algo andaba mal. Seras nunca se había quedado fuera tan tarde antes, y no nos hacia esperar así. Temía que algo pasó a la que yo había creado. Sebastián chasqueó la lengua y apartó la mirada de mí. Yo sabía que él estaba tan preocupado como yo, pero no lo admitiría.
-Estoy seguro de que ella está perfectamente bien- Murmuró.
-Entonces vamos a su habitación- Le respondí y me levanté de la silla. Él me miró con una mirada de preocupación en sus ojos antes de que él asintiera con la cabeza ligeramente. Ambos salimos del estudio y caminamos por los pasillos mal iluminados. Todos los otros vampiros estaban encerrados en sus ataúdes por el día. Mis ojos estaban fijos en la puerta que nos acercábamos cada vez más cerca. Empecé a esperar que iba a tropezarme a fuera, con una borracha de culo y por eso se olvidó de decirnos que había regresado. Pero no había ni rastro de una pequeña rubia borracha. Sebastián llegó a la puerta primero y la abrió. Los dos nos asomamos a su cuarto oscuro. Entré en su habitación en silencio y miré alrededor. Sebastián prácticamente corrió hacia su ataúd y arrojó la tapa abierta; pero no hubo una pequeña vampiresa. Seras no estaba aquí y no sabíamos dónde estaba. Inmediatamente abrí el enlace de la mente que compartí con mi ex childe.
"¡Seras!" Le grite en su mente, pero no hubo respuesta. "¿¡Seras?!" Todavía nada. "¿Chica policía dónde estás?! ¡Respóndeme!" Apreté los puños y apreté los incisivos afilados como mis ojos ardían un carmesí oscuro peligroso.
-Ella no contesta- Gruñí con los dientes apretados.
-Debemos buscarla en el club! Ella podría haber pasado por ahí- El demonio dijo en un tono esperanzado. Los dos nos temíamos que algo le había sucedido a nuestro pequeña amante. Ella era... especial para nosotros. La entrenamos con fuerza durante los últimos setenta años. Ella se convirtió en una poderosa vampiresa fuerte. Por no hablar de que ella era la única mujer que no nos temía. Aceptó lo que fuimos y ella dio la bienvenida a nuestra oscuridad. Yo no sé lo que haría si descubría que algo le había sucedido a mi Childe. Ella fue la razón principal por que podía tolerar mi existencia sin fin.
Necesitaba ver que ella estaba bien. Quería que este en mis brazos donde sabía que estaba a salvo del peligro. Entonces me di cuenta de lo mucho que me importaba Victoria. Ella era preciosa, pero ¿podría ir tan lejos como para decir que la amaba? ¿Era posible que ella fuera mi pareja? La que había estado buscando durante años, una mujer que hacía juego con mi fuerza en todos los sentidos y no tenía miedo de mí. Creo que la acabo de encontrar, pero fue demasiado tarde al ver que ella era mi compañera. Podría haberla perdido para siempre.
-Esperemos que ella sólo este borracha- Sebastián murmuró antes de que nos materialicemos en el centro de la ciudad. Nos quedamos en la calle oscura y vacía. El club que Seras había ido estaba cerrado. Rápidamente me desfasé por la puerta principal y busqué en el club una chica inconsciente, pero no encontré nada. Mi demonio rugió con furia, mis lirios rojos consumieron por completo el blanco en los ojos. Mi cuerpo estalló en una masa de murciélagos negros. Volé todo alrededor del club, en busca de mi incipiente. Las sombras de Sebastián crecieron y se arrastraron por el suelo mientras sus ojos brillaban de un púrpura brillante. El saltó a la segunda planta y la registro. Cuando registre por segunda vez y no la encontré, aterricé junto a Sebastián en mi forma humana. Mis colmillos se alargaron y mi demonio dejó escapar un rugido feroz, cuando agarré una mesa cercana y la tiré al otro lado de la habitación.
-¡Seras!- Grite con furia. -¡Ella no está aquí!-
-¿Dónde más podría estar?!- Sebastián pensó en voz alta. Pensamos en otros clubes que Seras podrían haber ido, pero este era su favorito. ¿Por qué ella no estaba aquí?! ¡¿Donde estaba ella?!
"Seras" Hablé muy suavemente con ella en su mente. "¿Dónde estás? Por favor, vuelve a nosotros" Le ordene en un susurro. Esperé una respuesta, pero no hubo nada. Ni siquiera un pío. De repente los ojos del demonio se distanciaron. Lo observé con atención, esperando que Seras le estuviera contactando.
-¿Te has hecho daño?- El me preguntó. Yo arqueé una ceja y sacudí la cabeza.
-No- Le respondí en un susurro.
-Huelo sangre- Él susurró. Olí el aire y encontré el olor de la sangre. Mis ojos se abrieron.
-Es la sangre de Seras... y otros- Susurré. Gire mi cabeza hacia donde el olor era más fuerte. Salté por el balcón y aterrice con seguridad en el primer piso. Sebastián me siguió de cerca mientras que poco a poco me dirigí a una puerta solitaria en el lado opuesto de la habitación. A medida que nos acercábamos el olor se hizo más fuerte. Los dos temíamos lo que encontraríamos. ¿Seras estaba bien? Y si es así, entonces ¿por qué no me respondía? ¿Ella estaba hay dentro volviéndose lentamente loca? ¿Estaba en estado de shock? ¿O ella estaba... Aparté ese pensamiento a un lado y agarré el pomo negro. Empujé la puerta abierta hasta que la habitación nos fue revelada.
Nuestros ojos se abrieron de la vista. La sangre estaba por todas partes. Todo el suelo estaba cubierto de ella. Las paredes estaban salpicadas con el líquido carmesí. Y la sangre goteaba del techo. Todo alrededor del piso eran montones de cenizas que solían ser vampiros. El demonio entró en la habitación y miró a su alrededor en busca de una pequeña rubia. Sangre ondulaba bajo sus zapatos mientras caminaba través de ello. El inclinó la cabeza y apretó los puños con rabia cuando ambos llegamos a la misma conclusión. Seras estaba muerta.
-¿Todo esto es su sangre?- Sebastián preguntó en un susurro. Miré a mí alrededor en el desorden, como si eso es lo que iba a encontrar mi respuesta.
-No estoy seguro- le susurré e investigué la escena. -Había al menos otros tres vampiros con ella- Miré hacia abajo en los montones de cenizas, sabiendo que uno de ellos era Seras. -Es evidente que soporto un infierno en una pelea desde que los llevó consigo-
-Pero ¿por qué era necesario? Quién la atacó y por qué?- El preguntó mientras miraba hacia abajo en las cenizas.
-No estoy seguro- Murmuré de nuevo.
-Tal vez hubo un cazador tras ellos- Sebastián sugirió cuando él me miró. Negué con la cabeza hacia él.
-No, ella estaba defendiéndose de estos vampiros. Fíjate las salpicaduras de sangre. Seras no estaba luchando con ellos; ella estaba luchando contra ellos- Le expliqué. Yo estaba absolutamente furioso que esto había sucedido. ¿Quién había atacado mi Childe y por qué?! Quería vengar a mi Childe, pero claramente ella se me había adelantado. Pero yo todavía estaba tan enojado. Yo no estaba aquí para proteger mi única novata y compañera. Seras se había ido y yo no estuve aquí para ella.
-¿Sabes quién más podría haber estado aquí con ella?- Preguntó el demonio mientras miraba hacia abajo en un montón de cenizas asumiendo que solía ser Seras. -Su amante, Alaric. ¿Donde estuvo él? ¿Por qué no estaba aquí con ella? ¿Cómo él podía tenerle miedo? Ella era tan joven e inocente- Él terminó en un susurro. Sebastián me miró con una mirada oscura en sus ojos. -Y es el que salía en busca de ella? ¿El estaba preocupado por ella?- Me volvi más enojado.
-Quiero rasgar el corazón que late en su pecho- Gruñí con los dientes apretados.
-Como yo, por lo que hizo a nuestra amante- Susurró. Nos materializamos a un dormitorio en mi castillo. La habitación estaba a oscuras, pero podríamos ver claramente como si fuera de día. Una pequeña cama doble estaba a nuestra derecha. En el lado opuesto de la habitación había una ventana, pero gruesas cortinas pesadas ocultaron el sol lejos. Justo a nuestros pies estaba un delgado ataúd de madera oscura. El demonio cruzó la habitación hacia la ventana y corrió las cortinas. La luz del sol entro en la habitación, que cubre el suelo y las paredes. La luz no nos molestó lo más mínimo, para un joven vampiro fue una historia diferente.
Me agaché y abrí la tapa del ataúd. Dentro estaba el ex amante de mi incipiente. Alaric era un hombre bajo y delgado. Sinceramente, no sé lo que le vio mi incipiente en él. Tenía el pelo corto de color marrón suave y piel de marfil. Llevaba un botón de color azul claro hasta los pantalones de la camisa y negro que prácticamente colgaban fuera de él, ya que carecía de músculos. Y no me sorprendería si él le faltaba en otras áreas también, ya que él no pudo traerle placer a mi pequeño Seras; y pensar que su última experiencia sexual fue con este idiota. Yo chasqueó la lengua con disgusto rodeando mis ojos. ¿Cómo se atrevía a fallar a Seras como un amante y no protegerla?
Gruñí en furia cuando mi mano con garras lo agarré por la garganta. El joven vampiro de inmediato despertó con un grito suave y se apoderó de mis muñecas. Lo levanté del ataúd a un pie fuera del suelo. Alarico gritó y luchó en mis manos mientras me miraba con ojos asustados de ancho. Su piel chisporroteaba y se quemaba por la luz solar.
-¡Señor!- Él gimió. -¡Por favor déjame ir! No he hecho nada malo!-
-Por el contrario, tú eres la razón por la que Victoria está muerta- Gruñí y mostré mis colmillos a él. El joven vampiro de inmediato dejó de luchar en mi mano.
-¿Qué?- Él susurró mientras sus ojos se abrieron. El demonio tiro del cabello de Alarico y lo sacó de mi mano. El joven vampiro siseó y enseñó los colmillos como él se vio obligado a estar al lado del demonio. Nosotros de repente nos materializamos de nuevo a la habitación en la parte trasera del club. Sebastián descuidadamente arrojó a Alaric en la habitación. El joven vampiro cayó sobre sus manos y rodillas en un charco de sangre. Tan pronto como abrió los ojos y vio a su alrededor comenzó a temblar. -¿Qué... ¿Qué es esto?!- El gritó de terror y cayó hacia atrás sobre su trasero. Sebastián lo dio al revés. Él utilizó tal fuerza que el joven vampiro en realidad salió volando por la habitación. Él se golpeó contra la pared con fuerza, quebrándose su brazo en el impacto, y cayó al suelo sobre las cenizas.
-Es lo que queda de Seras- Sebastián le dijo mientras el miraba alrededor de la sala cubierta de sangre con remordimiento. Sus ojos morados parpadearon de nuevo al joven vampiro y él lo miró. -Tu amante-
-No, no- El joven vampiro murmuró mientras se ponía de rodillas y sacudía la cabeza. -Ustedes no entienden- Él nos miró con temor y lágrimas en sus ojos. -Ella termino conmigo! Yo no hice esto! –
-No, pero podrías haber evitado que esto sucediera. Podrías haberla protegido!- Rugí como yo lo agarré por el cuello y lo tire al otro lado de la habitación. Él gimió de dolor cuando su rostro choco con la pared. Su ropa y la cara estaban manchadas con la sangre de Seras y los otros vampiros. Yo estaba a punto de perder todo el control y cause una matanza. sabía que tenía que calmarme antes de que hiciera algo estúpido, pero estaba tan enojado. Estaba cegado por mi rabia. Sebastián sacó cuchillos de plata, y los arrojó directamente a Alaric. El joven vampiro gritó como la plata atravesó su pierna y brazo. El idiota agarró el mango de uno de los cuchillos. Escuchamos su chisporroteo de la piel y el dejó inmediatamente de lado la plata con otro grito.
-¡No! ¡No!-Él sollozaba. Sus hombros temblaban y él negó con la cabeza. –Yo ya no era mi amante! Ella no era mía para proteger!- El joven vampiro luego nos miró con los dientes apretados. Sus ojos verdes brillaban con un color poco natural mientras nos miraba. -Pero todos sabemos que ella es tu amada insipiente! ¡¿Dónde estabas?! ¿Por qué no fue su amo allí para protegerla?!- El le interrogo. Perdí el control de mi demonio y mostré mis colmillos en el joven vampiro. El inclinó la cabeza y temblaba de miedo cuando yo lo asalte. -Todos sabemos que tu eres dueño de Seras! Ella siempre estaba allí para su llamado y señas! ¿Por qué no estabas allí?!- El miró al demonio. -¿Por qué ninguno de los dos no estaban allí?! Ustedes no quieren admitir su culpa por su muerte, así que en vez me culpan a mí!- Lo agarre por la camisa y lo sacudí bruscamente. -Es tu culpa por lo que le pasó!- Entonces metí mi mano en el pecho y agarré su corazón.
-¡Basta!- Gruñí de advertencia como una sola lágrima de sangre se deslizó por mi mejilla. Él estaba en lo correcto; la muerte de Seras fue nuestra culpa. No estábamos allí para protegerla tampoco. Somos tan malos como Alaric. Deberíamos haber ido con ella para protegerla de estos otros vampiros. Alaric se ahogaba con su propia sangre y temblaba cuando clavé las uñas en su corazón. Sus ojos rodearon en la parte posterior de la cabeza y gimió. Miré su rostro pálido, quemado antes de que yo arranqué el corazón de su pecho. A medida que su cuerpo empezó a caer hacia atrás, se convirtió en cenizas. Miré hacia abajo en el corazón muerto en mi mano. Yo descuidadamente lo tiré a un lado con un suspiro molesto.
-Sin embargo, lo mucho que me cueste admitirlo, tiene razón. No hemos podido proteger a nuestra amante- Sebastián habló. Me clavé las uñas en la palma de mis manos. Todo lo que podía pensar era en lo que me había prometido a mí mismo hace ciento treinta años: que no iba a fallar a esta incipiente. Pero la había fallado. Cuando la vi por primera al volver, yo no le mostré cómo alimentarse correctamente, por lo que ella temía la sangre. Yo la fallé cuando la dejé para defenderse por sí misma durante 30 años después de la guerra. Yo le fallé ahora. Yo no la protegí.
-Lo siento, Seras- Susurré tan bajo que era inaudible.
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