Al parecer la mayoría de las promesas están hechas para quedarse en eso, sólo promesas.

Dos días después me enteré que estudiábamos en la misma universidad, lo supe gracias al pequeño santuario que hicieron en frente de tu casillero. El collage de fotos relataba tú belleza en su mayor esplendor.

Descubrí que te llamabas Allyse Phantom, tenías 17 años y estudiabas diseño gráfico, el chico de ojos azules era tu novio y, efectivamente, te estaba engañando con la otra chica. Qué estúpido, a veces no sabemos apreciar lo que tenemos y cuando lo hacemos ya es demasiado tarde, ahora te pide disculpas y llora sobre tu ataúd.

Sé que es ridículo y que ya no tiene sentido, pero me presentaré ante ti: me llamo Steve Markov, tengo 18 años y estudio Psicología. No tengo novia, me hubiera encantado que tú ocuparas ese puesto, yo nunca te hubiera engañado, pero eso ya no importa porque no podremos ser nada, me pareces hermosa y me gusta como te vistes.

Incluso en un ataúd te ves divina, con un vestido negro y tu cabello perfectamente arreglado en unos rizos de oro. Eres la única con quién rompería la regla de cero necrofilia, ¿viste eso? Es un buen chiste, te morirías de la risa... Mejor me callo ya, no quiero arruinar aquello que ni siquiera llegué a tener.

No sé por qué la cobardía nos aleja de lo que podría ser la mejor de nuestras experiencias, si me hubiera acercado a ti ¿hubiéramos podido ser algo? O quizá ¿hubiéramos sido, por lo menos, buenos amigos?

Es estúpido que me arrepienta ya, cuando tuve tantas oportunidades de acercarme, me siento estúpido e inútil, quizá yo pude haberte salvado pero, ¿qué digo? ¡Sí soy un cobarde! Te extraño, y lo haré siempre, eres ese amor del que uno no sale nunca.

Chica de la falda corta, fuiste mi amor imposible. Te vi por primera y última vez en la parada de autobuses y tu recuerdo vivirá en mí por siempre porque nunca te olvidaré, es una promesa.